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miércoles, septiembre 24

Poniendo a punto el 'asquímetro'

La izquierda española se recogió hace un año en una metáfora deliciosa que sirvió en caliente su prensa, y todo ello a propósito de una guerra de candidaturas de IU: "La desconfianza ha sido total hasta el último minuto: las sacas con los votos han estado guardadas en una caja fuerte de un despacho de la sede del partido. Una candidatura tenía la llave de la caja fuerte, y la otra candidatura, la del despacho. Así, ninguna podía por sí misma hacerse con las sacas y alterar la votación". El propio Zapatero, además de decirle a su mujer al acostarse eso de "no te imaginas, Sonsoles, la cantidad de españoles que podrían gobernar", anunció la primera regla de su hija en la cafetería del Congreso con una frase a la altura de la legislatura, una mezcla insana de furor, optimismo y cursilería: "La mayor, de trece años, ya sabe que está convidada a la vida". Quiere decirse que tampoco hay que leer más allá para saber cuál es el estado general de las cosas. El domingo pasado el nieto de una víctima republicana abría luz sobre el pasado: "A nuestra familia no nos queda ni el consuelo de que fuera ejecutado por Franco". Siempre hay fronteras que uno puede derribar con el tiempo, y el País Vasco es terreno abonado para hitos. Si hace treinta años la prensa informaba de que la gente moría (no era asesinada y si lo era, no se decía por quién), hoy el lehendakari Ibarretxe se acerca a los micrófonos después del asesinato de Luis Conde y dice: "Los atentados me dan cada vez más asco". Habría que ver en profundidad el ‘asquímetro’ de Ibarretxe, en qué punto estaba en Lizarra o qué grado bajo cero alcanza cuando necesita de ANV, que prefiere reservar el asco a las detenciones y no a los asesinatos. Habría que saber, entonces, cuándo empezó el asco, en qué momento se empezó a desarrollar, cuándo se diagnosticó, a qué altura se encuentra ahora y si aún es posible un último estirón, un acto de fe: una huelga, póngase por caso, de recogida de nueces, o un tímido perdón, no por iluso, que nunca lo fue, sino por lo contrario.

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