Coincidieron el miércoles dos testimonios del horror: la televisión recreaba las últimas horas de Miguel Ángel Blanco (las que España conoció, al fin y al cabo) y la realidad devolvía a la vida a Ingrid Betancourt seis años después. Los dos fueron secuestrados por causas políticas, con un respaldo social (por leve que fuera el primero) detrás, y un discurso artillado sexualmente con la voluntad de acercar al gran público las bondades de la socialización del sufrimiento. Como se preveía, la ficción de Miguel Ángel Blanco fue un cambalache con dos prístinas intenciones: ganar dinero y revolverle el corazón a la audiencia de los mediodías. Estuvo allí luego su hermana evocando el pasado: es tal la fuerza del mito que le llamaba Miguel Ángel Blanco. Betancourt aguantó más el tipo que Antena 3: no apareció el cadáver comido por las moscas que se esperaba y sí una mujer firme entregada a Dios, si la firmeza es compatible con la fe. El secuestro de Betancourt y sus anteriores ‘betancures’ siempre fue visto como una carnaza fresquísima, a pesar de la temperatura y las enfermedades. Lo era para Sarkozy, que prometió ir él mismo a buscarla (de liana en liana, con la Bruni al hombro). Lo era para Chávez, principal proveedor de las FARC, que quería intercambiarla por petróleo, inmunidad y frutos secos. A Blanco sus 48 horas le privaron hasta del vedettismo, hasta de ser esperanza de nadie: en el País Vasco no hay bosques tan grandes.
lunes, julio 7
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1 comentario:
No creo que lo que denominas "veddettismo" de Ingrid Betancourt haya sido algo que ella buscara. Su secuestro se ha visto envuelto en un fenómeno mediático, pero al mismo tiempo se ha convertido en un símbolo de la lucha por la paz. Ya lo era antes de ser secuestrada cuando se presentó como candidata por los verdes y casi nadie la votó. Siempre defendió la negociación y la paz, frente a posisciones más belicosas del gobierno colombiano. Tanto ella como su familia me parecen honestos y coherentes. Ha asegurado que va a luchar porque las más de veinte personas que siguen secuestradas sean liberadas también y hasta no descartó su candidatura a la presidencia de Colombia. Si a cualquiera de nosotros nos hubieran secuestrado no nos quedarían ganas de volver a salir de casa. Creo que personas así son un ejemplo para seguir adelante en la lucha por un mundo mejor.
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