Me he trasladado! Redireccionando...

Deberías ser trasladado en unos segundos. De no ser así, visita http://www.manueljabois.com y actualiza tus enlaces, gracias.

lunes, julio 21

Polvo

Los salmones de los diarios nacionales se lanzaron el domingo a por Fernando Martín, que fue cazado por El País saliendo de sus oficinas en pose crepuscular tras habérsele desprendido de los dedos la última ceniza de la gloria. Es curioso como en ese patetismo que tiene a veces la estética de la derrota alcanza el hombre una cierta y muy respetable dignidad. No morirá pobre Martín: lo bueno que tiene la riqueza es que pocas veces se esfuma por completo. Por más golpes que le dé la vida, un viejo tiburón jamás pedirá el menú del día. Pero más allá del dinero están los demás: lo que Sartre llamó el infierno. Martín fue un tipo que llegó rápido a la fama por una vía excesivamente corta: hay pocos ministros que sean tan conocidos como el presidente del Madrid, y gestionar el club es una minucia comparado con gestionar el palco. Dicen los salmones que gusta de presumir de aquello que no tiene: ni yate ni avión privado, e incluso el que le vino de Jove con la compra de Fadesa se lo dejó al coruñés (junto a dos coches Mercedes y un Bentley valorados en 240.000 euros). Más atención llama la voracidad con la que el periodismo resuelve su origen en Trigueros del Valle, un pueblo de Valladolid al que sólo volvió untado en oro como rey de la Casa Blanca para dar un pregón: sus compañeros del ladrillo le llamaban sin cariño El Chato, que era como se le conocía en la aldea, y a uno le contaron que en otros círculos se dirigían a él como un Evo Morales vestido de Dior. Lo que se le viene ahora encima a Fernando Martín, en esta su gloriosa caída imperial, es el vacío casi institucional que sucede a la derrota: el morbo de los periodistas, el desdén de los antiguos compañeros, la rebeldía de los otrora súbditos, el grosero silencio del móvil, la sospecha del mundo del dinero y la atronadora bronca de la peluquería, harta de ese poblado flequillo mesetario en los tiempos de David Beckham. De los acercamientos más o menos benignos que se han hecho en torno a su fugaz figura ciclópea destaca su mujer, de la que aún dicen por ella arrebatado y por la que fue empujado a la ambición de tener la primera inmobiliaria europea. Si algún poder tiene el amor es el de la redención, y en la caída todo polvo polvo será, mas polvo enamorado.

2 comentarios:

Bárbara dijo...

No, si al final hasta derramaremos alguna lagrimilla por el susodicho, al que únicamente le movió el amor... Claro que para él suspensión de pagos es pasar de las vacaciones en las Sheychelles a las vacaciones en Ibiza y no del menú del día al bocata de chopped...

M. dijo...

Hombre, Ibiza está bastante mejor que las Seiseles. Y al fin, qué es la vida sin compasión! Sin lagrimillas!