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domingo, diciembre 30

Vestidos como putas

Dentro de la perversa lógica que va moviendo el mundo es perfectamente natural que un muchachito adolescente se sugiera, se arrime e incluso provoque abiertamente, sea gay o no. Con quince años empieza uno a estar cansado de la manola, y lo que le queda. Que la berrea alcance a los curas no deja de tener su encanto: también ellos son hombres, muchos arrastran la falda con rimbombante sensualidad y encarnan lo prohibido, casi lo sagrado. El obispo de Tenerife ha dicho esto abiertamente: lo ha denunciado implacable con su dedo índice agitándose en la sacristía. “Hay adolescentes de trece años que son menores y están perfectamente de acuerdo y, además, deseándolo”. Por supuesto, señor: me hago cargo. Seguro que también usted tuvo trece años en algún momento de su vida, y antes de la llamada de Dios sintió la llamada, más prosaica, del cuerpo. Eso no es ningún problema. Es bastante más natural, desde un punto de vista puramente humano, desear sexo con trece años, e incluso buscarlo sin piedad entre las faldas de sus curas, que comparar la satánica homosexualidad con la pederastia (ese pecadillo de juventud al que tan aficionada es la Iglesia) aunque usted lo justifique como “una forma de sexualidad distinta”. La barrera entre el niño de trece años que busca sexo y la persona mayor de edad que recibe sus propuestas es la Ley. Si la persona mayor de edad es además sacerdote la situación es fascinante: la tentación llegó con la manzana, y también a Jesús el diablo le mostró las riquezas que podría poseer en caso de cambiar de equipo. No me digan ahora que si Cristo renunció al mundo entero van ustedes a doblar la rodilla porque un tierno púber se desabroche el botón de una camisa.

viernes, diciembre 28

Lotería

O que xa non sabiamos era que hai algo aínda máis emocionante que gañar o gordo da Lotería: perdelo. Non me digan que a cuestión poética non se sostén con brío. Esa rapaza de Carballo que merca a última hora un décimo reservado que non recolleu un veciño. ¿E que fai ela? Mi madriña: deixa o papel dentro dun bote no propio bar. E marcha a durmir ata que a chaman para avisala: tocou, tocou. A inocencia desa nena: chega e non fai outra que beber, brindar e falar coa prensa. Do seu décimo probablemente deixou de haber noticia dende o momento en que caeu, pesada como a traizón, a última bola. E cando o foi buscar non atopou nin o bote: ¡ai, a avaricia! Claro que ollo ás crónicas: a rapaza di que ve ao xefe moi “pasota” e que lle cuestiona incluso que realmente comprara o décimo. Non hai como os cartos para poñer no tapete, espida e ao frío deste decembro, a condición humana. A da rapaza, por se non o comprou. A do xefe, porque máis fácil que el non o ten ninguén. A de calquera que se achegou entón ao bar repleto a brindar con viño e a servir as súas copas dentro da barra, porque nun bote senón hai 300.000 euros ben pode haber algunha propina. E por riba de todos a sospeita, a ruindade, o tralarí tralará que acompaña sempre a procesión dos millóns. Ben o dixo a miña nai aquel Nadal: “¿A Lotería? Ti déixate estar”. “¿Tamén coa gripe, ma?”, porque andaba eu encamado. “Tamén, hostias!”.

jueves, diciembre 27

Moreno


Caía el año ya en suave pendiente y estaban los medios atentos a recopilar aquello que cambió el rumbo del planeta en 2007 (como la muerte de Antonio Puerta, autor del gol que nos cambió, ejem, la vida) cuando un grupo de delincuentes asaltó la casa (por decir algo) de José Luis Moreno. Le saquearon dineros varios y se llevó una paliza brutal por negarse a dar la clave de la caja fuerte: esa valiente protección del dinero que diferencia a los ricos de los que no lo son. Las imágenes difundidas ayer por los medios devuelven la sonrisa astillada de Moreno y las huellas de la violencia salvaje en su cara: un reflejo vomitivo y asqueado del calvario que debió de sufrir en sus propio salones. Desconozco cuál será la venganza, porque esta gente aseada suele confiar en la justicia y bien que hace, pero yo llevo varios días ya, a cuenta del seguimiento del suceso (morboso, claro: qué esperaban de la televisión), imaginando a Moreno en plan Mr Hyde y dejando salir a aquella divina bestezuela que fue lo único salvable de la segunda parte del Torrente. En verdad, Moreno lo hizo tan bien en la película que a duras penas lo logro imaginar de otro modo. Por eso he asimilado con naturalidad la violenta traca de los matones en su casa, y por eso también mis preocupaciones se resumieron luego en dos: la suerte que correrá esa pobre banda de delincuentes cuando se repusiese el capo y la salud de Macario, al que las primeras noticias situaban secuestrado. Salió, en fin, José Luis Moreno del hospital con la cara hinchada y una mosqueante sonrisa brillando entre el morado de los golpes. El chándal le dio aún un aspecto más tenebroso y tampoco ayudó la efusividad con la que saludó a los medios. Esa alegría yo la he visto en otra parte: Moreno trama algo.

domingo, diciembre 23

Barça-Madrid

En la prensa barcelonesa o barceloní le dicen Real, como en la Gazzetta. Debe de ser que “Madrid” entre los culés provoca los mismos ejercicios gimnásticos que “España” entre el nacionalismo: un día se le empezará a llamar Estado merengue, si no ya. El Madrid llega al clásico protegido por la leyenda: tiene peores jugadores, peor juego y peor ambiente (Telecinco se está pasando la imparcialidad por el forro a cuenta de un conflicto personal con Calderón, la Cope y Marca -tan pedrojotizado como el propio Pedro Jota, o más-, arrean sin compasión y Schuster, ese maravilloso alemán que duerme con las ventanas abiertas, insiste en ser quien es, y no fingirlo: seria provocación a la tarambana prensa madridista). Pese a todo, el Madrid gana, a veces machaca, y tiene en sus filas a las que podrían ser, con esfuerzo y suerte, estrellas en 2010: desde Robinho hasta Gago pasando por Ramos, Higuaín, Sneijder, Pepe y Raúl, por supuesto. Habría que estudiar eso. En su momento, con los fastos de la Novena, L´Equipe tituló sus cinco columnas con un estimulante: “El Real es eterno”. Algo de eso habrá cuando el año pasado, con una plantilla cinco veces por debajo que la del Barça y un juego tan horrible que despertaba piedad, se ganó una Liga marcando en las últimas seis jornadas goles en los descuentos para remontar desde 0-1 hasta 1-3: daba igual. ¿Y el Barça? Allí juega Messi, que es el mejor jugador del mundo de largo, y tiene un estadio eléctrico que entiende el clásico como lo entendió Argentina cuando salió al campo a jugársela con Inglaterra en el 86: una cuestión personal que se resume en esta deliciosa frase que encontré ayer: “Mañana me desplazaré a provincias siguiendo al nonacampeón”. La soberbia, en efecto, tan madridista. Qué quieren: somos así.

sábado, diciembre 22

Spice

Aínda non repostos da última profecía de Al Gore (non sobreviviremos, dixo: nin sequera Gloria Gaynor), chega Victoria Beckham a poñernos en onda: o seu marido David ten o cacharro como “o tubo dun camión”. Seica a moza non levou ben os comentarios sobre o esaxerado paquete que suxería o futbolista nunhas fotografías: ¿photoshopizou Beckham a tranca?, preguntáronse os medios. Nin moito menos: “Tena moi grande. Tena como o tubo de escape dun camión”. Depende do camión, habería que dicirlle: hainos de xoguete. Pero non debe de ser o caso: David Beckham é un deses seres que nacen cada cincocentos anos. E o mellor foi que casou cunha muller das que nacen, aproximadamente, unha cada milenio, e con sorte. Así as cousas non é estraño que nada poida con eles: están feitos doutro material, como ben anunciou a doce posh spice ao chegar a Madrid cunha desas citas célebres que botan abaixo séculos de pretendida grandeza: “Cheira a allo”. Se vostedes lembran ben, no seu momento estendeuse parece ser que con certa base que o bicho (embravecido) de Nacho Vidal non collía nun vaso de tubo. A min sempre me pareceu que o contido natural dun vaso de tubo era un vodka con martini, axitado, non revolto, e non un cacho de carne que ten fins moito máis esixentes, ás veces incluso relixiosos. Por iso penso que pobre do tubo que teña que medirse ás proporcións galácticas do aparello inglés. E pobre Beckham cando baixe o condutor da cabina a ver por que carallo non lle arranca o camión.

jueves, diciembre 20

Levantacolas

Con feliz criterio, teniendo en cuenta la viruxe de los días y esta escalada infernal hacia el corazón ártico de la ciudad, que desconocíamos hasta los que en 1987 salimos por la puerta de Campolongo asombrados por la nieve, en la acera de enfrente del Diario ha abierto una tienda de moda colombiana y brasileña que está al menos haciendo lo que puede: ayer el termómetro ya no bajó de cero. Brasil y Colombia son dos países que atraviesan hoy, momentos geopolíticos al margen, días felices. Me lo confirma desde Argentina Luciana Mariel, que llegó el lunes y no tuvo mejor ocurrencia que anunciar, sufridora, que se está “asando”. También se asan, en correspondencia sentimental, las maniquís del escaparate, que se exhiben caribeñas ajenas al hielo y la bufanda: los gallegos viajamos con morriña, pero a los brasileños no hay forma de rebajarles el calor de la sangre. Como correspondencia al favor de exhibirnos las bondades textiles del continente en época de ayuno, el propio Diario fue ayer a entrevistar a la propietaria de la tienda: lo que nos esperábamos, pero mejor. “Las prendas que más éxito tienen son los bodys reductores y los jeans levantacolas, es decir, aquellos que marcan y levantan el culo. Los bodys tienen mucha aceptación en todos los colores y su característica es que reducen todos los michelines que sobran”, nos cuentan. He estado varias horas pensando en ese jeans levantacolas, y lo fenómeno del nombre. Un wonderbra culero, para entendernos, pero con el gracejo latinoché (que bien mirado, el gracejo correcto latinoché sería levantaorto, que por otro lado tiene un bravo aire vasco: ¡coño: levantapiedras!). Me he hecho, en fin, mirar las redondeces de los cuartos traseros, por si flaqueaban y había que echar mano de los jeans, pero ando aún duro como una roca. Será el frío.

En confianza

Cando empecei a traballar no Diario vivín moitos días en Sanxenxo dos xabaríns: os seus ataques ás colleitas e as reaccións daqueles veciños de Dorrón vomitando no fax. Mirara onde mirara, non había ren, mais sempre viña un xabarín ao rescate. Alleo á desgraza, atopei na traxedia unha desas fontes de inspiración que, por insolidaria, tanto preocupan ao xornalismo. Pero sempre chega tarde o desacougo: fora pola evocación fonética do meu apelido ou polos tempos nos que os xabaríns evitaron o meu despido, fixen meu o cariño polos animais. Onte lin nos xornais que os compañeiros e as compañeiras xabaríns collen confianza co pobo galego: achéganse ás cidades e pasean polos barrios. Á casa dunha familia de Marín chega unha familia completa para comer as sobras, e aceptan ata o marisco: bo sinal. Xa hai dous anos, nun suceso célebre, un porco bravo foi sorprendido nadando no porto de Moaña. No centro de Pontevedra as pombas teñen tanta confianza cos homes que nin apartan ao seu paso. E nas terrazas soben á mesa picar os restos da pitanza en días de festa. Da mesma forma que os esquíos corrican coa xente en Central Park, pronto veremos xa aos xabaríns aquí e alá formando parte diso tan superbonito e tan formidable que é a estampa urbana.

miércoles, diciembre 19

Horror y dinero

Rodrigo Fresán publica este domingo en el suplemento cultural del diario argentino Página 12 la crítica al último libro (The Gum Thief) de Douglas Coupland, aquel que su momento escribió Generación X y, años después, Microsiervos: dos términos que han ido abonando las más variopintas mitologías de la vida moderna. Es curioso como uno echa la vista atrás y hasta recuerda con tibieza haberse etiquetado X: tenía cuando se publicó la novela trece años. Hace Fresán, uno de los columnistas imprescindibles cuando se deja caer por El País, las suficientes alusiones a mi pequeño hatillo de literatos americanos contemporáneos (si a Salinger lo podemos tratar de contemporáneo) como para dejarlo pasar. Desde Easton Ellis hasta lo que Fresán llama “una especie de Marcel Proust pop”, en referencia al propio Coupland. La crítica llama a la lectura. Son curiosas las comparaciones que emplea el escritor argentino: a Easton Ellis lo llama “gemelo diabólico del por lo general angélico Coupland”. Y revela la verdad que halló en su escritura el autor de American Psycho: descubrió que “el verdadero desafío y la verdadera transgresión pasaba por el escándalo de sensibilizar a los lectores más que por el horrorizarlos. Ahora que se entere Chuck Palahniuk”. Y una última y sagrada comparación: “Salinger vendría a ser el ausente Jehová, Kurt Vonnegut el Espíritu Santo y Coupland el vástago que celebra la buena nueva por los caminos y pasillos de este mundo atribulado sin que esto signifique que vaya a permitir que los críticos lo crucifiquen”. De Salinger se quedó El guardián en el centeno (todavía me enternece aquel deseo de Holden Caulfield: convertirse en sordomudo para que no entender a nadie ni hacerse entender) pero quizás como Hemingway haya que buscarle el alma en los cuentos. Con Ellis y American Psycho pasamos la adolescencia hasta recrear nuestras propias y tristes novelas en COU, a falta de algo más emocionante. A cada uno, su Patrick Bateman. Pero aquel nihilismo aterrador y fascinante estaba antes: en Menos que cero. Bateman fue un sucedáneo impávido y contrito de Clay: su ambiciosa prolongación heterosexual en el tiempo. Coupland dio nombre a la Generación X y Bret Easton Ellis la ocupó con su ristra de horrores y marcas de lujo. Desafío y transgresión. Entonces nos hizo gracia: yo se la sigo encontrando ahora

martes, diciembre 18

Mariel

Recibí hace ya varias semanas el encargo de publicitar mi ideal de belleza: mis cinco ideales, más bien. No he pensado mucho en ello. He desconfiado siempre de los patrones de nada, y he amado como nadie la vulgaridad insípida de las bellezas marchitas que languidecen en las colas de los supermercados, absortas en aquello que el futuro les prometió: me descubro a veces como el íntimo poeta de su decadencia, dulce testigo de su implacable estertor y de sus oropeles perdidos en algún momento de la gran fiesta. Por lo demás, me entusiasman ciertos rostros de geometría exacta, normalmente de labios circulares y carnosos, de mejillas anchas y cejas largas y oscuras. Los encuentro normalmente en muchachas de diecinueve años, y cuando doy con alguno se desata una pequeña euforia en mi interior que lamento no compartir con nadie, recogiéndome entre el dolor y la nostalgia. Sé que tras los años impulsivos muchas de ellas darán gracias a Dios por su primer trabajo y tratarán de prolongar la belleza de su juventud sin excesivos traumas, mirando aquí y allá, asumiendo con resignación la suave caída de los años y la lenta separación de algunas amistades, con las que se aleja el tiempo que ellas recordarán años después como el más feliz y el más incierto. Manhattan acoge uno de esos ejemplares violentados por el amor y a los que la vida ni siquiera les da la oportunidad, en su ingenuidad, de ser cínicas y despiadadas: esa romántica desdicha teñida de egoísmo. Si tuve algún ideal, probablemente haya sido la adolescente que interpreta Mariel Hemingway. También su rostro había de ser tiernamente descuidado por los años, y en su sangre viajan los ténebres fastos a los que dedican su vejez muchos Hemingways, pero allí estaba el encanto de lo efímero retratado en blanco y negro bajo la angustia de aquella ciudad que Woody Allen describió, mirándose adentro con generosidad, como “dura y romántica”. Suelo recordar la voz de esa chica, las maletas a los pies en un portal, despidiéndose de su primer amor: “Tienes que tener más fe en la gente” o algo parecido, antes del estallido final de planos de Manhattan que devoran el desconcierto y la resignación del rostro de Allen, perplejo por la madurez de tan desgarbada y triste belleza.

lunes, diciembre 17

Empate a cero

En una alegre muestra más de vulneración sistemática de las tablas de la Ley que Moisés bajó, no sin esfuerzo, a sus desesperados fieles, esta semana Federico Jiménez Losantos le pidió a Mariano Rajoy que en los debates con Zapatero recurra a la mentira, el arma sobre la que ha instaurado precisamente Losantos su dulce aura. Que acabe la legislatura exigiéndole actos impuros o pidiéndole que no vaya a misa es lo de menos: allá la Iglesia y sus pastorcillos. Lo curioso es la doctrina: “Los datos en la tele los desmientes y dices: ese dato es falso. (…) Vamos a suponer que es verdadero: es igual, o tú o yo, empate a cero”. Por lo demás, el catecismo viene a ser un poco lo mismo: “No toleran la democracia, no me dejan defender España y están con la ETA”. Con el espíritu navideño empapando ya la Conferencia Episcopal, cuya radio ha ido desmontando con la verdad por delante uno a uno los bulos del 11-M hasta llegar a la sagaz conclusión de que ese atentado sólo lo pudo hacer E.T., Zapatero le regala El País a Sarkozy (y de paso la portada al propio diario) y le dice: “Siempre nos sacan juntos” con chiribitas de enamorado. El presidente quiere que Sarkozy sea lo que Blair fue para Aznar y despojar a Rajoy del influjo de su magnetismo macho y bravo. Lo que tiene que hacer el PP es desmentirlo y punto: ese dato es falso, empate a cero y el balón es mío. Qué más da. A estas alturas sólo faltaba ya que el Gobierno nos pidiera, solemnemente, que en estas Navidades comamos conejo: claro que sí, hombre, cómo no vamos a comer conejo.

viernes, diciembre 14

Servicio público

La solemne pregunta que esa diputada del PP, Macarena Montesinos de Miguel, hizo en el Congreso de los Diputados es el mejor reflejo del delirio del que está ya presa, sin remedio, la clase política. No es posible rescatarla ya de sus vídeos de ‘propaganda pasapalabra’ ni de sus épicos viajes transatlánticos con la prole encima a predicar en el Viejo Mundo, como acaba de hacer en feliz excursión el presidente de la Xunta Emilio Pérez Touriño. Observen la alegría que le da al cuerpo Macarena en el Congreso, y en qué emplea el sueldo de los españoles: “¿Qué objetivos de servicio público tiene el programa de Televisión Española (TVE) Muchachada Nui?”. De todos ellos, incluida la carnaza que exhibía Moreno en sus Noches de fiesta con aquellos desfiles jamoneros más propios de una verbena de pueblo, ha tenido que elegir el PP Muchachada Nui para tocarle las narices al Gobierno: uno de los pocos programas españoles en los que todavía se puede detectar sin esfuerzo rastro de humor inteligente. No es raro: incluso ya tocaba. Los programas minoritarios siempre han estado muy mal vistos, y si se hacen rápido con una colonia de adeptos entonces hay un aire a secta que lo vicia todo. Uno imagina que la muchacha Macarena (“aaaaaaarhhh”) no lo ha visto nunca, o ha creído que en una televisión pública no tiene sentido hacer mofa de Bono o Macaulay Culkin cuando está por medio mundo Aznar ensayando idiomas. A todo eso hay que sumarle el elemento audiovisual, y esa propagación inmediata que al PP le suena a los sms de la víspera del 14-M. Son esos fantasmas los que arrastran sus cadenas, porque si no no se entiende: Muchachada Nui es quizás el programa más apolítico que haya, y también el más inteligente y el que está hecho con más dignidad y menos recursos. No se entiende de qué servicio público se habla, más allá de las meras pajas que provoca en la adolescencia el muslamen del Mira quién baila.

miércoles, diciembre 12

Enrollados

Como todos los periódicos, Público tiene cosas interesantes, más allá de ese aire Globomedia con el que se presentó la juvenil plantilla en las páginas centrales del primer número: desenfadados, estupendos y obsequiosos. Entre lo interesante están Antonio Orejudo y Rafael Reig, además de algunos días de Javier Ortiz, de quien recuerdo siempre su estilosa despedida de Umbral: “Lo que me ponía más nervioso de él era los codazos que era capaz de dar en los cócteles para llegar antes que cualquiera al plato en el que el camarero llevaba las croquetas de jamón”. Entre lo que no interesa del periódico destaca su autoconvencimiento casi estético como nuevo faro de los jóvenes socialistas, ya adelantado en su presentación con aquellas famosa definición (“radicalmente demócrata”) que sólo puede respaldar un ignorante o un ingenuo. Pero bajo ese espíritu enrollado, que prohíbe informaciones sobre los toros, sobre el boxeo y los anuncios de putas, cabalga Público. Por eso ayer tuve que frotarme un poco los ojos cuando, después de un bloque de publicidad en Telecinco, salió esa ventanilla que anuncia: “Público patrocina El ventilador”. El ventilador es un programa definido, quizás provocadoramente, ya en su nombre: si ustedes quieren mierda, nosotros vamos a hacer lo posible porque les llegue bien lejos. Ayer hubo un reparto estelar: el marido nigeriano de una peluquera famosa por haberse casado con boxeador (¡el boxeo!), dos damas en disputa por el mordisco de un perro, una supuesta vieja amante de Julio Iglesias y una fanática que quiere acabar con Marina Castaño: todo lo que no quiere Público en sus páginas, lo patrocina fuera. Hubo un momento en el que un señor dijo del nigeriano, acusándolo de algún delito: “Como este señor es negro, algo negro tiene que tener”. Entendí (¡casi asumí, tiernamente!) la afirmación en el contexto. Lo que ya me costó entender fue la esponsorización de tan moderno, tan radicalmente demócrata diario.

lunes, diciembre 10

Perder tu vida para ganarla

María Blanco Bellas es una chica compostelana de 26 años licenciada en Medicina que realizó el sábado la promesa de sus votos temporales, paso previo a su ingreso definitivo en la orden de clausura de las Benedictinas. La decisión no es fácil, y tiene su pequeño componente heroico: un enclaustramiento voluntario por los siglos de los siglos. El arzobispo Julián Barrio se lo dijo durante la ceremonia: “De alguna manera pierdes tu vida, pero es para ganarla”. La sentencia, aún dándole la vuelta una y otra vez y mirándola como a un objeto extraño, es temible. La vida ya presente de María la resumió un espléndido reportaje de El Correo Gallego: “La jornada empieza todos los días a las seis de la mañana y, desde esa hora, hasta las once de la noche, las monjas de San Paio no paran de trabajar. Realizan trabajos de repostería y su taller de ornamentos tiene clientes fieles de las diócesis de toda Galicia para las que elaboran casullas y manteles bordados. Tras asearse, las religiosas va a maitines y rezan durante media hora; después, alrededor de las ocho de la mañana, oran cantando. Más tarde siguen los ensayos de canto antes del desayuno. Después realizan trabajos de repostería, limpieza y se recogen para la oración antes de la comida”. En el periódico, y en la vida, se destaca mucho su carrera. La chica estudió Medicina, una formación compleja que ofrece un futuro resuelto: en lo económico, claro, y en la realización personal. Se sobreentiende en el mensaje si todo ha sido en vano: si Dios la ha arrancado de los brazos de quién. Pero sus padres están orgullosos, y ella, libremente, lo dijo en la ceremonia: “Sí quiero. Lo quiero y lo deseo”. Ahora flota una duda inquietante. Cómo se le sirve mejor a Dios, sanando a sus siervos como los sanaba Jesús, pero sin ese punto de euforia, o cocinándole pasteles y rezándole varias veces al día. Luego está el morbo de la ciencia en sí, y su turbia convivencia con Dios a lo largo de los siglos: bajo su nombre ardieron almas que luego las llevó el diablo a su seno. Hoy, gracias al progreso, esas hogueras ya las enciende la radio. Y no por nada está cogiendo carrerilla en Estados Unidos un candidato republicano con el cascabel del creacionismo: hay quien exige ese mensaje, y no lo hace inocentemente. Con todo, la finalidad es la que es: sacrificar una vida para hallar otra. La vana penumbra del futuro sostenido por la tradición, esa santa profecía.

domingo, diciembre 9

Cerdo

Hace ya un par de años, cuando la tregua de ETA, dediqué una tarde a reflexionar sobre los mundanos aspectos que probablemente al Gobierno no se le ocurrirían en aquel proceso, tan entretenido como estaba con la territorialidad y sus peculiaridades. Como yo no había ido a la mili entendí aquello como un deber patriótico: mi pequeño grano de arena a la Paz. Y el principal obstáculo, concluí, era el incierto destino de los terroristas: no se les podía poner a repartir publicidad, pero tampoco íbamos a dejar que se llevaran a los niños a rutas de senderismo por los bosques franceses. Dejé la pregunta sin respuesta hasta que esta semana revolví entre los papeles (archivador Salvar España) tras leer la nueva Ley de Bienestar Animal que obliga a matar al cerdo tras un pistoletazo. Se acabó la matanza entendida como una fiesta de sangre y voces, en subyugante orgía ancestral: llegaba la muerte higienizada y feliz de un puerco previamente aturdido por una pistola perforadora. Que digo yo que puestos a mariconear por qué no le hacemos la zancadilla al cerdo o lo asustamos con insultos (que no sean “cocho, cocho”, que eso no lo va a pillar). La Ley tiene ese tufo Adolfo Domínguez con el que Zapatero de vez en cuando airea la actualidad y cuya gran expresión fue sugerir corridas de toros con la condición de no matarlos: o salen los toros, hostias, o no salen. Pero he aquí que, sin quererlo, se ofrece una salida laboral masiva a nuestros gudaris en el caso de que prospere algún día la Paz: la histórica matanza del cerdo desde la óptica borroka. Imaginen al señor de la casa sosteniendo al porquiño y al guerrillero libertador con una pistolita de pega con la que marearle la nuca a un cerdo para luego trincarlo con la familia en la pitanza. Glorioso destino el suyo: de la opresión militar del Estado español a la opresión, estricta, del cinturón en el bandullo.

sábado, diciembre 8

miércoles, diciembre 5

"Cuíño, cuíño"

Y un día de diciembre de niebla espesa en estos albores del invierno aparecieron gloriosas ante la población las hermosas cachas de Eugenio Giráldez, el Kent Brockman de nuestra pequeña ciudad que posa a la izquierda de la imagen. Que de entre las nubes más bajas del año surja un sol tan poderoso y carnal es algo que hay que atribuir a un milagro: en el caso de Giráldez, ha sido algo tan celebrado como la solidaridad con los niños discapacitados del Salnés. Al principio, sin el contexto, la sorpresa es tremenda: a la estampa de unos tipos fondones y en pelotas con risas traviesas en un campo de golf sólo le falta un título de película tipo “Birdie en el hoyito 9” o “Bajo par, todo es empezar” para que se desate la euforia. Pero no hay cine, sino un mes: septiembre, para ser exactos. La pose es imperecedera y estará en el imaginario colectivo durante años, como el incendio del Principal: el presentador se alza cual Adán bronceado sobre unos delicados tenis de diseño y sonríe bajo unas gafas amarillas mientras se apoya en el carrito. Entre los tenis y la sonrisa Giráldez echa el resto: un cuerpo jamonero y feliz, adornado coquetamente por unas posaderas épicas, y el palo de golf sobre los hombros (en el que Freud vería una hábil representación fálica) con una sonrisa entre dientes que dice: “La que estás montando, Eugenio”. Me he pasado media tarde viendo el culo de Giráldez: es un culo muy a tener en cuenta. Nuestro periodismo está muy necesitado de culos así, enérgicos y orgullosos: culos sin blandeces con los que sostener los tramos de actualidad. Si le pasaron el Photoshop o no es algo que dejo a los giraldólogos. Pero los periodistas llevamos una vida castigada por la silla hasta que un día la silla ya es parte del culo y todo se viene abajo: sobreviene la decadencia. A Giráldez, sin embargo, los paseos por la hierba de Meis con el palo al hombro le han dejado el pompis en estado de revista, así que lo ha presentado en sociedad como se presentan las niñas del Casino: a lo grande. Yo si tuviera ese culo me subiría a la mesa del Informativo cada diez minutos a bajarme el pantalón y hacer una pasadita de “cuíño, cuíño”. Iban a ver la audiencia.

lunes, diciembre 3

Hienas, efectivamente

Hay que prestarle atención a esa señora que, elevando la mano graciosamente y atiplando la voz, gritó ayer en todos los telediarios: “¡Ay, la maricona de Zerolo!”. No es un síntoma de nada que no sepamos: hemos visto crecer el odio en directo gracias a las convocatorias trimestrales de los sábados en Madrid. Ha sido un parto nada espontáneo, inducido con coherencia por el PP y su fantástico universo vocinglero, y el odio es vigoroso y fuerte: tanto, que un día lo veremos levantando piedras. A esa señora, por ejemplo, ya le dedicó hace varios meses Manuel Vicent un artículo espléndido en El País. Es una señora que estaba allí poniéndose además del lado de ETA, también muy graciosamente, atiplándose toda ella. La unidad de los partidos democráticos, aunque fingida e hipócrita, y frente a ellos la AVT, reserva espiritual de las víctimas del terrismo: los primeros contra ETA y los segundos contra Zapatero, naturalmente. Entre las imágenes se distingue una masa borrosa en blanco y negro chillando curiosidades, y luego el objetivo apuntó a la señora que se amariconaba delante de sus amigas, entre aplausos y risas. Ella era la metáfora: el simbólico despertar de la distinguida conciencia antiterrorista con que nos obsequia su mas emblemático colectivo. A los que se rompen los pulmones diciendo que ETA nunca conseguirá nada con la violencia hay que mostrarles en una jaula a esta especie reproductiva que le grita a Zerolo “maricona, maricona”: ella, y los cientos de miles que se ponen detrás respaldándola, es el fruto de tu vientre Federico. Es la hiena que llevan dentro, viva y feroz, las íntimas carnes de una derecha viciada por la religión, el odio y la gangrena de un sectarismo aterrador: el cadáver de unas ideas enfermas que la señora sólo desmaquillaba en la intimidad de su coqueto salón hasta que sus predicadores la animaron a salir a la calle para salvar a España. “No somos de centro, somos de derechas”, le gritaban los manifestados a Gallardón. “No somos de derechas, somos fascistas químicamente puros”, gritaba la señora, estirando su mano como la estiraban los cómicos franquistas cuando había que representar a un maricón, y aflautando mucho la voz, que también la tenía aflautada Franco.

Gloria

La alta sociedad, vista en perspectiva. Arturo Ruibal ayer en Diario de Pontevedra:

"(...) Al abandonar el edificio me entero de que Cósima, la hija de Pedro Jota y Ágata Ruiz de la Prada, ha sido muy feliz en el Baile de las Debutantes (Bal Crillon) que cada año se celebra en ese famoso hotel de Paris y al que esta vez acudieron veinticuatro señoritas del famoseo universal: dos nietas de Edward Kennedy, una hija de Phil Collins y así. Naturalmente, todas debían ir vestidas de alta costura, aunque a Cósima le permitieron ir vestida por su madre, que ya es permitir. ¿Qué pensaría el ilustre papá mientras su niña bailaba con un apuesto joven? ¿acaso en Exuperancia y su lluvia dorada, en Amedo, en los múltiples infundios que hubo de publicar a lo largo de su vida profesional para que el destino le reservase este momento de gloria? (...)"

domingo, diciembre 2

Pitón

Cruzó A Ferrería llenando los pulmones del olor a castañas asadas, y cuando llegó a casa se dio una ducha rápida y se puso un pijama holgado. Si estaba sola era porque su vida era fronteriza, y había hecho de la imprudencia un género. Por lo demás, tenía todo aquello que las mujeres envidiaban: un sentido muy depurado de la timidez, el encanto natural de las muchachas de provincias que aún se ruborizan al saludar por la calle y una discreción espontánea que la convertía en cómplice de los más divertidos secretos. En su soberbia se encontraba un defecto: era tan elocuente en el amor como en el odio. No era el único, pero aquello no lo sabía: se hacía acompañar por una enorme pitón que meses atrás le había regalado un familiar. Aquel animal era la medida de su temerario orgullo. Lo admiraba como a un héroe, y el cariño era recíproco: la pitón se dormía enroscándose en sus pies o en su brazos, y desprendía calor y protección. Ese día la recogió como pudo del suelo, porque había crecido enteros en las últimas semanas, y la dejó en la cama. No pasó una noche tranquila: soñó con muertos. Al principio aparecía Luis XIV diciendo sus últimas palabras antes de morir: "Cuando era rey". Luego vio al condenado al patíbulo que esperaba su turno leyendo un libro: cuando llegó su momento, dobló la esquina superior de la página en la que interrumpía su lectura y subió para ser ahorcado. Se despertó tarde, y frente a ella se encontró de golpe a la pitón completamente rígida. Llamó entre penas y lamentos a la veterinaria, y horas después tuvo su diagnóstico:

-No está muerta: te está midiendo.