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domingo, septiembre 28

Vela

Edna St Vincent Millet, mujer de vida extraordinaria, escribió su epitafio implacable y sin sombras: “Mi vela arde por los dos extremos: no durará toda la noche pero produce una luz extraordinaria”. “Se puede ser joven sin tener dinero, pero no se puede ser viejo sin él”, le dice Elizabeth Taylor a Paul Newman en La gata sobre el tejado de zinc. “Tener talento no es suficiente: también es una cuestión de carácter”, le suelta George C. Scott a Paul Newman en El buscavidas. En su arrebatada vejez, el dulce pájaro de juventud hizo las maletas en el hospital para irse a su casa a morir, que es algo que todo el mundo debería tener aprendido de niño. Había rodado Butch Cassidy and the Sundance Kid y tuvo una mujer durante cincuenta años: fue suficiente, aunque nunca lo es. Su muerte se anunció en junio, se hicieron entonces grandes y llorosos homenajes y en agosto salió de cuentas. Fue escandalosamente guapo y escandalosamente sexy, y en un momento de su vida subió en bicicleta a Katharine Ross bajo las notas de ‘Raindrops Keep Falling On my Head’. Lo dirigió Sam Mendes en su último gran papel: el de un viejo padrino irlandés del crimen organizado. Allí dice: “Esta es la vida que elegimos. Y una cosa está clara: ninguno veremos el cielo”. Paul Newman fue piloto de coches, empresario de productos alimenticios y leyenda del cine. Ardió por los dos extremos, y duró toda la noche.

jueves, septiembre 25

Paisaxe

Mariano Rajoy, un home de espírito decimonónico que utiliza a miúdo expresións como “ni hablar del peluquín”, dixo hai uns días algo fabuloso: a imaxe é irrelevante nunhas eleccións. Rajoy é un home de paisaxe retórico máis que estético tamén porque lle convén. Unha das grandes marabillas da xenética é que aínda non se deixa deitar polo poder, sobre todo polo poder omnívoro de quen todo o desexa: a Berlusconi, un home de espírito posmodernista, a vida lle deu poder, diñeiro e carisma, pero púxolle na conta os centímetros e mais o pelo. A nós, guapísimos xornalistas de provincias, enternécenos saber das taras berlusconianas, e entendemos certa xusticia poética no traballo dos pequenos deuses que nos atenden. Que Bono gardase a penas amargas bágoas no funeral pola víctima etarra é natural e ata podería pensarse que é mostra de alivio, pero imaxinen que o atentado fose o mesmo día no que Bono, autoridade do Estado, estrease cabeleira: imaxinen, si, imaxinen velo chegar co pelaso novo ao funeral, saudando os militares, bicando a viúva, dándolle unha aperta ao orfo e poñéndose en primeira liña xunto a un Zapatero que pensa: “Volveuse tolo”. A política é unha arte puritana na que se amontoan, como en todo puritanismo, fermosos pecados, entre eles a vaidade, a máis sinxela e desculpable debilidade humana.

miércoles, septiembre 24

Poniendo a punto el 'asquímetro'

La izquierda española se recogió hace un año en una metáfora deliciosa que sirvió en caliente su prensa, y todo ello a propósito de una guerra de candidaturas de IU: "La desconfianza ha sido total hasta el último minuto: las sacas con los votos han estado guardadas en una caja fuerte de un despacho de la sede del partido. Una candidatura tenía la llave de la caja fuerte, y la otra candidatura, la del despacho. Así, ninguna podía por sí misma hacerse con las sacas y alterar la votación". El propio Zapatero, además de decirle a su mujer al acostarse eso de "no te imaginas, Sonsoles, la cantidad de españoles que podrían gobernar", anunció la primera regla de su hija en la cafetería del Congreso con una frase a la altura de la legislatura, una mezcla insana de furor, optimismo y cursilería: "La mayor, de trece años, ya sabe que está convidada a la vida". Quiere decirse que tampoco hay que leer más allá para saber cuál es el estado general de las cosas. El domingo pasado el nieto de una víctima republicana abría luz sobre el pasado: "A nuestra familia no nos queda ni el consuelo de que fuera ejecutado por Franco". Siempre hay fronteras que uno puede derribar con el tiempo, y el País Vasco es terreno abonado para hitos. Si hace treinta años la prensa informaba de que la gente moría (no era asesinada y si lo era, no se decía por quién), hoy el lehendakari Ibarretxe se acerca a los micrófonos después del asesinato de Luis Conde y dice: "Los atentados me dan cada vez más asco". Habría que ver en profundidad el ‘asquímetro’ de Ibarretxe, en qué punto estaba en Lizarra o qué grado bajo cero alcanza cuando necesita de ANV, que prefiere reservar el asco a las detenciones y no a los asesinatos. Habría que saber, entonces, cuándo empezó el asco, en qué momento se empezó a desarrollar, cuándo se diagnosticó, a qué altura se encuentra ahora y si aún es posible un último estirón, un acto de fe: una huelga, póngase por caso, de recogida de nueces, o un tímido perdón, no por iluso, que nunca lo fue, sino por lo contrario.

martes, septiembre 23

Parto

A Ramón Rozas. Y a sus muchachas

Saturno comenzó a devorar a sus hijos por miedo a que alguno le arrebatara el poder. Todos tuvieron el destino atroz que le habían guardado los dioses menos uno: Rea, su madre, lo evitó entregando una piedra envuelta en mantos que Saturno engulló inconsciente. Aquel niño era Zeus, fue criado por ninfas y en la hora de la venganza hizo beber a su padre una pócima con la que vomitara a todos los hijos tragados hasta entonces y desatar una guerra feroz de diez años. Atenea, diosa de la sabiduría y la guerra justa, nació de la frente de Zeus, su padre. Hefesto abrió la cabeza del dios con su hacha minoica de doble hoja y Atenea saltó de allí completamente adulta "y llamó al ancho cielo con su claro grito de guerra. Y Urano tembló al oírlo, y la Madre Gea...". En la antigua Grecia, cuando nacía un hijo se colocaba una corona de olivo en la puerta de casa si se quería un guerrero o una corona de laurel si el deseo era que fuese deportista: en el caso de naciese niña, se colgaba una madeja de lana en representación de sus labores domésticas. Luego el padre tenía la última palabra de su destino: aceptarlo o rechazarlo. Si lo rechazaba se exponía en un lugar público para el que quisiera tenerlo: en Esparta al niño se le subía a un monte a dejarlo morir. Al saber Layo, rey de Tebas, que el destino de su hijo era matar al padre y casarse con la madre, ordenó deshacerse de él nada más nacer. Un soldado lo subió a un monte en el que le agujereó los pies y luego lo colgó de un tronco cabeza abajo para que las bestias lo devorasen. Fue un pastor el que le salvó la vida y lo entregó a una reina estéril, que lo adoptó y lo llamó Edipo, que significa "pies hinchados". Que el pezón y la aureola del seno de la madre crezcan durante el embarazo se interpreta como un signo claro para que el bebé se aferre con facilidad a él, como un ciego que ve apenas una luz sobre la que sostener su equilibrio. Las estimulaciones nerviosas del pezón envían señales al cerebro ordenando liberar dos hormonas: prolactina y oxitacina. A causa de la función primordial del cerebro, es común que la bajada de la leche al seno se produzca incluso cuando la madre escuche el llanto de otro bebé. De la misma manera que hay milagros para los que la Historia no tiene respuesta, tampoco la ciencia tiene por qué auscultar en su grandeza el secreto de la emoción humana, aquella más lejana que uno sólo puede compartir consigo en momentos de especial alegría o extraordinario dolor. Hace unos meses alguien escuchó en las calles de Madrid a un padre preguntarle a su hijo de cinco años en qué pensaba cuando aún no podía hablar. "Que te quería mucho y que no podía decírtelo". La vida empieza a ser algo lejano en el momento en que uno abandona el pecho de una madre. Esa separación empieza antes de que el crío sepa andar y son sus padres los que sostienen sus primeros pasos entre la ilusión, la nostalgia y la certeza. Ya en el parto (del verbo partir, marchar) se confunde el dolor y la alegría. Así siempre lo han querido los dioses.

domingo, septiembre 21

Son mis amigos

Que Toñi Vicente no era Jack el Destripador es algo que más o menos todos ya veníamos intuyendo: no era necesaria una tamborrada. Pero son sus amigos y en la calle pasábamos las horas: Toñi Vicente, han dicho las élites del buen yantar, ha sido víctima de una "agresión". Ahí la explosiva semántica de la amistad y sus vibrantes consecuencias. Fue un desagravio íntimamente patético, que era lo mínimo que se debía de exigir a una tragedia que empezó con una chef de prestigio comprando vieiras contaminadas y acabó con uno de los primeros intelectuales del país acusando a la prensa de informar. La Justicia ha tocado algo sagrado en Galicia: la papadela. Pero qué mejor excusa que ir en procesión a restaurar la herida dignidad de una cocinera alrededor de un salmón marinado: cómo se nota que son intelectuales. La pitanza sirvió para desatar el espíritu solidario: al juntarse para la foto parecía que de un momento a otro iban a romper a cantar ‘Todos contra el fuego’. Mientras llenaban el bandullo (ser amigo todo el rato da hambre) el dueño del Marlima de Sanxenxo le dijo a la periodista del Diario: "Compramos vieiras contaminadas y metimos la pata". Se fue a la barra a posar para la foto, salió en portada al día siguiente su lacónico mea culpa y luego subió la verja del negocio y de la vida. Debería intentarlo Toñi Vicente. No pareció muy difícil. Claro que a él no le agredieron mucho. Por eso allí no fue a abrazarle ni un triste poeta local.

jueves, septiembre 18

Lapa

Jaime Rosales presenta en San Sebastián una película sobre los hechos de Capbreton: el asesinato de dos guardias civiles tras un encuentro fortuito con unos etarras en una cafetería de la región francesa de Las Landas en diciembre de 2007. El material es impoluto y las crónicas de entonces reflejaron como nunca el miedo: los cruces de miradas, las conversaciones en voz alta, la sospecha e incluso el bulto del hierro. Probablemente todo muy aventurado, sostenido por el sedal de la intuición, pero también a veces el periodismo tiene derecho a regodearse en sus excesos, y el lector reclama películas. Rosales ha cogido el material y ha hecho una en 14 días, que es más o menos el plazo que le dio ETA al Gobierno para que entregase las armas (y los días, curiosamente, que tardó el Gobierno en reaccionar). Se llama Un tiro en la cabeza y la segunda parte la rodó en directo, sin montaje previo ni actores contratados, un policía de Bilbao que circuló diez kilómetros con una bomba lapa colocada en los bajos del coche. El simbolismo es agotador: la sociedad viajando con su particular espada de Damocles. Así perdió Eduardo Madina una pierna, pero qué es una pierna hoy en día. Habría que revisar, llegada la hora de la reparación, los nombres de los otros mártires de esta romántica guerrilla: los que viven y aún lo cuentan, pese a que una bala les atravesó la cara o una bomba les reventó las piernas. Rosales, cineasta experimental autor de La soledad, se ha ido al laboratorio de ideas que lleva cociéndose en la sociedad vasca desde hace cuatro décadas para pasear la cámara por el último hito: la muerte improvisada. Rodara lo que rodara, rodó miedo. "Daríamos risa sino diésemos miedo", hizo decir a un etarra en su momento El Roto. Miedo no es conducir con una bomba bajo el coche, porque eso lo puede hacer cualquiera, sino saberlo. A medida que ETA se hace mayor (y ya lo es tanto como Franco) se hace también más sutil. Y como en el cine, a menudo la sugerencia es el arma más eficaz.

miércoles, septiembre 17

Más que un club

En su estelar aparición televisiva del lunes (a estas alturas ya es tan difícil que Rajoy gane unas elecciones generales como que Gallardón las pierda), el alcalde de Madrid dejó varias lecturas, ninguna de ellas metafórica. Por ejemplo, que en el programa Tengo una pregunta para usted han pasado líderes nacionales tan dispares como Carod Rovira y Luis Aragonés, pero ningún alcalde: Gallardón, como el Barça, es algo más que un club. Tampoco ha perdido esa burguesa afición de emocionarse en público, aunque en esta ocasión no fuera para derramar lágrimas amargas. Una ciudadana le informó que había leído el libro de José Utrera Molina (ex secretario general del Movimiento y padre de Mar Utrera, esposa de Gallardón) y que le había admirado, pese a su natural condición de vencedor y falangista, su coherencia. el título del libro es Sin cambiar de bandera. Gallardón dijo entonces que lo más importante en la vida era la coherencia y la lealtad. Lo situó por encima de amor, en una consideración que aprecio porque Neruda, en un poema que canto mucho y con mucho ardor, dijo que el amor puede ser eterno y puede ser fugaz ("amor que quiere libertarse para volver a amar"). Hablaba Gallardón de lealtad (lealtad incluso a la venganza, se supone) y al final dijo que se alegraba mucho de que el libro hubiera gustado a su lectora, y le tembló la voz. Correoso, disciplinado y dictador de una imagen, la suya, a la que somete a imperiales exhibiciones (ni un nombre se dejó atrás, ni un dedo -dijo El Mundo- fue a ajustar la montura de sus gafas), Gallardón se enfrentó a todo, incluso a la ignorancia, el malestar y el desánimo, dos enemigos que en un tipo de planta intelectual e hiperactiva podrían abatirle. Un chico fue franco con él, tanto que hasta le tocó detrás de los halagos a Utrera. "No tengo ni idea de política ni de la Historia de España. Sé que esto es la derecha", dijo mirando a la izquierda, "y esto la izquierda", dijo poniendo los ojos en blanco. Pero el joven decidió acudir a la llamada del programa, así que su deber era hacer una pregunta. "¿Tiene un cigarrito?". Gallardón, naturalmente, no fuma, siguiendo el primer mandamiento de Vizinczey. Ya se dijo aquí que es el primer aficionado a sí mismo: su hincha más fiel. Y que cultiva con descaro la imagen de centrista apercebado: selecto, enjundioso y de tronío. Entonces, hace nueve meses, el llanto de Gallardón por la dura derrota frente a Aguirre para no ir en las listas del PP protagonizaba portadas y la pataleta la resolvió con discretas amenazas con dejar la política, que en su boca es tanto como esperar que Martín Villa se compre un coche. Dijo uno que si entonces tragaba el veneno inoculado encontraría luego dónde expulsarlo, y en TVE se relamió sin reparo porque se sabe en la llama, tiene callo y no olvida, que es una virtud casi candorosa en el PP.

martes, septiembre 16

Ons

La leyenda dice que por el Burato do Inferno se oyen los lamentos de las almas condenadas en su eterno estertor pagando por sus pecados, y que en días de grandes tempestades el mar llega hasta allí batiendo las rocas y los aullidos son entonces interminables. A las dos de la mañana se corta la luz en Ons y bajo esa penumbra casi feroz adopta uno como ciertas las creencias, aunque sea con esfuerzo meláncolico. La isla va despidiendo el verano y en los últimos barcos del domingo sonaban gaitas, palmas y panderetas: sonaba la vida, en extraña ejecución. Algunas noches una procesión de almas en pena anuncia la muerte entrando a la isla por Punta Centolo desde Noalla a dejar el aviso y desaparecer evaporándose en el cementerio. No vimos a la Santa Compaña ni tampoco hubo entre nosotros testigos del amanecer pese al tierno empeño. A las doce de la mañana ya había gente en las terrazas de Checho y Acuña derribando cervezas y pocas horas después sonaban las voces y las guitarras. El sábado echó a rodar como una pelota de trapo: feliz, endémico, trasnochado. Como en cualquier isla hubo alcohol en exceso volcado en actitudes libres y complacientes: la estética irrenunciable de una vida en suspense. Hoy no son más de 70 las personas que viven todo el año en Ons aunque cientos aprovechan para acampar allí o alquilar una casa y balancear, también a su modo, el tiempo detenido. Pocas veces los esqueletos de los diablos del Burato do Inferno emergen a tierra y casi nunca ha podido ver alguien el desfile de las almas en pena. Pero el suministro de luz y agua es escaso y el generador de la isla abre a las siete de la tarde y cierra a las dos, así que las costumbres se ejercitan: también las hippies. Hubo luna llena y ese rastro de luz fue todo lo que iluminó el camino de vuelta a casa a las cinco de la mañana: una luna soberbia y grandiosa descolgándose allí mismo como un muñeco. A nuestra derecha subían más sombras y debajo, en el pueblo, se clausuraba el verano. Alguien trajo más botellas a la terraza y se decidió, pasada una hora, cerrar como fuera el Burato do Inferno y hacer desaparecer el espanto de aquellos lamentos condenados al fuego eterno.

lunes, septiembre 15

Finezza

Hace años, cuando un amigo acordó vender un piso cobrando una parte en negro, le preguntaron si ese dinero lo quería en un cheque. Negó con la cabeza y dijo, frotando el pulgar con el índice: “As pesetiñas”. Es una filosofía que aprecio porque también a mí me gusta tocar y soy de los que cree que el papel se restringe al baño y a la lectura. Cocteau dijo que en la audacia el tacto es saber hasta dónde se puede ir demasiado lejos y Valery que la sintaxis era una cuestión moral. En una carta dirigida a Ánxela Bugallo, David Cal arrasó Francia entera y descargó su ira con dos violentas palabras: “Querida Ánxela”. Los derechos de explotación política de Cal son de la Deputación de Pontevedra por un principio de supervivencia: las pesetiñas. No presta su imagen por ser de derechas porque es palista, ideología de repercusión exacta al comunismo. Su carta, naturalmente, ha sido escrita con el remo: tutea a una persona con la que dice no haber tenido relación y ríe a cuenta de los mojitos de Cuba, como si aquellos días en los que estuvimos sin intelectuales a merced de los ‘steiners’ fuesen una broma. Le faltó finezza, que es lo que le sobraba a aquel paisano suyo al que reprocharon casarse con una mujer que se había acostado con medio Cangas. “Medio Cangas, medio Cangas... ¡Ni que Cangas fuera Nueva York!”.

sábado, septiembre 13

"¡Váyanse todos a hacer puñetas!"


La Saeta, ese avión del madridismo de andrajosa estética cuyo único parecido con Di Stéfano acaso sea la edad, ha llevado militares a zonas de guerra y deportado inmigrantes a sus países de origen en condiciones de "poca salubridad", que es el término vanguardista que utiliza el As en su exclusiva. De los vuelos de Guántamo no ha salido nada, pero algo publicará el Sport. La noticia es tremenda por cuanto aproxima, con deliberada ternura, lo más exquisito del Primer Mundo con los oscuros sótanos del Tercero: el asiento que comparte el culo de cualquier Abderramám con el culo hinchado que se le está poniendo a Mijatovic. Quiso un avión el club y le dieron una patera. Son negocios, se dirá: pero muy emblemáticos. Aquí se ha pasado de querer al mejor jugador del mundo a vender al mejor de la plantilla, y en vertiginosa degradación a meter soldados e inmigrantes en un avión que dijeron símbolo universal. Les queda a los africanos el consuelo de rozar con la yema de los dedos la leyenda, que diría Florentino (¡dónde está Florentino!), y a los soldados el guerrero himno de las mocitas madrileñas y la furia guarra con la que atacaba Juanito a los adversarios. Del Santiago y cierra España al Hala Madrid, en épico trayecto. Esta vocación solidaria no es nueva: se estrenó con Robinho, dando el paso miserable que convierte a un club grande y tiburón en una medianía deseosa de dinero y vendedora de promesas: ¡en un Recreativo! "Robinho no puede vestir esta camiseta ni un segundo más", dijo la prensa. Y contesta Hughes, el nick blanco más brillante de la blogosfera. "Ya están fomentando el infantilismo en la grada asnal. ¡Pero hombre de Dios, alma de cántaro, si todos nuestros jugadores han traicionado para venir el amor de sus hinchadas! ¡Si llevamos medio siglo seduciendo con dinero, fama y mujeres! ¿Qué diferencia a Robinho de otros que decidieron hacer el viaje en sentido inverso! La camiseta del Madrid no es distinta de las demás. No hay nada metafísico que distinga este club de otros. Lo diferente eran las personas que han estado al frente, en una proporción alta gente extraordinaria. El Madrid es lo que es por Bernabéu, Saporta y Florentino, no por una gravitación espiritual a cierta altura de Castellana. ¡Váyanse todos a hacer puñetas!".

viernes, septiembre 12

El efecto Lombao

A finales de 2003 entrevisté en Pontevedra a Bernardino Lombao, un deportista de Lugo que practicó atletismo, balonmano y pádel. Tengo delante su foto: un tipo en estado de revista con un bigote de infantería. Ya entonces arrastraba fama: un año antes hizo el pino en El Escorial en aquella boda de Ana Aznar, epítome trascendental del Imperio. Lombao es el entrenador de Aznar que dijo: "Cuando lo cogí estaba hecho una pena". Era 1996 y el nuevo presidente del Gobierno arrastraba el déficit de inspector de Hacienda acolchado y teledirigido a criar nalgas en alguna oficina de La Rioja. También Rajoy sacó plaza en Santa Pola como registrador: son oficios que van dejando kilos en el bolsillo y en el culo. El estrés de Madrid y una agenda escrita desde el poder, o su aspiración, lo cambia todo. Hoy pocos españoles que no sean actores porno tienen la tableta de Aznar, exigido en su retirada como un gladiador empapado en aceite y pescata al viento en la costa de Cerdeña. El mérito es de Lombao, del que dijo entonces Millás que era salir en un periódico y escribir un libro. El libro lo escribió, y fue un poco lo que le trajo a Pontevedra. Le hice una entrevista, con perdón, estupenda. No salvo columnas de entonces ni de hace un año, si me apuran, pero ciertas entrevistas han envejecido bien: misterios del oficio. Ésta me gusta desde los cuernos ("Aznar me hace mucho caso: con Rajoy hemos acertado") hasta el rabo ("Hago un trabajo muy serio, no sólo esa mariconada del pádel"). Habló Lombao también de las llamadas inoportunas: "Mientras nosotros estamos entrenando ya nos han matado a tres. Te dicen ‘A las ocho en Zarautz han matado a uno...’. Seguimos un poco y él me dice: ‘No puedo, no puedo". Entonces Aznar, como un Aquiles a quien rajan el talón, bajaba revoluciones y se retiraba a sus cuarteles. Las cosas hoy han cambiado y, aunque el poder no exprime, sigue creciendo el efecto Spacey. El entrenador lucense dejó esta semana una exclusiva mundial: Aznar hace al día 2.000 abdominales. En la intimidad, como es costumbre de la casa.

jueves, septiembre 11

Outono

Sobrevivir sen vieiras ou, peor, sen Toñi Vicente: calafríos ao pedir un chourizo quente servido en prata, e poñer zapatos grandes e negros, como os que lle vexo aos ionquis na cola do comedor de San Francisco. Ver o fútbol de novo con certa resignación, recollido nunha intimidade case familiar, e poñer bufanda na casa aprendendo a coser: mercar ducias de gatos. A Praza da Verdura murcha coas cerdeiras desfloradas, como vermes de seda, e á tardiña as castañas quentes da Ferrería envoltas en papeis do xornal de hoxe. Propoñer sexo duro a mulleres de moral distraída, e ao chegar á casa bicarlles a meixela e invitalas a té para falarlles da miña paixón por Sherlock Holmes: e que non treman. Ao chegar o outono mirar polo meu corpo e pola miña saúde, e recoñecelos como meus cunha desas apertas que lles dan as noivas dos soldados cando voltan da guerra. Comprobar se o Che de Soderbergh é o mesmo que o de Jon Lee Anderson, e seguir a imaxinar o Che de Losantos. Facer reportaxes no xornal que non falen doutra cosa que de min, e ocultalo aos lectores: por exemplo, as consecuencias da conduta Duchovny. Lembrar o gran fracaso dos trinta: máis da metade da vida bebendo. Mercar máis gatos, coser máis deprisa. Calar sempre, escribir sempre. Non ter medo á noite nin ao espello. Bonasera, Bonasera, que carallo ves facer na voda da miña filla.

miércoles, septiembre 10

Los pensamientos impuros


Richard Dawkins, teórico evolutivo, se niega a acudir a debates con creacionistas: se trata, dice, de no concederles respetabilidad. A ciertos animales hay que mantenerlos incluso lejos de las cuadras, por más que cierto buenismo exija darle la palabra a todo el mundo y tantas veces se comience un reproche con el nauseabundo "yo respeto a todo el mundo". Claro que la televisión tiene derecho a dar palabra y millones a cualquiera: es un medio eximido de moral. Por eso fue a Tele 5 Violeta Santander, la mujer a la que defendió Jesús Neira: lo hizo para ofrecer la opinión que ya se conocía, pero en prime-time y delante de María Antonia Iglesias y Pilar Rahola. Más grave que lo que decía la chica Santander ("no me pegó, me caí por vértigos" y "Neira se confundió, no debió atacar verbalmente a mi novio: estaba bajo los efectos de la cocaína" -eso es lo primero que hay que preguntarle a alguien antes de dirigirle la palabra) era lo que tenía ella delante: una ex directora de Informativos de TVE y una conocida política dándole cierta credibilidad. Lo primero que mucha gente pregunta cuando alguien le ofrece un trabajo no es la nómina, sino la compañía, pero a Iglesias y Rahola debió apetecerles el trago. Después de todo lo que está haciendo Violeta Santander es algo tan antiguo como la Humanidad. Defender a los suyos e incluso algo más: a su macho. Raro sería que no lo hiciese: la dependencia del amor ya se sabe. Pudo haber sido el primer cachete o el último, pero por allí pasaba alguien con su hijo de la mano que no lo toleró. Hizo lo que tantos padres prohíben a sus hijos: meterse en donde supuestamente no le llaman, aunque sí le llamen. En lo primero que pensé al saber la noticia fue en el chico sentado en su vagón mientras era agredida una sudamericana a patadas por un enajenado, y en la conclusión apresurada de aquellos días: "Hay que ir a él cagándose en la mala suerte que tuviste por estar sentado ahí". Y ahora, viendo a la enamorada Santander, pienso también en cuanta gente verá a un hombre pegando a una mujer y siga su camino diciendo: "Ésta va a ser otra zorra que se merece lo que le pase y no voy a ocupar yo la cama de hospital que le corresponde a ella".

martes, septiembre 9

Enseñar la casa es de paletos

La literatura es el arte de la omisión, dijo Stendhal. La cita la recoge Stephen Vizincey, el autor de En brazos de la mujer madura, en sus diez mandamientos del escritor. Es un texto nada aconsejable con una primera norma demoledora: "No beberás, ni fumarás, ni te drogarás. Para ser escritor necesitas todo el cerebro que tienes". Lo curioso es que el segundo es exactamente igual que el primero: "No tendrás costumbres caras". Hace unos días leía una entrevista con alguien que daba el mismo titular: "Dejé las drogas y el alcohol porque necesitaba la memoria para trabajar". Que no recuerde quién era el autor es lo de menos: tampoco el titular es exacto, pero se aproxima. Lo curioso quizás es la omisión, nada voluntaria, pero tampoco uno quiere ser escritor de grandes cosas: que le lean a uno de paso, sí, sea una mujer madura o sean un millón. Los mandamientos de Vicinzey incluyen más curiosidades: ni serás vanidoso, ni serás modesto, y "no adorarás Londres-Nueva York-París". "Váyase usted a Madrid y póngase a la cola", decía Baroja cuando alguien le preguntaba qué había que hacer para ser escritor. Trapiello, viniendo a decir lo mismo, fue más claro: "El problema de la provincia es que acaba siendo autocomplaciente. La vida termina siendo benigna, y la gente se acaba conformando", dijo hace poco al Diario. De los mandamientos prefiero el noveno, que es mi favorito también en la Iglesia, y por el mismo motivo: "Escribirás para tu propio placer". Suelo resistir con escepticismo a los consejos (no digamos a los mandamientos), y me aplico con cinismo. Pero tengo en cuenta el del mi viejo amigo Erasmo: "Cuando yo empecé en su oficio, hace ya unos cuantos años, y en el primer día de mi experiencia como plumilla, un redactor jefe, de aquellos que te acojonaban con su voz y te arrugaban de verdad cuando confundías la información con la opinión, me espetó:

-Oye chaval, ¿tú sabes cuál es la definición del periodista?

-No.

-Pues mira: es aquella persona que en los diez primeros años de su trabajo profesional no tiene ni puta idea de lo que escribe, y en el resto de su vida como periodista no le dejan escribir de lo que sabe algo".

Al profesor Erasmo le debo otro más valioso. Tras conocernos en una visita suya a Galicia, conversamos largamente en mi salón y, al salir, me disculpé por no haberle enseñado la casa. "Jabois", me dijo muy serio ya en la puerta, "enseñar la casa es de paletos". Pienso ahora en las cañerías del oficio, y el opaco engranaje que todos los que, desde Vargas Llosa hasta Vizincey, han querido mostrar con ímpetu. Y uno, la verdad, siempre ha estado más cerca de Michi Panero y aquel célebre monólogo suyo: "A mí no me interesa la literatura, ni la familia, ni ellos. Me interesa mi perro. Y sobrevivir mal que bien".

lunes, septiembre 8

Piedras

Las alegrías de tener un blog, y los inescrutables caminos del Señor que traen a la gente a él.

Bonjour Tristesse

Al menos se sabe ahora que la FAES tiene un fin poderoso: negar los romances de Curro el Palmo. El ex presidente Aznar viene de desmentir la telenovela que le endilga un nene con la misma energía con la que Sarkozy desmintió un michelín: el poder no duda en espantar bragas y bollycaos con tanques. Lo curioso es que Aznar sabe de la destrucción masiva de los rumores: sobre la foto de las Azores dijo que fue "el momento más importante de la Historia de España de los últimos 200 años", obviando la boda de su hija y la medalla de López Zubero. Las porteras (ese poder en la sombra que gobierna implacable el país) ya lo habían emparejado con Cayetana Guillén y con una rubia americana. Pero la noticia no es que haya quien crea que Aznar, austero castellano de recio porte, cabalgue con la misión de repoblar Francia, sino que nadie le atribuya amores con la duquesa de Alba, tan de moda. Cuando era cura Jesús Aguirre, marido de la noble, mantenía ricas amistades con un joven que le abandonó de sorpresa. Como era misa en latín, Aguirre la daba de espaldas y al darse la vuelta, después de muchos años de soledad, se enfrentó de repente a la mirada de aquel tan querido. En lugar de "Dominus vobiscum" dijo, sereno, "Bonjour, tristesse". Es ahí, en las iglesias, y no en las gacetas, donde está el espectáculo.