Me he trasladado! Redireccionando...

Deberías ser trasladado en unos segundos. De no ser así, visita http://www.manueljabois.com y actualiza tus enlaces, gracias.

viernes, mayo 30

Sexo oral

Unha "esquizofreire", inspirada directamente no Premio Planeta, ou un trastorno "tubular" (en lugar de bipolar), deudor daquel mítico traballo discográfico de Mike Oldfield, son só algunhas das expresións que recollen ás veces os médicos dos pacientes e das que veño de ter feliz coñecemento nunha cea entre semana. Únoas as xa míticas "veño de que me fagan un escano", "teño unha hernia fiscal", "a miña muller é esméril", "o meu home é omnipotente", "a autopista dí que morreu dun infarto" ou o que avisaba aquel enfermo terminal na cama: "Ata o nabo todo é toro". Alguén con tempo e ganas debería coller os trastos e facer un bo libro disto, porque material hai dabondo. A outra noite souben da psicóloga que inclúe no calendario dos seus internos o obradoiro de Habilidades Sociais (HHSS) e un contéstalle, canso: "¿E agora que temos, habilidades sexuais contigo?". Relacionado coa medicina pero nun paso superior (cando a medicina perde o paciente, e o gaña Deus) dixo o alcalde de Negreira: "Cando Don Manuel falte, uns iremos para o inferno e outros para o purguratorio". De todas, a miña preferida é unha que me contaron da vella á que lle receitan Seroxat, e logo duns días aparece na consulta do doutor: "Mire, ¿non podería facelo mellor pola noite? E que a min pola mañá o sexo oral dame arcadas".

miércoles, mayo 28

Sexo en Nueva York

Vestidas de Louis Vuitton y con los pies en unos 'manolos', uniformadas en una vida como en la otra, las chicas de Sexo en Nueva York ya presentan por el mundo su fascinación en metraje largo, cultivando la estética 'vanity fair' no tanto de femme fatale, que deberían, sino de una muy estudiada y adictiva vacuidad de brioche y champán. En la película Carrie ya no escribe columnas en Daily Star sino en Vogue, y en ese cambio viene implícito el desastre: Sarah Jessica Parker escribe además sin cadencia, "de vez en cuando", sus cositas en la prensa, y qué estilazo de prensa. Si la serie triunfó por el sexo, su fecha de caducidad está ya al aire, destapada como la de un yogur que exige comerse en frío, desenterrada como un cadáver al que yo no queda carne para que los gusanos jueguen. El sexo cada vez interesa menos y cada vez está más pasado de moda y pronto desaparecerá, al menos entre dos y cuatro personas: lo vino a estropear todo internet y su serie de cortometrajes porno que ofrece personalizarlo todo, hasta el tiempo del acto. Sólo treinteañeras con posibles y homosexuales divinos siguen hoy Sexo en Nueva York (Sex in the City, para los iniciados en Prada) con un mínimo exigible de pasión. Si hubo revolución, ya pasó. A las niñas de veinte años les da la risa cuatro tipas envueltas en marcas que pasan los días y las noches en fiestas tan salvajes como las reuniones parroquiales de un cursillo prematrimonial. Ni el East Village ni la sodomización consumista a la que se someten diariamente las muchachas disfrazan su filosofía del terror, a caballo entre la gracieta de medio pelo y un drama de inquietantes momentos sabrosones. También Patrick Bateman y sus chicos de Wall Street quedaban en cafés y se divertían luego entre copas por aquel infame NY, pero al menos llamaban a sus muchachas zorras (porque enteramente lo eran) y de vez en cuando Bateman se homenajeaba con la sierra eléctrica para escándalo de los leñadores vascos, que no sabían cómo se encendía. Nosotros los jóvenes escépticos, ahítos de impostura, deseamos una ficción más gore, menos tontuna, más Brilliant Disguise y menos Bette Midler, por acabar con algo

Arrimados

El fútbol sirve hoy, a falta de una buena guerra, como refugio de patrias. La pontevedresa es patria granate no muy diferente de otras: fieles, vinos, cantantes y arrimados. Los arrimados son aquellos que buscan el calor de un escudo al amparo del éxito. Para muestra, el Deportivo del año 89 (aquel de Martín Lasarte y Sabín Bilbao) y el Deportivo del año 96 (de Bebeto y Mauro Silva). Tampoco el Pontevedra se libra de estos felices parásitos, entre los que me conté hace años con la cosa del ascenso: una excusa para no ir a misa de tarde. Dejé de ir en años siguientes por una razón tan cruel como misteriosa: no encontraba placer en el fútbol en sí, salvo aquellos momentos milagrosos que la Historia entiende como tales, sino por el Madrid. Así que dejé que fluyera el ascenso cuando lo que fluyó fue la tragedia. Las patrias no serían nada sin mercenarios como los que el domingo se acercarán a Pasarón por primera vez a disfrutar del ambiente, la fiesta y el bebercio. No se conmuevan los puristas del Pontevedra que se dejan las coderas de las americanas en los alegres debates de los bares: saben ellos como sabe el fútbol que un club sin arrimados de última hora no sería nada. Que luego se queden con el equipo en la categoría ya es lo de menos ni nos importa: lo que hay que hacer es empujar, sea por la fiesta, por la gente o por el 4-4-2, que de todo hay en la vida. Viene el Ceuta, que ha ido dejando recados en la web del Diario y llamando a la victoria. En las últimas semanas Ceuta ha estado en los periódicos por la detención de El Nene, un tipo de 33 años que tiene más de 33 millones de euros y del que se dice que le pasa la caja a uno de cada cuatro porros que se fuman en España, y en España se fuman muchos. Con personajes históricos de ese calado tampoco es que se pueda ir muy lejos, pero aquí les recibirá Ence, otro mastodonte de la actualidad: vamos a penaltis fijo.

domingo, mayo 25

Dame algo

Como estamos en fechas de Hacienda, la Iglesia ya está metida de lleno en su tradicional campaña petitoria. Marque usted la X en nuestra casilla y Dios se lo tendrá en cuenta cuando llegue el Juicio: las diez de últimas, que dijo el otro día Vicent. No deja de ser curioso que las más extrañas movilizaciones de la Iglesia, sea mediante comunicados o ruedas de prensa, tengan que ver con la política y el dinero: los ingredientes que la han sazonado desde que Pedro, sobre una piedra, cimentó la superchería. No verán una iniciativa pública para difundir el sexto mandamiento, una campaña nacional para prevenir los siete pecados capitales o, más humildemente, pedirle al pueblo que arroje sus conciencias al confesionario y coma, de una vez por todas, la santa hostia. Aquí se trata de salir a la calle a exigir familias numerosas y luego, cuando uno está hasta arriba de deudas, pasar la cesta. Si para eso hace falta dar lástima, no hay escrúpulos. Esta semana el obispo de Alcalá de Henares se destapaba con una confesión tenebrosa: “Somos mileuristas” (“Somos los conguitos”, entendí yo). No dijo nada del jefe, que era hijo de un carpintero y pasó la vida entre putas y pescadores sin sacar la cestilla después de los milagros. Simplemente dejó ahí el dato por si alguien, a la hora de declarar a Hacienda, se conmueve y piensa en ellos. Cualquier día los tenemos por la Leña dejando mecheros en las mesas: “No, mudo no: soy obispo”.

jueves, mayo 22

La derrota contemporánea

Un "tonto contemporáneo del siglo XXI", dirigente "inepto, antropófago y tiranuelo", estuvo a punto de ser presidente del Gobierno de España. No lo exigía cualquiera, sino el director de El Mundo, que curiosamente aplicaba ayer, en fascinante rodillo sentimental, estas definiciones a Mariano Rajoy (¡coño, haberlo avisado antes, que estuve a punto de votarle!). A un tipo que lo entrevistaba su americana, de tanta confianza que tenían, lo despacha ahora Pedro J. sin tibiezas. Han pasado dos meses desde las elecciones, y en estos fatigosos días el hombre sensato que había de encauzar España se ha convertido en patrón de tontos y aprendiz de tirano: un proceso camaleónico al que hemos asistido, atónitos, los españoles y los menos españoles. Para entender estas cosas hay que leer antes otras muchas, como aquella bíblicas páginas con las que Pedro J. obsequió a Rajoy, previo paseo nocturno por el casco viejo de Compostela. El Mundo, como media España, quería que Rajoy ganase las elecciones, pero con ser mucha, la otra media que quería que ganase Zapatero fue más. Perdido el juego de la voluntad popular, los periodistas adictos han decidido meter el bisturí en el partido que ellos consideran suyo, porque tienen la convicción (moral, dirían ellos) de que esos votos les pertenecen. ¿Quién si no ha levantado bajo espasmos al pueblo español con llamamientos a la sublevación cada día de estos últimos cuatro años? ¿Quiénes si no ellos han alimentado el cocodrilo del 11-M con hipótesis robadas de un guión de los Morancos? ¿Quiénes, en definitiva, han anunciado que Navarra se vende, España se rompe, las familia tradicional se extingue, los moros nos invaden, ETA nos gobierna y los homosexuales se reproducen entre ellos, sin atender a leyes naturales? Le piden poco al partido por el favor prestado: elegir la cúpula, los posicionamientos ideológicos y marcar el rumbo. Que se sirvan ahora de palmeros como María San Gil, Gustavo de Arístegui o la mismísima Ana Botella, peras y manzanas al fresco, es casi cómico. Si exigen meter sus manos con tanto desparpajo en el PP derrotado, moviendo sus peones con el colmillo retorcido, ¿qué hubiera pasado si Rajoy, en un error histórico que jamás se perdonaría, ganase las elecciones?

Nak, Nak, Nakin

A min paréceme ben que non veña Bob Dylan a Coruña porque toca de costas. Non o sabe Henrique Tello, pero só hai que ir ao youtube para ver que hai concertos nos que Dylan baixa o micrófono ata a altura do cu cando necesita dalgunha nota de aire. E xa que está de costas podería mover a cintura, tipo Shakira, pero nin iso. Ás veces, se non está de humor, saca un bafle ao escenario e canta desde o camerino. E se non está para festas, queda na casa e manda un tipo cunha radio de casete a que lle dea ao play e veña, tirando. Non é a única crítica que toque de costas, como facía Jim Morrison nos bares de LA, senón que “chega e non saúda”. Nin un “cómo están ustedes” correndo dun lado a outro do escenario coa man na orella, nin un “buenas nooooches berebereberebé”, nin un “hasta luego Lucas” que faga sorrir ao público, que pide festa. O Concello da Coruña rexeita por todo iso a contratación do artista e Henrique Tello dá o argumento final: “Non toca ningunha canción coñecida”. Nin o chiki-chiki, nin Paquito el Chocolatero nin nada que poida cantarse con dignidade. Das súas, menos. Toca cousas estrañas que se lle van ocorrendo polo camiño, por iso está de costas: para que ninguén vexa como toca a guitarra ao chou mentres improvisa rimas aproveitándose de que canta nun idioma raro, creo que inglés.

martes, mayo 20

La alfombra roja

En Cannes se estrenó ayer Gomorra, la película que ha hecho Matteo Garrone del libro de Roberto Saviano. A Saviano le siguió pronto uno la pista por cuestiones generacionales (sólo desde Gertrude Stein, y no antes, es uno muy sensible a las frivolidades del calendario). Hace algunos años le entrevistaron en España y luego fue dejando aquí y allá sus notas. Un tipo perseguido por la mafia, y escribía de ella. Como la mafia (su artificial erótica, más bien) es uno de mis asuntos favoritos, y a Saviano entonces le seguía la pista, unas Navidades me cayó Gomorra, un libro devastador, alucinante, de los manejos de la Camorra y sus fastuosos tinglados. Saviano es un hombre amenazado de muerte que se mueve por la vida fingiendo ser él mismo, y su libro destripa historias tan hollywoodienses como la de un costurero que trabaja de negro en el puerto de Nápoles haciendo trajes y vestidos por un sueldo de 600 euros al mes. Todo más o menos bien hasta el día en que se hunde cuando ve por la televisión, en la gala de los Oscar, que Angelina Jolie luce un vestido que él mismo hizo. Dijo el director de Gomorra que la película va en dirección diferente al libro. Sobre la mafia escribió un trabajo John Dickie que se tituló con mucha sencillez: Cosa Nostra: historia de la mafia siciliana, un ensayo abrumador de quinientas páginas, muy bien escrito y, en el fondo (y en la mejor tradición de la mafia), furiosamente desolador. Desde el siglo XIX y los viejos huertos de limones hasta el tráfico de drogas, básicamente, siempre subyace el deshonor, la impunidad y el deseo latente (más bien la firme creencia) de pertenecer a un Estado. Ya se sabe que los mafiosos suspiran por los huesos que el cine ha ido creando con éxito para ellos. Garrone entrevistó para su película a uno jovencito que, además de estar a la última, no faltaba un día a su sesión de rayos uva. El cine ha convertido a los antiguos campesinos con trabuco del sur italiano en sus propias estrellas paseando por su propia alfombra de sangre: su exquisita alfombra roja.

lunes, mayo 19

Una buena muchacha

Yo mismo, en meses perezosos, me he visto cogiendo por los pelos personajes queridos para escribirles mis semblanzas, para recrearlos con la más estúpida, con la más inalcanzable excusa. Seguro que se me ha ocurrido alguna peor que el cuarto aniversario de nada, ni siquiera de la primera depilación. Pero también es cierto que uno no es un periódico, ni siquiera dos. No digo ya los dos primeros periódicos de España, y nada cuento del juicio que acaba de perder la discreta Telma Ortiz. Pero ayer domingo desembarcó su hermana Letizia en los hogares españoles y con mucho bombo. Debe ser la primera vez que Letizia es noticia por culpa de Telma: tampoco ella tiene la culpa de ser hermana de la hermana de la princesa. Había que buscarle un hueco: se cumplen cuatro años de su boda, y el año pasado tres, y algún día, con salud y lealtad y vocación de servicio a España, llegarán las bodas de oro. A estas horas sólo pude leer el reportaje (innumerables páginas y portada) de El País. Periodísticamente es interesante; como campaña publicitaria es ya un clásico para cualquier agencia de comunicación. He reído, he llorado y soy mejor hombre desde que conozco a Letizia. Hay en esa pieza un momento especialmente vibrante: "Es feliz. En su vida y su trabajo. (...) No ha metido la pata. Ha dado descendencia y continuidad a la Corona, y es una princesa digna y aplicada". La reproducción, la descendencia y la dignidad. Todo ahí junto, como en un feliz gazpacho

Poscrimen

Los asesinatos de ETA siguen un guión que empieza, como todos, con un cuerpo en la caja, antes entre escombros o bajo la mirada de algún familiar, testigo implacable de la Historia. Lo peor pasa rápido: alguien muere, se comunica a la familia (lean en el Diario de ayer el magnífico artículo de Xosé Pereiro) y el dolor se recoge en las habitaciones, a donde no llega la mano pública. Lo que viene después no mejora el paisaje. No hay silencio: se deja todo en manos de una semántica exhausta, y se dan homenajes por tradición, como quien ficha. La exhibición no es inocente: los entierros en el País Vasco había que hacerlos a escondidas, y seguían al ferétro cinco familiares y un perro. Hoy, ya rebasada aquella repugnante estética tardofranquista encarnada en los nobles corazones del abertzalismo, hasta el Parlamento vasco, fíjate tú, cuelga la foto de un guardia civil (muerto, por supuesto, que tampoco vamos a tirar la casa por la ventana). Y aún más, se dan lujos como el ofrecido hace dos meses por Patxi López y ayer el PP. En un acto por las víctimas del terrorismo, sus mozos siguieron el guión: abucheos a Gallardón y agresión a un redactor de la Ser. Animada, Aguirre fue a por Fraga: “Ya me contarás qué problemas causo al partido” y al quite estuvo Cobo: “Quién eres tú para pedirle explicaciones a Don Manuel”. Qué pena estar muerto y perderse estos grandes cuchicheos, estos formidables espectáculos.

jueves, mayo 15

Makeleles

Makelele deixou pegada no Celta: unha chea de recuperacións de balóns, unha millonada que pagou o Madrid por el e o alcume nun rapaz que hoxe, case contra natura, lle rouba os titulares. De Makelele dixo Del Bosque (nunha cita terrible que conmocionou aos Ultra Sur, tan convencidos da superioridade da raza branca) que no vestiario do Madrid chamábanlle o trípode. Nas rúas de Santader estrelou o seu Mercedes de luxo nunha livin la vida loca e deu positivo na proba da policía. A historia é circular, viaxa a lombos de Heráclito, e agora o espírito daquel conductor suicida, o rapaz Makelele percorre as estradas encarnado nun rapaciño de barrio benquerido, cando non idolatrado, polos seus. O problema vén dado agora: ¿quen foi antes, Makelele ou Makelele? O vigués leva pinta de película: o pique cun coletas deixou dous cadáveres no cemiterio e dous orfos na casa. En liberdade á espera de xuízo, a Makelele pillouno a polícia de novo bébedo nunha moto comendo semáforos en vermello. Pode que alucinen os mozos do Youtube que flipan coas andanzas destes heroes modernos. E non sabemos se Makelele está cómodo no seu papel, ou se algo lle atormenta. Para saber iso terían que ter mortos os seus pais nunha aloucada carreira de dous ‘makeleles’, e ninguén pensa, nin sequera Makelele, que lle poida pasar na vida algo así.

miércoles, mayo 14

Chufa

El horror, con ser tan antiguo como la palabra, lo inauguró como fenómeno de masas Marlon Brando con la cabeza afeitada como un huevo y recostado, gigante, en el corazón de las tinieblas. Ha vuelto ahora María Teresa Fernández de la Vega "horrorizada", según sus palabras, por la supuesta engañifa de un empresario valenciano de chufas que la hizo posar con sus tres mujeres y algunos de sus dieciocho hijos. La vicepresidenta del Gobierno estaba en Níger, catando civilizaciones y volvió espantada: la poligamia allí es una tradición enmarcada en la felices costumbres africanas con las que Occidente busca emparentar a propuesta (¡hostia!) de Zapatero, y las empleadas de este empresario valenciano cobran al cambio un euro y medio por cada saco de 80 kilos de chufas, en severo protocolo económico. El horror adopta a veces rígidas formas amorales que son repudiadas con asco y vergüenza, como el caso de María Teresa Fernández de la Vega. Esa foto puede acabar en la mesilla de noche de una casa de medio pelo y, sin un pie aclarativo, ser presentada como la de la tierna familia de un empresario casado con cuatro mujeres: tres recolectoras de chufas y una vicepresidenta del Gobierno español. Sólo De la Vega sabe ahora en cuántas fotos posó con empresarios españoles que tienen dos, tres y hasta seis mujeres, a veces con la sumisa venia de las mismas (aprovechándose del estatus y de los caprichos de una vida bañada en euros) y a veces simplemente engañadas. A menudo hay que hacer hincapié en esas tétricas similitudes, aún sin ser lo mismo y sin yo querer compararlo abiertamente. Donde en Níger es tradición en España es hipocresía. En el atrasado país africano el señor posa con naturalidad (¡y tanto!) en una escena que ninguna de nuestras grandes fortunas nacionales, untadas en respetabilidad, podrían repetir nunca para que no los tomen por algo muy parecido a un medieval mercader de chufas. Aunque de alguna forma, lejanamente, lo sean.

lunes, mayo 12

"Hey, honey"


Se cumple mañana el décimo aniversario de la muerte de Frank Sinatra. En 1965 Gay Talese, cuando Sinatra llevaba más de la mitad de su vida consumida, hizo un trabajo antológico para la revista Esquire. "Frank Sinatra, con un vaso de bourbon en una mano y un pitillo en la otra, estaba de pie, en un ángulo oscuro del bar, entre dos rubias atractivas aunque algo pasaditas, sentadas y esperando a que dijera algo. Pero Frank no decía nada", empieza. El hombre de 77 años que se bebió dos botellas de whisky antes de salir a dar un concierto en A Coruña en 1992, siguiendo una escrupulosa tradición, mereció un capítulo aparte en un libro espléndido escrito hace cuatro años por Marcos Ordóñez sobre los años españoles de Ava Gardner: Beberse la vida. Allí se cuenta cómo Sinatra se encontraba rodando Orgullo y Pasión en España acumulando escándalos en su hotel, destrozando sillas contra el retrato de Franco y bebiendo todo aquello que era susceptible de ser bebido junto al ayudante de dirección Perico Vidal. Una de aquellas noches Sinatra se dirigió al piano del bar del hotel con una copa en la mano y pidió conferencia con un domicilio de Madrid: sabía él y sabían todos que Ava Gardner, el infernal amor de su vida y por la que Sinatra casi se mata en dos ocasiones, estaba en España. Alguien habló al otro lado de la línea y él murmuró: "Hey, honey". Sin tiempo a recibir respuesta, comenzó a cantar una canción tras otra: un repertorio lento y sentimental. Todo el mundo en el bar calló para escuchar el susurro de Sinatra. "Estábamos petrificados. No nos atrevíamos ni a movernos para no interrumpirle", dice en el libro Perico Vidal. Cuando ya llevaba un tiempo incontable al piano se abrieron las puertas del bar del hotel Felipe II, en El Escorial, y apareció Ava Gardner envuelta en un abrigo de visón blanco sin nada debajo. "Sinatra no se dio cuenta de que llevaba una hora cantándole al vacío. Ni de que ella estaba allí. Seguía cantando con la cabeza baja, pegada al teléfono. Entonces ella llegó hasta él. Colgó el teléfono. Le tendió una mano y se lo llevó. Así, sin palabras", explica Vidal.

Románticos

Circuló hace unos meses por Pontevedra un rumor MMS: el vídeo de dos chicos fornicando brutalmente a la salida de Carabás, en la esquina de Caixanova. No era el rumor el vídeo, hasta palpable, sino el lugar, que no se distinguía bien: se decidió que era Pontevedra, y así lo parecía. Una vez resuelto el lugar, el pueblo se arrogó el derecho de identificar el polvo para júbilo de todos. A esta ciudad le gusta recogerse en el feliz cuchicheo de provincias, en el dime y direte local para aliviar los angostos días y suplir la falta de realidad con el exceso de imaginación. Es una práctica común a la que he encontrado cierto gusto casi burgués, como un fulano de monóculo que sonríe con malvadas confidencias relacionadas con la cama, con la droga o con el dinero. Pero en Pontevedra, como en la vida, las grandes leyendas urbanas siempre las han protagonizado los yonquis. Cuando no se iban de la ciudad se morían, y meses después resucitaban desafiando la lógica religiosa, que no va más allá de los tres días. Es una rara costumbre dibujarle un pasado y un futuro a quien prefiere desplazar ambos tiempos. Mi generación creció con aquel hombre de los ganchos que se paseaba por la Oliva y al que una horrible desgracia carcelaria había dejado sin brazos y sin nariz. Sobre él se dibujaron nuestros miedos infantiles, y sus desapariciones eran tan legendarias que el día menos pensado no volvió. Cada uno se hizo con una versión, a cada cual más novelesca. La verdad, en cuestiones así, suele ser tan poco romántica que debería estar prohibida.

viernes, mayo 9

Mujeres de Serradilla del Arroyo

Las madres de siete niños del colegio de Serradilla del Arroyo, de 400 habitantes, decidieron dar el año pasado la campanada posando tapadas para un calendario sólo con guirnaldas navideñas y gorritos de Papa Noel. Era su manera de recoger fondos para que el pueblo tuviese un local de ocio para sus hijos. "Aquí no hay alternativas y los niños tienen que disponer de las mismas oportunidades que los que viven en la capital", dijeron entonces. El espectáculo mereció difusión: se desvestía la España rural de la clase media, y lo hacía cutre y desganada, más con cara de reivindicación ganadera que de gozo. Eran las mujeres de las que yo me había ido enamorando toda la vida, sin silicona y sin solarium, sin taconazos, con ese punto de vegüenza y timidez que he ido buscando siempre en intrépido viaje a la infancia y aquellos primeros amores. La palabra que yo encontré definitiva de aquella noticia era el pudor, y que todas lo habían notado. Aquello fue hace meses: las fotos se las hicieron ellas para evitar más gastos, el calendario costó cinco euros y se hicieron 7.000. Hace unas semanas se supo que las mujeres no habían conseguido su objetivo. Y algo más: se habían arruinado. Debían 9.000 euros a la imprenta porque no llegaron a vender ni para pagar los calendarios. Aquello superaba mis expectativas: habían fracasado, y pocos como yo podían resistir al impulso del fracaso. Los niños seguían sin un local social en el pueblo, y las madres posaron desnudas para perder entre todas 9.000 euros: la historia se recogía, tierna, en una oscura tramoya. Una web porno anunció ayer pagará la deuda, y pide algo a cambio. Cuando el porno se mete en un negocio hay que poner las manos siempre encima de la mesa. Había un aire de degradación en todo aquello que se confirmó con la noticia: las madres saldrán en unos videochats de carácter solidario para seguir vendiendo sus calendarios y harán un posado de fotos eróticas. El bucolismo de aquel pueblecito salmantino dio paso a la sordidez de una web porno y unas fotos hechas por una fotógrafa profesional. Todo iba para abajo y a una velocidad de vértigo, sobre todo teniendo en cuenta lo que una madre puede hacer por su hijo y cuánto nos enseñó sobre eso la literatura y el gran cine (Alto o mi madre dispara, sin ir más lejos). Yo eché de menos a Almodóvar detrás de esas santas mujeres con una Súper 8 y recordé, ya divertido, a Thomas de Quincey y su espléndida cita: "Si uno empieza por permitirse un asesinato pronto no le dará importancia a robar, del robo pasa a la bebida y a la inobservancia del día del Señor, y se acaba por faltar a la buena educación y por dejar las cosas para el día siguiente. Una vez que empieza uno a deslizarse cuesta abajo ya no sabe dónde podrá detenerse. La ruina de muchos comenzó con un pequeño asesinato al que no dieron ninguna importancia en su momento".

miércoles, mayo 7

Exceso de civilización

Hay un sentimiento de euforia colectiva en el periodismo al tratar de monstruo a ese hombre que encerró a su hija en un sótano. La prensa desplazada habla de un exceso de civilización en la apacible villa austriaca, casi como si fuera un pecado: probablemente lo es. Una ciudad necesita de contradicciones y turbulencias para detectar sus males. Así se nos dibujó el paraíso de este hombre y su insólito drama: una hija captada por una secta de la noche a la mañana que envía, por correo postal, una nieta cada cierto número de años. La excelencia dibujada en el entorno, arropado por una naturaleza serena y un espíritu de solidaridad y discreción. Sobre todo la prensa ha citado con mucho fastidio la discreción. A ella le llega la culpa del crimen e incluso al nazismo: desde Hitler y todos los agentes infiltrados en rostros familiares y atentos, los austriacos respetan mucho la intimidad de sus vecinos, y no se atreven a asomar la mirada más allá del seto. En Amstetten nadie hacía preguntas y parece que eso ahora molesta: si se dan más casos de secuestros con fines incestuosos, España puede exportar allí a las mejores porteras televisivas de Europa. Ya mandamos a Suiza y Alemania mecánicos y jardineros y no pasa nada porque se alivie un poco la parrilla: verán lo que queda de los setos. También molesta que sea un hombre: los titulares, y hasta las televisiones, hablan de un monstruo. Lo hacen como sacudiéndose el polvo de la chaqueta: estos monstruos... Pero el tal Fritzl es un hombre hecho y contrahecho con las mismas costuras con las que se hace un hombre, y tampoco tiene por qué estar enfermo, y de hecho ya se nos dice que no lo está. No todo el mal es achacable a algo, ni el horror está emparentado con una especie desconocida. Lo cómodo es desplazar este hombre a una subcategoría y seguir pedealeando por las verdes avenidas de nuestro pueblo meneando tontamente la cabecita mientras pensamos "estas anormalidades, vaya por Dios". Y desviarle la culpa a los vecinos, a los setos, a los nazis.

martes, mayo 6

"Desapareció de mi vista y se escondió"

Como los cuerpos que la mar vomita del fondo nueve días después de muertos, el deporte echa a la superficie su intrahistoria pasados los años, cuando cualquier miseria puede ser vista por el público como una simpática trastada, propia de un muchacho de pasado rebelde y ducho en picardía.

Así Bilardo y los famosos alfileres que la defensa de su equipo, Estudiantes, usaban para pinchar el trasero de los delanteros rivales en los córners. Que lo perfeccionó Míchel muchos años después, también en un córner, pero entonces ya el Bernabéu estaba infestado de cámaras y el célebre diestro no pudo desfogarse a gusto.

Así Argentina y sus muchachos, en Italia 90, cuando drogaron al lateral brasileño Branco: "Alguien picó un Royphol (tranquilizante para reducir la angustia que puede provocar incoherencia o torpeza en el lenguaje, falta de coordinación y sequedad en la boca) y se pudrió todo. Estaban todos (en referencia a los jugadores de Brasil) y venían a tomar el agua los buenos de ellos. Yo les decía ‘toma, toma Valdito’ y Branco la tomó toda. Lanzaba los tiros libres y se caía", contaba saleroso un patético Maradona hace un par de años, y menos mal que sólo picó el Royphol.

Y así Giner, el defensa del Valencia que confesó ayer que estaban primados por el Barcelona para secar al Deportivo en el final de la Liga 93/94. No era un misterio (aquella alegría delatora del meta González, como si hubiera parado el penalti de la final de la Champions: tuvieron que frenarle para que no diera la vuelta al campo) pero nadie lo había dicho.

Pasa a veces: se da un hecho por cierto basándose en ciertas evidencias sin que nadie salga a contarlo. En quince años uno tiene la capacidad insólita de hacerse un hombre o de hacerse lo que sea. No sabemos lo que es ya Giner, pero ayer abrió la boca y lo menos importante que dijo fue lo de la prima. También estaba primado el Tenerife y nadie agitó el fajo: sólo Núñez sabe cuánto le costaron las Ligas al Dream Team. Del discurso de Giner lo que le llamó a uno la atención fue Bebeto: "Durante el partido me recriminó que éramos unos vendidos y que si no me daba vergüenza. Cuando pitan el penalti me dirijo a él y le digo que ya lo tenían, que si era lo que quería ya lo había conseguido. Desapareció de mi vista, se escondió y lo tuvo que tirar Djuka". Eso también lo supimos, porque estábamos delante de la televisión, pero nadie de los que estaban en el campo lo dijo. Bebeto se cobijó bajo las faldas del miedo retratado como un cobardón. Nunca una abdicación fue tan clamorosa. Que el penalti lo falló él cuando rechazó el balón y salió del foco es una evidencia: puso el pescuezo de Djukic bajo la cuchilla y asistió impertérrito a la matanza con la que el destino ajustició al equipo por su causa.

lunes, mayo 5

En el nombre del tío

1) Suenan clarines y trompetas para anunciar la portada de Interviú: Magdalena, nombre evocador de la pecadora reconvertida en objeto de culto de los Dan Brown de turno, se desnuda. No lo hace por su cuerpo, sino por su sangre: es sobrina de Rouco Varela. Dice que su tío representa la hipocresía. A mí siempre me han puesto muy nervioso las entrevistas de mujeres en tetas. En el Diario no he llegado a hacer ninguna, y habré entrevistado a un ciento de ellas. Bien es cierto que ninguna me ha pedido dinero, así que yo no he mendigado más que un titular. Y que no trabajo en Interviú, ni he posado nunca allí. Magdalena ha decidido desempolvar los pezones y tirar de la cadena. Pudo haber escrito un libro hurgando en la intimidad familiar, que al menos está mejor visto que sacarse la ropa, pero el esfuerzo era exigente: no es lo mismo exhibir la cabeza que las tetas.

2) Muchos madridistas de bien estuvimos de madrugada despiertos esperando un traspié de Raúl en su escorzo al amarrar a la Cibeles la bufanda: tiene que correr el aire en la delantera de Schuster, y el Pipa exige el 7. No sólo no cayó, sino que se dedicó a picar la piedra de la estatua con el palo de la bandera en un ejercicio público de gamberrismo que hace años no se ve en España. Quien lo vio en directo lo sabe: le llevó diez minutos enganchar la bandera, probó en seis sitios y al final casi le revienta la cabeza a la diosa. Un skin hubiera tenido más delicadeza.

3) En El País del sábado, agachado en un apoyo, se publicó uno de esos párrafos memorables que aparecen una vez cada cinco años. Sucedió en los fastos de la inauguración de la muestra del 2 de mayo: "Pizarro fue también objeto de la comidilla general porque se lanzó como un poseso a buscar una moneda, según varios asistentes. Era de 10 céntimos y se le había caído a Miguel de la Quadra, que pronunció un pequeño discurso en nombre de quienes recibieron las medallas de la Comunidad de Madrid. Según los testigos, el ex presidente de Endesa, en lugar de devolverla, la guardó en su bolsillo".

domingo, mayo 4

Nadie es perfecto

Todos los diarios generalistas han dicho que la frustrada cuchipanda sexual de Ronaldo es la “comidilla” de Brasil: pocas crónicas pueden presumir de un inicio tan lujoso. Las versiones difieren, como merece un buen escándalo, pero pesa más la de Ronaldo. La estrella organizó una reunión ejecutiva con tres putas y las tres, comprobó pasmado, tenían bigote: un hat trick como los de antaño. Las imágenes que se grabaron con un móvil sugieren una tarde soleada y un delantero ocioso en un motel de apariencia cutre. Pero al día siguiente las portadas mostraban el rostro de uno de los travestis: si Ronaldo, como Santo Tomás, tuvo que tocar para creer, que Dios le conserve la vista. Desde que Joe E. Brown le dijo a Jack Lemnon que nadie es perfecto, e incluso antes, el travestismo es una de las grandes fuentes de placer de la vida. Hace años salí feliz con uno del Camawey y el bellezón, con un punto de candor, fue diciendo camino a casa que quizás era conveniente que antes de ir a la cama hablásemos porque había algo que yo tenía que saber. “No me irás a decir ahora que tienes coño”, contesté resabido. La conclusión es ésta: o Ronaldo fue muy expeditivo o los travestis fueron muy torpes. Hace poco salió uno en televisión para responder qué pasaba cuando un hombre que pensaba que era una mujer veía el equipamiento. “Nuestra labor consiste en hacer que, para cuando lo descubra, le dé ya todo igual”. Una respuesta antológica.

jueves, mayo 1

Contra el tiqui taca

En plena expansión galáctica, durante aquellos pocos meses en los que el florentinato alcanzó su mayor esplendor para derrumbarse a la misma velocidad, radiaban exaltados los micrófonos patrios una visita del Valladolid al Bernabéu: "Figo se la deja a Zidane, Zidane a Roberto, se apoya con Raúl, Raúl con Beckham y la pide Ronaldo, ¡y dicen los críticos que quién defiende aquí: pues el Valladolid, quién va a defender!". En marzo se descubrió el pastel: el balón no aseguraba ni la victoria ni el buen fútbol, y los nombres en las camisetas daban más miedo en las tiendas, con la etiqueta del precio colgando, que en el campo. La trituradora de la Historia fue despiezando aquel equipo hasta dejarlo en el hueso, que era Raúl. Moribundo respira el Barça, maniatado dicen por el perezoso capricho de sus estrellas: vano juicio. A diferencia del Madrid, que era un equipo de individualismos al que se le ordeñó una Champions, el Barcelona muere de éxito por ser demasiado equipo, mareado por su fórmula y víctima de ese cáncer que se ha instalado en el fútbol propalado por los oscuros poderes (el 'relañismo', mismamente) ayudados por el figurín de pajarita extravagante encargado de detectar el mal y encimarlo: Andrés Montes y su tiqui taca. Agosta el Barça, que desplegó en Old Trafford la quintaesencia de su fútbol: barroco y muermo, moviendo el balón de un lado a otro como una vaca movería el rabo. Sin Messi el equipo hubiera sido el espanto. Pases, pases y pases: una abundancia de pases que persigue hipnotizar al rival hasta tumbarlo con alguna pared milagrosa o una incorporación letal: he ahí el tiqui taca, adoptado con ruido por una selección española necesitada de una innovadora fórmula para fracasar. Ojalá, piensa uno, el fin del Barça sirva para desterrar el tiqui taca de la Liga y menear la banderilla de un fútbol diferente (transiciones de vértigo y primoroso en lo físico) capaz de hacer estallar a las defensas en lugar de dormirlas.