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viernes, febrero 27

¿Es un pájaro? ¿Es un avión?

"(...) La cosa iba de verdades, un bien escandaloso en campaña, y Touriño no iba a ser menos. El candidato nunca fue tan pontevedrés como ayer: Teucro a su lado parecía un vecino de Poio. Donde Quintana hace una semana citó a Castelao él citó a Rilke. Y alabando a su ciudad de los juegos infantiles, ensombreció la mirada y apuntó con el dedo al horizonte, que mismo parecía estar apuntando a Miami, y dijo en touriñés: «Hai quen di que Pontevedra é unha cidade de dereitas, e hai que dicirlles que é unha gran verdá». Tardó unas décimas en rectificar, pero qué décimas. El tiempo se expandió de tal forma que se empezó a corear a Hawkings. Luego repitió la frase ya en su redondez, acicalando la expresión, y dejó pasar unos segundos para quitarse la americana, pues estaba sofocado, y fue peor: hubo ovación Full Monty.

Se expuso entonces Touriño a algo siniestro: los ‘camachos’, que es como se conoce en el Reino Unido al cerquillo de sudor, tan humano, que le sale a uno en el sobaco. «Peligro en La Condomina», se decían los asesores por el pinganillo. Pero Touriño ya estaba a otra cosa. Se puso el traje de O Presidente, que es mucho traje de Dios, y avisó a la fraguiana manera: «Que ninguén quede na casa». Recordó su barrio, y alguien de allí lo saludó y Touriño, que andaba metido en el discurso, le contestó muy personalmente: «¡Gracias A Eiriña!». La fiesta fue plena y el público lanzó fervorosos «Touriño presidente» que hizo del escenario una caldera. Todo muy pontevedrés, además, porque el candidato lo quiso así: «Esto non é a finca de fin de semana de Rajoy. Aquí non basta con vir aos touros e ao Liceo a fumar un puro» (...)".

La otra mirada del mitin del PSOE en Pontevedra, aquí entera

Lazkao

"(...) Vamos a suponer que en una ciudad, en un Estado, sigue viviendo un cierto número, por pequeño que sea, de hombres realmente libres. Si eso ocurriera, la violación de la Constitución iría acompañada de un gran riesgo. En este sentido cabría apoyar la teoría de la culpabilidad colectiva: la posibilidad de conculcar los derechos está en relación directamente proporcional a la libertad con que tropieza. En la antigua Islandia, por ejemplo, hubiera sido imposible un ataque a la inviolabilidad y aun santidad del domicilio en las formas en que ocurrió, como mera medida administrativa, en el Berlín de 1933, en medio de una población de millones de almas. Merece ser citado, como excepción honrosa, el caso de un joven socialdemócrata que en el pasillo de su apartamento abatió a tiros a media docena de los denominados 'policías auxiliares'. Aquel hombre continuaba siendo partícipe de la libertad sustancial, de la antigua libertad germánica que sus adversarios ensalzaban en teoría. Naturalmente, el mencionado joven no habría aprendido eso en el programa de su partido. En todo caso no era de aquéllos de quienes dice Léon Bloy que salen corriendo en busca del abogado mientras su madre está siendo violada..En el supuesto de que hubiera sido posible contar en cada una de las calles de Berlín con uno de esos casos, con uno solo, de otra manera habrían ido las cosas. Los períodos prolongados de calma favorecen ciertas ilusiones ópticas. Una de ellas es la suposición de que la inviolabilidad del domicilio se funda en la Constitución, se encuentra asegurada por ella. En realidad la inviolabilidad del domicilio se basa en el padre de familia que aparece en la puerta de la casa acompañado de sus hijos y empuñando un hacha en la mano (...)".

Ernst Jünger, citado estupendamente por José Antonio Montano

El factor humano

Hay dos axiomas en una campaña electoral: explicar el programa es un coñazo salvo que uno prometa cosas muy concretas, como los dineros de Zapatero por hijo e IRPF, y la vida privada de un candidato es un poco la vida privada de sus votantes. Salvados, el programa de La Sexta, mostró hace una semana a Touriño y Feijóo en un cara a cara sin mirarse. A la pregunta de la mujer de su infancia, Touriño contestó Natalie Wood y Feijóo Carolina de Mónaco. Las respuestas definen un país. Natalie Wood es la asimilada de Centauros del desierto y la muchacha en flor del tiempo perdido y el resplandor en la hierba. Carolina de Mónaco es Grace Kelly, Philippe Junot y el Baile de la Rosa. Yo, y por mi boca habla el pueblo, estoy con la princesa. Esto es algo así como cuando a Zapatero y a Rajoy le preguntaron qué periódicos leían. «El País», dijo sin pensarlo Zapatero. «Marca», dijo Rajoy. España lee Marca, se pongan como se pongan los gafapasta de RockdeLuxe y los del estadio superior de Le Monde Diplomatique. Y el español quiso tirarse toda su vida a Carolina de Mónaco (epítome de sueca de Torremolinos enamorada de Stefano Casiraghi hasta el día en que le chimpó una ola) y ahora anda detrás de las bragas de su hija. El PP siempre ha entendido España mejor que nadie aunque al PSOE hay que reconocerle en su felipismo el viejo mérito de llevar allá donde ha podido el vicio patrio de meter la mano en la caja. La cosa es acercarse al pueblo, aunque sea tan cicateramente como para hablar de las virtudes del contrario: «A veces es una persona educada», dice Feijóo de Touriño. «Seguro que tiene algunas virtudes, pero las oculta muy bien», responde Touriño. En un cuestionario de Europa Press también habla Quintana. No se acuerda de la última vez que fue al cine. Se enamoró por primera vez a los 12 años. Y para perderse elige Portugal, que debe ser lo más exótico a donde puede llegar alguien que confesó hace cuatro años: «Hoxe si que fomos lonxe, até A Coruña». Los tres, en ese cuestionario, dicen no haber fumado nunca un porro: eran ellos. Touriño dice que la última vez que subió a un bus fue en Canarias, no aclara si para conducirlo. Si Feijóo no se dedicase a la política montaría un café en el que habría tertulias («La feminidad de las vacas, los estetas de San Petersburgo y otros diluvios cósmicos»). No se les habla de sexo, y es lástima: hace dos años le preguntó Diario de Pontevedra a un candidato a la Alcaldía de Sanxenxo por el mejor momento para hacerlo y contestó, impávido: «Cuando es consentido».

jueves, febrero 26

365 días para ser (¡aún!) más culto

Cuando se acercaba Sant Jordi Pasqual Maragall pedía a sus asesores, antes de zambullirse en las casetas de la Feria, que le apuntasen tres libros publicados ese año para sortear las preguntas de los periodistas. Es algo a lo que uno le ha dado siempre muchas vueltas, entre otras cosas porque Maragall es una persona muy leída. Claro que el poder, y el poder asesor también, sorprende con mezclas tan explosivas como ésas. La cuestión quizás no era tanto dárselas de leído, al fin y al cabo Maragall es de familia noble y su abuelo Joan uno de los grandes poetas catalanes de siempre, sino ofrecer una respuesta adecuada. Un hombre de partido no tiene vetada ninguna lectura, pero alguna está menos vetada que otra. Igual le daba a Maragall ese año por engancharse a una novela de César Vidal (si César Vidal leyese todo lo que escribe sería un hombre cultísimo) y dejar a medias un ensayito de Rubert de Ventós. Si cuenta eso en público echa el cierre la programación de TV3 y se disuelve el Barça, como poco. Maragall pidió tres lecturas recomendadas y convenientes, y se las dieron con un pequeño resumen, lo cual viene a sostener esa creencia mía de que el hombre culto se hace sin esfuerzo, otra cosa es ya atormentarse.

La cultura y su perverso poder de seducción. Recordé a Maragall y su estupenda anécdota porque ayer la prensa entró en los despachos de Feijóo y Touriño. Hay un interés periodístico en que la batalla sea entre dos, pero es un interés puramente logístico: las guerras se entienden entre uno y su contrario, y una doble página se divide mejor. Lo paradójico es que el tercero en discordia es precisamente el que más interés despierta. Feijóo no le quiere ir a a la zaga y ayer hizo un esfuerzo conmovedor. Abrió el despacho a los fotógrafos y éstos se encontraron en su mesa un libro: 365 días para ser más culto. «Un completísimo libro que aborda los campos del conocimiento más importantes del saber humano», se dice en la contraportada. «Los lunes: Historia. Los martes: Literatura. Los miércoles: Artes Plásticas. Los jueves: Ciencia. Los viernes: Música. Los sábados: Filosofía. Los domingos: Religión. Una lección al día. 365 lecciones al año». Saber que las vacas tienen todas nombre de mujer puede ser una tarea para los jueves y los sábados, dependiendo del humor del candidato y su áspera concepción de la vida. Pero lo que sí se estaba viendo venir es que el domingo a Núñez Feijóo no le va a quedar otra que encomendarse mucho a Dios.

miércoles, febrero 25

Una paliza para los restos

Al entrar en un centro de rehabilitación de Cee a Touriño le preguntó un joven por su equipo. «Yo soy del Madrid», contestó el candidato. Unos segundos después hacía desplomar el bipartito: «Pero cuando presenté mi candidatura, me pasé al Barça porque es mejor equipo». No sé si lo dijo con una sonrisa o con un corte de manga. Igual lo dijo al modo trascendental, como revelando la verdad inmutable y el eje epidural sobre el que va rolando su sosa, casi boba campaña. Pero la cuestión es que lo dijo y ni siquiera se quedó a rehabilitación. La vida está sujeta a cambios y algunos de ellos de la peor calaña, pero nada más contrario a la naturaleza que cambiar de equipo de fútbol. Se han conocido cambios de ideología y de sexo (muchos de éstos cuando ya era demasiado tarde), pero el transfuguismo en la cosa del fútbol ha sido siempre no traición mayor, sino palmario manifiesto de quien no sabe ni pretende. Que además Touriño lo haya justificado aludiendo al «mejor» pone el empeño en su soberano ejercicio del socialismo de la igualdad real y su firmeza, escandalosa, al timón.

En el PP estas cosas no pasan porque desde hace tiempo que Mariano Rajoy no pasea por la Alameda en pantalón corto de la mano de mamá. Entonces era un niño: tenía veintipocos. Los años le han ido dejando costuras de guerrero callejero y el lenguaje le está pillando un hervor interesante que habrá que tener en cuenta para el futuro, porque con alguien así en La Moncloa se va uno tan tranquilo para cama que si llaman a las seis de la mañana no se sabe si es el lechero o la mara salvatrucha. Dijo en Redondela, tierra de fama, que el PP le va a dar a PSOE y BNG "una paliza de la que se van a acordar el resto de sus días". No enseñó los anillazos gordos de oro por el qué dirán, pero el público sabía que los llevaba puestos y no era cosa ni de preguntarlo ni de acercarse.

Quintana también hizo campaña: en la Torre de Hércules. Un periódico digital que yo creía fundado por Ansón (los periódicos en general los funda Ansón, luego caminan por ahí como pollos sin cabeza) lo retrató con Jacinto Rey en el yate del empresario pontevedrés. La foto es un primor: sale el líder nacionalista como echado en cubierta empapado en dolce far niente. Claro que lo mismo es de 1997, pero quizás para eso el periódico es digital y para eso yo también había creído que lo fundó Anson. La cosa era dejar constancia de que el nacionalismo se sube a los yates de Sanxenxo, como si Jacinto Rey fuese del PP de toda la vida o Quintana, por ser quien es, tuviera que relajarse en patera.

martes, febrero 24

Nadie sabe lo buenos que somos

Cuando Aznar, hizo fama una autocrítica muy peculiar entre los periodistas adictos y los gerifaltes que pisaran años antes las piedras del Escorial. «No supimos vender nuestro éxito», musitaban por los rincones, guiñándose entre ellos el ojo y partiéndose las costillas a codazos: «Qué autocríticos somos». Probablemente la fórmula sea más antigua pero en aquellos exangües tiempos arrasó. El Gobierno Aznar bajaba la cabeza y se fustigaba la espalda con las correas prestadas por algún legionario de Cristo diciendo que no habían sabido vender su éxito, que es como si uno les cuenta a ustedes que escribe grandiosamente pero que no se lo acaba de contar muy bien al pueblo, y entonces hay gente que no se entera de nada.

Años después, en las últimas municipales, este periodista entrevistó a Miguel Anxo Fernández Lores. En un aparte, ya fuera de plano, Lores bajó la voz e hizo una feroz autocrítica: «Aquí moita xente parece que non sabe todo o que fixemos nós nestes anos. Hai xente que agora ten vinte anos e que tiña doce cando nós chegamos. O que nos falta é explicar ben como estaba Pontevedra e como está agora, e todo o que fixemos pola cidade». El argumento tenía defensa porque el BNG a Pontevedra le dio la vuelta como a un calcetín y la convirtió en otra cosa. Que eso pasase inadvertido para los ciudadanos hubiera sido válido si cuatro años antes el BNG no lograse, por primera vez en la historia, la victoria ante el PP. O sea que Pontevedra sabía muy bien lo que el BNG había hecho por ella. Pero ahora las encuestas dejaban maltrechos a los nacionalistas, y la culpa ya era de la poca propaganda o de los niños, que habían crecido sin perspicacia.

Ayer fue el día elegido por Touriño para hacer autocrítica. Las encuestas dejan como estaba al PSOE y algunas incluso ponen en el alambre la mayoría con el BNG. Pudo haber hablado Touriño de muchas cosas. Pero dijo que se hizo mucha política ilustrada y no se estuvo demasiado en la calle. «Tal vez la gestión nos absorbió demasiado», comentó. «Los grandes cambios y transformaciones necesitan un periodo de asimilación para la sociedad y hay que trabajar para explicar el cambio histórico realizado», dijo. «Pudimos debatir con más sectores, hacer más trabajo de explicación», aseguró. Cuando el poder hace este tipo de autocrítica dirigida a su poca expansión teórica, y es una autocrítica que viene haciendo además con cierta generosidad, lo que realmente quiere decir es algo muy sencillo: «La gente es gilipollas».

lunes, febrero 23

Naufraxio

Wallace H. Hartley, Roger Bricoux, Fred Clarke, P.C. Taylor, G. Krins, Theodore Brailey, Jock Hume e J.W. Woodward formaron a orquestra do Titanic. Na noite do 14 de abril de 1912, co barco indo cara a morte, puxéronse no salón da primeira clase para que os pasaxeiros non perdesen a calma. Cando a traxedia xa non tiña volta atrás, entre as carreiras duns e doutros, cos botes cheos de xente na procura da resurrección, os músicos puxéronse na popa e seguiron interpretando as súas pezas no medio daquel baile de terror. Tocaron ata morrer: ninguén deles sobreviviu. Testemuñas dixeron que a última peza foi unha traducida como Máis preto, Deus, de ti. Hoxe en día fálase de actuar como a orquestra o Titanic a quen mira a outro lado ou segue a súa vida como se nada pasase cando algo de ti se derruba. Pero o Titanic non tiña salvación e a música da súa orquestra representaba o último deber feito e unha certa diabólica expresión de beleza, como pecharlle os ollos a un morto. Chega un momento do naufraxio no que o home debe asumir con dignidade o seu destino e marchar coa grandeza das insólitas ocasións. Como aquel de Absalón, Absalón!: "Vai ser quizais que nos mataron; pero aínda non acabaron connosco, va que non?".

sábado, febrero 21

Las siete ubres gallegas

Es lugar común que Miguel Anxo Fernández Lores es el único alcalde nacionalista de la siete urbes gallegas. Todavía nadie que se sepa ha cometido esa errata maravillosa de las siete ubres cuando el destino lo está poniendo tan fácil. Hay erratas que deberían estar exigidas por ley. Una vez alguien, a propósito de aquel conselleiro de Sanidade, tituló: «El Cochón se reúne hoy en Pontevedra». El periódico sin erratas es como un animal dormido.

Lores está haciendo la campaña sobre un bastón y ayer, en Marín, apareció Méndez Ferrín, que se deja las lesiones en casa. Ferrín es candidato a la Presidencia de la Xunta y al Nobel de Literatura. A la primera se postula y al segundo anda sonando. Hace poco recibió el homenaje unánime de la cultura gallega y ayer recibió el calor de 50 compañeros del Frente Popular Galego. Las proporciones se lo ponen fácil a Ferrín, que no desiste y a ratos hasta se entrega. Dijo varias cosas, entre ellas por qué los marineros embarcados y los emigrantes gallegos que se ganan la vida en el País Vasco y Cataluña no pueden votar, y sí los tataranietos cubanos o hasta «Facundo IV de Venezuela». Pidió entonces, porque el razonamiento se lo pedía a gritos, que votase Fidel Castro, ilustre vecino de Láncara. Pero Ferrín sabe tan bien como yo que de votar Fidel votaría a Fraga, y Fraga aún es viejo para presentarse.

Hace años, en un mitin, José Crespo anunció un censo de vacas en Lalín. El compromiso del PP con las vacas es ilusionante. En las últimas elecciones generales Alberto Núñez Feijóo lanzó un mensaje apocalíptico: «La vaca es un animal interesante». La frase inauguró un tiempo. Ayer Feijóo, consciente de la gravedad del destino, dio un paso más allá. En la visita a una explotación ganadera de Rois le preguntó al dueño de la granja por qué todas las vacas tenían nombre de mujer. No era un chiste. Era una duda alimentada con el paso de los años que probablemente no le dejó dormir durante noches y decidió desempolvarla allí, en el campo, a tumba abierta. El ganadero fue implacable: «Non lles vou chamar Xulián». Feijóo siempre ha presumido de estar arraigado al rural y públicamente ha dicho que su primer amor era una niña lechera con la que recorría la aldea para hacer el reparto. En su momento dijo uno que ya sabíamos que cuando la gente corría delante de las lecheras Feijóo coría detrás, pero una vez visto el panorama vaya usted a saber si la leche la ordeñaba de las ubres del buey o la lechera directamente se llamaba Xulián.

jueves, febrero 19

Los mal vestidos

En Allariz gestó Quintana su leyenda magnífica de alcalde. Es sabido, porque lo contó, que nada más ganar subió con sus concejales a un monte cercano y les señaló la Tierra Prometida y todo lo que habían de hacer para cambiarla. La foto tuvo que ser extraordinaria, pero nadie la tomó. Esa concepción apostólica de la política le dio a Quintana crédito en el BNG, no en vano era el único hueso que mordisqueaban, y levantó a Beiras del piano blanco con el que posaba el día de reflexión en Brión infladas las cortinas por el viento. Allariz es desde entonces la reserva moral de la izquierda nacionalista, la Moncada pero triunfante de la Revolución.

En Allariz estuvo estos días José Luis Baltar, el hombre que en las romerías de Fraga tocaba el trombón. De Baltar no hay una sola campaña en las que uno no cuente cómo pateaba por las aldeas agitando un recorte del periódico que le acusaba de haber enchufado en su Deputación a un millón de personas, y gritaba: «Mirade como eu me preocupo polos meus!». En su acto electoral aún superó aquella estratosférica leyenda. Aprovechó Allariz para lanzar el mensaje electoral del día: los nacionalistas son «vendidos, sectarios, jíbaros, caciques y mal vestidos». Baltar es uno de esos políticos a los que, como Fraga, el periodismo echará de menos. De hecho, al periodismo no lo matará internet, como se insinúa, sino la caída de sus fetiches.

El textil del nacionalismo no gusta a Baltar, que no tiene templado el discurso. Hace muchos años, tantos como nueve, Francisco Cacharro le concedió a este periodista una entrevista para El Progreso. Fue por telefonillo desde su piso de veraneo en A Toxa. Entrevista seria, quiere decirse, sobre un tema de actualidad, no como las que se suelen hacer por telefonillo en los programas del corazón del tipo «¿pero sales con él sí o no?». No: allí estábamos Cacharro y yo hablando de la batalla de poder en el PP en Lugo. Alguien pasó por allí, escuchó un minuto el discurso y me dijo: «¿Prefiere que le abra yo?».

A Rajoy podrían darle ellos mucha grima y lo que se quiera, que por algo pasó un congreso del PP en el gallinero, pero esas historias es conveniente recordarlas porque de eso vamos viviendo los periodistas. Hoy pocos llaman «jíbaros y mal vestidos» a nadie y si le vas con la grabadora a alguien que está de veraneo lo mismo te ponen un té y unas pastas y sacan a la mujer al balcón para que no moleste. No tanto por cortesía como por pudor, que es el material del que se está haciendo, será por moda, la política.

miércoles, febrero 18

La campaña entrevistada

Hay que prestar atención a la extraña metodología de los paseos electorales (el contacto con el ciudadano, los problemas reales de la gente, la fiesta de la democracia, el ‘fraguiano’ y nunca bien ponderado puerta a puerta que con tanto éxtasis defendió el sábado Iria Aboi, en plan Don Manuela) para comprender la rugosidad del alma de la democracia callejera.

Sobre la democracia, muy lejos de Galicia, casi tan lejos como Cuba, habló ayer Cayo Lara en El País. Izquierda Unida es hoy en Galicia un tentempié. Bien mirado, es algo escandaloso, pero ya hay poco que hacerle. Lara hace campaña a su modo defendiendo la dictadura cubana, aunque la palabra no la dijo por pudor. El entrevistador no se anduvo por las ramas y le preguntó si el progreso en Cuba pasaba por elecciones. La respuesta de Cayo Lara fue espectacular: «Ellos tienen elecciones, sólo que con partido único». Yo estas cosas las despacho plagiando a un amigo: llevo asediando esa frase desde todos los ángulos posibles y mi conclusión es que sólo la ha podido decir un tonto perfecto.

Hay quien prefiere hacer campaña así y hay quien decide, de pronto, bajarse del coche oficial y ponerse a andar. Así Touriño, que tuvo ayer de rodillas a la prensa en la Herrería. No hay metáfora: tantos éramos allí que algunos, los de delante, optaron por la genuflexión. Hablando de la genuflexión y sin que venga mucho a cuento, en una entrevista al doctor Pedro Guillén en las páginas de Marca del domingo se declaró experto de la ‘genufonía’, algo así como cuando la rodilla te habla. No hablaron las rodillas en la comitiva socialista, pero uno está a todo y detectó candela: «Está muy bien, Caride, muy bien». También sus rodillas, o sea.

Guapos en realidad venimos siendo todos. Xulio Barreiro, por ejemplo, del BNG de Poio, contó en una entrevista al Diario su éxito: «Podo pasar un día enteiro sen comer e sen pensar na comida». Uno puede pasarse un día entero sin comer por muchas razones, pero ya no pensar en la comida es vicio. Y tampoco es que Barreiro tenga una cara afilada y una tableta por ahí abajo, o no parece, vamos, que tampoco es que tenga uno mucho interés en saberlo.

La última la dijo Fraga ayer en otra entrevista, ésta en El País. Dos momentos sublimes: «La política es complicada aunque a mí no me asusta, mientras seamos los más serios quienes digamos la última palabra» y sobre Pablo Crespo, el ex número tres detenido en el ‘cocidogate’ madrileño: «Tuvo más relación con el señor Cuiña, que en paz descanse». Cuando se pone torero Fraga es invencible.

martes, febrero 17

Tipos con enjundia

En extraño efecto, Quintana ganó un saco de titulares con sus alusiones a los after hours. No hay que dejar pasar la cita porque tiene su enjundia: Quintana, en general, es un tipo con enjundia. Fue el sábado en Pontevedra, en la papadela de Batacos. Se nota, por cierto, que hay crisis: hace dos años en esa comida el BNG juntó a 300 personas (lo que viene siendo una boda) y ahora tuvo allí a 900 en la mesa. Aquello no era el comedor de San Francisco, pero había gusa. Quintana se vio entre chavales y dijo que el sábado 28 había que salir «de carallada» si era menester, pero que el after tenía que ser en las urnas. Los bravos tentáculos de la política pillan lo que ven y huelen el negocio. Pronto en los afters quedarán solo los secretas de la Policía y los secretas del Partido, en apogeo del proselitismo y la delación: será un espectáculo conmovedor.

Ayer vino Zapatero a Coruña. Sus visitas al norte son distintas desde que Vázquez pasea endomingado por el Vaticano. Católico hasta catolicón, y hombre sin tacha y complejos en cuestiones tan poéticas como la patria y su defensa, a Vázquez le buscó Zapatero un juguete en Roma y allá fue el eterno alcalde sin chistar. Hubo sensacional baño de masas para El Presidente y O Presidente, y anduvieron los dos echando sonrisas. A Zapatero, que tiene a sus asesores más conspicuos preocupados por su cabellera (no hubo en democracia moderna un presidente del Gobierno calvo, y no lo va a haber en la Historia, no me pregunten por qué), le están saliendo unas canas divertidísimas desde que el país entró en recesión. Bien cierto es que el poder desgasta y envejece, pero a Zapatero esta legislatura lo va a dejar sentado en un tresillo con pantuflas de cuadros escoceses y una manta sobre las rodillas, rodeado de nietos o de gatos, que cada cual tiene derecho a elegir su último esplendor en la hierba.

Hizo ayer buen tiempo, era domingo y los candidatos vinieron a Sanxenxo a dar mítines. Estuvo Táboas y también Feijóo, sin mezclarse. Si coincidieron paseando por Silgar a la hora del vermú se desconoce. Ustedes saben que Sanxenxo se pone muy bonita los domingos de invierno cuando sale el sol y se llena de carritos de bebé y de parejas apasteladas y alguien, en algún momento, come un gofre. Sabina cantaba por cosas así «yo no quiero un domingo por la tarde» y Vallejo fue más allá: «Hoy es domingo y esto tiene muchos siglos». Se conoce que andaban de buen humor. Lástima que no escribiesen discursos.

A estación violenta (IV)

"Hai xa tempo que un xornalista chamado Manuel Jabois pasa por esta casa. Pouco sei del. Ademais de que el mesmo ten un blog, e de que por un par de fotografías apostaría a que está supercachondo, pouco máis. Pero collinlle bastante cariño. Por iso cando aí atrás atopei un libro publicado por el nunha editorial das pléades, animeime a compralo. Malia o cachondo que está e o cariño que lle teño, non podo dicir que A estación violenta me gustase moito (...)"

Cesare, sobre A estación violenta

lunes, febrero 16

El curioso caso de Fraga Iribarne

En el mitin del PP de ayer sucedió algo tremendo. Salió Manuel Fraga al escenario acompañado por Alfonso Rueda y Telmo Martín, y lo dejaron allí solo con el bastón. La cámara lo enfocó implacable: hay edades a las que la cámara sólo enfoca implacable. Mi amigo Manuel Fernández Valdés tiene una colección de fotografías aquí en las que exhibe a un Fraga en campaña que recogen el espíritu totémico del líder y su impúdico estertor. Allí estaba Fraga Iribarne, entonces, y allí estaba yo observándolo con un punto de pasión. Fue curioso, pero en los primeros planos no me pareció ver al Fraga cansado y doliente de otras apariciones, sino a alguien que había experimentado una muy sutil mejoría. No una mejoría de salud, sino algo más lejano: algo físico. Fraga era como una semana o dos más joven. Casi imperceptiblemente joven.

Tuve que salir un momento de la plaza de toros a tomar el aire. No me lo podía quitar de la cabeza. Cuando volví al mitin ya no hablaba él, pero me detuve a mirarlo porque además lo tenía prácticamente enfrente. Hablaba con una mujer, se reía y jugueteaba con el bastón, como diciendo: «Lo llevo por vicio».

La pregunta resultó ya inaplazable. ¿Es Manuel Fraga Benjamin Button? ¿Viene Manuel Fraga para atrás? Cuando la oposición se burlaba de él por las fotos de sus carteles electorales y él se reía, ¿estaba pensando lo que estoy pensando yo ahora? La cuestión es fascinante porque además cualquier gallego tiene a Fraga tan incrustado en su vida y tan presente en su memoria que se vería hasta con cierta lógica que ahora regrese, vuelva en el sentido estricto, en el sentido severo de la palabra.

En el mitin estuvo bien: habló un fragués estupendo y no se le entendió una palabra. Luego fue a recogerse entre los suyos en la primera fila. No le quité ojo. Fue una inspección científica en toda regla. Hace una semana lo entrevistó mi amigo Nacho Mirás y le dijo que dar rugidos no resuelve nada, afirmación comprensible en un cazador. En algún momento entrecerró los ojos y pareció dormitar unos segundos, siguiendo el modelo microsiesta que fundaron él y Pujol para desahuciar a sus herederos. Los abrió de repente, y fijó su mirada en mí. Había rejuvenecido dos horas más. Paseó luego la mirada por toda la plaza, puso una mano sobre la otra en el bastón en gesto característico, y se medio sonrió como pensando: «Os vais a cagar».

Políticos y periodistas

Una cosa que hacen mucho los políticos estos días de sangre y fuego es agarrar a los periodistas por el brazo y llevarlos a un aparte a preguntar «vosotros cómo lo veis». Tanta autoridad se nos concede que dan ganas de decir: «Lo tenéis chungo de carallo». Pero suelen ser confidencias en papadelas, así que se les responde con la boca llena que de mayoría absoluta para arriba y «mismo dictadura», antes de chupar con violencia la cabeza de una gamba.

Históricamente unas elecciones exageran el contacto entre políticos y periodistas, y a veces la relación es tan severa que al acabar suele haber desembarco en gabinetes. La política es una profesión de riesgo y el periodismo el oficio más antiguo del mundo: la relación es explosiva. Uno de los momentos de mayor placer del periodista es observar a su entrevistado quitarse la chaqueta, subirse las mangas de la camisa y encender un cigarro. La comodidad es un lujo en la entrevista porque el candidato se relaja y llega el abrevadero de los titulares. Es tal el placer de ambos, entrevistador y entrevistado, que nadie repara en que el jefe de prensa ha apagado la grabadora hace cinco minutos, y que el cigarro que allí se fuma es sólo el cigarrito del después.

Uno podría haber reunido material para publicar dos libros pero tuvo el suficiente valor de no anotar nada y dejar morir las anécdotas en el olvido, que es lo único que hoy en día te asegura un futuro. Hay desde quien invitó a tomar una copa en el coche oficial a un club de carretera hasta quien ofreció las llaves de un apartamento para uso indiscriminado. Es campechanía que uno ve bien, porque allá cada cual con sus vicios y el periodista escribe pero no juzga, que para juzgar hay que sacar unas oposiciones gordas. Mejor eso que recibir una llamada para aconsejarte que titules por aquí o por allá, y que después de tomar nota por estricta cortesía te pregunte: «¿Lo has puesto ya sobre la maqueta? ¿Te cabe en la caja?».

Uno siempre dice para sus adentros: «En la caja cabría mejor otra cosa». Con lo que uno dice para sus adentros también se podrían escribir dos libros, pero entonces habría que dedicarse full time o non stop. Unas amigas mías, cuando están fluorescentes, dicen mucho eso de «hoy estoy de zorra non stop», y he pensado en ponerle ese título a la sección, pero me parece más sugerente el de «por la espalda», porque se trata de escribir por detrás lo que uno nunca diría de cara.

domingo, febrero 15

Media verónica

"(...) Núñez Feijóo está en su hora decisiva, y apenas se le nota. Sonríe a la cámara y una mujer ha creado un blog en el que le dice que le ama. Otros con eso ya estaríamos retirados de la vida pública, pero el candidato quiere fiesta. Hace cuatro años quiso conquistar el voto joven con una medida sorprendente: invitar a una copa a la chavalada. Esta vez evita los excesos y anda prudente y confiado, aunque en la Comunidad de Madrid le están diseñando una campaña preciosa. La gente ya le llama Alberto, que no tiene el mismo efecto que Felipe, pero ya es un inicio. Pontevedra le dio ayer lustre para un mes, porque la gente iba y venía por los pasillos de la plaza tratando de ponerse de puntillas para cheirar algo de lo que se cocía, tanto era el abarrote. Le pidieron que botase, y botó. Le echaron besos por el aire, y los devolvió. Dijo estar agradecido, a la ‘rosendiana’ manera, y Rajoy lo presentó como el futuro presidente de la Xunta de Galicia, pero bien es verdad que Rajoy presenta siempre así a la gente".

La otra mirada del mitin del PP en Pontevedra, aquí entera.

Lusco

La Feira Franca la terminé en el Lusco a una hora infame hablando con Jürgen, un clásico. Jürgen fue el espíritu del Camawey, aquella orquesta de malditos que también cerraron. Le declaré mi admiración, porque yo del Camawey salí históricamente muy bien acompañado y porque aquel local reunía lo que yo exijo de la vida: un punto de lujuriosa sordidez y unas compañías malísimas que destruyan, con un cariño implacable, mi salud. Cuando cerró el Camawey se clausuró también un tiempo. Sucedió en Portonovo con el Woodstock cuando cambió de sitio: se desplaza el local y su música y su gente, pero allí sigue toda aquella ceniza distinguida del tiempo vivido y contado. En el siglo XIX había un cementerio en la calle Sagasta, y esas cosas uno las nota. El Camawey fue en cierto modo una obra de arte, y el Lusco es en cierto modo otra. Son sitios desclasados, fuera de catálogo, en los que no hay tibiezas. Son, resumiendo, sitios bastante divertidos en los que suelen pasar cosas. Que se cierre porque allí se consumen drogas me recuerda al capitán Renault de Casablanca cerrando el bar de Rick: «¡Qué escándalo, qué escándalo! He descubierto que aquí se juega». «Sois viejos», dijo Jürgen. Y recordé los bares que se han ido quedando atrás en los últimos quince años, y que aún hay gente que habla del Stop, y pensé: «Viejos no sé, pero somos unos borrachos del carallo».

viernes, febrero 13

Barack Quintana

Barack Quintana, titula sen exceso A Nosa Terra. Houbo non hai moito un Barack Guardiola e cen mil Baracks máis. E moito antes, case na prehistoria, un Barack Obama. Os políticos, coma os futbolistas, nacen en comparanza. A prensa non busca o novo Maradona senón o novo Messi. E repasa os candidatos ao seguinte Barack cando non leva un mes no cargo. Todo é moi vello. Se o de Quintana sorprende é polos termos cos que o levan da man á White House: “Pode un enfermeiro, ex alcalde dunha vila de seis mil habitantes, que fala galego habitualmente, chegar a ser presidente de Galiza?”. O vicio é tanto que se lle perde o punto á realidade. A pregunta tería sido outra: “Pode un ex ministro de Franco, colaborador activo dunha ditadura militar, que perseguiu o galego habitualmente, chegar a ser presidente de Galiza?”. Yes, we can e dezaseis anos. Que chegase Fraga podería ser intrepretado como se Obama gaña unhas eleccións no estado de Alabama no século XIX, mais nunca foi nada extraordinario e deuse por lóxico. Este país está afeito a escándalos. Se Quintana gaña en Galicia non será superando esa barreira histórica tan singular de que fale galego habitualmente ou veña de ser alcalde de nada. Peor o tería se fose negro, non teñan medo.

miércoles, febrero 11

El idioma bilingüe

(...) «Somos las personas las que tenemos derechos, y no las lenguas», señaló la presidenta de Galicia Bilingüe, Gloria Lago. «Queremos ser libres para elegir nuestro modelo de convivencia, porque sobre a base da imposición non se pode construir unha sociedade libre», dijo en gallego (...)

El Mundo, bilingüismo extremo

martes, febrero 10

No va a haber farolas para todos

La crisis lo que está dejando, principalmente, son pobres. Se está hablando mucho de la travesura de los «cuatro judíos de Wall Street» y muy poquito de los pobres y su impacto en el paisaje. En silencio, con mucha discreción, nos estamos haciendo todos un poco pordioseros. Algunos por moda, otros por placer y la mayoría por instinto. Si hay orden es porque el paro aún permite la chiquita. Pero se mire hacia donde se mire hay pobres ya en ejercicio y otros en proyecto, algunos de calado. Ahora mismo, en este minuto en el que usted está leyendo (un gran minuto, no lo dude), su empresa está conspirando para despedirle. No se amargue y beba de un trago lo que tenga delante. Piense que la próxima semana aquí también puede estar escribiendo otro y el minuto no ser lo mismo. Que un parado es mucho parado, pero cuatro millones ya es cachondeo: uno más y pueden manifestarse en Madrid a favor de la familia. Y sobre todo tenga en cuenta que no se ha tocado fondo y que la caída es libre. Yo llevo toda la semana haciendo recuento y no va a haber farolas para todos. A ver si los más bajitos pueden aprovechar las ramas de algunos árboles de Campolongo o hace el alcalde un bando o algo.

lunes, febrero 9

A estación violenta (III)

(...) Hasta donde llevo leído, los personajes de A estación violenta parecen atrapados en cierto romanticismo, un peligroso 'romanticismo de sí mismos' del que no quieren salir: la épica del perdedor. Es la historia de unos jóvenes que se desencantan pronto de la vida. Me los imagino como un grupo de niños bien que hacen juergas en chalés con piscina y beben y se drogan, tipo Historias del Kronen pero de la Caeira (o eso me parece a mí, no sé), envueltos en una especie de “malditismo pijo” (expresión que, creo recordar, utilizó el propio Jabois en un post sobre los Panero); después algunos salen mal parados y otros se hacen mayores pero no quieren ser mayores, como Peter Pan pero con whisky. Y los vemos siempre desde después, desde el futuro que proyecta implacable su tristeza sobre el paraíso perdido: quizás por eso parece a veces que se toman demasiado en serio a sí mismos y se ponen fúnebres y sentenciosos y están de vuelta de todo. Supongo que, en un momento dado, todos los jóvenes postadolescentes (¿a los veintipocos?) nos creemos especiales, únicos, queremos autoafirmarnos como “generación” y buscamos diferenciarnos de los otros, etiquetarnos, analizarnos, y nos sale indefectiblemente un “nosotros” demasiado petulante, que se da importancia. Pronto nos daremos cuenta de que ese “nosotros” también era un espejismo (no sólo lo eran nuestros sueños), el mismo espejismo exactamente de los que ya fueron y de los que vendrán (...)

Conde-Duque, escribiendo y cómo de A estación violenta

sábado, febrero 7

A un lado

"(...) Alguna vez me contaron en la casa familiar, en Sevilla, cómo durante la fiesta que siguió a mi bautizo, al arrojar mi padre desde un balcón al patio lo que allí llamaban 'pelón', mis primos y primas, que eran numerosos, se arrojaron sobre el montón de monedas, mientras mi hermana Ana, segunda hermana mía, se quedaba en un rincón, mirando el espectáculo y sin participar en él. Al preguntarle alguno por qué no entraba ella también en la refriega, respondió: 'Estoy esperando a que acaben'. En su respuesta veo no tanto la tontería inocente como la muestra de cierta cualidad insobornable, rasgo característico del temperamento familiar, que también existe en mí. Así, frente a la turbamulta que se precipita a recoger los dones del mundo, ventajas, fortuna, posición, me quedé siempre a un lado, no para esperar, como decía mi hermana, a que acabaran, porque sé que nunca acaban o, si acaban, que nada dejan, sino por respeto a la dignidad del hombre y por necesidad de mantenerla".

Historial de un libro, Luis Cernuda

viernes, febrero 6

Cuando fuimos los mejores

Mucha gente aún no lo sabe, pero en mi casa tengo el galardón al mejor empresario de locales de alterne de España. Y durante años, en aquel ático mío que era en sí mismo el submundo del submundo, y por el que pasaron y durmieron los seres más fabulosos que uno ha visto y verá, como un tipo en búsqueda y captura que salió a la carrera a coger un avión y dejó olvidadas en el sofá dos pelanduscas que me costó una semana entera ponerlas en la calle, ese trofeo lució tremendo en un lugar bien visible.

La historia es muy larga y empieza con un encargo: el que me dio mi periódico para ir, hace ocho años, a O Barco de Valdeorras a cubrir la gala de todos los grandes potentados del mundo del puticlú en España. Teníamos cena y cama pagada, y allí nos encontramos con la puesta en escena habitual. Todo el mundo ha ido alguna vez a una gala de empresarios de locales de alterne. Mesas redondas en un salón, tipos gordos fumando muchos puros y viejas estiradas vestidas discretamente, como si el negocio no fuera con ellas.

Lo que sucedió después fue escandaloso. Se nos presentó en la mesa como dueños de algún lupanar gallego y ni siquiera hicimos el esfuerzo de desmentirlo. Se nos hizo rápido el vacío. Teníamos 22 años y a esa edad aquellos prohombres aún dejaban los billetes sobre la mesilla. Nosotros éramos el Larry Page y Sergey Brin del puticlú, y a las promesas no se les perdona el éxito. En aquella situación sólo quedaba una salida digna: agarrar cada uno una botella y vaciarla lo antes posible.

Una ‘madame’ de un prostíbulo de mucha candela en Ibiza, animada por no se sabe qué, comenzó a darnos charla. Era como una Gunilla pasada por la termomix. «Mis chicas», decía con el pitillo colgado de los labios, «saben idiomas». «Las nuestras», dijimos, «tienen en su cuarto una báscula sobre una trampilla, y las que pasen de sesenta caen al foso». Ya íbamos curdas cuando una mujer en tanga salió a bailar, recorrió las mesas y me cogió de la mano para subirme al escenario a fingir guarradas. Aún escucho el eco ridículo de los aplausos.

Luego se entregó el premio al mejor empresario del año, que recogió un valenciano muy elegante. Y empezó la fiesta. Un señor bigotón y regordete, de unos cincuenta años, dejaba caer cocaína en una uña larga que tenía y picoteaba directamente, como un jilguero: cuando le dio la neura, juntó a algunos amigotes y decidió que la barra era un escenario fabuloso para hacer allí sus cosas. Otros bailaban y los más bebíamos. Hubo momentos en los que nuestro club tenía sesenta mujeres y otros, si no encontrábamos el whisky, en que sólo trabajaban familiares. Cansados, recogimos el trofeo, tirado en un rincón de la fiesta como ese Goya que robó un crítico de cine, y nos fuimos de allí con la fiesta a otro lado. De mañana, al llegar al hotel, encontramos a chicas corriendo por los pasillos y Esteso en calcetines y abanderado detrás, gozoso y feliz. Qué mundo.

jueves, febrero 5

El fantástico gobierno de Le Laboratoire


A Xurxo Durán Sineiro (en la imagen, subido en el 'rickshaw' de Damiá) su casa le costó 14 euros y está al pie del río en Rennes, capital de la Bretaña francesa. La construyó él mismo y, como él, muchos de sus compañeros, hasta sesenta, que forman una revolucionaria comunidad artística llamada Le Laboratoire.

Durán es un artista formado en las universidades de Salamanca y Politécnica de Valencia que llegó a Rennes gracias a una beca Erasmus. Allí se encontró con Le Laboratoire, un sistema social erigido sobre una plural idea de arte donde conviven pintores, escultores, artesanos, actores, bailarines, herreros, músicos o técnicos. Naves abandonadas sirven para estudios, talleres de madera, bicicletas o pintura, y allí aparcan camiones y caravanas junto a casas hechas con materiales reciclados. Un prodigio que se sostiene generando ellos mismos sus propios recursos para vivir del arte individual o colectivo.

«Recuperamos la comida de los supermercados. En las basuras de los grandes centros comerciales, por las noches, es increíble lo que se encuentra. Podemos recuperar hasta tres o cuatro contenedores enteros llenos de comida seleccionada: pescado, carne... Es increíble y a veces hasta se te cae la cara de vergüenza de todo lo que aparece allí. Con eso comemos sesenta personas. Cuando Carrefour compró Champions, con una visita a la semana nos llegaba perfectamente. Ahora con la crisis hay que ir tres o cuatro veces, o visitar algunos centros más pequeños».

En Le Laboratoire se suceden historias asombrosas protagonizadas por gente de talento con convicciones profundas. Damià, por ejemplo, es un profesional de las bicicletas que se dedica a arreglarlas. Es el taxista de la comunidad, y su taxi es un ‘rickshaw’, el cochecito tirado por un hombre tan popular en la India. Su sueño es llegar desde Rennes hasta el país asiático en su peculiar taxi y allí donarlo a un indio (...)

El reportaje, aquí completo

Demo

Deus é bo pero o demo non é malo. Vén de coller o refrán Kiko da Silva, director de Retranca, para ilustrar á empresa de autobuses que desbotou unha campaña de publicidade da publicación da revista. A mensaxe de Retranca era contrarrevolucionaria: “Probablemente os deuses non existan, pero a cultura galega si. Por que non falamos das cousas que existen?”. Nun país no que se teñen censado xentes que xa non viven empadroadas en concellos imposibles é moito pedir, pero alá Retranca. De tres meses de publicidade que contratou a revista, Vitrasa entendeu que con seis horas chegaba, pero onte houbo acordo e seguirá a campaña, cambiando ‘deuses’ por 'Zeus', máis olímpico. Tamén é certo que en menos de seis horas dálle tempo a calquera a probar a existencia de varios deuses e a invisibilidade, case chanante, da cultura galega. Mais sorprendeu a primeira reacción da empresa de autocares, que veu dicir que non quería problemas na terra nin no ceo. Sorprende porque das cousas máis tremendas que a un lle quedaron das misas que papou de neno é que aos tibios “Dios lo arroja por su boca”. Se iso fai Deus, que é bo, qué non fará o demo, que non é malo.

miércoles, febrero 4

Martin Pawley

(...) En que proporción necesita o cine feito en Galicia dos medios, e en que proporción necesita tamén das subvencións?
O labor dos medios de comunicación é esencial á hora de promocionar a produción cultural dun país, aquí e en todas partes. Agora ben, xa sabemos que a cultura é sempre a primeira damnificada na distribución de tempo e espacio nos medios; se un día hai moitas esquelas, o que se elimina é a páxina de cultura, non unha de deportes ou política, poñamos por caso. Dentro dese contexto xeral a situación da cultura galega nos medios é aínda peor: a súa presenza é case testemuñal, deixáselle un oco para manter as formas mais faise con pouca convición e nin sequera quedan cubertas unhas mínimas necesidades informativas. Iso é algo que debería cambiar radicalmente. A xente sempre desconfía das subvencións mais o caso é que son necesarias e útiles. As axudas deben existir para favorecer a aparición de novas obras. Nos últimos anos a aposta da Consellería de Cultura e da Axencia Audiovisual Galega permitiu o nacemento dunha morea de producións audiovisuais e grazas a iso medrou espectacularmente a 'cinediversidade' do país. Algúns traballos que hoxe existen e dos que nos podemos sentir francamente orgullosos serían impensábeis hai apenas cinco anos. O reparto é agora máis variado e transparente; algo se avanzou, mais queda aínda moito por facer.
Ten declarado, se non erro, que non ten crìticos de referencia. Garda algunha opinión da crítica española? E da crítica galega?
Si, é certo que non teño ningún crítico en concreto como referente. Sigo e leo a moitos e moi variados críticos, aos de 'Cahiers...' e aos dos medios xeralistas, e como é lóxico uns parécenme máis valiosos que outros. Tamén hai que entender a cada un no seu contexto, coas súas virtudes e as súas limitacións. Nese sentido interésame igual de pouco o que opine Carlos Boyero sobre Abbas Kiarostami que o que escriba Carlos F. Heredero de Manuel Gutiérrez Aragón, o cal non quita que sinta curiosidade polo que digan calquera deles sobre outros cineastas. O bo xustamente é ler moito para entender as claves que rexen a cada un deles. Non hai moitos galegos a falaren sobre cinema, e os que hai non sempre dispoñen dos espacios e as plataformas axeitadas. Algúns dos textos de 'Cahiers' que considero máis valiosos están asinados por Jaime Pena. Grial Parga escribe cousas moi asisadas en El Progreso, e Ángel Santos en Miradas de cine ou José Manuel Sande na Revista AG, aínda que todos eles son amigos así que para saber o que opinan de certas películas non necesito agardar a ler os seus artigos.
Só falta tempo para que xente como Oliver Laxe o Angel Santos, a quen vostede ten eloxiado, cheguen arriba e convírtanse en cineastas de referencia?
Aínda que Oliver e Ángel non fixeran ningún outro filme o que levan dirixido xa chega para recoñecerlles un enorme talento, nomeadamente os seus dous últimos traballos, 'París #1' e 'O cazador', dúas curtas excepcionais que conectan co mellor cinema que se fai hoxe no mundo. Ángel Santos e Oliver Laxe teñen a aptitude e a actitude idóneas para facer películas que poidan ser aplaudidas fóra. Teño absoluta confianza no seu bo oficio e na súa creatividade e non digo isto motivado polo afecto, pois antes de seren amigos meus xa os admiraba como cineastas. Pasoume o mesmo con Marcos S. Calveiro nun ámbito distinto, o da literatura: eu fun o primeiro en eloxiar a súa mestría en público e a estas alturas é evidente que o tempo me deu a razón. O que me dá mágoa é que non sexamos máis a dicir estas cousas, que non defendamos con máis forza todo o bo que aquí se fai. Deberíamos ser capaces saír ao exterior e dicirlle ao mundo 'non todo o que facemos é xenial, mais hai cousas que si o son e non deberías quedar sen coñecelas'. Os organismos e institucións que terían que facer iso non o están facendo, así que ao final todo queda en mans do 'boca a boca' e o tráfico de DVDs cos amigos que colaboran en festivais ou escriben en revistas.
Cal é a visibilidade do cine galego no exterior? Vostede vén sendo moi crítico con dúas últimas longametraxes que saíron: Pradolongo e Os mortos van á presa.
A visibilidade é aínda moi limitada, mais non pasa nada, hai moito tempo por diante. Pradolongo paréceme un filme de calidade ínfima, mais o problema non é que sexa boa ou mala senón que se fomente a percepción de que é factíbel a produción dun cinema de autoconsumo ou de distribución extremadamente local. Para iso está a televisión, creo eu: o cinema é demasiado caro como para pagalo con só uns miles de espectadores potenciais. Nun país pequeno coma o noso o futuro pasa unicamente por facer produtos que poidan ser entendidos e aprezados máis alá do 'telón de grelos'. O que conta, unha vez máis, é a calidade dos contidos, e iso vale tamén para 'Os mortos...', que quere ser unha comedia popular e nin sequera chega ao nivel dunha mala teleserie con diálogos burdos e grotescos (...)

Aquí, a entrevista enteira.

martes, febrero 3

En la muerte de Atilano, actor


Texto de Mario Iglesias

El cine chico acaba de perder a uno de sus guerrilleros, alguien que había entendido a la perfección un cine que se quiere fundir con la vida para recrearla y contar cosas. Atilano Franco Parada, un hombre cuyo método consistía en colocarse en situación y creerse completamente lo que estaba sucediendo de modo que toda su mente y su cuerpo lo rezumaban por todos los poros. Y ya está, fin del método.

Tenía un amigo, ya fallecido, al que llamaban El Yeti. El nombre venía del apodo de guerra que le había puesto en comisaría la propia policía y que él asumió en cuanto lo conoció. El Yeti era el amo de las tascas de mala muerte, antros, tugurios, noches de calles mojadas bajo farolas macilentas y bajos fondos en general. Acudí a él cuando necesité actores para la historia de la tasca de delincuentes, una de las de la película De bares. El Yeti consiguió unos cuantos personajes que eran del color de las paredes donde se desarrollaba la acción: la tasca El Cisne, especialidad vinos de pasa, galletas revenidas y packs de papel albal, limón y agua mineral, el complemento perfecto para la jornada de un yonki.

Me dejé llevar por la aventura de aquel reclutamiento, librando a la Providencia el pequeño detalle de que lo que allí se simulase suceder debería resultar perfectamente creíble. Pero faltaba el personaje central del drama, el hampón de pulso templado y rostro impasible que llevaría el baile que el esforzado e inocente protagonista debería bailar en la historia. El Yeti me llevó a la Verdura, en plena zona antigua de Pontevedra, y allí me presentó a Atilano. No daba crédito a mi buena fortuna al ver aquel rostro de rasgos duros y gesto de no andarse con coñas. Era perfecto, quedamos directamente para el día del rodaje. Seguía la técnica de que los actores, más si se trataba de actores naturales, no tuvieran guión ninguno antes del momento del rodaje, que llevaríamos acabo planteando las situaciones con sus giros y una improvisación controlada por parte de ellos.

En el set de rodaje (la tasca Ríos), estábamos apenas las personas justas. No tenía ni idea de lo que iba a suceder, sencillamente tiré para adelante y ya iríamos corrigiendo sobre la marcha. Poco había que corregir: de repente se desató delante de mí un torrente interpretativo que me dejó desbordado. Todos habían entrado sin ningún problema en ambiente y situación, pero Atilano, que tenía que llevar la iniciativa, estaba impresionante, era pura naturalidad, toda la fuerza arrolladora de su personalidad estaba intacta jugando al rol del tipo duro que se las hacía pasar al pobre infeliz salido de una galaxia diferente.

En una segunda parte de la historia, Rosa Álvarez hacía de yonki talludita en pleno síndrome de abstinencia que se mete un pico por la vena y queda con tremendo cuelgue en una charla ida con el infeliz en cuestión (personaje estupendamente llevado por Secho Torres). Rosa nunca había interpretado a una yonki y le faltaba información para construir su personaje; para nuestro asombro, Atilano (que ya para entonces se había apuntado a seguir de cerca toda la aventura del rodaje), tuvo a bien ilustrarnos sobre los detalles. Comenzó a sujetarse el cuerpo con unos temblores como de frío, el rostro demudado, convulsiones angustiosas y los ojos tan desencajados que ganas nos dieron de llamar a una ambulancia: delante de nuestros ojos estaba un yonki en lo peor del mono. Acto seguido, sus ojos se entrecerraron y su expresión se desprendió de todo rastro de contacto con el mundo que le rodeaba, las mejillas le pendían fláccidas y las palabras se arrastraban perezosas, como en lo más enajenado de un subidón de heroína. Estábamos pasmados. Rosa Álvarez tomó buena nota e interpretó a una colgada en los dos estados extremos, del mono al subidón, que le valió el Mestre Mateo a la mejor actriz secundaria por un papel de apenas un par de minutos.

A partir de entonces lo tuve claro: siempre que pudiese, trabajaría con Atilano. Y así fue: de cinco largometrajes que hice, en tres actúa Atilano; uno de ellos, Cartas Italianas, como protagonista, e incluso en un cuarto, Relatos, no pude resistirme a que su rostro asomase y, como si de una premonición se tratase, aparece como la foto de un difunto. En todos llevó el personaje más allá de lo que estaba planteado sobre el papel, aportó ideas y creó en el momento del rodaje magníficas interpretaciones que hacían absolutamente creíble la historia.

Nuestra relación, como puede imaginarse, se tornó en una relación de amistad y pude ir conociéndole como persona.

Su pasado fue duro y turbulento, valga la frase novelesca, y repetidos accidentes dieron al traste con lo que él mismo calificaba como una mala vida. Su pierna quedó tan destrozada que tuvo que guardar cama por espacio de años. Es curioso que, pese a lo maltrecho que quedó (su pierna derecha perdió la rótula y varios centímetros, quedando atravesada de por vida por un hierro rígido que la recorría de arriba abajo), mantenía la mente lúcida sobre el beneficio que en el fondo le había reportado y siempre agradecía al cielo el suceso.

Semejante actitud le hacía incombustible a la autocompasión y recorrió toda clase de oficios, desde la pesca de altura al cavado de cunetas, dando en convertirse finalmente en pulpeiro y actor, actividad que le apasionaba y a la que quería dedicarse a tiempo completo. Nunca pidió una pensión de invalidez ni cosa semejante y, aunque era incapaz de doblar la pierna, se las apañaba para conducir un coche normal sin problemas. Era un tipo con un coraje que inspiraba simpatía, porque no consistía en demostrarlo sobre o a costa de nadie, sino en afrontar llanamente las cosas sin culpar a terceros.

Platón decía que el bien y la belleza eran la misma cosa, lo ético y lo estético, y me parece que en el caso de Atilano ese pensamiento se justifica plenamente, porque su actitud ante la vida le confería una fuerza, una energía y una legitimidad en todo lo que hacía que se trasmitía a sus interpretaciones, llenas de fuerza y de verdad. Y el cine que hacemos se basaba en eso, la verdad del personaje; si eso falla, no hay película.

Como director, me siento muy afortunado de haber trabajado con un actor de su talla, Ahora más que nunca veo sus momentos interpretativos, de una carrera truncada en sus comienzos, perlas de inestimable valor.

Pero sobre todo me siento afortunado de haberle conocido como persona y me siento contagiado muy positivamente por su influencia. Es increíble que un rostro tan severo perteneciera a una persona tan afectiva, sociable y amistosa. Me queda mucha pena de todo el buen cine que nos hubiera dado, pero sobre todo de todos los buenos ratos que nunca ya podrán ser y en especial el gran e inevitable vacío que queda a los muchos que le queremos. Un cáncer de hígado fue el responsable. Pero confío muy sinceramente en que nos veremos en la otra vida.

Mario Iglesias (Pontevedra, 1962) es director de cine

Atilano

En una de las escenas más oscuras de De bares (Matriuska, 2006), la primera película de Mario Iglesias, un joven noblote y acongojado entra en el reservado de una tasca de mala vida a buscar una papelina de caballo mientras O Coxo juega la partida con sus amigos. «Pero ti quen carallo es», se encara el camello con el pipiolo. Ahí estaba el rostro baqueteado de Atilano Franco emergiendo salvaje como un tiburón que tira mar adentro arrastrando con él redes y arpones. Guardó años cama por una pierna destrozada sin rótula y varios centímetros de menos, atravesada por un hierro rígido de arriba a abajo: estuvo embarcado, cavó cunetas y llegó al cine desatado y feliz. Cuenta todo esto Mario Iglesias en el obituario extraordinario de quien conoce la textura del oficio y los pliegues de la vida. «Era pura naturalidad: toda la fuerza arrolladora de su personalidad estaba intacta jugando al rol del tipo duro», dice Iglesias de aquel papel. Los presentó El Yeti en la Verdura, el tipo alto y desgarbado que apareció hace dos años cadáver en casa y al que despidieron con aplausos en un entierro soberano, y juntos trabajaron en dos películas más. A Atilano Franco, actor de Marín, le tumbó ayer un cáncer violento: deja una trama intensa de afectos, algunos recogidos por amigos queridos, y una carrera segada cuando ya crecía, imparable, al horizonte que él eligiera.

lunes, febrero 2

Confesados

En el primer cajón de cualquier motel de carretera de Estados Unidos hay una Biblia y a veces, si el motel es de categoría, un revólver cargado con cachas de nácar. En España lo único que se puede encontrar en el cajón de un motel es un bidé de repuesto y una muestra de Brummel. La reserva espiritual que antes pregonaba el Caudillo bajo palio ahora la protegen las escuelas públicas manteniendo el crucifijo sobre el encerado a modo de aviso: así acabó el último que no hizo los deberes. Los presidentes del Gobierno tienen que jurar el cargo frente a la Biblia, que viendo el panorama mejor vendría al caso cualquier libro de Cunqueiro. Cuando Cuiña pensaba las carreteras que necesita Galicia sabía lo que venía encima: autobuses de solteros desplazándose de una parroquia a otra y autobuses de mártires lingüísticos que cruzan en verano el Padornelo a la búsqueda del Santo Grial de la lengua común. Ahora ya circulan por Madrid líneas regulares con publicidad atea que llegarán a Galicia, donde hay cines que aún estrenan El príncipe de Zamunda, dentro de una década. Si Dios existe o no debería ser competencia de Iker Jiménez, pero hay quien en lugar de ver la viga propia ve la paja ajena: la blasfemia ha sido respondida de forma contundente por autobuses de publicidad sagrada. Que la DGT los coja a todos confesados.