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viernes, febrero 27

El factor humano

Hay dos axiomas en una campaña electoral: explicar el programa es un coñazo salvo que uno prometa cosas muy concretas, como los dineros de Zapatero por hijo e IRPF, y la vida privada de un candidato es un poco la vida privada de sus votantes. Salvados, el programa de La Sexta, mostró hace una semana a Touriño y Feijóo en un cara a cara sin mirarse. A la pregunta de la mujer de su infancia, Touriño contestó Natalie Wood y Feijóo Carolina de Mónaco. Las respuestas definen un país. Natalie Wood es la asimilada de Centauros del desierto y la muchacha en flor del tiempo perdido y el resplandor en la hierba. Carolina de Mónaco es Grace Kelly, Philippe Junot y el Baile de la Rosa. Yo, y por mi boca habla el pueblo, estoy con la princesa. Esto es algo así como cuando a Zapatero y a Rajoy le preguntaron qué periódicos leían. «El País», dijo sin pensarlo Zapatero. «Marca», dijo Rajoy. España lee Marca, se pongan como se pongan los gafapasta de RockdeLuxe y los del estadio superior de Le Monde Diplomatique. Y el español quiso tirarse toda su vida a Carolina de Mónaco (epítome de sueca de Torremolinos enamorada de Stefano Casiraghi hasta el día en que le chimpó una ola) y ahora anda detrás de las bragas de su hija. El PP siempre ha entendido España mejor que nadie aunque al PSOE hay que reconocerle en su felipismo el viejo mérito de llevar allá donde ha podido el vicio patrio de meter la mano en la caja. La cosa es acercarse al pueblo, aunque sea tan cicateramente como para hablar de las virtudes del contrario: «A veces es una persona educada», dice Feijóo de Touriño. «Seguro que tiene algunas virtudes, pero las oculta muy bien», responde Touriño. En un cuestionario de Europa Press también habla Quintana. No se acuerda de la última vez que fue al cine. Se enamoró por primera vez a los 12 años. Y para perderse elige Portugal, que debe ser lo más exótico a donde puede llegar alguien que confesó hace cuatro años: «Hoxe si que fomos lonxe, até A Coruña». Los tres, en ese cuestionario, dicen no haber fumado nunca un porro: eran ellos. Touriño dice que la última vez que subió a un bus fue en Canarias, no aclara si para conducirlo. Si Feijóo no se dedicase a la política montaría un café en el que habría tertulias («La feminidad de las vacas, los estetas de San Petersburgo y otros diluvios cósmicos»). No se les habla de sexo, y es lástima: hace dos años le preguntó Diario de Pontevedra a un candidato a la Alcaldía de Sanxenxo por el mejor momento para hacerlo y contestó, impávido: «Cuando es consentido».

2 comentarios:

Alejandro Macías dijo...

Sobre mi trabajo he de decir que es más interesante que estresante, de hecho lo único molesto son las condiciones, viajar casi a diario por toda Galicia puede parecer una bicoca pero cuando se hace en una furgoneta y tienes que levantarte a las 5.30am para llegar a tiempo para el ordeño de una vaca de nombre Maruxa residente en un pueblo perdido en los Ancares... fú fú. Por lo demás aprendo mucho más de un cabrero o de la mirada de un tigre (como en la grabación de ayer y atestiguo que no estaba drogado) que de cualquier político. Eso sí, reconozco que llegados estos días echo de menos las retransmisiones especiales.

Anónimo dijo...

Que grande artigo! Eu fiaríame máis dun presidente que se fume un porro de cando en vez, ou todos os días. Sería marabilloso que algún candidato dixera abertamente que despois dun duro día de campaña o que máis lle presta é fumar un porro tranquilo na casa, vendo a televisión un anaco antes de me deitar. Mais... non parece que se presenten para min

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