jueves, octubre 30
¿De qué planeta viniste?
He aquí un alcalde modelo
martes, octubre 28
Pontevedra 1936: la vida en directo
lunes, octubre 27
Minibar
martes, octubre 21
Sexy Money
La serie llegó campaneándose hace poco a la parrilla. Un argumento revolucionario: una familia con pasta que se tira el rollo durante capítulos enteros por culpa del sexo, los negocios y el pasado. Que con la que está cayendo se enganche uno a Sexy Money no deja de ser una truculenta ironía. Pero ahí está el viejo Tripp (inconmensurable Sutherland) reclinado en su sofá, departiendo con Nick, el abogado de la familia (el típico buen chico que acaba poniendo nerviosa a la audiencia, tan huérfana desde Michael Mancini y tan aburrida desde Richard Channing). Y Karen, la divorciada de ojazos marinos que ayer, en un muy estudiado descuido, dejó ver una barriguita sensual, imperfecta y deliciosa, a la exacta manera de aquella barriguita que María de Medeiros quería para poner cachondo a Bruce Willis en Pulp Fiction. Ahí están los dos jóvenes pijazos (Jeremy y la rubiales atontada sobre la que los guionistas han querido descargar hieles dirigidas a Paris Hilton y su linda troupe de niñas descaradas), y el cura que escribe sermones sin saber aplicarlos, follarín y más pecador que el diablo: llega a sobornar (In God We Trust) para quedarse la custodia de su hijo.
Y luego, en fin, está el héroe moderno que aspira a presidir los EE UU sin saber presidir aún su sexualidad: William Baldwin en la grasilla de Patrick Darling. Le pasa algo curioso a Baldwin: a medida que su cara ha ido engordado se han achicado sus ojillos de furioso azul océano. No es su hermano Alec, pero ya está en disposición de engullir la mitad de calorías que él. Mal rollito teniendo en cuenta que era en esa limpia mirada donde se asentaba, desordenado y caótico, su magnetismo sexual: se le escapó la Stone echando pestes y se le escaparán más, siempre que no atranque él mismo la puerta. Patrick encarna a la esperanza de los Darling, visto el indecente currículum que el genial Tripp fue diseminando después. Pero a su familia (esposa e hija) le sobra alguien, y no es una tercera (aunque tampoco un tercero). Así que Patrick lleva media serie sin saber para dónde tirar y a quién creer, con la mirada extraviada en algún punto intermedio entre su paquete y el de su novia
lunes, octubre 20
Que lo lean
jueves, octubre 16
Los mismos malditos imbéciles
-Los mismos malditos imbéciles, Sam”.
martes, octubre 14
domingo, octubre 12
Carámbanos
sábado, octubre 11
México lindo
jueves, octubre 9
Mexan por nós
martes, octubre 7
El paraíso eran las vacas
"Nos esperan 99 vírgenes perfectas que nos adorarán... ¡eternamente!".
"¿Qué dices? Pensaba que eran cien".
A Idílico, el toro que indultó José Tomás hace unas semanas, le esperan cuarenta vacas y vida de semental: lo llevaba en el nombre. El animal tuvo suerte. Otros indultados no superan la ansiedad y el estrés de tan artística faena y mueren a los pocos días. Pero curados los tajos de veinte centímetros de profundidad repartidos por los lomos y con ochenta kilos menos que con los que partió a la plaza, regresa al toro a la vida. Tendrá cuatrocientos hijos, que son más o menos los que dicen que tiene Bin Laden. No se descarta que Tomás los indulte a todos en una tarde mágica.
Cierta idea del paraíso ya está en la Tierra y los caminos para llegar a él no exigen la vida: basta con salir a la arena a embestir con garbo para que luego a uno le concedan, graciosamente, el indulto y cuarenta vacas. Otros prefieren sin embargo el camino de carretas de la muerte. El de la foto, por ejemplo, es Omar Bakri Mohammed, y sus posiciones como clérigo de la comunidad musulmán (la depravación y la moral degenerada de unos países condenados a la destrucción y a la muerte) le llevaron a ser expulsado del Reino Unido. Hizo las maletas y marchó, pero olvidó algo: su hija. La niña tiene hoy 26 años y es bailarina de striptease: salió al padre, pero del revés. No parece consternada porque Occidente es lo que tiene.
lunes, octubre 6
Sementales
jueves, octubre 2
Sé lo que hicisteis en la última caverna
Franquistein
miércoles, octubre 1
O derradeiro acto de Valle-Inclán
Un mozo levaba tempo indo a unha das tertulias que Valle-Inclán tiña en Madrid. Pasaron dous anos antes de que puidese ler un poema seu, e unha tarde Valle autorizouno. O rapaz colleu aire, mirou ao tendido e lanzouse. Non lle deu tempo a moito, porque no terceiro verso escoitou, morto de vergoña, un tremendo orneo. “¿Quién..., quién fue?”, preguntou. “Habrá sido el eco”, respostou, cun sorriso malvado, Valle. ¿Certo ou non? De Valle, advirte o seu neto Javier del Valle-Inclán Alsina, cóntanse historias populares como se contaban de Quevedo: lendas que circulan nun círculo ademáis tan sensible a elas, como o literario. Da súa estadía en Santiago de Compostela, a derradeira estación da vida do escritor de Vilanova, publica estes días Javier del Valle-Inclán, Carlos G. Reigosa e José Monleón ‘La muerte de Valle-Inclán. El último esperpento’, editado por Ézaro.
Chegou Valle a Santiago en marzo de 1935 e ingresou no sanatorio Villar Iglesias, onde acabou morrendo de cancro o 5 de xaneiro de 1936, negándose a recibir o auxilio relixioso. Por este “príncipe de las letras castellanas”, que dixo o alcalde de Santiago nun bando (“Valle-Inclán reposa para siempre entre nosotros, fundido en la historia de la ciudad como un aureo blasón, como un diamantino broche”), sucedéronse artigos e reaccións por toda España, tamén na súa Galicia. En A Nosa Terra, dixo o Partido Galeguista: “Tense discutido moito a prol de si a obra de Valle Inclán era ou non obra galega. Nós coidamos que si. Galega pol-a forma e galega polo esprito que a animou. (...) Valle-Inclán veu morrer á súa terra. No Sant-Iago das súas primeiras novelas repousa xa para sempre o seu corpo”. Castelao, dise no libro ‘La muerte de Valle-Inclán’, foi máis breve, pero tamén contundente: “Jamás he visto un cadáver que me infundiera más respeto. (...) Toda Galicia está en su cuerpo”. Valle-Inclán Alsina xa documentara os derradeiros días en Santiago cun traballo editado polo Concello. Nel se di que a última homenaxe a Valle antes da Guerra Civil foi en Pontevedra, onde se levantou un busto dos alumnos do Instituto de Tui, entre eles Álvaro Álvarez Blázquez. O acto foi o domingo 21 de xuño, e alí estaban entre outros Osorio-Tafall, Iglesias Vilarelle ou Manuel Cabanillas. Tamén un mozo que, cita Valle-Inclán Alsina, “anos despois acadaría sona como poeta e editor”: o pontevedrés Sabino Torres.
Nun traballo feito por Francisco J. Pérez Blanco, do departamento de Medicina da Universidad de Granada, relátase con precisión as penurias físicas de Valle. Titulado ‘La hematuria de Valle-Inclán’, o autor fala do uso de cannabis e alucinóxenos non para evitar o dolor, senón como maneira de evadirse. Deixa escrito ademais a idea que había por Santiago de facer unha recolecta para regalarlle un pazo, ao que resposta: “¿Un pazo? Es tarde. Más bien un arreglo en la fosa común”. Nas súas memorias Cela di que Valle morre na cama escribindo un poema que empeza: “Caballeros, ¡Salud y buena suerte! / Da sus últimas luces mi candil / Ha colgado la mano de la muerte / papeles en la torre de marfil”. La Voz escribe que dixo esta frase: “No quiero en mi entierro ni cura discreto, ni fraile humilde, ni jesuita sabiondo”. Aos xornalistas que tanto inventaran sobre el, déixalles: “Te dejo mi cadáver, reportero. El día que me lleven a enterrar fumarás a mi costa un buen veguero, te darás en La Rumba un buen yantar”. Feo, católico e sentimental, morreu como dixo Umbral que vivira: con señorío, sinceridade e insolencia.