Esta semana, al cruzarse con Gallardón por los pasillos de la Cope, Mariano Rajoy dijo una frase absolutamente escandalosa: “¡Carámbanos, Alberto, este es el único lugar en el que no esperaba encontrarte nunca!”. Ahora observen detenidamente ese “carámbanos”, desmenúcenlo con cuidado, como sorteando las espinas del pescado, y pónganlo en Google: 15.500 entradas. Pongan “carallo”: 124.000. Y “carajo”: casi tres millones. Hay que desempolvar muchos diccionarios para encontrarse ese “carámbanos”: se dice que hasta Gonzalo de Berceo lo descartó en su momento por obsoleto. Pero Rajoy dirige el PP con un lema apabullante: “Éste es un partido normal”, dijo hace un año, y una expresión renovadora y vanguardista que debió escuchar este verano en algún botellón de raperos en Nueva York: “Ni hablar del peluquín”. Cualquier día sale de casa para ir a un estreno de los hermanos Lumière. Ayer se le escuchó decir que el desfile militar era “un coñazo”, en íntimo homenaje a Brassens. Teniendo en cuenta que el año pasado dirigió un mensaje televisado a la nación en el que sólo le faltó el bombo, no deja de tener su desliz cierta justicia poética. “Córcholis”, se habrá dicho Don Pantuflo estrellando un sifón contra el suelo, “a ver quién desface ahora este entuerto”.
domingo, octubre 12
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4 comentarios:
Cáspita, recórcholis, pardiez!!!!! Por no decir ¡¡¡¡Zapatetas!!!!
A mí estos deslices son los únicos momentos en que los políticos me caen bien. Para una vez que dicen la verdad...
Muy bueno. Me he reído a 'mandíbula batiente'...
Don Pantuflo me enseñó tantas palabras que nunca usé...
Jo Manuel, ¡qué bueno eres!
P.D.: ¡Amnistía para la cabra de la Legión!
Rajoy es Don Pantuflo y Arriola, efectivamente, su Escobar.
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