El jueves es una revista que sale los miércoles y que esta semana permanece secuestrada en el zulo de la libertad de expresión sexual porque hay cosas que el juez Del Olmo y el fiscal general prefieren no ver. La portada de la revista muestra un dibujo de los príncipes de Asturias en pos de un suculento botín que les aliviaría el fin de mes: 2.500 euros. Hacen, para ello, lo que mejor han sabido hacer los Borbones por España: multiplican los panes y los peces para luego sacarse una foto en cualquier jardín y alimentar las sobremesas de la clase media con comentarios del tipo ‘qué revoltosa es Leonor’ o ‘qué gracia tiene Froilán’. La postura de los Príncipes, que tantos problemas da en tantos trabajos (los periodistas nos encorvamos frente al teclado, pero se ve que no somos los únicos), ha sido tachada de irreverente. Se prefiere para estos casos el misionero funcionarial y tedioso, en oscuridad y bajo el crucifijo de la misericordia: probablemente así el Abc hubiera reproducido la portada. Sin embargo el dibujante encendió las luces y los puso mirando al mismo punto: sacro error. El escándalo ha revoloteado cuando el Tomate lo puso en órbita. El Jueves es una de esas revistas queridas pero poco leídas: y cuanto menos leídas, más queridas. Se hojea en las estanterías la tira de Clara de noche y luego el personal compra la Interviú o se va directamente a la Hustler. A veces, como esta semana, no hace falta ni llegar a Clara. El caso es que el juez Del Olmo seguía con emocionada devoción los últimos pasos de Paquirrín en su particular via crucis y se topó de bruces con un dibujo. Al juez no le importan lo que los medios le hagan a las personas, sino que se les dibuje adecuadamente, con un mínimo de pudor. Si tienen, por supuesto, sangre azul.
sábado, julio 21
Pajaritos
Marabillas modernas
Parto de Gobierno
Bocados
Especial y atípico
Ahora, en el ‘postelmismo’, según afortunada acepción acuñada por Adrián Rodríguez, Sanxenxo ha pasado a tener una necesidad de gestión comparable a la de Galicia entera: Touriño cobra 81.000 euros y Catalina 78.000. De ahí su sello “especial y atípico” que le han buscado para justificar sueldos tan lucidos que a los propios militantes del PP (no digamos ya sus votantes) se les está cayendo a cara de vergüenza, recordando aquello que contó en su día Portorosa, un maravillloso blogger de la tierra: “En un municipio próximo a Copenhague el ayuntamiento contrajo una deuda que no pudo justificar. Desde entonces, y hasta que liquiden el endeudamiento público, los vecinos pagan un 2,5% más de impuestos. Se considera que quienes actuaron mal eran sus representantes; y los vecinos entienden (es de suponer) que la próxima vez deberán pensarse mejor a quién votan”. Además de esa receta, no sujeta a comparaciones pero graciosamente sintomática, en Pontevedra el jefe de la oposición Telmo Martín pide “mesura” y dice, con razón, que deberían fijarse por ley los sueldos de las cargos públicos en relación a sus poblaciones. Martín habla no tanto desde su posición política como profesional: qué carallo le importará el sueldo a un constructor.
Nosotros nos preguntamos, desde nuestras asfixiadas nónimas y nuestras vidas sin gastos de representación (porque bien representados estamos, pero en Adolfo Domínguez sacamos nuestras flacas visas, y nadie quiere pagar nuestros viajes): si un municipio de 17.000 habitantes necesita estar gobernado por una persona que cobre 78.400 euros, ¿cuánto debe cobrar la persona que gobierne una ciudad de 300.000 habitantes? Pero no se vayan a creer que les tembló a los concejales el brazo a la hora de votar sus propios sueldos, alimentados por el contribuyente, con toda la oposición en contra y la prensa detrás, entre el estupor y la indignación: qué va, qué les fue a temblar. Derechito y firme, como felices alumnos que se saben la lección de memoria. No la van a saber.
Touros
Dáme un pouco de pena a historia dese pai que botou a correr Pamplona abaixo nos Sanfermíns co seu fillo de dez anos da man. Colleuno a prensa, e a prensa regaloulle a imaxe ao mundo e ao xuíz, que ordeou que o fillo pase á custodia da nai. O pai do rapaz é un deses aficionados aos touros que non perden festa. Un señor dos arredores de Madrid que foi no 11-M un heroe anónimo máis descargando feridos e mortos coa delicadeza e dignidade que esixía o momento. E levou ao rapaz aos Sanfermíns, pasaron los toritos bravos e logo os mansos: saíron dos dous da man, xa sen perigo. Home, a imaxe impacta: por iso é boa. Pero nunca tiven moi claro iso dos límites da idade, nin cando empeza a responsabilidade dun. A maioría da xente que corre alí non é moito máis madura que ese rapaz. Ademais, é moi difícil atopar no encerro máis de cen persoas que non consumiran unha gota de alcol. Aí, menos os veteranos e os expertos que recollen o espírito do rito, baixa todo Deus cunha borracheira como un piano, cando non directamente drogados, e algúns paran na metade para botar a pota e seguir a trompicóns: xa me dirán vostedes. Probablemente nos últimos Sanfermíns o rapaz era a persoa máis sensata da festa. E ía nos últimos, afastado de borrachos e de cornos perigosos. Nada máis coñecer a decisión xudicial o pai apareceu na porta da casa da nai co fillo da man: cornadas te da la vida.