Hace ya unos meses, en una entrevista en El País, Pere Navarro dijo que él no conducía: para qué, si es director general de Tráfico. Su gobierno de las carreteras se ha traducido en el carné por puntos y una sensibilidad muy atenta en la publicidad televisiva, en cuyos anuncios siempre ha predominado una fusión de Candy Candy y La aldea del arce en tonos pastel. A Navarro le pusieron el otro día en la Ser un micrófono delante, y su estupor debió ser el mismo que si le hubiesen puesto un volante. Pero ya puestos, debió pensar, se arremangó y se acercó al toro con destreza palpando a ciegas una fibra sensible. El carácter del gallego: teoría y praxis, o sea. Desconocíamos la formación psicológica de Navarro y sus veleidades antropológicas, aunque sí su gusto por los charcos, así que a pocos sorprendió que dijese que los gallegos están instalados en el “pesimismo crónico, histórico”: “me dicen que llueve demasiado, que si la dispersión, si el estado de las carreteras”. Y acerca del carné por puntos y su escasa influencia en Galicia, Navarro lo achaca al “problema psicológico” de los gallegos: los accidentes se están reduciendo pero Galicia no lo ve, porque está instalada “en el pesimismo”. El carácter del gallego es uno de los temas más aburridos y artificiales a los que nos enfrentamos los gallegos en las sobremesas. Lo elegante ahora es evitarlo y hablar de sexo, preferiblemente duro, que para eso estamos en verano. Como a veces en la mesa se cuela algún turista, o algún retornado, sale aquello de “es que los gallegos”. Yo siempre pienso en aquel artista que aterrizó en Londres y le preguntaron qué le parecían los ingleses y respondió, impasible: “No los conozco a todos”. La frase no exige ni siquiera un rastro de desprecio. Que luego haya un subterráneo denominador común, o alguna graciosa pirueta diferencial, es normal. Hemos soportado más de medio siglo a dos ilustres cuñas de nuestra madera: Franco y Fraga. Pero, volviendo al querido Navarro y su espíritu boludo de psicoanalista latinoché, están luego las sensibilidades de quienes se toman demasiado en serio a sí mismos. Es decir: el colectivo de gallegos orgullosos de serlo, como si no hubiese existido más destino que el haber nacido a este lado de los Ancares, y no en Damasco o en Moscú. Y ahí los encontró el director general de Tráfico: rompiéndole los huevos con idéntico entusiasmo, con pesimista fragor.
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2 comentarios:
Buenas noches; hace tiempo que leo tus columnas en el Diario, son de lo mejor, cada día diferente; y abro la prensa esperando encontrar una opinión diferente cada vez, genial, hace tiempo que no se lee en prensa "provincial" algo tan crítico en general, y sin rencor, artículos sin ánimo de lucro político. Gracias, da gusto llegar a la página donde está tu columna, sin más espero impaciente leerrrte,
playaareas@hotmail.com
Jabois deja de escribirte elogios a tí mismo en tu propio blog,o por lo menos fírmualos con tu nombre. Ya sabes, queda feo.
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