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lunes, febrero 16

Políticos y periodistas

Una cosa que hacen mucho los políticos estos días de sangre y fuego es agarrar a los periodistas por el brazo y llevarlos a un aparte a preguntar «vosotros cómo lo veis». Tanta autoridad se nos concede que dan ganas de decir: «Lo tenéis chungo de carallo». Pero suelen ser confidencias en papadelas, así que se les responde con la boca llena que de mayoría absoluta para arriba y «mismo dictadura», antes de chupar con violencia la cabeza de una gamba.

Históricamente unas elecciones exageran el contacto entre políticos y periodistas, y a veces la relación es tan severa que al acabar suele haber desembarco en gabinetes. La política es una profesión de riesgo y el periodismo el oficio más antiguo del mundo: la relación es explosiva. Uno de los momentos de mayor placer del periodista es observar a su entrevistado quitarse la chaqueta, subirse las mangas de la camisa y encender un cigarro. La comodidad es un lujo en la entrevista porque el candidato se relaja y llega el abrevadero de los titulares. Es tal el placer de ambos, entrevistador y entrevistado, que nadie repara en que el jefe de prensa ha apagado la grabadora hace cinco minutos, y que el cigarro que allí se fuma es sólo el cigarrito del después.

Uno podría haber reunido material para publicar dos libros pero tuvo el suficiente valor de no anotar nada y dejar morir las anécdotas en el olvido, que es lo único que hoy en día te asegura un futuro. Hay desde quien invitó a tomar una copa en el coche oficial a un club de carretera hasta quien ofreció las llaves de un apartamento para uso indiscriminado. Es campechanía que uno ve bien, porque allá cada cual con sus vicios y el periodista escribe pero no juzga, que para juzgar hay que sacar unas oposiciones gordas. Mejor eso que recibir una llamada para aconsejarte que titules por aquí o por allá, y que después de tomar nota por estricta cortesía te pregunte: «¿Lo has puesto ya sobre la maqueta? ¿Te cabe en la caja?».

Uno siempre dice para sus adentros: «En la caja cabría mejor otra cosa». Con lo que uno dice para sus adentros también se podrían escribir dos libros, pero entonces habría que dedicarse full time o non stop. Unas amigas mías, cuando están fluorescentes, dicen mucho eso de «hoy estoy de zorra non stop», y he pensado en ponerle ese título a la sección, pero me parece más sugerente el de «por la espalda», porque se trata de escribir por detrás lo que uno nunca diría de cara.

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