En Allariz gestó Quintana su leyenda magnífica de alcalde. Es sabido, porque lo contó, que nada más ganar subió con sus concejales a un monte cercano y les señaló la Tierra Prometida y todo lo que habían de hacer para cambiarla. La foto tuvo que ser extraordinaria, pero nadie la tomó. Esa concepción apostólica de la política le dio a Quintana crédito en el BNG, no en vano era el único hueso que mordisqueaban, y levantó a Beiras del piano blanco con el que posaba el día de reflexión en Brión infladas las cortinas por el viento. Allariz es desde entonces la reserva moral de la izquierda nacionalista, la Moncada pero triunfante de la Revolución.
En Allariz estuvo estos días José Luis Baltar, el hombre que en las romerías de Fraga tocaba el trombón. De Baltar no hay una sola campaña en las que uno no cuente cómo pateaba por las aldeas agitando un recorte del periódico que le acusaba de haber enchufado en su Deputación a un millón de personas, y gritaba: «Mirade como eu me preocupo polos meus!». En su acto electoral aún superó aquella estratosférica leyenda. Aprovechó Allariz para lanzar el mensaje electoral del día: los nacionalistas son «vendidos, sectarios, jíbaros, caciques y mal vestidos». Baltar es uno de esos políticos a los que, como Fraga, el periodismo echará de menos. De hecho, al periodismo no lo matará internet, como se insinúa, sino la caída de sus fetiches.
El textil del nacionalismo no gusta a Baltar, que no tiene templado el discurso. Hace muchos años, tantos como nueve, Francisco Cacharro le concedió a este periodista una entrevista para El Progreso. Fue por telefonillo desde su piso de veraneo en A Toxa. Entrevista seria, quiere decirse, sobre un tema de actualidad, no como las que se suelen hacer por telefonillo en los programas del corazón del tipo «¿pero sales con él sí o no?». No: allí estábamos Cacharro y yo hablando de la batalla de poder en el PP en Lugo. Alguien pasó por allí, escuchó un minuto el discurso y me dijo: «¿Prefiere que le abra yo?».
A Rajoy podrían darle ellos mucha grima y lo que se quiera, que por algo pasó un congreso del PP en el gallinero, pero esas historias es conveniente recordarlas porque de eso vamos viviendo los periodistas. Hoy pocos llaman «jíbaros y mal vestidos» a nadie y si le vas con la grabadora a alguien que está de veraneo lo mismo te ponen un té y unas pastas y sacan a la mujer al balcón para que no moleste. No tanto por cortesía como por pudor, que es el material del que se está haciendo, será por moda, la política.
En Allariz estuvo estos días José Luis Baltar, el hombre que en las romerías de Fraga tocaba el trombón. De Baltar no hay una sola campaña en las que uno no cuente cómo pateaba por las aldeas agitando un recorte del periódico que le acusaba de haber enchufado en su Deputación a un millón de personas, y gritaba: «Mirade como eu me preocupo polos meus!». En su acto electoral aún superó aquella estratosférica leyenda. Aprovechó Allariz para lanzar el mensaje electoral del día: los nacionalistas son «vendidos, sectarios, jíbaros, caciques y mal vestidos». Baltar es uno de esos políticos a los que, como Fraga, el periodismo echará de menos. De hecho, al periodismo no lo matará internet, como se insinúa, sino la caída de sus fetiches.
El textil del nacionalismo no gusta a Baltar, que no tiene templado el discurso. Hace muchos años, tantos como nueve, Francisco Cacharro le concedió a este periodista una entrevista para El Progreso. Fue por telefonillo desde su piso de veraneo en A Toxa. Entrevista seria, quiere decirse, sobre un tema de actualidad, no como las que se suelen hacer por telefonillo en los programas del corazón del tipo «¿pero sales con él sí o no?». No: allí estábamos Cacharro y yo hablando de la batalla de poder en el PP en Lugo. Alguien pasó por allí, escuchó un minuto el discurso y me dijo: «¿Prefiere que le abra yo?».
A Rajoy podrían darle ellos mucha grima y lo que se quiera, que por algo pasó un congreso del PP en el gallinero, pero esas historias es conveniente recordarlas porque de eso vamos viviendo los periodistas. Hoy pocos llaman «jíbaros y mal vestidos» a nadie y si le vas con la grabadora a alguien que está de veraneo lo mismo te ponen un té y unas pastas y sacan a la mujer al balcón para que no moleste. No tanto por cortesía como por pudor, que es el material del que se está haciendo, será por moda, la política.
4 comentarios:
¿Es cierto lo del telefonillo?porque de ser asíestaríamos ante el periodista portal o el político ático con terraza con menos vista del entorno . Lo que darían muchos de ellos por quedar inmortalizados por un Novelista;por salir en su columna de papel.
Te lo pasa pipa, eso sin duda, lo cual hace que por lo menos este lesctor de internete, te esté agradecido . No digo lo de eternamente porque desde que eliminaron el Infierno, el Purgatorio, etc, estoy mosca, nunca mejor dicho .
SEito
Historia cierta, cierta. Pero la culpa fue de mi intrépida juventud, que asaltó sus vacaciones en un lugar improbable. Y, bueno, a uno tanto le tiene por dónde le vengan las palabras si puede grabarlas.
PD: Agradecido le estoy yo a usted amigo SEito, por andarme por aquí leyendo. Salud!
Agradecimiento mútuo, pues no siempre se encuentran calles donde pasear, bares en los que parar, o ventanas a las que asomarse para fumarse el tiempo . Pena de una foto de corresponsal de portal, ahora que no hay Porteras, porque se fueron todas a los programas rosa .
SEito
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