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miércoles, mayo 7

Exceso de civilización

Hay un sentimiento de euforia colectiva en el periodismo al tratar de monstruo a ese hombre que encerró a su hija en un sótano. La prensa desplazada habla de un exceso de civilización en la apacible villa austriaca, casi como si fuera un pecado: probablemente lo es. Una ciudad necesita de contradicciones y turbulencias para detectar sus males. Así se nos dibujó el paraíso de este hombre y su insólito drama: una hija captada por una secta de la noche a la mañana que envía, por correo postal, una nieta cada cierto número de años. La excelencia dibujada en el entorno, arropado por una naturaleza serena y un espíritu de solidaridad y discreción. Sobre todo la prensa ha citado con mucho fastidio la discreción. A ella le llega la culpa del crimen e incluso al nazismo: desde Hitler y todos los agentes infiltrados en rostros familiares y atentos, los austriacos respetan mucho la intimidad de sus vecinos, y no se atreven a asomar la mirada más allá del seto. En Amstetten nadie hacía preguntas y parece que eso ahora molesta: si se dan más casos de secuestros con fines incestuosos, España puede exportar allí a las mejores porteras televisivas de Europa. Ya mandamos a Suiza y Alemania mecánicos y jardineros y no pasa nada porque se alivie un poco la parrilla: verán lo que queda de los setos. También molesta que sea un hombre: los titulares, y hasta las televisiones, hablan de un monstruo. Lo hacen como sacudiéndose el polvo de la chaqueta: estos monstruos... Pero el tal Fritzl es un hombre hecho y contrahecho con las mismas costuras con las que se hace un hombre, y tampoco tiene por qué estar enfermo, y de hecho ya se nos dice que no lo está. No todo el mal es achacable a algo, ni el horror está emparentado con una especie desconocida. Lo cómodo es desplazar este hombre a una subcategoría y seguir pedealeando por las verdes avenidas de nuestro pueblo meneando tontamente la cabecita mientras pensamos "estas anormalidades, vaya por Dios". Y desviarle la culpa a los vecinos, a los setos, a los nazis.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Siempre he pensado que dentro de cada uno de nosotros hay un monstruo que puede llegar a cometer este tipo de atrocidades, especialmente cuando no mostramos empatía, es decir, cuando no somos capaces de ponernos en el lugar de la persona a la que dañamos. Aquí el debate está en dilucidar si la psicopatía es o no una enfermedad mental. El psicópata es una persona que busca su satisfacción pesonal a cualquier precio. Son ambiciosos, agresivos, tenaces. En una palabra: Depredadores. Lo paradójico es que nuestra sociedad los premia con puestos de responsabilidad en las empresas. Luego se extrañan del acoso laboral.

Riforfo Rex dijo...

Hombre, uno tiene que defenderse psicológicamente tachando a este hombre y otros como él de "monstruos" es decir, pocos, esporádicos. ¿Quién podría vivir creyendo que cada vecino, cada amigo, cada familiar podría cualquier día agarrar a tu hija y meterla en el sótano?

Reina de Palandria dijo...

Dende o mesmo día que saiu á luz o caso Fritzl non paro de darlle voltas ao asunto, e incluso creo que me está afectando a nivel persoal. Estou obsesionada co horror que tivo que supoñer para esa muller e os seus fillos tal cautiverio. Pero tes razón, Fritzl non é un monstruo, é un home que di querer colaborar coa xustiza, que di que non é un monstruo porque puido matalos a todos e non o fixo...O peor do asunto é que ainda que o xulguen e o condenen a pena de cárcere -lin nalgún xornal- non superaría os 15 anos e en todo caso, nunca devolvería a vida perdida ás súas víctimas. Nada pode compensar tanto sufrimento, e ningún sistema penal pode reparar os daños causados.

Darlle a Fritzl a categoría de monstruo é liberarnos a todos da capacidade para levar a cabo este tipo de atrocidades, e permitirnos continuar coas nosas rutinas coma si nada, mirando cara outro lado.


Gracias, Manuel, polos teus puntos de vista, tan realidade, coma sempre...

conde-duque dijo...

Es que a ver cuando nos damos de que los hombres hacen esas cosas e incluso peores...
En cualquier caso, yo creo que algo así sería imposible en un pueblo de España: con el cotilleo y marujeo que hay lo hubiesen descubierto a los dos días.
Conclusión: EL COTILLEO ES FUNDAMENTAL EN LA SOCIEDAD.

Dinintel dijo...

Ustedes alucinarían si llegasen a saber el valor que las porteras tienen en la seguridad del Estado...

Anónimo dijo...

En las clasificaciones diagnósticas más usadas en la actualidad en psiquiatría, los trastornos de personalidad se engloban en una categoría o eje diferente del resto de los trastornos mentales.

Es importante recalcar que las personas que realizan este tipo de actos no son enfermos mentales.
Las personas con enfermedad mental debidamente tratadas no son más agresivos que el resto de la población.

La capacidad de planificación falla en la enfermedad mental.Alguien con esta capacidad comprometida, ¿creen que puede llevar a cabo este plan tan bien hilado?

Por otro lado, ojalá fuesen personas con enfermedad mental porque existiría una solución o tratamiento. En el caso de los trastornos de la personalidad no hay tratamiento que valga si la persona no tiene motivación de cambio. En el caso de los psicópatas, el trastorno que padecen es lo que se denomina egosintónico; es decir, que a ellos no les produce sufrimiento alguno.

Anónimo dijo...

Hola E. Tu diferenciación entre enfermedad mental y trastorno de personalidad es correcta, pero hay algo que no me encaja en todo esto. Una persona que es incapaz de comprender el sufrimiento que causa a los demás, que no acaba de ponerse nunca en su lugar, y que mira sólo el beneficio para sí mismo. Que incluso llega a autoexculparse, al decir que "puede matarlas y no lo hice. No soy un monstruo". En resumen, que a mí todo esto no me parece "normal". Tal vez no sea una enfermedad propiamente dicha, pero está claro que hay algo que no funciona bien en estas personas. ¿Es el mal una enfermedad?

Anónimo dijo...

La diferencia básica es que una persona con enfermedad mental no tiene contacto con la realidad, no es dueño de sus actos y sí tiene capacidad de ponerse en el lugar del otro. Un psicópata es consciente de sus actos y de las consecuencias de los mismos. Por supuesto que no es "normal": es una `personalidad patológica', por eso se dice que tienen un trastorno de la personalidad.

Hay muchas cosas que no funcionan en estas personas, pero fundamentalmente fallan en lo emocional: por eso no empatizan, no se sienten culpables, no les afecta en exceso el castigo...

¿El mal es una enfermedad?, ¿qué es el mal? El problema, creo yo, es la finalidad, el modo, el motivo de "hacer ese mal" y por supuesto la interpretación que hacemos de ello.

Anónimo dijo...

Supongo que al citar "el mal" fui poco explícito, ya que no añadí ninguna definición. Entiendo el mal como acciones cometidas en base al egoismo particular que causan daños graves o irreversibles a otras personas. Habría una escala que entiendo más o menos así. Considero que el mal es mayor cuanto mayor es su repercusión. Es decir, es peor mal sería: "El mayor daño inflingido al mayor número de personas posible, con mayor duración en el tiempo". Por el contrario el bien estaría definido (según mi filosofía particular, todo hay que decirlo), como el máximo beneficio, para el mayor número de personas posibles con mayor duración de sus efectos en el tiempo. Esto es así porque alguien puede hacer algo en su propio beneficio que no beneficie a nadie más, o incluso que les perjudique. Por eso aplico estas escalas de medición, me parece lo más lógico. Por supuesto, las teorías de bien y mal divinas no tienen sentido a mi criterio.

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo con tu definición del bien y el mal.
Este hombre cree que lo que hace está bien porque no piensa en los demás, en las consecuencias que sus actos pueden tener para los otros. Es "su bien". Cree que hacer a otros vivir bajo sus preceptos no es algo repudiable. Anula las emociones. No existen.
Cuando un psicótico "hace el mal" siempre es como consecuencia de una desconexión total con la realidad. En su realidad está "haciendo el bien". Mata a su padre porque cree que le han suplantado la personalidad y ese que ocupa el cuerpo de su padre quiere matar a su familia... Es decir, su forma de ver la realidad en ese momento es delirante. No es que no sepa que eso está mal. Se está defendiendo.
Es difícil entender cómo alguien puede, sin estar “loco”, creer que con ese tipo de actos actúa correctamente y durísimo ver como se justifica.
De todas formas, cada vez más estudios hablan de la psicopatía como enfermedad mental. Como un desajuste bioquímico pero este no es el blog ni el lugar para meternos en esos tinglados.
Un saludo, E.