Cruzó A Ferrería llenando los pulmones del olor a castañas asadas, y cuando llegó a casa se dio una ducha rápida y se puso un pijama holgado. Si estaba sola era porque su vida era fronteriza, y había hecho de la imprudencia un género. Por lo demás, tenía todo aquello que las mujeres envidiaban: un sentido muy depurado de la timidez, el encanto natural de las muchachas de provincias que aún se ruborizan al saludar por la calle y una discreción espontánea que la convertía en cómplice de los más divertidos secretos. En su soberbia se encontraba un defecto: era tan elocuente en el amor como en el odio. No era el único, pero aquello no lo sabía: se hacía acompañar por una enorme pitón que meses atrás le había regalado un familiar. Aquel animal era la medida de su temerario orgullo. Lo admiraba como a un héroe, y el cariño era recíproco: la pitón se dormía enroscándose en sus pies o en su brazos, y desprendía calor y protección. Ese día la recogió como pudo del suelo, porque había crecido enteros en las últimas semanas, y la dejó en la cama. No pasó una noche tranquila: soñó con muertos. Al principio aparecía Luis XIV diciendo sus últimas palabras antes de morir: "Cuando era rey". Luego vio al condenado al patíbulo que esperaba su turno leyendo un libro: cuando llegó su momento, dobló la esquina superior de la página en la que interrumpía su lectura y subió para ser ahorcado. Se despertó tarde, y frente a ella se encontró de golpe a la pitón completamente rígida. Llamó entre penas y lamentos a la veterinaria, y horas después tuvo su diagnóstico:
-No está muerta: te está midiendo.
4 comentarios:
Debo estas explicaciones:
Lei la leyenda urbana en el blog de Luisa Perez (http://luisaperezpugaspain.spaces.live.com/)
Del condenado que marca la pagina antes de ser ahorcado, en gesto fenomenal y heroico, me entere por Jesus Miramon, que tiene un blog estupendo: www.lascincoestaciones.blogspot.com
La frase de Luis XIV se la lei a Stendhal en Rojo y Negro: me gusto lo suficiente como para reproducirla.
El resto es un apunte en sucio, como es debido.
Saludos.
PD: Sigo sin tildes: definitivamente, soy un ser atono.
Gracias, Manuel. Un saludo.
Jesús
Genial, Manuel.
Por cierto, la del genial era yo.
L.P.
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