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miércoles, diciembre 19

Horror y dinero

Rodrigo Fresán publica este domingo en el suplemento cultural del diario argentino Página 12 la crítica al último libro (The Gum Thief) de Douglas Coupland, aquel que su momento escribió Generación X y, años después, Microsiervos: dos términos que han ido abonando las más variopintas mitologías de la vida moderna. Es curioso como uno echa la vista atrás y hasta recuerda con tibieza haberse etiquetado X: tenía cuando se publicó la novela trece años. Hace Fresán, uno de los columnistas imprescindibles cuando se deja caer por El País, las suficientes alusiones a mi pequeño hatillo de literatos americanos contemporáneos (si a Salinger lo podemos tratar de contemporáneo) como para dejarlo pasar. Desde Easton Ellis hasta lo que Fresán llama “una especie de Marcel Proust pop”, en referencia al propio Coupland. La crítica llama a la lectura. Son curiosas las comparaciones que emplea el escritor argentino: a Easton Ellis lo llama “gemelo diabólico del por lo general angélico Coupland”. Y revela la verdad que halló en su escritura el autor de American Psycho: descubrió que “el verdadero desafío y la verdadera transgresión pasaba por el escándalo de sensibilizar a los lectores más que por el horrorizarlos. Ahora que se entere Chuck Palahniuk”. Y una última y sagrada comparación: “Salinger vendría a ser el ausente Jehová, Kurt Vonnegut el Espíritu Santo y Coupland el vástago que celebra la buena nueva por los caminos y pasillos de este mundo atribulado sin que esto signifique que vaya a permitir que los críticos lo crucifiquen”. De Salinger se quedó El guardián en el centeno (todavía me enternece aquel deseo de Holden Caulfield: convertirse en sordomudo para que no entender a nadie ni hacerse entender) pero quizás como Hemingway haya que buscarle el alma en los cuentos. Con Ellis y American Psycho pasamos la adolescencia hasta recrear nuestras propias y tristes novelas en COU, a falta de algo más emocionante. A cada uno, su Patrick Bateman. Pero aquel nihilismo aterrador y fascinante estaba antes: en Menos que cero. Bateman fue un sucedáneo impávido y contrito de Clay: su ambiciosa prolongación heterosexual en el tiempo. Coupland dio nombre a la Generación X y Bret Easton Ellis la ocupó con su ristra de horrores y marcas de lujo. Desafío y transgresión. Entonces nos hizo gracia: yo se la sigo encontrando ahora

1 comentario:

Anónimo dijo...

Déjese de caralladas,Jabois, y juegue en serio. No me sea un mediócrata (palabra acuñada por mí, pero que es de una amiga muy cercana, no periodista off course, y que espero que utilice correctamente en tiempos venideros).

Su presidente, que es un peligro para la cultura, como para otras muchas cosas de las que no quiero acordarme, ha afirmado que no habrá más reformas educativas porque no son necesarias. Total, según él, nos parecemos a Noruega o Dinamarca en esto de la educación, así que ancha es Castilla. Ja, ja, ja. Déje que me ría porque estoy hasta los cullons de la vulgaridad. Y ya va siendo hora de que, lanzas en ristre, empecemos a hablar o a escribir en serio. En un país o nación o Estado, o lo que se le parezca según cada cual, porque aquí vale todo, incluso la atrevida ignorancia histórica ( y de eso creo conocer algo), donde se publican miles de libros cada año que nadie lee, nos jactamos de que somos la repanocha.Ja, ja, ja. ¿Sabe cuál es la puta realidad?, que miles de hogares no tienen ni un puto libro. Y, lo que es peor, no les interesa. El problema, querido Jabois, no está en los ciudadanos, en general. El problema está en las elites. ¿Hay actualmente elites literarias, intelectuales, en España? Creo que no. Con esto doy respuesta a un comentario de antaño, creo que cuando escribía de Pla, aunque no me acuerdo sinceramente (tendría que acudir a la hemeroteca de su blog y me resulta muy perezoso hacerlo).

Estamos, no me cabe duda, en un prolongado ocaso de las elites en España, que ya dura mucho, y tendrá que pasar algún tiempo (no sé cuánto) para volver a ser (?) algo en el mundo de las ideas.

Caralladas no, estimado Jabois. No es un problema de conservadores o de progresistas o de nacionalistas de bajo postín . Es un problema de que, en mi opinión, hemos caído en un estado de pobreza intelectual tan profundo que nos va a costar mucho levantar cabeza.

En algunos países, las reseñas literarias son el espejo de la vida intelectual. ¿Y aquí qué hay? Acaso vemos publicados, por expertos internacionales o nacionales (ja, ja,ja), estudios sobre política, historia, ciencia, sociología,literatura, arte, música o teatro. No, aldeanismo, puro aldeanismo. ¿Pero, cómo vamos a tener estímulos intelectuales si desconocemos lo que se hace por esos mundos? Si desconocemos lo que sucede en la intelectualidad mundial cómo vamos a ampliar nuestros horizontes y conocimientos.

Acaso sabemos en este santo país lo que se cuece hoy en Berlín o en Nueva York o en Londres o en París. Aquí mucho bla,bla,bla en la lengua de Cervantes. Se nos llena la boca de chorradas, sí, de chorradas. Pero acaso leemos "The New York Times Book Review" o "The Times Literary Supplement". Ni un puto periódico español tiene la altura de estas publicaciones. Acaso sabemos lo que se está publicando hoy en ruso,italiano, francés o alemán. No, amigo, no. Aquí ombliguismo y solo ombliguismo. Como mucho Alatriste de Arturo Pérez Reverte o el tonto de Millás, encumbrado por el marketing planetario.

Pero es que, además, lo peor es que ni quien tenía que darnos referencia de lo que se hace por esos mundos de Dios (ojo a navegantes Conde-Duque, ojo Mabalot, ojo Portorosa)ni siquiera se leen los libros que nos deben recomendar. ¡Qué triste¡ Pero así, cómo va a haber elites. Si hubiera buenos reseñantes (qué horror de palabra) abriríamos nuestras mentes, nuestro conocimiento, nuestra cultura. Soy de los que creo que buenas lecturas valen más que horas de estudio de "esos", "bups", "logses", ggggg...(uff). Aquí lo que hacen falta son elites (soy orteguiano-aristotélico, como sabe, y no me cuesta nada reconocerlo, ¡ya está bien¡).

He leído recientemente a Henry Kamen hablando sobre esto (por cierto un gran historiador del Siglo de Oro español). He estado un par de veces con él y tengo ciertas afinidades intelectuales ( le recomiendo sus libros. A mí los que más me han gustado son "La Inquisición española" y "El Duque de Alba"). Pues bien, Henry Kamen se refiere a Steve Wasserman, una figura literaria en los USA, que publicó un artículo en el "Columbia Journalism Review" (la Universidad de Columbia es la number one en periodismo en el mundo), en donde lamenta el declive de las reseñas literarias y la reducción de espacio dedicadas a ellas. Y dice Wasserman: "Esta amenaza a la delicada ecología de la vida literaria y cultural es causa de considerable alarma". Wasserman es book editor de varios influyentes periódicos estadounidenses.

Para Wasserman el problema radica en la aparición de las nuevas tecnologías y, sobre todo, las publicaciones on line. No podemos ir contra el progreso. Eso sería un craso error, pero aún dista mucho de que los escritos literarios on line estén a la altura de los buenos paladares literarios y del cultivo de las elites. Por cierto, le recomiendo la propia página de Wasserman: www.truthdig.com. ¿Acaso conoce algo similar en español?

Suyo, E.