María Blanco Bellas es una chica compostelana de 26 años licenciada en Medicina que realizó el sábado la promesa de sus votos temporales, paso previo a su ingreso definitivo en la orden de clausura de las Benedictinas. La decisión no es fácil, y tiene su pequeño componente heroico: un enclaustramiento voluntario por los siglos de los siglos. El arzobispo Julián Barrio se lo dijo durante la ceremonia: “De alguna manera pierdes tu vida, pero es para ganarla”. La sentencia, aún dándole la vuelta una y otra vez y mirándola como a un objeto extraño, es temible. La vida ya presente de María la resumió un espléndido reportaje de El Correo Gallego: “La jornada empieza todos los días a las seis de la mañana y, desde esa hora, hasta las once de la noche, las monjas de San Paio no paran de trabajar. Realizan trabajos de repostería y su taller de ornamentos tiene clientes fieles de las diócesis de toda Galicia para las que elaboran casullas y manteles bordados. Tras asearse, las religiosas va a maitines y rezan durante media hora; después, alrededor de las ocho de la mañana, oran cantando. Más tarde siguen los ensayos de canto antes del desayuno. Después realizan trabajos de repostería, limpieza y se recogen para la oración antes de la comida”. En el periódico, y en la vida, se destaca mucho su carrera. La chica estudió Medicina, una formación compleja que ofrece un futuro resuelto: en lo económico, claro, y en la realización personal. Se sobreentiende en el mensaje si todo ha sido en vano: si Dios la ha arrancado de los brazos de quién. Pero sus padres están orgullosos, y ella, libremente, lo dijo en la ceremonia: “Sí quiero. Lo quiero y lo deseo”. Ahora flota una duda inquietante. Cómo se le sirve mejor a Dios, sanando a sus siervos como los sanaba Jesús, pero sin ese punto de euforia, o cocinándole pasteles y rezándole varias veces al día. Luego está el morbo de la ciencia en sí, y su turbia convivencia con Dios a lo largo de los siglos: bajo su nombre ardieron almas que luego las llevó el diablo a su seno. Hoy, gracias al progreso, esas hogueras ya las enciende la radio. Y no por nada está cogiendo carrerilla en Estados Unidos un candidato republicano con el cascabel del creacionismo: hay quien exige ese mensaje, y no lo hace inocentemente. Con todo, la finalidad es la que es: sacrificar una vida para hallar otra. La vana penumbra del futuro sostenido por la tradición, esa santa profecía.
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2 comentarios:
Eu coñezo relixiosos que viven ou viviron unha vida plena de clausura e dedicación monástica. Saben ao que renuncian, pero a vida monástica tamén ten moitas alegrías e satisfaccións.
Eu estou seguro de que esta moza escolleu libremente e terá unha vida interior máis completa ca de moitos que vivimos extramuros. O seu exemplo xa é en si unha gran tarefa humanitaria. Non se precisa máis. Deuno todo. Esa é a lección que eu obteño.
Saúdos.
Siento disentir...a mi me parece una víctima de una secta destructiva, que la extrae de su entorno y le hace promesas esotéricas de vivir en el futuro otra vida mejor a cambio de su vida actual (tanto me da que le prometan el paraíso, el Valhala o una huída a Melmac en platillo volante...)
No encuentro nada evocador en su postura, sólo una elección personal tan respetable como meterse jaco en vena...
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