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lunes, diciembre 10

Perder tu vida para ganarla

María Blanco Bellas es una chica compostelana de 26 años licenciada en Medicina que realizó el sábado la promesa de sus votos temporales, paso previo a su ingreso definitivo en la orden de clausura de las Benedictinas. La decisión no es fácil, y tiene su pequeño componente heroico: un enclaustramiento voluntario por los siglos de los siglos. El arzobispo Julián Barrio se lo dijo durante la ceremonia: “De alguna manera pierdes tu vida, pero es para ganarla”. La sentencia, aún dándole la vuelta una y otra vez y mirándola como a un objeto extraño, es temible. La vida ya presente de María la resumió un espléndido reportaje de El Correo Gallego: “La jornada empieza todos los días a las seis de la mañana y, desde esa hora, hasta las once de la noche, las monjas de San Paio no paran de trabajar. Realizan trabajos de repostería y su taller de ornamentos tiene clientes fieles de las diócesis de toda Galicia para las que elaboran casullas y manteles bordados. Tras asearse, las religiosas va a maitines y rezan durante media hora; después, alrededor de las ocho de la mañana, oran cantando. Más tarde siguen los ensayos de canto antes del desayuno. Después realizan trabajos de repostería, limpieza y se recogen para la oración antes de la comida”. En el periódico, y en la vida, se destaca mucho su carrera. La chica estudió Medicina, una formación compleja que ofrece un futuro resuelto: en lo económico, claro, y en la realización personal. Se sobreentiende en el mensaje si todo ha sido en vano: si Dios la ha arrancado de los brazos de quién. Pero sus padres están orgullosos, y ella, libremente, lo dijo en la ceremonia: “Sí quiero. Lo quiero y lo deseo”. Ahora flota una duda inquietante. Cómo se le sirve mejor a Dios, sanando a sus siervos como los sanaba Jesús, pero sin ese punto de euforia, o cocinándole pasteles y rezándole varias veces al día. Luego está el morbo de la ciencia en sí, y su turbia convivencia con Dios a lo largo de los siglos: bajo su nombre ardieron almas que luego las llevó el diablo a su seno. Hoy, gracias al progreso, esas hogueras ya las enciende la radio. Y no por nada está cogiendo carrerilla en Estados Unidos un candidato republicano con el cascabel del creacionismo: hay quien exige ese mensaje, y no lo hace inocentemente. Con todo, la finalidad es la que es: sacrificar una vida para hallar otra. La vana penumbra del futuro sostenido por la tradición, esa santa profecía.

2 comentarios:

busto.agolada dijo...

Eu coñezo relixiosos que viven ou viviron unha vida plena de clausura e dedicación monástica. Saben ao que renuncian, pero a vida monástica tamén ten moitas alegrías e satisfaccións.
Eu estou seguro de que esta moza escolleu libremente e terá unha vida interior máis completa ca de moitos que vivimos extramuros. O seu exemplo xa é en si unha gran tarefa humanitaria. Non se precisa máis. Deuno todo. Esa é a lección que eu obteño.
Saúdos.

Dinintel dijo...

Siento disentir...a mi me parece una víctima de una secta destructiva, que la extrae de su entorno y le hace promesas esotéricas de vivir en el futuro otra vida mejor a cambio de su vida actual (tanto me da que le prometan el paraíso, el Valhala o una huída a Melmac en platillo volante...)

No encuentro nada evocador en su postura, sólo una elección personal tan respetable como meterse jaco en vena...