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miércoles, diciembre 17

La divina calva era un martillo


La Tierra se paró un instante a la espera de una solitaria repetición. Millones de personas llevaban casi dos horas viendo la final de la Copa del Mundo de fútbol, el acontecimiento deportivo más seguido del planeta, y el mejor jugador del campeonato, un divino calvo que había anunciado que sería su último partido, salía del campo expulsado con roja directa. Las cámaras ofrecieron una imagen insólita. Zidane, el Nureyev del balón, cruzaba agrias palabras con Materazzi, un leñero italiano que había insultado a su familia. En un momento dado, el francés se dio la vuelta, se dirigió hacia su marcador y le soltó un elegantísimo cabezazo en el pecho. La conmoción fue mundial porque bailaban juntos todos los ingredientes de la vida en aquel partido, en el que Zidane ya había puesto por delante a Francia con un penalti que resumió su carrera de equilibrista: clase a rebosar, una sangre fría de otro planeta y la calidad extraordinaria del jugador que marcó una era. Ganó Italia a los penaltis, pero pocos se acordaron. La épica dejó a un héroe marchito víctima de sus legendarios arrebatos que pudo bajar el telón de su carrera jalonada de éxitos levantando la segunda Copa del Mundo y lo hizo expulsado, dejando sonado a su equipo, tras una brutal agresión. Había allí demasiada literatura para que todo quedase en una anécdota. En días posteriores se sucedieron montajes en internet, videos en telediarios, reacciones de deportistas y hasta un ejército de filósofos se lanzó a discutir en las páginas de opinión de los periódicos sobre el astro. “¿Por qué”, dijo Vidal-Beneyto, “nadie ha elogiado que Zidane haya sacrificado la gloria de su despedida, el punto cenital de su carrera y su imagen de marca a la lealtad a unos principios y a unos afectos para él innegociables?”. En su agónico camino, última imagen de su carrera, se cruzó con la Copa que él mismo, en la cumbre, había levantado ocho años antes en París. Entonces no necesitó un cabezazo para acercarse a ella, sino dos. Gozoso movimiento de la Historia en su perpetuo retorno.

3 comentarios:

M. dijo...

Desde hace unos meses estoy publicando un trabajo en el periódico sobre las tres décadas de democracia: año a año desde 1978. No he metido ninguna de las columnas que incluyo en él porque no venían a cuento, pero sería demasiado cicatero ocultar esto de 2006 a zidanistas como mi querido Conde-Duque. Más que nada por el enlace del vídeo final, que veo normalmente cuando necesito encontrar algo de belleza en la vida. Lo del eterno retorno también puede tener una lectura madridista extraordinaria: el pequeño Enzo Zidane anda haciendo roulettes de blanco. Jo, estoy en todo.

Anónimo dijo...

No está nada mal para ser FranChute, pero estos días un bloguero puso algo de Djalminha en Youtube y no es por nada, pero aparte de "hablar" en Gallego de Sudamérica, ser nuestro en el mejor Equipo Gallego de la Historia reciente hasta la fecha le hizo, entre otras cosas, una figura al Madrid, que solo por ella ya podría estar para siempre en el Olimpo de Breogán .
También lo largó "La Coz de Galicia" por un cabezazo ¡en un entrenamiento¡ .
Pero era Cabeza creativa antes que repetidor de la misma verónica .
Nos faltó saber su profundo sentir en valores, pero la rebeldía en él, como perdedor, tiene la misma ética que la de Zinedine .
Son SEito .

conde-duque dijo...

No se cansa uno de verlo.
Y cómo se le echa de menos. Qué gran pérdida para el mundo del Arte...