Como toda lucha necesita un símbolo, las llamadas madres de la droga se plantaron en los noventa delante de las verjas del Pazo Baión a pegarle seis gritos a sus dueños. Los gallegos, esa raza celebrada hoy por obra y gracia de Santiago Matamoros (cuyos restos aún nos quieren hacer creer que descansan sagrados bajo la Catedral, degollado y con la cabeza entre los brazos), no se distinguen de los demás en ciertas cualidades sintomáticas: hay a quien le gusta esconder el dinero tanto como la cara y hay a quien le pierde el derecho de ostentación, tanto da si se produce sin oficio ni beneficio. A Oubiña como a otros les perdió la impunidad: habían pasado tantos años que creían que aquello era eterno. E hizo de Pazo Baión el ominoso faro de la ignominia que se había ido gestando en los años felices de las planeadoras, los fardos y los muertos. Tiempos de compañeros de pupitre que se iban una noche a una playa de Arousa a ayudar en la descarga y ganarse 60.000 pesetas. Se desfizo el negocio y la maquinaria de la justicia empezó a rolar, como rola a veces el viento: las madres cruzaron el umbral de Pazo Baión, comprado con los picos de sus hijos y las marcas endelebles de sus brazos, muchos hoy apenas húmero, cúbito y radio bajo la tierra que señalaba Eliot: “Aquel cadáver que plantaste en tu jardín el año pasado / ¿ha empezado a retoñar? ¿Florecerá este año?”. La metáfora puede servirse hasta en caliente, e incluso pensarse en las autoridades y las madres tras el portalón esperando la apertura de Harrod´s. Pazo Baión es esclavo ya de un tiempo y en sus pasillos se hizo el recorrido de una época que desmenuzó con saña generaciones a las que habían invitado a una fiesta sin decirles la hora a la que se iban a cerrar las puertas: tuvieron también su responsabilidad, y no fue menor. Como la toma de la Bastilla, la lucha suele cerrarse con el apoderamiento de los símbolos: las madres huérfanas de hijos pisando los viejos dominios del lobo. Veinte años no es nada, pero dan para mucho.
2 comentarios:
hola, M!
acabo de leer "Después de tantos años" en el Diario de Pontevedra. Me gustó mucho porque siempre me llamó mucho la atención esa familia...
Si no lo viste te recomiendo el documental "Un día con Panero", que grabaron Bunbury y Carlos Ann hace años.
un besín
pd. soy L, la astur que te seguía hace tiempo...sigo siguiéndote desde el otro lado del espejo...
L, después de tantos meses. Gracias por seguir, que ya es bastante.
PD: Acabo de colgar el artículo arriba, pero más amplio, con un millón de enlaces más o menos interesantes, y con nuevo título. Todo muy tuneado.
Bico.
Publicar un comentario