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domingo, julio 20

Por la sangre de Abdón

Pocas vidas ha habido en el fútbol tan trágicas como la de Abdón Porte, un sensacional medio centro del Nacional de Montevideo de principios de siglo. Porte era el ídolo absoluto de la afición, pero a los 27 años sintió que el mejor fútbol había salido ya de sus botas y que su imponente presencia en el centro del campo mermaba. También el club había detectado una ligera decadencia en Abdón Porte y contrató a un jugador que presumiblemente ocuparía su puesto en el once la siguiente temporada. Un día de marzo de 1918 Nacional ganó 3-1 al Charley. Todo el equipo fue a celebrar la victoria hasta que a la una de la madrugada Abdón Porte se despidió diciendo que tenía que coger un tren: lo que hizo fue regresar en la noche al inmenso estadio vacío, caminar hasta el centro del campo y allí, en el punto central, sacar una pistola y dispararse al corazón. Antes del declive y el adiós, la eternidad. Junto al cadáver había unos versos escritos a mano: “Nacional aunque en polvo convertido / y en polvo siempre amante / no olvidaré un instante / lo mucho que he querido / Adiós para siempre”. Escritores como Horacio Quiroga y Eduardo Galeano han recreado en la literatura su historia, y hace unos meses la recogía Enrique Vila-Matas. En los partidos que Nacional de Montevideo juega en su estadio, Parque Central, cuelga de la tribuna una inmensa leyenda: “Por la sangre de Abdón”.

4 comentarios:

yaya dijo...

Cuando leo/ escucho historias así me reafirmo en mi idea de que es mucho mejor no ser un genio. Menos mal que yo de eso no tengo que preocuparme.

Sí, ya. No se consuela el que no quiere.

Riforfo Rex dijo...

No se trata de ser un genio. Se trata simplemente de saber cuándo se está viviendo de más.

Anónimo dijo...

Quizás sea mejor que llegue ese momento que morir sin desearlo. No lo se.

M. dijo...

Raúl, por ejemplo, está viviendo de más (en el campo, quiero decir). Si se hubiese retirado a los 26 hoy sería tan leyenda como nuestro romántico amigo Abdón Porte.