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viernes, enero 23

La vida inversa de Maika Bernal

La Primera lleva dos semanas recordando el crimen de Fago, aquel en el que apareció una mañana el cadáver del alcalde. A uno le gustan las cositas que la ficción hace con la realidad, muy en contra de la ortodoxia periodística. La verdad atrae, pero también la verdad en diferido, si sólo ésa puede ser la única manera de contemplarla. Fago (el de los periódicos y los telediarios) era un Gran Hermano voraz que todo lo consumía. Uno siempre creyó que si en lugar de dejar a diez personas en Guadalix de la Sierra durante tres meses en una casa común los dejasen en un pueblo alejado del mundo durante cincuenta años, el ganador del concurso sería el primero en morir de forma natural. La soledad engrendra odios profundos y también alianzas tan enternecedoras que derivan en criminales. No hace falta ir al Pirineo ni a Puerto Hurraco: también en las comunidades de vecinos, en su endogamia, se recrean las pasiones más bajas.

Todo transcurría con normalidad en la serie de la Primera (ya había un fiambre: se veía venir que el carácter de Vilches, fuese en un hospital o en el Pirineo, le iba a traer algún disgusto; un acusado y un guardia civil atormentado por la muerte de su "amigo especial", en expresión insólita), cuando apareció la jueza encargada del caso. Paca Gabaldón, ni más ni menos. Yo no sé a ustedes, pero Paca Galabón será siempre Maika Bernal, la malísima de El Súper. El Súper fueron las tardes de mi juventud eclosionando como una radiante primavera. Julia, aquella cajera amargada que parecía vivir dentro del funeral de una madre. La alborotadora Teté, con la sonrisa estomagante colgada del estólido jeto de aquel personaje suyo, tan insoportable. Ernesto, el hombre a medio afeitar de mandíbula de mamut, que siempre llegaba al súper después de pastorear cabras: ¡se olían las cabras en salón! Maika, acechando como una Channing pasada de vino. El terrible Alfonso; la azucarada Asun con su desquiciado buen rollito. Y por supuesto, Santiago: Chisco Amado. Hay un antes y un después en la interpretación española desde la irrupción de Chisco Amado en nuestras vidas. No diré más.

Aquellos noventa los despachó uno zapeando entre El Súper y Médico de familia, y luego salió lo que salió. Que la jueza de Fago fuese la alcohólica Maika Bernal cerró el círculo que el destino trazó en los últimos diez años: al revés que ella, iba uno para juez y opositó a dipsómano. Una nacionalidad, que dijo Bogart, como otra cualquiera.

6 comentarios:

J. A. Montano dijo...

Chisco Amado! Me había olvidado de Chisco Amado! Me fascinaba ese nombre: Chisco Amado! Y ese hombre (con esa carita y ese pelito y esos gestos): Chisco Amado!

J. A. Montano dijo...

Chisco! Chisco! Jajaja!

Anónimo dijo...

Ya verás cuando Poo se entere de que hablas del Súper, su serie de cabecera de los 90.

M. dijo...

Yo siempre creí que el AEP de Poo era Chisco Amado. Veo que no me confundía.

Anónimo dijo...

Lo intentó con Chisco pero al final lo dejaron porque él no podía olvidar a Julia. Una pena, oye.

Anónimo dijo...

¿Que Maika Bernal era la mala de El Súper? ¿Pero tú qué serie viste?

Es más, su intepretación en Fago fue espléndida.