El mejor retrato que se ha hecho nunca de Jesús Vázquez es el que reproduce el periodismo para engordar el mito del patito feo que alumbra un cisne: "Tenía acento gallego, era gordo, con gafas de culo de vaso y pluma". Se sabía que la visión de un niño gordo y con gafas de culo es motivo real de suicidio para una directora del Cosmpolitan, pero que a esas taras se le sumen la pluma y el acento gallego es ya puro ensañamiento. "Lo más suave que me decían era vaca gallega", confesó Vázquez en un momento de angustia. Este tipo de cosas el periodismo las subraya con mucho énfasis, sobre todo cuando el asqueroso de turno es hoy un chico bien dibujado al que no se le conocen pluma y gafas, y que hablando parece de Madrid mismo, hijo y nieto emigrante de Camborios.
Ya en la cresta, recuerda uno que Jesús Vázquez se vanaglorió de haberse despojado del acento gallego. Supongo que lo justificaría con el rollito del espectáculo y eso: sólo me ofrecían concursos de a ver quién le hace el nudo al rabo de un burro o papeles de arousano. También ahora alguien de quién no recuerdo el nombre vino a hablar del acento gallego y su diabólica influencia. Uno entiende que un buen actor disimula su acento natural y se adapta a otros, pero no debe ser el caso: aquí todo muy planito y masticado, que nos perdemos.
A la ministra de Fomento se le ha señalado ahora el acento con el mismo asco que se le señalan a los gordos sus gafas de culo de vaso. Fue la diputada Nebrera, del PP, que se ha protegido con la cantinela de los ‘amigos gay’. Que no me acusen de antiandaluza que mi madre es de allí, ha dicho. A mí no me parecen mal los maricones y hasta todos mis amigos lo son, por no hablar de mi padre, pero qué vamos, ¿a acabar casándonos con gatos?, decían aquellos manifestantes de la familia.
Ya en la cresta, recuerda uno que Jesús Vázquez se vanaglorió de haberse despojado del acento gallego. Supongo que lo justificaría con el rollito del espectáculo y eso: sólo me ofrecían concursos de a ver quién le hace el nudo al rabo de un burro o papeles de arousano. También ahora alguien de quién no recuerdo el nombre vino a hablar del acento gallego y su diabólica influencia. Uno entiende que un buen actor disimula su acento natural y se adapta a otros, pero no debe ser el caso: aquí todo muy planito y masticado, que nos perdemos.
A la ministra de Fomento se le ha señalado ahora el acento con el mismo asco que se le señalan a los gordos sus gafas de culo de vaso. Fue la diputada Nebrera, del PP, que se ha protegido con la cantinela de los ‘amigos gay’. Que no me acusen de antiandaluza que mi madre es de allí, ha dicho. A mí no me parecen mal los maricones y hasta todos mis amigos lo son, por no hablar de mi padre, pero qué vamos, ¿a acabar casándonos con gatos?, decían aquellos manifestantes de la familia.
"Al pontevedrés se le exige gracia en el concepto, mientras que al andaluz le basta con el acento", escribió Julio Camba haciendo una perversa hipótesis: "Si se hubiera quitado el acento a las obras de los hermanos Quintero, no hubieran entrado nunca en la Academia". El acento neutro, despojado de pliegues, siempre fue el de los tipos que se permitían el lujo de llevar corbata en la tele: el andaluz a la cocina y el gallego a la cuadra. Quizás lo que la catalana Nebrera no termina de asimilar sea que Magdalena Álvarez, en lugar de estar lavándole la loza, sea una ministra de traje chaqueta. Seguro que si llevase cofia se le entendería mejor.
6 comentarios:
Discrepo. El acento andalú es una auténtica delicia cuando pone música a los discursos inteligentes e inteligibles.
Otra cosa es que el traje de Ministra se lo pongan a quien no tiene cualidades para defenderlo delante de un micrófono. En tal caso, ni el mejor acento -o su ausencia- servirá para escudarse en la falta de (in)formación.
Si tú discrepas yo discrepo también, Königin querida. Y sí, los acentos son música si acompaña el discurso.
Sospecho que lo de Magdalena Alvarez no es una simple cuestión de acento. Más quisiera ella. Ya lo ha dicho no sé donde, que lo que ocurre es que piensa más rápido de lo que habla
Pues yo soy un tío raro, porque a mí me cae bien Magdalena Alvarez. Y creo que algo hay de lo que comentas del traje chaqueta y la cofia.
Hay políticos que hablan y pronuncian muy bien, pero siempre dicen las mismas cinco frases. Con Magdalena Álvarez, por lo menos, debemos hacer el esfuerzo de descifrar lo que dice, y si dice algo.
Por supuesto que Magdalena Alvarez dice algo cuando habla, tonterías. Eso cuando no asiste a una inauguración y veta la rueda de prensa posterior, todo un ejemplo democrático y más viniendo de un miembro, perdón miembra, del Gobierno de turno.Lo que no entiendo es como puede ser que a estas alturas alguien que ha demostrado con creces su incapacidad para dirigir un ministerio sigue ocupando el cargo que ocupa. Sea hombre, mujer, de izquierdas, de derechas, tenga acento andaluz o gallego.
Gracias Manuel.
una jartá de bicos!
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