Los diarios de Vocento publicaron a primeros de año una entrevista con Rosa María Calaf. Es una pieza útil que ha circulado a cierta velocidad por la Red. Frente a los cojones patrios y el ‘a mí la muerte’ de Pérez Reverte, que salió del periodismo por el camino predilecto («todos ustedes están soñando con irse a París a escribir la Gran Novela Americana, como Scott Fitzgerald», le grita a sus redactores Walter Burns desde su despacho), Calaf se despide con un ERE en TVE que acaba de podar a esas generaciones inservibles que se han topado con la senectud a partir de una edad primorosa: los cincuenta años. Quiere decirse que se han ido Calaf y Gasset, entre tantos, pero al menos sigue en nómina Anne Igartiburu, que dio un año las campanadas en tanga.
«Los vinos añejos son siempre más caros», dice Calaf, «porque la experiencia y el conocimiento no pueden pagarse igual que la juventud». Regulaciones de empleo, precariedad laboral y depreciación social de la figura del periodista, recuerda con nostalgia el entrevistador. Una cadena madrileña acaba de hacerle la oferta de su vida a un periodista: 185 euros mensuales por el horario que se le marcase.
La precariedad laboral siempre ha sido consecuencia directa de cierta precariedad moral, y a eso también señala Jaume Roures, el todopoderoso señor de Mediapro y editor de Público: «Yo no trabajo, milito». Lo dijo en Liberàtion, y el diario francés le concedió honores escandalosos: ‘Citizen Katalan’, tituló la entrevista. La militancia del empresario resulta entrañable: hay portadas de Público que parecen hechas por Milikito, algo no descartable porque en Mediapro manda mucho Emilio Aragón, y el ‘cómo están ustedes’ acabará cayendo a cinco columnas en un momento de fervor.
En un extenso artículo publicado en The New Yorker, traducido por Verónica Puertollano y titulado ‘El día que murió el periódico’, Jill Lepore explica que el impresor del Connecticut Bee prometió informar hace más de dos siglos de: «Los giros de la fortuna, los cambios en el estado, / la caída de los favoritos, los proyectos de los grandes / De las malas gestiones, de los nuevos impuestos / Nada totalmente falso, ni totalmente cierto». «No me tome usted demasiado en broma ni demasiado en serio», dijo Camba. «Salvada por un inmigrante», viene de titular en portada El País.
No deja de tener su gracia que a Calaf, una mujer que paseó media vida entre guerras, se la lleve por delante su empresa. «Llevo treinta años diciendo lo mismo», dice en su despedida. Es un epitafio que también vale, en su proclamada muerte bajo ruidosas cornetas y atronadores tambores, para el periodismo escrito. Ése que ahora destapa el 'cocidogate' de espías madrileños en el PP, en afortunada expresión de Mauro Entrialgo y feliz conclusión de Escolar, el de las portadas de Público: «Pedro J. es el periodista español que más cita en sus artículos el Watergate. Y para una vez que viene a cuento, se ha puesto del lado de Nixon».
2 comentarios:
Me parece un excelente artículo.
"Calaf, pobre Calaf, PSOE la metió en el armario y a mí me da tanta pena".
Aprovechado el título de una obra del TEI de allá por los 70, recordarte Manuel, que esta Sra. precisamente esta, no se va al paro ni con los horizontes vacíos de paisajes . Llevaba mucho tiempo monopolizando los destinos donde los contactos se venden a los Empresarios que desean extender sus negocios por las Asias y las Ameéricas, que ya las hizo,en la Caja b del tiempo " a gastos pagos" aparte de colocar apellidos Catalanes en su heredad,tantos que la Embajada de Montilla se quedará pequeña para tanta usuaria .
TVE desapareció hace tiempo, cuando se les dió las llaves a los boixosnois/bois tipo Fran&Co .Ahora es como las TV´s multiplos de 2 TVCat .
SEito .
SEito
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