Eduard Cortés debutó en el cine con una película que tituló La vida de nadie. El protagonista es un economista del Banco de España que vive en un chalé: tiene mujer, un niño y apenas cuarenta años. Y sin embargo es todo mentira, porque nunca ha acabado la carrera, no es economista y jamás ha entrado en el Banco de España. Vive de todo el dinero que su familia y sus amigos le dan para que lo invierta. Me gusta el término que le dio Octavi Martí: “creó una arquitectura social sobre el vacío más absoluto”. El cronista lo escribió en el El País en una crónica del año 2000, dos años antes de que se estrenase la película. No hablaba del protagonista del filme, sino de alguien mucho más real: Jean Claude Romand. Romand era un alto funcionario de la Organización Mundial de la Salud, vivía en una casa con jardín en un pueblo francés cercano a la frontera suiza y tenía esposa, dos niños y un perro. Un novelista francés, Enmanuel Carrére, le dedicó una novela a este asombroso personaje. Sus colegas médicos le daban dinero para que él lo colocase en Suiza. Cada mañana, y esto es lo que a mí me conmueve, Romand se despedía de su familia, se metía en su coche, se iba a un aparcamiento gratuito y dejaba pasar las horas. En su segundo curso de Medicina había suspendido un examen y para no decepcionar a sus padres decidió mentirles. Sobre esa simple mentira edificó su vida. Cuando le reclamaron el dinero todo empezó a resquebrajarse. Y se vino abajo con exquisita frialdad. Mató a su mujer, a sus hijos, al perro y a sus padres. Luego prendió fuego a las casas y se tomó un tubo de somníferos. Sobrevivió. “Carrére pone al desnudo la extraña relación entre la personalidad social y lo que queda de nosotros una vez privados de títulos, funciones y uniformes. Por eso el enigma Romand interesa a tanta gente, porque es un poco nuestro propio enigma”, escribe Martí.
sábado, enero 6
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5 comentarios:
Tema fascinante. Vi hace tiempo una peli francesa o suiza sobre esto; quizá basada en la historia real de Romand (no me acuerdo del director ni del título; que alguien se anime si la conoce).
En Japón, hace unos años con lo de la crisis y los despidos se dio un fenómeno "social" extraño; los hombres no podían confesar a su familia que habían sido despedidos y continuaban con el paripé hasta que la situación se hacía insostenible; acababa en suicidio.
Una cosa que me llama la atención es el perro, que también se fue al otro barrio...
Empezamos usted y yo con la misma historia el año nuevo. ¿Sabe que hasta que regalado dos ejemplares de El adversario estas navidades? De las historias más impresionantes que he leído este año. Me alegro de que usted también la disfrute.
Seguiré al tanto de todo lo que escriba desde Barcelona, así que actualicese mucho!!
Curiosa historia. Seguro que hay muchísima más gente de la que pensamos que lleva esa doble vida... ¡Todo es ficción (en mayor o menor grado)!
Yo sospecho de alguno de mis vecinos, pero no me atrevo a insinuarles nada viendo cómo se las gastan después...
PD: Manuel, qué envidia ver San Bartolomé desde casa...
Mabalot, hay dos películas más sobre el caso Romand. Una es "El empleo del tiempo" de Laurent Cantet, y la otra es la adaptación de la novela de Carrere: "El adversario" de Nicole Garcia.
Por cierto, Alba: menuda coincidencia ésa del libro. ¡Carajo!, y cuando te vi el 31 ya habías escrito un comentario en el blog, pero no lo había leído: lo habrás notado, porque no te dije nada. Que te vaya bien en Barcelona, pero no tanto como aquí. Bicos.
Conde-duque, no sabes lo que va a disfrutar mi gato por esos tejados.
Gracias, sí, "El empleo del tiempo"; a esa peli me refería. La otra no la vi. Pero le sigo la pista "Al adversario", de Carrere...
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