Ni el estruendo prehistórico del bombazo, concienzudamente planeado por la espalda, que es por donde se va caminito a la independencia, como los tiros en la chepa. Ni el flojo aturdimiento de Zapatero, incapaz de salir en la televisión a las doce del mediodía para decir que con el ruido que se ha montado en la T-4 el diálogo es imposible, no ya por el problema moral, sino por algo mucho más prosaico: las condiciones acústicas. Ni siquiera, ya digo, esa turba de losantitos tomando las calles con banderolas españolas, lemas extravagantes ("Zapatero coge la maleta y vete con la ETA”) y una intención tan clara como inútil: la culpa de todo la tiene Yoko Ono. Ni siquiera, en fin, los análisis posteriores de políticos y periodistas que salen a la débil luz de la trinchera, trabajados con ímpetu bajo el silencio de la hecatombe, arrimándolos al ascua del esqueleto de su sardina para salir con los deberes hechos en 59 segundos a comprimir los argumentos entretejidos con la seda vieja de sus entrañas.
En realidad, a cada atentado le sucede una liturgia que diríamos programática: una liturgia con un sacerdote identificado, orondo y feliz, que es ETA, y unos feligreses que se mueven a su compás para confesarse cuando ETA lo cree conveniente, para comulgar cuando ETA saca a pasear el cuerpo de Cristo en períodos de cariño, unción y misericordia o, incluso, para salir a la carrera cuando a ETA le da la gana de echar abajo la iglesia con quinientos kilos de cloratita. Y aunque todo eso ya está, digo, cerca de cansarme, azuzándome el hastío, nada hay tan pesado como el rostro de Otegi y su discurso, rudimentario y plomizo: un discurso de secano, ajado por el tiempo y sepultado por sus propias expresiones verbales, que han crecido dentro de él como plantas carnívoras y se lo han llevado por delante, deglutiéndolo educadamente: al discurso y al propio Otegi. Si hubo una época en la que ETA unió a su tradicional discurso terrorista cierto interés por el jueguecito léxico fue aquella en la que la banda hablaba sin rubor de una estrategia que literariamente suena poderosa: la socialización del sufrimiento. Pudieron haberlo afrancesado un poco y saquear a Eluard (Capital del Dolor), pero prefirieron hacerlo más tétrico y ponerle en bandeja a Otegi los pontones apolillados de su discurso. Ver su rostro redondo y sereno, casi lunar, en la tarde del día 30 delante de un micrófono y rodeado de periodistas, como si en lugar de un vocero terrorista estuviese hablando Rod Stewart, casi me hace devolver las uvas un día antes de haberlas ingerido, lo que no deja de tener su mérito.
La puesta en escena de Batasuna, para ser una organización que no existe, es fabulosa. Primero Otegi se acerca sin capucha y con el gesto constreñido a la mesa, se sienta dejándose caer como un saco de patatas y, llegado el momento, habla. El “escenario político que satisfaga a todos los agentes”, la solución “al conflicto”, el lamento por el “sufrimiento” que se le está causando “a todas las partes”, las “vías de solución”, el “Estado español” y su estrategia penitenciaria respecto a los “presos políticos”, que lo único que han hecho es vaciar el cargador de las pistolas en las cabezas de los enemigos del pueblo vasco: una política un tanto agresiva, pero eficaz: no vuelven a chistarte. Eso es Otegi: ya no un peligro, sino un coñazo. Casi es mejor teniéndolo dentro de la banda, escondidito en algún poblachón del sur francés, que descargando su batería insulsa de palabras descosidas y desteñidas por las primeras planas de los periódicos del país. Y todos a su alrededor dándole trato de estrella de la NBA mientras Otegi aparta disimuladamente a los dos cadáveres, los mete debajo de la alfombra, se sienta sobre ellos mascullando algo de un “accidente” y dice que la tregua marcha, que el proceso es más necesario que nunca y que nunca choveu que non escampara. El espectáculo debe continuar, nos canta, impasible, Otegi.
6 comentarios:
Eu non sei se o atentado na T4 foi a fin do proceso de paz (espero que sexa só unha paréntese). O que si sei é que foi a fin de Otegi. Estou totalmente de acordo co que dis, e eu engadiría que a partir de agora Otegi é un NINGUÉN para falar deste tema (e posiblemente de moitos outros). Creo que debe marcharse (el e os seu acólitos) e haberá que atopar (non sei onde) novas cabezas (se as hai nese mundo) para emprender de novo un camiño cara a paz, que tanta falta nos fai.
Unha aperta
Vengo a saludar. Soy el que te ha confundido con el Atleta, aka Montano. Enhorabuena por el texto, al que vuelto a leer le sigo encontrando ese aire de familia.
Con tu permiso voy a husmear en el blog.
(Y a xurxo, que los dioses le conserven la inocencia: en ese mundo no hay cabezas normales; el que desarrolla una cabeza normal se sale de ese mundo)
Gracias Xurxo por tus visitas y tus comentarios. Sobre lo que me dijiste en un anterior post, creo que pronto empezaré a escribir en gallego unos artículos para otro periódico, y los colgaré aquí.
Ignacio: estás en tu casa. Ponte cómodo, hay cerveza en la nevera. Me ha divertido la confusión con el Atleta, porque soy un gran lector de él. Probablemente, como me ocurre con todo aquel que leo con interés y entusiasmo,haya atletizado un poco mi prosa, no lo sé. En cualquier caso, coincido contigo en que sería una influencia, non sé si la mejor de España, muy buena. Un saludo.
Toda a verdade e nada máis que a verdade: "[El terrorismo de Eta] ofende los dramas que el mundo tiene de verdad. Yo este año he estado en Gaza, allí he visto lo que es que un pueblo se sienta oprimido; yo he visto en África a gente que no tiene para comer, que tiene que caminar 10 kilómetros a por agua... Y que un pueblo como el mío se esté permitiendo la fantasmada, la chulada de darse la importancia que se está dando, convirtiendo un problema que es sencillamente un problema político como en el mundo hay millones, en un drama de este calibre, jugando batallas de vida o muerte, me parece una ofensa para los asuntos reales de vida o muerte. No puede ser, no puede ser que dediquemos la energía que estamos dedicando a este asunto, que estemos obligando a toda España a tener la paciencia superlativa de dedicar millones de horas de un tiempo que lo necesita para millones de problemas que tiene de verdad. Sencillamente, me parece un insulto, me siento ofendido como vasco y me siento irritado. Me parece que debería haber un problema de categorías. ¡Que esos pobres chicos ecuatorianos estén muertos ahora en nombre de no sé qué anhelo...! Vamos, hombre, hay que ver el problema real de estos dos ecuatorianos que habían venido a sacarse la vida adelante al quinto pino de su país y que les hemos matado porque nosotros creemos que una organización del Estado así es peor que una organización del Estado asá... Es que esto no resiste la comparación. No banalicemos hasta este extremo las cosas y, sobre todo, si las estamos banalizando, pongámonos colorados, que nos dé vergüenza por lo menos”. (Iñaki Gabilondo en 'El País' destacado despois por Arcadi Espada no seu blog).
Coño!! No había leído las declaraciones de Gabilondo: Había que enmarcar esas palabras...
Gracias, Lulú, por rescatarlas...
De nada, Mabalot. As grazas hai que darllas a el por dicir todo iso.
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