Me he trasladado! Redireccionando...

Deberías ser trasladado en unos segundos. De no ser así, visita http://www.manueljabois.com y actualiza tus enlaces, gracias.

jueves, agosto 2

Dylan (y II): la fama

En la música, Sinatra puso la voz, Elvis el cuerpo y Dylan el cerebro
Bruce Springsteen

Bob Dylan es como Einstein. Como un disparo divino
Kris Kristofferson

Hay una escena en Don´t look back, el documental rodado por D. A. Pennebaker durante la gira inglesa de 1965 (en plena transición del folk al rock, para ira de los puristas, estupor de los admiradores y pasión de sus absolutos incondicionales) en la que se ve a Bob Dylan y Joan Baez corriendo hacia una furgoneta perseguidos por una masa de personas a campo abierto. Dylan consigue meterse en el vehículo y se sienta dando la espalda a los cristales. Alrededor, cientos de personas se agolpan contra la furgoneta y le gritan, le profesan su amor. Dylan mira hacia la cámara con un gesto neutro: tiene un aire turbador de adolescente que desmiente sus veinticuatro años. Es mundialmente famoso y se ha convertido, para su pasmo y desprecio, en la voz de la conciencia de los sesenta: una suerte de pastor comprometido que debe guiar al mundo como un faro de estrepitosa luz y perfectos designios. Cuando ya debía ser un adolescente cogí en la barra de una cafetería una revista en la que estaba, ajado, el rostro de Bob Dylan. El camarero me dijo: “¿Te gusta? Es una leyenda, ¿eh?”. Uno siempre ha tenido cierta sensibilidad para esas cosas, así que me puse a escucharlo: sin pasión, que tampoco amo tanto la música, pero con un interés romántico (aquel chico forever young, tan guapo y tan poeta). El flechazo final se produjo mucho más tarde, cuando me pasé una semana entera viendo el relato de Martin Scorsese en Historias de Nueva York (la nómina de la película la completan Francis Ford Coppola y Woody Allen) protagonizado por Nick Nolte y Rosanna Arquette: una de las historias de amor con las que uno más se identificó en su momento entre los fríos efluvios de la soledad y bajo el desamparo de horas malditas. La historia finaliza con dos planos: el pintor arrebatado dibujando un mural y la rubita aprendiz destrozacorazones haciendo las maletas, esa preciosidad diabólica. Junto a ellos, Like a Rolling Stone (pero cantada por Jagger y los suyos a todo trapo). La letra de la canción se enroscó como una serpiente hasta las cejas de veneno, y desde entonces hasta ahora navego sin motor entre los clásicos: Just Like a Woman, Mr Tambourine, Blowin in the Wind, Hard Rain y Paca te Clavé la Estaca. Un ramillete sin pretensiones, pero obsesivo, casi enfermizo: treinta y nueve de fiebre en momentos puntuales, tampoco más. En el documental de Scorsese Dylan reconoce que ha vivido desde los veinte años rodeado de gente: “Hubo un momento en que dejé de notarlo, dejas de verla y ya apenas la notas”. Llegado a un punto, a uno casi le interesa más el acercamiento científico al mito: al tipo que vive desde la veintena instalado en la leyenda, pero no la leyenda que emana cochina de la cama de un torero, sino la que surge entre la sangre y el barro de la música: como trovador, ni siquiera como profeta. Hay momentos de No Direction Home en los que se ve a Dylan sentado al piano, tocando a veces con una mano y extendiendo la otra en un movimiento espasmódico, y es tan crío, tan frágil, que evoca a Rimbaud, pero con el reconocimiento y la pasión que le fue negada al adolescente francés: portadas de revistas y periódicos, deseos sexuales irrefrenables y un áspero sentido del humor que vomitaba delante de los periodistas más absurdos. Patti Smith dijo de él que es sexo en el cerebro, y Leonard Cohen que es uno de esos hombres que nacen cada tres o cuatro siglos. “¿Puedes chuparte las gafas?”, le pidió un periodista en una rueda de prensa para obtener una foto. Se levantó y se las extendió: “Toma, chúpalas tú mismo”.

6 comentarios:

Ignacio Pómez dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Estimado Jabois, leo en un periódico de su provincia, que no en el suyo que en esto de la "gueb" deja mucho que desear, que mañana, sábado, le hacen un homenaje a nuestro querido John Balan. Le recomiendo que acuda al mismo, seguro que será inolvidable, tanto como oir en directo al gran Dylan. Y grábelo usted porque a buen seguro será un documento muy apreciable en el futuro. Si acude allí, al cine de Seixo, déle recuerdos de mi parte al dueño, Cuco, que es un gran amigo. Siento no acudir al acto porque ya sabe usted el cariño que le tengo a esa tierra... y al artista homenajeado.

Suyo, E.

M. dijo...

Mi querido Erasmo, me falta aún un tiempo para salir de trabajar. Me leeré la crónica de mis compañeros, descuide. Saludos.

Portarosa dijo...

Me han gustado mucho estos dos posts sobre Dylan, Manuel.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Que Dylan ande por ahí me parece una garantía, pero no sé muy bien de qué. Basta con que ande y diga cosas.

En todo caso, dos entradas estupendas.

Jaime dijo...

Muy interesante el artículo, pero permítame una puntualización, la versión que suena de Like a Rolling Stone es un directo del propio Dylan con The Band (Before the Flood, 1974)