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viernes, agosto 24

El efecto michelín


Probablemente no hay casualidades en Nicolas Sarkozy. Durante los primeros días de agosto fue fotografiado por Reuters subido a una barcaza en sus lánguidas vacaciones americanas. Paris Match publicó la foto: se ve a Sarko hundiendo con brío la pala en las aguas oscuras del lago y su torso firme y macho a punto de reventar. Ayer se descubrió algo insólito: el Photoshop. En la foto original a Sarkozy le cae sobre el bañador un reluciente michelín. Lo hace blandamente, a la manera de esas carnes esponjosas que se reúnen en la cintura para luego caer viscosas. Lo ha descubierto una publicación francesa ajena al círculo privado del presidente, y lo ha hecho unos días después de que Sarkozy blandiera el corazón (sus ajados ventrilocuos) para gobernar: en respuesta al caso de un pederasta reincidente, castración química. A la prensa ni siquiera le dio tiempo a pasarle el Photoshop a las declaraciones: salieron limpias, perfectamente higienizadas, y tampoco consta que Sarkozy tirase de agenda para impedirlo. Hace varios años, con motivo de la violación múltiple de una muchacha a manos de una cuadrilla de salvajes que se paseaba borracha en coche por Galicia, el histórico delegado del Gobierno Arsenio Fernández de Mesa dijo que había sido algo así como una gran farra "que se les había ido de las manos". Casi obedeciéndole, escribí una columna presentándole mis respetos que finalmente no se publicó: a última hora la estrella del Prestige hizo una eficaz ronda por los diarios gallegos para decir que él no quiso decir eso, que fue una expresión desacertada y que, por favor, por favor, por favor, no se publicase nada al día siguiente. Los amigos de Sarkozy dirigen sus medios, así que de él ni siquiera se espera un "por favor": ni para echar de una patada al irresponsable que publicó la foto de su mujer puliéndole la cornamenta con un amante, ni para borrar esa carne traidora que se viene precipicio abajo, aun siendo el gran símbolo francés de nuestro tiempo. Hasta ahora el presidente francés ha hecho un despliegue violento de su figura napoleónica, empapando de personalismo un Gobierno para el que ha nombrado a varios ministros socialistas, entre ellos a la fundadora del movimiento Ni Putas Ni Sumisas. Y una de sus primeras medidas fue obligar a los alumnos franceses a repetir en voz alta las últimas palabras de un joven comunista francés antes de ser fusilado por los nazis. Desconocemos si todo esto le sale de dento o es una simple maniobra del Photoshop para ocultarle a Europa los michelines que le han llevado al Elíseo con los votantes del magnífico Le Pen. Los gallegos no somos ajenos a la polémica: Manuel Fraga siempre se presentaba a las elecciones de la Xunta cuatro años más joven que la vez anterior. Aquel milagro fue reproducido temerariamente hasta que la propia militancia del PP se asustó: a ese ritmo Fraga pronto empezaría a tener el mismo rostro que el que lucía en la dictadura. Pero no hizo falta que moderaran el Photoshop: las urnas no soportaron aquella súbita adolescencia. De momento, y en Francia, ayer a primera hora de la tarde, el Gobierno emitió un comunicado oficial para desmentir la manipulación fotográfica. El hecho no tiene precedentes: El Elíseo acababa de desmentir un michelín.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Bien, bien... Viva el michelín.

Anónimo dijo...

Es genial la manera que tienes de tener gracia sin que en ningún momento se te vea pretender ser gracioso.
Ya nos soprende el mundo lo suficiente, ya: aunque lo del delegado Arsenio pasa a un nivel superior de la sorpresa, que me costaría definir. Como el desmentido del Elíseo: ¿No es de temer cuál podrá ser el siguiente, quizá menos machomán y más sangriento?

Ante esta crónica sobre la estupidez de nuestros servidores electos me quitaría el sombrero, si lo llevara puesto. Lo dejo en un hip, hip, hurra. (Y me quedo con una suave languidez deprimida de sábado por la mañana que llueve en Madrid, el mundo sigue siendo lo que cuentas que es y no encuentro por casa nada que haga fru-frú y combata los cócteles asesinos). ¡Ay!

M. dijo...

Ese fru-frú tan gatsbiano...