Nos gusta más beber, o sea. Recordaba Rafael Reig un poema de Claudio Rodríguez: “¡Nunca serenos! ¡Siempre / con vino encima! ¿Quién va a aguarlo ahora / que estamos en el pueblo y lo bebemos / en paz? / ¿Dónde quedaron mis borracherías?”. Poco queda por decir del gol: el grito unánime que se levanta de repente en España cada cierto número de días. “En cuanto traspasa la línea de meta las gradas estallan con el mismo alarido irracional, y en los bares, en salas de estar, en plazas de los pueblos más remotos del planeta, gentes de todas las razas se levantan de los asientos y se abrazan ante las pantallas del televisor”, escribió Vicent. Nos gusta el fútbol: cosa de épocas, de tiempos. La selección se ha puesto de moda: es lo que tiene ganar. Me lo avisa un amigo al que hace tiempo no veía, y lo hace de noche (borracherías, o sea): “Estás escribiendo mucho de fútbol”. La nación, sus cimientos, siempre espera de uno mucho más. Ando como aquel señor de Forges que miraba el Mundial y su mujer le advertía: “Tienes los futbolitos muy altos”. Me he mirado al espejo y me he dicho, ya viejo: “Del Real Madrid y ahora también de España: a ver cómo carallo lo cuento”. Espero hoy un gol: veinte segundos de feliz inconscencia. Un gol, y luego otro. Aquella volea de Zidane, y aquel alarido animal que nos salió de repente, incapaces de creer ese milagro. “Qué formidable ocasión la final de la Eurocopa”, me he dicho, “para una simpática borrachería”. Sea.
lunes, junio 30
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1 comentario:
El o sea le da un toque genial al artículo :)
Deberías usarlo más.
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