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martes, septiembre 16

Ons

La leyenda dice que por el Burato do Inferno se oyen los lamentos de las almas condenadas en su eterno estertor pagando por sus pecados, y que en días de grandes tempestades el mar llega hasta allí batiendo las rocas y los aullidos son entonces interminables. A las dos de la mañana se corta la luz en Ons y bajo esa penumbra casi feroz adopta uno como ciertas las creencias, aunque sea con esfuerzo meláncolico. La isla va despidiendo el verano y en los últimos barcos del domingo sonaban gaitas, palmas y panderetas: sonaba la vida, en extraña ejecución. Algunas noches una procesión de almas en pena anuncia la muerte entrando a la isla por Punta Centolo desde Noalla a dejar el aviso y desaparecer evaporándose en el cementerio. No vimos a la Santa Compaña ni tampoco hubo entre nosotros testigos del amanecer pese al tierno empeño. A las doce de la mañana ya había gente en las terrazas de Checho y Acuña derribando cervezas y pocas horas después sonaban las voces y las guitarras. El sábado echó a rodar como una pelota de trapo: feliz, endémico, trasnochado. Como en cualquier isla hubo alcohol en exceso volcado en actitudes libres y complacientes: la estética irrenunciable de una vida en suspense. Hoy no son más de 70 las personas que viven todo el año en Ons aunque cientos aprovechan para acampar allí o alquilar una casa y balancear, también a su modo, el tiempo detenido. Pocas veces los esqueletos de los diablos del Burato do Inferno emergen a tierra y casi nunca ha podido ver alguien el desfile de las almas en pena. Pero el suministro de luz y agua es escaso y el generador de la isla abre a las siete de la tarde y cierra a las dos, así que las costumbres se ejercitan: también las hippies. Hubo luna llena y ese rastro de luz fue todo lo que iluminó el camino de vuelta a casa a las cinco de la mañana: una luna soberbia y grandiosa descolgándose allí mismo como un muñeco. A nuestra derecha subían más sombras y debajo, en el pueblo, se clausuraba el verano. Alguien trajo más botellas a la terraza y se decidió, pasada una hora, cerrar como fuera el Burato do Inferno y hacer desaparecer el espanto de aquellos lamentos condenados al fuego eterno.

8 comentarios:

conde-duque dijo...

Subtítulo: Homenaje a Cunqueiro y al alcohol.

M. dijo...

Fue un fin de semana a la cunqueirana manera. Imprescindible el alcohol para escuchar los largos lamentos del Burato (y acercarse, aunque no demasiado). Un abrazo y gracias por el enlace, Conde.

Julio Torres dijo...

Ver o buraco do Inferno impresiona un día normal, nin que contar un día de mal tempo. Aquelo debe ser a repera.

O que nunca entendín foi porqué as Illas pertenecen a Bueu se están en frente da praia de Bascuas (Sanxenxo). Digo eu que será o que Gibraltar ós ingleses...

Un saúdo, amigo
Carpe Diem

Anónimo dijo...

Ay, ¡me encanta!

M. dijo...

É unha petición xa histórica do Concello de Sanxenxo. Vai da Wikipedia: "El municipio de Sanxenxo siempre tuvo pretensiones sobre la isla (basándose en motivos geográficos); de hecho, tras la creación de los municipios modernos en el siglo XIX, la isla fue adscrita primeramente al municipio de Sanxenxo, pasando con posterioridad a depender de Bueu. Hoy día es un anexo parroquial de Santa María de Beluso".

PD: Poo!

Anónimo dijo...

menos mal que non é de Sanxenxo, solo pensar que faría Telmo alí sen a ley dos 500 metros!!!!!!!
MEDO ME DA!!!!

Anónimo dijo...

m.!!!!
:D

Anónimo dijo...

ME hubiese encantando

eminem