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lunes, diciembre 11

Pinochet

Querían los maledicentes que la muerte de Pinochet, en un fabuloso quiebro del destino, coincidiese con la muerte de Castro: firme coartada para los que ahora despiden al dictador condenándolo con estudiada tibieza para añadir, sin sosiego, casi perdiendo los estribos, que “¡y Castro más!”, como si tuviera el dictador cubano, que llegó al poder mediante una Revolución para derrocar a otro dictador, algo que ver con su homólogo chileno, que exterminó una democracia traicionando al presidente que le confió la jefatura del Ejército dos semanas antes. Pero ahí tienen a Gustavo de Arístegui, a Ángel Acebes y a los profetas de las ondas hablando de Castro: ¿sabrán dónde está Cuba? Imperó la justicia poética y el destino le cedió un lugar relevante y un compañero de viaje acorde con su estatura estética: Pinochet murió el mismo día que Lauren Postigo.
Probablemente, y salvando el sanguinario retrato de Hitler peinado bruscamente a la raya y asomando ese bigote asociado ya por siempre al terror, en el siglo XX no haya un personaje que haya encarnado tan maravillosamente las siniestras cualidades que debe gozar un dictador. Al perfil habitual del chusco Tirano Banderas que ha asolado, como un huracán, la América del último siglo (uniforme militar, pistolones, bigotillo, gafas oscuras, medallas y bandas, gorras de largas y lúgubres viseras) Pinochet añadió un detalle espléndido que está a la altura de sí mismo y de esa gorda cifra de asesinados y desaparecidos que dejó a su paso: la capa. Una capa larga y gris con la que protegerse del frío de la conciencia y extender una sombra terrorífica sobre la población civil: no debió ser fácil ser niño durante los años de Pinochet, y crecer bajo el peso de esa sombra diabólica, cuando no directamente sin padres.
Escribió ayer Carlos Boyero en El Mundo que Pinochet no había dejado una frase para la Historia. No una, sino varias. Uno espiga estas dos fabulosas sentencias: “Los derechos humanos son una invención, muy sabia, de los marxistas” y “Miren qué economía más grande”, esta última al descubrirse sepulturas con dos o tres cadáveres en cada una. Fue su aportación intelectual a la Humanidad. Más depurado fue su grano de arena al sagrado altar de la tortura, que sofistica ahora con éxito el Gobierno de Estados Unidos en cárceles de medio mundo. El dominicano Trujillo, excelentemente retratado por Vargas Llosa en La fiesta del Chivo (libre imprescindible para entender el fenómeno kitsch del dictador latinoamericano), hizo comer a uno de sus prisioneros políticos los huevos cocinados de su hermano (del hermano del reo, no del dictador, que ésos ya se los comería él). En Chile los eficientes oficiales del servicio de inteligencia fueron más elegantes: entrenaron a los perros para que aprendiesen a violar prisioneras.
Tiene uno una memoria literaria (una memoria sentimental) que está estrechamente ligada a Pablo Neruda, a su poesía extensa y lluviosa que surgió de los barros de Temuco y se apagó febril en una casa rodeada de militares en Valparaíso, y por extensión de Neruda a Mistral, y a Salvador Allende. Hace cinco años vino su hija Isabel a Pontevedra, invitada por el Ateneo, y le pregunté al final de una entrevista por el último recuerdo de su padre. El titular a fuego: “Del 11 de septiembre del 73 recuerdo la serenidad de mi padre y sus palabras: tengo fe en Chile y su destino”. Medio mundo lamenta la muerte del dictador sin una condena sobre su espalda. Murió en la cama, como Franco, pero Franco lo hizo creyendo haber cumplido la misión divina de salvar España y Pinochet lo hizo sabiéndose ya apestado, aplastado por la vejez cruel que corresponde a un asesino. Querían sus seguidores cómplices que fuese enterrado con honores. Lo será con unos honores muy especiales: los de un hijo de puta.

13 comentarios:

lugrumante dijo...

¡Jesucristo! ¿Ha muerto Lauren Postigo? Pues me entero por tí...
Había venido a tu página -que visito a menudo aunque en silencio- sobre todo para ver qué escabechina le habías preparado al viejo Pinochet y, vaya, es como si hubieras perdido la energía fostiando al pobre Saddam en el post de abajo. Eso sí, el estilo impecable como siempre.
Saludos desde Carballo de Abaixo.

Anónimo dijo...

Fillo de puta. O mesmo que pensa dos españois un amigo de María José Ramudo (www.youtube.com e www.elmundo.es).
Viches que te volviches un tanto 'umbraliano'? Tirano Banderas, Pablo Neruda... Hoxe, meu amigo, eres de lectura obrigatoria. Xunto a Bernard-Henri Lévy en El Mundo, con 'Pinochet y Castro': "Este otro dictador se llama Fidel Castro. Su reino habrá durado no 17, sino 50 años. (...) Cien mil prisioneros políticos experimentaron, en un momento u otro, su Gulag versión tropical. Entre 15.000 y 17.000 fusilados (frente a los 3.200 asesinados y 28.000 torturados en Chile) (...) Cientos de miles de exiliados (un número parecido al de los exiliados chilenos) obligados a irse a vivir a Miami o a otras partes, so pretexto de que eran judíos, o cristianos, o homosexuales (...)".
E, por suposto, sempre, Arcadi Espada (El Mundo e www.arcadi.espasa.com): "No tengo posibilidad de discutir el tema clásico, si hay razones (y cuáles son) para justificar el asesinato del tirano, e incluso del ex tirano (este ex... ¡oscura marca de legitimidad!). Sólo que este champán desbordante, esta refundación de la necrología y este repugnante «¡Viva la muerte!» son propios, peor que de un asesino, del que contrata un matón a sueldo".

Anónimo dijo...

Sobre la comparación con Fidel tengo mis dudas... La Revolución está en nuestro recuerdo o más bien en los que estaban para seguirlo. A nosotros nos quedan los libros y algunos otros documentos.
Sin embargo, tanto tu artículo como su magnífica alusión a la Fiesta del Chivo son maravillosos. Te felicito. Y te felicito de nuevo porque, durante estos días, me he preguntado por qué fueron tan pocos los que se acordaron de aquellas mujeres salvajemente violadas por animales entrenados.

Dijo John Donne que "la muerte de cualquier hombre me disminuye porque soy amante de la humanidad. Y, por consiguiente, nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas. Doblan por ti". He intentado aplicarlo toda mi vida, sólo con dos excepciones. Una, la más importante, es la "ocasión Pinochet".

Anónimo dijo...

Querida Lulú: no me gustó el artículo de Arcadi Espada ni me gustó el artículo de Bernard-Henry Lévy. Y no me gustó especialmente el de Bernard-Henry Lévy por una razón muy sencilla. Porque si se hubiese muerto antes Castro, ten por seguro que nuestro francesito jamàs escribirìa un artìculo titulado Castro y Pinochet. Y no le dedicaría el texto, en la muerte de Castro, a las atrocidades de Pinochet. Eso tenlo por seguro. Yo no soy castrista, no soy defensor de Castro y si buscas en archivo encontrarás un artículo titulado La derrota estética de Cuba en la que dejo clara mi opiniòn. Y dicho esto, el artículo de Henry Lèvy, por decirlo brevemente, me parece un asco. Moralmente, es un asco. Y es, ademàs, cobarde.

Lugrumante: no hace falta que vengas en silencio: apenas duermo. Trae birras, chavalas, chavales y pon la radio cuando quieras. Estás en tu casa.

Anónimo mío, muchas gracias por sus palabras. Hemingway escribió una gran novela sobre la Guerra Civil española, pero cometió un error imperdonable: citar esos versos de Donne en el prefacio. Una vez leídos, la novela sobra. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Que casualidad que la muerte de Pinochet coincidiese con el Dia Internacional de los Derechos Humanos. Casualidad. Premonicion. Habra que consultar a Nostradamus. Seguramente Fidel esperarà a que Fraga dè el primer paso. Con las teorias conspiratorias de la muerte de Lady Di tenemos suficiente este anho.
Bom nadal!

Anónimo dijo...

Joer, el anónimo era Luisa Pérez... Olvidé firmar. Estos días me he dedicado a recomendar tu artículo.
Aprovecho las líneas para enviar un saludo a Fin.
Luisa

Anónimo dijo...

Ai, Jabo. "Això no toca", que diría Pujol. Non estamos de acordo. Facerlle crítica a Castro toca hoxe e toca sempre. Tes razón nunha cousa, de morrer Fidel, nin Henry Lévy, nin probablemente ninguén, se lembraría de Pinochet. Entre outras cousas porque el xa non exercía o poder. Si que se lembrarían, eu creo, de esos outros dictadores que seguen campando polo mundo. Como fixo, de feito, o outro día, nese mesmo artigo, o ‘francesiño’, como ti lle chamas.
Eu non creo nas ‘dictaduras simpáticas’. Tedes todos razón en que o de Chile non é o de Cuba. É evidente. Pinochet presentouse como un asasino dende un primeiro momento. Un canalla. Un criminal. Castro non. E por iso, sentimentalmente, doe máis. Causa vergoña. El é un traidor. Un mentiroso. Entrou en La Habana liderando, como lembra Luisa, a ‘Revolución’. Apropiouse dunha esperanza, duns símbolos, deglutiunos e devolveu un vómito. Iso é o que queda. A iso quedou reducido todo, ao castrismo e a esa vergoñenta permanente apelación nostálxica ao pasado. No nome daquel ideal hai que consentilo todo, compañeiro. E nada de mesturalo cos demais. El é especial. E ten moitos amigos guais. Van dende Ramonet a Fraga. A ver quen pode presumir do mesmo. Non é malo, “es que el mundo lo ha hecho así”. O que dicía, un dictador simpático. Que sorte. E cada día son máis: hai temos, por exemplo, a Obiang. Qué bonita visita a súa por España eses días atrás.
A todo isto, eu só metín o artigo de Henry Lévy aquí para chincharte un pouco. Que vas asfixiarte entre tanto rendido admirador. Pero xa que contestaches, non creo que sexa nin asqueroso nin cobarde. O teu sobre a derrota estética de Cuba pareceume no seu día un tanto frívolo. Relereino. Como ti dis sobre Arcadi: por qué en certos asuntos non se limita a alegrarse e punto ou a condenalo e punto. Creo lembrar que aquel texto combinaba certa dureza cunha ‘chispa’ un tanto entrañable que o abrandaba moito.
Arcadi... Eu non estou de acordo con el en moitas cousas (mogollón). Pero neste caso si que coincido. A min que morra Pinochet tráema ao ‘pairo’. Reservo as miñas alegrías para outras cousas. Arcadi... O máis listo da clase. Je, je. Hoxe remite na súa páxina a unha ‘cortesía’ de José Antonio Montano que eu tamén asinaría... aínda que cunha excepción: ti : “Creo que Arcadi Espada es, hoy por hoy, el único periodista español capaz de producir orgasmos múltiples (también intelectuales, claro está)”.
Como diría o mestre, "sigue con salud". E colga xa outra columna, demo, que non sabes que inventar para acadar nun post máis dun par de comentarios.

la luz tenue dijo...

A mí de toda la parafernalia de este tío lo que más me impresionaba -y tú lo has dicho- era la capa.
Me recuerda el chiste de la capa:
-¿Pones algo de dinero para la capa?
-Si.
-¿Y tú?
-También. Pero si el que lo capa soy yo.

Anónimo dijo...

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