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miércoles, marzo 21

Tortura, espejismo y martirio en el supermercado

Probablemente no haya en España un lugar en el que se refleje tan bien el espíritu cainita de las amas de casa como los supermercados. Ya se dijo en alguna parte que las amas de casa de los ochenta fueron las primeras friquis, y que fue Almodóvar el visionario encargado de recoger esa impresión, alimentar la hilarante fatuidad de su desdicha y elevar todo ello al cine a través de un par de grandes películas. El encasillamiento no ha sido rentable: se lo han creído. Y como al pez hay que observarlo en la pecera, a la ama de casa hay que someterla a estudio en el supermercado. El otro día, por fin, escruté a una muy representativa: desde su triunfal entrada saludando a cuanta cajera había, hasta su pesado arrastar de carrito por los pasillos con una sonrisita de engreimiento. Varias de su especie llevan meses amargando mis visitas al supermercado: no toleran la juventud, el descaro de las nuevas generaciones, y se preguntan qué clase de oficio tiene la mujer de un desgraciado como yo para no poder venir a la compra y adiestrarse en este pulido arte. Daba el perfil la señora, así que impulsé un análisis sociológico: cincuenta y tantos, bajita, cabreada y con prisas. Me la crucé varias veces y me miró por encima del hombro, como preguntándome: “¿es que me has visto tú alguna vez a mí en un afterjaus?”. Íntimamente nos despreciábamos, pero nuestra primera disputa seria fue en la charcutería. Ella pedía lo suyo a la carnicera, y yo me dirigí a la encargada de los embutidos: craso error. Antes de que abriese la boca, me fulminó con la mirada. “Mira, estoy yo”. “Pero usted está pidiendo ahí”. “Bueno, pero ya estoy acabando y llegué antes”. Y señaló el carro: su digno representante en los embutidos, con el tirador apuntando inmisericorde al choped. Mientra masticaba un severo “zorra” para mis adentros, me entretuve con los arroces y hasta allí fue a buscarme. Noté su respiración agitada a mi espalda: se dirigía como una exhalación a la caja. ¡La caja!: su disciplina olímpica, sus cuatrocientos mariposa. Pese al calentón de lo que di en llamar ‘la gran batalla de la charcutería’ y posterior derrota con la ‘dama del choped’, pensé con frialdad y elegí el pasillo interior para trazar mejor la curva: aparecí en la cola delante de ella con una fastuosa sonrisa. Por el camino me dejé la barra de pan, pero ya pesaba más mi orgullo. La tuve pegadita a la espalda, marcándome ceñuda. Insistía desde la lejanía en entablar conversación con sus amigas las cajeras, como si le fueran a cobrar por el aire. De vez en cuando, de forma imprevista, asomaba el morro con la misma destreza que Raikonnen: ahora por la izquierda, ahora por la derecha, ante mis intentos desesperantes por frenarla en su delirio. Y se le hizo la luz: “Señorita Mari Carmen acuda a caja”. Fue abrirse el micrófono y estallar la locura: la señora se salió del rebufo y cogió la pole de una nueva fila, llevándose en su estela a otras marujas. Visto y no visto: una maravilla. Cuando quise entrar en el partido, ya salía ella por la puerta con el oro. Ni Federer.

20 comentarios:

Mabalot dijo...

Qué bueno. Ya veo que vas haciendo amistades en el super.

Agradécele a la vieja que gracias a ella y el odio que supo despertar en ti, te quedó un relato cojonudo.

Saludos, camarada Jabois.

DIARIOS DE RAYUELA dijo...

Estoy seguro de que sería un éxito editorial la publicación de un libro de autoayuda sobre cómo comportarse en las colas de los supermercados: elección de la mejor en caso de prisas, utilización de los codos en cargas reglamentarias, acierto en la ubicación para la mejor perspectiva de los escotes de las cajeras... Una mina.
Excelente relato.
Respecto al del caldo, le dire que a mi esa rapaza me abre el apetito (soy un entusiasta de las rabizas).
Un cordial saludo.

Portarosa dijo...

Muy bueno, M., muy gracioso.

Ch. Werther dijo...

Jabois, veo que le masajean mucho el ego por aquí, y tanto azúcar provoca caries.
Pues a mí me parece que se ha excedido usted, es admirable que la gente disfrute con su trabajo, aunque éste sea hacer y cocinar la compra.
A mí la historia del super me ha parecido una parodia exacta de lo que sucede en las Universidades o en los medios de comunicación, por ejemplo.
Buen provecho, por cierto.

Anónimo dijo...

buenísimo...
...nos vemos en algún "afterjaus", un besín

conde-duque dijo...

Pese a las cuitas del joven Werther (ojo que el exceso de envidia conduce al suicidio), te ha quedado un "relato cojonudo", como dice nuestro crítico literario Mabalot. Y yo añadiría algo más: el tono de comedia te sienta especialmente bien. Sigue ese camino...

Miranda dijo...

Ay, que no puedo escribir de la risa que tengo, que hasta lloro, del post anterior.
Que no los había visto, que tengo restraso internetero.

Que estupendo todo.

Beso.

M.

Ch. Werther dijo...

Por alusiones.
Soy "la" joven Werther y yo adoro al Sr. Jabois, si no fuese así no me molestaría en leerlo, pues mi masoquismo tiene un límite y mi tiempo un alto precio.
Lo que no me pone cachonda son las críticas jabonosas.
Con salud!.

M. dijo...

Jopetas, Charlotte...! Está mal que sea precisamente yo el que lo diga, pero si algo gusta, o entusiasma, se dice y ya está, ¿no? Tampoco hay que buscarle más pies al gato. Qué quiere qué le diga: acabo de leer los comentarios y he hecho mío aquello que le oí hace poco a House: "Soy más feliz que un perro con dos rabos". (El cabrón acababa preguntándole a la directora: ¿Cuántos rabos necesitas tú para ser feliz?). Y no me he visto enjabonado, no se crea. Gracias a Dios esta gente tiene un juicio crítico espléndido, por eso valoro aún más los halagos: no son gratuitos. Por cierto: muy certera la impresión que deja sobre las Universidades y los medios. Estoy con usted. Salud, mi querida (mi adorada) Charlotte.

PD: Y no me espante los piropos, mujer, que estoy muy necesitado de cariño (literario)

Diarios, no sabe lo que me alegra su visita. Le leo desde hace mucho, y le tengo estima. La chica del caldo existe, pero huele como todas las chicas: a primavera.

Mabalot: tenías que haberla visto. Menuda mujer. Una profesional de lo suyo. Tengo ya en el súper un reducto de intratables. No descartes un segundo ajuste de cuentas. No pararé hasta que las vea a todas con el Diario enrollado en la cola de la caja, conscientes de mi repulsa pública.

Gracias. Es más gratificante escribir así, claro: y muy divertido. Mis compañeros se metían commigo porque me reía al escribir mis propias columnas. Ahora sólo un poco, pero antes no podía ni seguir: menudo desgraciado. Querer hacer reír a los demás es muy difícil y arriesgarse es complicado: el ridículo acecha. Si no haces gracia, o sonríes por educación o te das la vuelta, espantado. Un día de éstos cuelgo un vídeo mío contando un chiste, y sabréis a qué me refiero, y entenderéis mi miedo.

Salud (y República)

Ch. Werther dijo...

Todo es un juego, Jabois.
Me alegro de todos sus rabos, que le crezcan y los domine.
Un bico

M. dijo...

"que le crezcan"

¿más?

(con fingida incredulidad)

Anónimo dijo...

Estimado Jabois, da la impresión de que usted siempre está en estado de asombro permanente. Y eso no puede ser malo. Ríase, ríase de lo que escribe, pero no después de lo que ha escrito solamente, sino también antes. Eso denota inteligencia.Yo, aunque reconozco que no soy muy inteligente, lo suelo hacer y he comprobado que es un ejercicio muy conveniente para la salud mental. Y por favor, no me sea usted pesimista. Cualquiera que se dedique a escribir puede comprender que se escriba mal; yo, por ejemplo, lo hago constantemente. Escribir mal es consustancial al periodismo; escribir mal es, en esos casos, casi la definición de vivir honestamente. Creo que se podría recopilar el peor libro del mundo seleccionando únicamente pasajes de los mejores escritores del mundo. Puede parecer excesivo relacionar el absurdo de las metáforas físicas con la idea de la desesperación filosófica. Las figuras del lenguaje son arriesgadas, pues con el arte ocurre como con la aritmética: que no todo el mundo está dotado para los números. Las partes más abstractas de la imaginación, que deberían ser las más sólidas, a veces se convierten en las más débiles. Muchos deben haberlo notado en las noticias periodísticas, y aún más en la crítica periodística. Si la muerte de Sócrates se condensara en un párrafo periodístico, no habría sitio para las observaciones sobre la inmortalidad, y ni siquiera para la copa de cicuta, sino una mención especial a que alguien pidió que le compraran un gallo. Le recuerdo que Sócrates, antes de morir, le pidió a su discípulo Critón que pagara a Asclepio un gallo que le debía.

Suyo, E.

Anónimo dijo...

Si de algo vale (fríamente) esto de los blogs, al que le gusta escribir y quiere aprender algo de este intrincado arte o artesanía, que unos cuántos compañeros con juicio crítico fiable le digan a uno que está bien y qué es una mierda es una de las mayores suertes.

¿Pocos comentarios? No necesariamente es fiable esa cuestión. A veces tiene mas que ver con la capacidad para generar debate. Pero si está bien, te gusta, pues lo dices, para que sepa por donde van los tiros del gusto.

También por egoísmo. Que vuelvas a escribir algo en esas línea y yo lo lea.

Se te da bien el tono coñero, cosa tan jodida por escrito.

Alba R. Santos dijo...

Buenísimo! Qué no hará bien este Jabo nuestro!!??

Qué placer ser invitados a esta casa, aún sin probar ni el caldo ni el embutido..

La próxima vez, si me deja, me apunto a la charcutería con usted a hacer la compra...

Cientos de besos.

:p

conde-duque dijo...

Lo que es esto de los sexos. Es saber que la joven Werther es una dama y ya me he enamorado de ella (sólo un poco)... y veo que tiene toda la razón: ¡basta de jabón!
No, bueno, ahora en serio, Manuel, y para que la maravillosa Werther vea que somos seres ecuánimes, te voy a dar mi opinión sincerísima: creo que deberías dedicarte (para nuestro goce) a los relatos de HUMOR sobre temas de actualidad, porque se te da genial y me encantan. Te veo un gran futuro por ahí... y por eso te lo digo.
Ya sé que la condena de los periodistas es que tenéis que opinar de todo a todas horas, no porque sepáis del tema y ni siquiera porque os interese, sino porque hay que rellenar la columna del día para poder comer. Eso debe de ser una condena, además de un coñazo. Comprendo que así es la vida, pero no me suele interesar casi nada de los que opinan a diario de casi todo.
Y la política, sobre todo, además de un verdadero coñazo, es un juego en el que -si no te vendes (y aunque lo hagas)- siempres sales perdiendo.
Por último, diré que la poesía en los periódicos debe ir en dosis mínimas, muy mínimas; un poquito está muy bien, pero demasiado cansa, como el exceso de especias. Sew hace pesado y no pega en este ámbito bloguero-periodístico.
He dicho.
PD: Doña Werther, es usted maravillosa (creo).

Ch. Werther dijo...

Este blog no merece tanto protagonismo por mi parte.
¿Dos veces "coñazo" en el mismo texto?
Me enternece usted, querido Conde-Duque, no sus títulos nobiliarios.

conde-duque dijo...

La culpa es de Michi Panero...
(Además, "me enternece" suena cursi...)

M. dijo...

El gran Michi Panero... Qué será de él. Qué infierno lo habrá devorado. Bendito sea allá donde esté.

("Escribir mal es consustancial al periodismo; escribir mal es, en esos casos, casi la definición de vivir honestamente". Este párrafo es muy bueno, Erasmo.)

M. dijo...

Conde, hablando de Roma: http://joseantoniomontano.blogspot.com/2007/03/los-panero-son-los-dalton.html

Anónimo dijo...

Dios! Y qué me dices cuando te encuentras a la mítica viejecilla entrañable (pero que luego esconde una mala ostia que ni pa' qué) en la interminable cola de la caja haciendo malabares con los céntimos de euro? Por estas tierras me encuentro a un especímen que por no cambiar un puto (perdón por la expresión) billete de 10 euros, se pasa más de 5 minutos contando moneditas para ver "si me llega con esta calderilla" en su monedero de cuero rojo. Lo más estresante es que, al final, la vieja se da cuenta que sus 'moneditas' no alcanzan para llegar al precio que marca la computadora. La siguiente estrategia: "voy a ver en la segunda cartera, que creo que tengo alguna moneda suelta...".

No sigo más porque la historia tiene para rato. Un día te la cuento con un bo viño de barrantes na mesa (que por cierto me debes).

Un saludo
Fin

PD. Ah! Y ya habían pasado 11 minutos de reloj, cuando al final saca el billete de 10 euros y la cajera se echa a reir y los 6 miembros de la cola se cagan en su p..... m...... Es aquí cuando saca sus armas de mujer de la tercera edad y suelta "perdonen, soy una viejecita, con esto de los euros una ya no sabe cuánto dinero lleva en la cartera..." y hace mutis por el foro con una sonrisa de aquí a Salamanca.

PD. Es clavada a Eileen Essel, la de Dúplex (tanto física como psicológicamente, verídico)