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miércoles, marzo 26

Nacionales todos

Hoy que en tantos sitios prolifera lo nacional (premios nacionales ya en Galicia, manifestación nacional de Normalización Lingüística, he leído, y realidades -sobre todo realidades- por doquier) hay que recordar que en España lo único nacional, por obra y gracia de Berlanga y Azcona, es la escopeta. La escopeta entendida como fina metáfora del cotarro nacional: el arribismo, lo esponjoso de los principios, la querencia por la pela, el supersticioso abismo de lo religioso y la carne joven de las mozuelas. Hoy aquí siguen pegando tiros los mismos, del Rey para abajo (o para arriba, según el día), y en ese gazpacho de intereses se hila la cosa del negocio y se recrea, en vibrante escenificación montaraz, lo que luego ha de representarse en la moqueta. Cuando todavía se estilaba aquello del destino en lo universal, con el cadáver tibio del Caudillo reposando en los hogares de bien, Azcona escribió el presente español desmitificándolo sutilmente: una casa de putas. Murió ayer a los 81 años y se puso de luto la cultura. A su altura, en la escena, Fernán Gómez. Y aún vivo, director de ellos, Berlanga. Pude haber pensado en El verdugo, gran obra maestra del siglo, y en las arcadas de Nino Manfredi, que eran las arcadas que Azcona y Berlanga dedicaban a Franco, pero pensé en La escopeta nacional, más liviana y cachonda, más gráfica y aun cruel. En Saza pensé, y de paso en Barbara Rey, joven rubísima, cuando su apellido empezaba a evocar su encopetado destino. De Berlanga, por cierto, contó una mujer que quiso conocerlo y le advirtieron que a veces el maestro hacía cosas impropias porque estaba mayor. Se presentó él "regio y elegante", y mientras a ella le buscaban una silla Berlanga echó mano de su nalga y la mantuvo apretándosela. Fue rápido un amigo a disculparse a la dama, que le dijo que era un honor, y allí estuvo la mano, sosteniendo el culo, hasta que apareció una silla. Si la escena la escribió Azcona, con el guionista se fue el secreto.

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