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miércoles, febrero 27

El debate (y II): la niña de mi vida


De la niña de Rajoy no quedan ya ni los huesos. No hay rastro siquiera de lo que fue: la ñoña metáfora de una España orgullosa de sí misma. No pasó ni un minuto para saber la profundidad del pozo en el que Rajoy había metido el pie. Fue decir "niña" y pitar el móvil: "Pero esa niña, ¿es lesbiana?". Y otra vez, pasados unos segundos: "Y sigue con la niña, ¡ay cómo le empiecen a brillar los ojitos... de la Moncloa a la Lama!". Si esto pasó en unos segundos con dos queridos desalmados armados con un teléfono, qué no sería de la niña cuando abrieron de forma inmediata los blogs y colgó Paredes los periódicos del día. Está tan agotado el tema que la prensa ya busca al padre, también para devorarlo. Siguiendo la máxima del fracaso y sus tutores, nadie se arroga a la niña: es huérfana para el PP, lesbiana para el PSOE y camina por el bosque con una cesta de legumbres, pollo y garbanzos, según el discurso de Rajoy, esquivando al depravado lobo Zapatero.

Dentro del análisis que ha provocado la ñoñería (a veces tan profundo que resulta ridículo) llama la atención, por su lucidez, el que hace Jesús García en el digital La Voz de Salamanca: "Ayer, en su alocución final, Mariano Rajoy nos recreó la imagen de la niñita que nacerá bajo su futuro mandato. Una imagen romántica, tierna y paternal de la personificación femenina de España. A muchos esa imagen nos recordó a aquella famosa foto en la que Stalin sostenía entre sus brazos de hierro a una delicada niña soviética, la encarnación de la nueva época". En otros lares, alguien daba una interpretación más optimista: "Esa niña, recibiendo una educación sana dentro de una familia equilibrada donde impera el sano juicio y el amor, es la niña que dará a luz a españoles sanos, justos y nobles, no la que pagará dos mil euros a una clínica de asesinos para organizar un aborto inmediato, o la que desorientada por la falta de una educación (...) se echará a las drogas o al botellón y al sexo con desconocidos y no estará capacitada para criar hijos sanos".

La niña, a la que nadie pone cara, se ha hecho de repente con la campaña electoral: pónganle unas siglas y legalícenla. Uno de los argumentos del PP para restar su descarnada influencia es que Rajoy no escribiría jamás algo así. Pero en el perfil que José Luis Barbería publicó en El País se vendían sus expresiones casi decimonónicas ("ni hablar del peluquín", por ejemplo) como rasgo identitario de su carácter, y en ese perfil, aunque no fuese él el autor, encaja bien la metáfora escolar de una España encarnada en una niñita que crece, española y feliz, bajo el cálido manto de un país renacido.

4 comentarios:

conde-duque dijo...

Yo creo que lo de la niña fue idea de Manuel Rivas. Fijo.
Ese estilo ñoño y cursiloncio es inconfundible...

M. dijo...

Jajaja, qué malvado!

M. dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

os políticos con tal de consegui-lo voto poden chegar a face-lo máis espantoso dos ridículos sen tan sequera ruborizarse...

un saúdo

P.d por certo, que che pareceu o debate autonómico a tres bandas onte?