Una de las mejores historias de Manuel Vicent no la relató en su conferencia de la semana pasada en Pontevedra ni en la cena posterior, sino un día después en el refugio ourensano de José Luis Cuerda. Este viernes, en la sobremesa y al calor de un ribeiro que no era el suyo, anunció Cuerda que Vicent era un pozo sin fondo y relató la historia de su amigo. En un viaje a Portugal el guía de Vicent le dijo: acércate a esa anciana y pregúntale si es la Virgen de Fátima. Le costó convencerlo, pero allí fue Vicent a lanzar la insólita pregunta. La mujer desconfió al principio (“¿es usted periodista?”) y se animó después (“no, señora, yo soy muy devoto de la Virgen”). Se llamaba Mary, llegó a Portugal con 17 años casada con un topógrafo portugués y entonces acostumbraba a vestir de blanco con un manto azul sobre los hombros por los valles del interior, en contraste con el oscuro hábito de las portuguesas. Una tarde que rompió a llover Mary corrió a una encina a subirse a unas ramas a protegerse, y aparecieron tres niños que la miraron asombrados. Se cayeron bien, y los citó varios días para jugar en el bosque al escondite hasta que regresó con su marido a Inglaterra. Cuando volvió a Portugal dos meses después aquella encina ya era el centro de peregrinación de miles de personas. Y jamás dijo nada porque al fin y al cabo, sentenció, ella era muy devota de la Virgen de Fátima.
lunes, abril 28
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5 comentarios:
Desde luego es un gran epílogo. Y sin conocer demasiado a Vicent se lo imagina uno contando esa historia con una sonrisa de medio lao
La historia de Vicent es más creíble que la de la Iglesia. Y no porque aquél sea más cuentista que éste. Saludos.
Ja,ja, qué valientes sois, qué a contracorriente. A lo mejor hecéis méritos y os convertís en ministros del próximo Ministerio de la Verdad.
Ja,ja, qué valientes sois, qué a contracorriente. A lo mejor hecéis méritos y os convertís en ministros del próximo Ministerio de la Verdad.
Te salió "hecéis", una errata muy oportuna.
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