Los cuidados siempre atentos de mi compañero Miguel Álvarez me introdujeron hace más de dos años en el ‘universo rabudo’: el blog del periodista Nacho Mirás Fole, en el que se desgajaba su vida como un pedazo de ficción con el milagro de no serlo, atenta a los devaneos de la memoria y un orgullo severo por la familia y la tierra. Como los grandes guisos, Mirás regó sus textos con el albariño del humor a ratos amargo y a ratos feliz, con un punto desesperado de ternura e inteligencia. Hay en esa obra que vino calcetando laborioso en internet largas piezas dignas de un narrador mayor que se sienta dichoso en la cumbre nevada, rodeada de lumbres y lobos, arropado gozoso por el manto privilegiado del arte de contar heredado de los Fole. A finales de verano de 2006, cuando ya llevaba seis años escribiendo columnas en el Diario, quise valerme de un blog para ir colgando mis artículos: un ejercicio gimnástico de vanidad, como si la Humanidad bramara por la ausencia de mis artículos en internet. Tan inoperante en la Red como en la vida, le escribí con forzada naturalidad a Mirás un correo presentándole mis respetos y pidiéndole que me echase una mano. Le confié las llaves de mi puerta de blogger y él, desprendido, se zambulló artesano con mañosas artes y me dejó una página envidiable hasta que, caprichoso, le pedí meses después que la cambiara a otra plantilla. Ni nos conocíamos ni falta hizo: repitió el favor, y lo tuve al otro lado del correo atendiendo paciente a mis delirantes consultas. Tuvo después el detalle de citarme en una de sus entrevistas de la contra en La Voz a propósito de una boutade mía, y me habló de su estrecha relación con Alvite, que para mí es como que te hablen de tu estrecha relación con un dios. Yo a cambio le chupé la sangre de sus letras, a veces sorprendido y admirado por hacer lo que hacía a mayores de su oficio de escritor de periódicos y periodista de tres cuerpos. Rabudo se ha hecho con algo que he visto en muy pocos blogs o ninguno. Un universo presentado con pasión y delicadeza, que incluye una Vespa, una gata, sus colegas de profesión, una caravana, una bicicleta, Edilberto Alonso, Navarra, Vigo y cosas importantes que me dejo con la excepción de Ane, la criatura que le vino a dar la vuelta a sus días como a un calcetín, y de la que hemos visto sus primeros pasos con la certeza de asistir, privilegiados, al milagro de la vida. Ayer escribió: "Este blog ni ha pretendido ser referente de nada ni de nadie, ni tampoco sentar cátedra ni convertirse en un medio de comunicación alternativo. Lo que está escrito, escrito está y ahí lo dejamos. Yo seguiré siendo rabudo porque el mundo me ha hecho así", y se despidió de los lectores afanoso, señor y distinguido. "El amor es algo muy resistente", dijo citando a Alvite: "se necesitan a dos personas para acabar con él".
jueves, abril 17
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