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jueves, octubre 30

¿De qué planeta viniste?


A aquellos niños del 86 nos despertaron nuestros padres a primera hora para contarnos que Butragueño, en la ardiente tarde de Querétaro, había reventado la defensa de Dinamarca con cuatro goles. Nos recordamos sacándonos las legañas con una ilusión violenta y yendo a correr a las televisiones a ver aquel sueño con nuestros propios ojos. Tres días después miles de papeletas eran anuladas en las Generales porque ponían: "Oa, oa, oa / El Buitre a la Moncloa". Querétaro ya era nuestro Macondo, nuestra Arcadia interminable, aquella hora mexicana en la que Butragueño desplegó las alas silenciosas y ejecutó a la dinamita roja. Y sin embargo la dimensión histórica de México 86 fue del pelotero que portaba el 10 de Argentina, y que llevó como nadie había llevado hasta entonces a una selección a una Copa del Mundo. El primer recuerdo que tiene de la infancia Pablo Aimar es el de su padre rompiendo a chillar de forma histérica en el salón, dando luego saltos por el pasillo aporreando las paredes y tumbarse en cama boca abajo para romper a llorar en medio de una crisis nerviosa: Maradona había cogido la pelota con un quiebro fenomenal en el medio del campo zafándose de dos rivales y empezó a derribar jugadores ingleses con una mezcla explosiva de agilidad, técnica y potencia en la mejor jugada de todos los tiempos. La carrera fue de una plasticidad paralizante, y Peter Shilton cayó sin remedio en la portería porque la Historia había sido escrita diez segundos antes. Lo que siguió después fue inenarrable: se elevó Maradona a la altura de un Rembrandt, de un Mahler, y hoy es Iglesia en Argentina; estalló el país presa de un estado de nervios cuatro años después del orgullo perdido en las Malvinas y salieron millones a la calle mientras aún resonaba en los derribados muros de la patria mía el glorioso eco de Víctor Hugo Morales empapado en llanto: "¿De qué planeta viniste para tumbar en el camino a tanto inglés?".

6 comentarios:

Portarosa dijo...

Joder, es que haces bonito el fútbol.

Y que conste que a mí Maradona me molaba mucho.

Pero, digo yo, ¿tendrá la cabeza mínimamente aprovechable para seleccionar/entrenar nada?

M. dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
M. dijo...

¿Maradona sin balón? Poquito. Y para entrenar a nadie ya ni te cuento. Otra cosa es que los dos mejores delanteros del mundo sean hoy argentinos.

Por lo demás, el objetivo último, querido señor de Portorosa, de mis artículos futbolísticos, es sumarte a la despiadada causa madridista: al lado oscuro, vamos. No será hoy, ni dentro de un año, pero a fe que lo conseguiré.

Portarosa dijo...

Persevera.

Un abrazo.

SPQR dijo...

Cesc Fàbregas

Pregunta. En México, en 1986, Bélgica eliminó a España en los cuartos de final en el desempate a penaltis. Eloy falló el decisivo. ¿Le suena?
Respuesta. Nunca había escuchado esa historia. Me faltaba un año para nacer. Y tampoco había oído hablar nunca de Eloy.

Bueno, a los chavales parece ser que nunca les interesa demasiado la historia. Todo lo que pasara antes de nacer ellos no tiene mucha importancia.

Así que merengue. Nadie es perfecto. Me esforzaré por obviar ese defecto.

M. dijo...

Eloy Olalla!: nadie nacido antes de 1980 debería evitar un respingo al escuchar su nombre. Ni el de Jean Marie Pfaff, claro. Y sí, puede que a nadie le interese mucho lo que pasó antes de nacer, pero imagínese usted el interés que le vamos a poner a lo que haya pasado tras morir. Definitivamente, hay que tomarse la vida como unas pequeñas vacaciones. Cesc Fabregas hace bien: yo soy un profundo admirador de la juventud, especialmente de las juventudes millonarias como la suya, y si uno tiene perspectivas de vivir hasta 2070, para qué carallo va a querer saber lo que pasó en 1986! Que nos dejen a nosotros el pasado: que se ocupen ellos, tiernos ángeles de pies alados, del futuro.