Me he trasladado! Redireccionando...

Deberías ser trasladado en unos segundos. De no ser así, visita http://www.manueljabois.com y actualiza tus enlaces, gracias.

lunes, enero 19

"Perdone. ¿Come carne de caballo?"

(...)

Arcadi Espada: Perdone. ¿Come carne de caballo?

Fernando Savater: ¿Cómo? ¿Yo voy a comer carne de caballo? Ni me subo a un caballo por respeto, me lo voy a comer... Por Dios: me parecería antropofagia. A veces tengo pesadillas pensando que a lo mejor me han dado alguna vez carne de caballo sin decirme que era de caballo. Vamos, por Dios. Me mareo. ¡Cómo voy a comerme a un pariente! Aquello de ¡Viven!, de los Andes, que se comieron unos a otros, me parece más tolerable.

A. E. Ya sabrá que Dalí creía en la antropofagia como supremo acto de amor.

F. S. Nada, ni hablar. Mire, Levi-Strauss tiene una cosa muy bonita al final de El pensamiento salvaje diciendo por qué en Occidente nunca nos comemos a los animales a los que ponemos nombre.

A. E. Bonito, pero no completamente cierto. A los toros les ponen nombre, los estoquean y luego se los comen.

F. S. Levi-Strauss no debe de conocer el caso. Pero es verdad que los perros, los gatos, es decir, el animal al que tú pones un nombre y de alguna manera lo sientes, lo personalizas... Es muy difícil luego que te lo comas.

A. E. Sí, desde luego. Suele ser cierto.

F. S. Es interesante… Con el nombre ya lo excluyes del rebaño de la muerte.

A. E. ¿Los caballos tienen derechos?

F. S. No. Los animales no tienen derechos, porque no tienen obligaciones. Es así de sencillo. La idea de derechos de los animales es como, por ejemplo, los «derechos de los cuadros». Yo creo que estaría muy mal meterse en el Prado y quemar obras de arte, por ejemplo. Pero eso no quiere decir que piense que Las Meninas tienen derechos.

A. E. ¿De verdad cree que es lo mismo?

F. S. Bueno, siempre se habla de la idea de que hay animales que pueden ser de algún modo conscientes de la vida.

A. E. Sí, así parece en los bonobos y en otros primates.

F. S. Sí, pero digamos que los animales no pueden hablar en subjuntivo. No pueden distanciarse del yo.

A. E. La verdad es que yo he entendido siempre esa proposición de Peter Singer como una llamada de atención sobre la unidad de los seres vivos. Hay mucha gente que jamás se ha planteado esa unidad.

F. S. De acuerdo, pero lo que pasa es que más bárbaro que el que maltrata a un toro es el que no distingue entre los toros y las personas. La gran diferencia entre unos y otros es que nosotros no tenemos un papel totalmente asignado, mientras que los animales no tienen la necesidad de elegir su papel o, por lo menos, la tienen en una forma infinitamente menor. Es bueno recordar esa unidad. El problema es cuando la ética se proyecta exclusivamente sobre la salvaguardia de lo sensorial. En Singer parece que lo importante es que se salvaguarde del dolor, del proceso del dolor, a los seres que pueden descubrirlo. Lo cual yo no creo que sea verdad ni entre los seres humanos. Ni siquiera de los humanos creo que la única ética sea la de evitar sin más el dolor.

(...)

A. E. Singer plantea algún asunto ético interesante. Defiende, por ejemplo, la legitimidad del infanticidio en los casos en que se demuestre la absoluta incompatibilidad con la vida del bebé. Lo plantea, creo yo, de una manera provocadora para comparar el acto con los experimentos científicos y médicos que se hacen con algunos animales superiores, experimentos a los que él se opone. Dice que hay más conciencia en cualquiera de esos grandes animales que en un bebé de tres meses, malformado para siempre.

F. S. Sí, Singer critica el especieísmo, que yo sí defiendo. Nosotros, con los animales, no tenemos nada ni personal ni impersonal, ni a favor ni en contra, pero los seres humanos tenemos que tener algo impersonal a favor. La Humanidad no tiene grados. Si la Humanidad dependiera de si uno es negro o es listo... O eres humano o no eres humano. Eso es el especieísmo. Es decir, yo a los seres humanos los trato como humanos porque pueden llegar a serlo, o lo han sido. No los trato como casos especiales que hayan surgido, como el de un nabo que se pusiera a hablar. Los seres humanos están hechos para hablar.

A. E. Sí, pero en todo eso, y como usted sabe, hay muchos y graves problemas contemporáneos. Entre otros, la pregunta que fue la estrella en el World Science Festival, de hace unos meses. ¿Qué es, exactamente, lo que nos hace humanos?

F. S. La capacidad simbólica.

A. E. Y un bebé, ¿qué capacidad simbólica tiene?

F. S. La que va a tener. Aristóteles, cuando hablaba de la potencia, estaba refiriéndose a eso. La Humanidad no es un programa genéticonatural. La Humanidad es una cosa que nos damos unos a otros. Porque el ser humano nace sin nacer. Tú coges un chimpancé bebé y un niño bebé y lo que te asombra es, desde pequeñito, lo listo que es el chimpancé y lo tonto que es el niño. Pero claro, el chimpancé cuando tiene cuatro años se ha acabado, y el niño empieza. ¿Por qué empieza? Porque cada uno nacemos dos veces. Una en el útero materno y otra en el útero social. Y ese útero social es el que nos hace humanos. Hay disposiciones innatas. Incluso el lenguaje, de creer a Chomsky. Pero disposiciones que no se cumplen salvo que las active la sociedad. Es decir, por muy innata que sea la capacidad del lenguaje, nadie se pone a hablar en una lengua solo.

A. E. Eso de la potencia aristotélica... Si lo humano fuese lo que puede ser humano hay serios problemas. El aborto, por ejemplo. No hay plazos que valgan.

F. S. Es verdad que en el terreno del aborto hay gente que piensa que cuando una cosa es legal ya no hay nada moral ni éticamente que discutir sobre ella. Y es completamente absurdo. Una cosa es que uno cumpla las leyes, porque de alguna manera agavilla a personas con morales diferentes y otra cosa es que tú obligatoriamente tengas que renunciar a tu moral y decir que lo que dice la ley está bien. Yo creo que hay que razonar. No hay un código moral. Hay una vocación, un proyecto moral, pero no un código. Sería muy cómodo que nosotros pudiéramos llamar a los cielos y que se abrieran y apareciera un señor que nos dijera lo que tenemos que hacer.

(...)

A. E. La pregunta es si la ciencia nos puede ayudar en esos dilemas morales a la hora de distinguir, o a la hora de objetivar, lo que es malo. Porque puede llegar un momento en que se distinga claramente en el proceso de creación de la vida un instante en el que exista conciencia.

F. S. La ciencia no fundamenta la ética, sino que ayuda a saber las cosas en que tenemos que pensar. Aristóteles basaba sus lecciones morales en la ciencia que él tenía. Porque la ciencia era la descripción del mundo y la moral actúa en el mundo existente, en el mundo real. Entonces Aristóteles no hacía reflexiones de biogenética porque no había biogenética, pero nosotros sí, porque sí la hay.

A. E. La cuestión es cómo ese conocimiento va a cambiar nuestros patrones morales.

F. S. Básicamente, los patrones morales no cambian. Uno puede decir que hay que respetar la vida humana, lo que pasa es que ahora entendemos que vida humana es hasta aquí y no hasta allá. Pero lo que quiero decir es que nunca la ciencia puede decidir un problema moral.

A. E. No lo creo. La ciencia crea y destruye éticas. La relación que uno tenga con los animales, y con los hombres, y con Dios, antes o después de Darwin no es la misma.

F. S. Bueno la verdad es que Cioran tiene un hermoso aforismo que dice: «El gorila es un animal melancólico. Yo desciendo de su mirada». Uno ve al gorila, y esa mirada del gorila, y en efecto uno se dice: «De ahí venimos».

Fernando Savater y Arcadi Espada, ayer en el Magazine de El Mundo

Oh, Presidente!


En sensacional despliegue, el PSdeG ha sembrado Galicia de vallas publicitarias por las que asoma un Touriño en perfil, mirando el horizonte bajo una luz sombría. Nada más, sólo un aviso: O Presidente. Hay niños en la calle que señalan el cartel y preguntan cuándo se estrena. En Galicia estamos preparados ya para cosas así. Cada cuatro años el PP exhibía una foto de Fraga aún más joven que en la anterior, hasta que todo se frenó en seco cuando aquel rostro se dirigía, imparable, al del ministro que fue. Fraga era un antepasado de sí mismo y Touriño promete subirse al Air Force One para salvar a un mundo acosado. Los expertos lo muestran en expresión de sutil éxtasis y con la faz iluminada para fortalecer, dicen, su posición de capitán, pero se prefirió llamarlo O Presidente a Querido Líder, que es un poco más lo que los gallegos andamos buscando. Dijo una vez alguien que este país no quiere un gobernante sino alguien que le castigue, y si uno se fija hay un deje severo en ese gesto de Touriño con los labios apretados, como pensando en dar unos azotes para que el electorado entre en calor. “Votadme no vaya a ser el cuento”, podría soltar en los mítines, pero Touriño no es Fraga y el rural desconfía de quien no le grita. Oh, Presidente!

domingo, enero 18

El comienzo del mundo

"(..) Fue un noviazgo complicado. Se casaron el 3 de abril de 1920 en Nueva York, apenas una semana después de que Scott hubiese publicado su primera novela, A este lado del paraíso, que se convirtió rápidamente en un gran éxito. Se bebieron todo Manhattan y alrededores ("Nueva York tenía toda la iridiscencia del comienzo del mundo", escribe Scott en El Crack-Up). En 1921, viajan por primera vez a Europa mientras su fama va creciendo y Scott comienza a ganar mucho dinero con sus cuentos. En 1925, publica El gran Gatsby, lo más parecido que existe a la mítica Gran Novela Americana, y conoce a Ernest Hemingway en París. "Su talento era tan natural como el dibujo que forma el polvillo en un ala de mariposa. Hubo un tiempo en que él no se entendía a sí mismo como no entiende a la mariposa, y no se daba cuenta cuando su talento estaba magullado o estropeado. Más tarde tomó conciencia de sus vulneradas alas y de cómo estaban hechas, y aprendió a pensar pero no supo ya volar, porque había perdido el amor al vuelo y no sabía hacer más que recordar los tiempos en que volaba sin esfuerzo", escribió el autor de El viejo y el mar (...)"

Guillermo Altares, hoy en Babelia: 'El crash de Zelda y Scott'

Más:

El genio, el dinero y la decadencia

Scott Fitzgerald: jazz, martinis y sombreros blancos

No debiste vivir más de treinta años

viernes, enero 16

Lo más suave que le decían era vaca gallega

El mejor retrato que se ha hecho nunca de Jesús Vázquez es el que reproduce el periodismo para engordar el mito del patito feo que alumbra un cisne: "Tenía acento gallego, era gordo, con gafas de culo de vaso y pluma". Se sabía que la visión de un niño gordo y con gafas de culo es motivo real de suicidio para una directora del Cosmpolitan, pero que a esas taras se le sumen la pluma y el acento gallego es ya puro ensañamiento. "Lo más suave que me decían era vaca gallega", confesó Vázquez en un momento de angustia. Este tipo de cosas el periodismo las subraya con mucho énfasis, sobre todo cuando el asqueroso de turno es hoy un chico bien dibujado al que no se le conocen pluma y gafas, y que hablando parece de Madrid mismo, hijo y nieto emigrante de Camborios.

Ya en la cresta, recuerda uno que Jesús Vázquez se vanaglorió de haberse despojado del acento gallego. Supongo que lo justificaría con el rollito del espectáculo y eso: sólo me ofrecían concursos de a ver quién le hace el nudo al rabo de un burro o papeles de arousano. También ahora alguien de quién no recuerdo el nombre vino a hablar del acento gallego y su diabólica influencia. Uno entiende que un buen actor disimula su acento natural y se adapta a otros, pero no debe ser el caso: aquí todo muy planito y masticado, que nos perdemos.

A la ministra de Fomento se le ha señalado ahora el acento con el mismo asco que se le señalan a los gordos sus gafas de culo de vaso. Fue la diputada Nebrera, del PP, que se ha protegido con la cantinela de los ‘amigos gay’. Que no me acusen de antiandaluza que mi madre es de allí, ha dicho. A mí no me parecen mal los maricones y hasta todos mis amigos lo son, por no hablar de mi padre, pero qué vamos, ¿a acabar casándonos con gatos?, decían aquellos manifestantes de la familia.

"Al pontevedrés se le exige gracia en el concepto, mientras que al andaluz le basta con el acento", escribió Julio Camba haciendo una perversa hipótesis: "Si se hubiera quitado el acento a las obras de los hermanos Quintero, no hubieran entrado nunca en la Academia". El acento neutro, despojado de pliegues, siempre fue el de los tipos que se permitían el lujo de llevar corbata en la tele: el andaluz a la cocina y el gallego a la cuadra. Quizás lo que la catalana Nebrera no termina de asimilar sea que Magdalena Álvarez, en lugar de estar lavándole la loza, sea una ministra de traje chaqueta. Seguro que si llevase cofia se le entendería mejor.

jueves, enero 15

A estación violenta (II)

"Ciertos días tenían la impresión de que no habían empezado a vivir", dice Perec en Las cosas. Y eso es lo que les parece sucederles a los personajes de A estación violenta, la primera novela de Jabois, que no empezaron a vivir, ni ganas que tienen. Natural. Si lo sé no vengo, como decía la tele, o me hago poeta, o jipi. Pues ahí están estos personajes, estirando al máximo ese paso de joven a señor y agotando todas las posibilidades. Para ello recurren a la mistificación, a la extravagancia, al alcohol, al espejo, a la poesía, al egotismo de la tristeza (...)"

Sigue en Mabalot (Empezar a vivir)

martes, enero 13

O cazador Ángel Santos Touza

"(...) Nos círculos nos que xa se moveu faláse moi ben diso, precisamente. Dese atrevemento seu.
O que pasa na obra é un pouco tamén o proceso polo que pasei eu, non? Eu cheguei a casa, escribín a historia tal e como a lembraba, e tiña a historia dun cazador cunha campesiña. Era unha ficción. E dicíame: quen son eu para facer algo cun cazador e cunha campesiña? Se me dixeras sobre dous mozos, ou dous adolescentes...
Un cazador e unha campesiña rusos, por riba.
Claro, que fago aquí? Entón tiña que deixar claro que esto era una ficción, unha construcción, e púxeme a traballar nese senso. Fixen un proceso de adaptación. Collín o texto en bruto, que é un pouco o que está na primeira parte da curta, e logo o traballo que acaba sendo a nosa ficción. Quizás por iso gusta en determinados sitios e non gusta noutros.
Ten clara unha certa idea de cine?
Si que é certo que, non por dogmatismo, penso que o meu xeito de facer as cousas ten que ser un. Non son moi heterodoxo. Póñome moitas limitacións, e funciono moi ben poñéndoas. Non cambio de rexistro, e sempre volvo ao mesmo. Eu fixen tres curtas distintas, pero son historias que se se reducen a un esquema básico son moi similares todas. Tratan sobre o mesmo e hai recurrencias. Si que hai unha forma, agochada nalgún sitio (...)"

Entrevista completa a Ángel Santos, hoxe no Diario

La noticia es el rico que se suicida

He leído este fin de semana semana con una atención excesiva los grandes reportajes que, como suponía, se desplegaron alrededor de la vida discreta de Adolf Merckle. Desde que hace ya varios meses X. dejó el periódico en un restaurante de A Coruña diciendo aquella frase («están moi divertidas estes días as páxinas de Economía») le doy vueltas a unas ideas pequeñas pero exactas acerca del dinero, y esa manera tan prodigiosa que tiene de mover el mundo. De moverlo y de hundirlo, casi sin perder la perspectiva, cada cierto número de años. Todo muy folk.

Cuando hace menos de un año empezaron las risas en Wall Street la cosa tenía una importancia casi metafórica. La crisis estaba en el salmón y en los ejecutivos de Lehman Brothers y en todos esos financieros que recogían en cajas sus pertenencias para irse a sus áticos de lujo a afilar el colmillo hasta la próxima. Incluso un paisano fue allí a subirse a un taxi a pedir que viviésemos como galegos.

Uno confiesa entonces haber asistido a los telediarios con la secreta esperanza de ver las farolas de Manhattan ocupadas por los cuerpos bamboleantes del 29 y ventanas abiertas por las que saliesen flotando las cortinas viejas de la pensión en la que alguien, un cristiano padre de familia, se acabó tirando. No hubo tal, y sin embargo la amenaza se extendió como una mancha de aceite hasta pringarnos las chancletas con un océano en medio y diferencia horaria al margen. Estaba todo tan lejos y éramos todos tan felices que aquello parecía la guerra de los mundos narrada por Orson Welles con la ventaja de que nosotros ya sabíamos que se trataba de Orson Welles.

Y este cinco de enero Adolf Merckle, el quinto hombre más rico de Alemania y el 94 del mundo (siempre me pareció entrañable el ránking de los ricos y siempre quise saber, y algún día Internet me dará la respuesta, en qué aseada posición aparezco yo) salió de su casa y se fue directamente a las vías del tren a esperar que pasase uno. Cuando lo oyó, en la oscuridad, a seis grados bajo cero, se tiró a su paso. Fue un suicidio tradicional, austero, muy acorde con su modo de vida: un señor de espíritu calvinista que se movía en bicicleta y al que disgustaban las ostentaciones. Que puestos a matarse, prefería echarse a los pies de un tren que calzarse una bala de oro en el cerebro.

Lo extraordinario sin embargo fue que aquello conmoviese al periodismo. En el último crack la noticia era el rico que no se suicidaba. Los tiempos han cambiado, pero más han cambiado los ricos. Que un tipo como Fernando Martín, aquel Evo Morales de Loewe, apenas haya acusado en su rostro (o en su ropa) el golpe de cerrar la primera inmobiliaria europea, ya dice algo. Aunque sólo fuese por decencia, e incluso decencia histórica, de lo que fueron los ricos y de lo que tienen que ser, Martín debería haberse homenajeado con ropa de Zara y un menú en el chino. Se lo debía a la prensa, y se lo debía al ciudadano: se lo debía también al periodismo, y de paso a los madridistas.

Merckle tuvo un sentido del honor acusado y eligió la poesía para morir, el viejo romanticismo de toda la vida: incluso dejó una carta a su familia pidiendo perdón, oh, perdón. Tenía 74 años y su vida fue su imperio, lo que parece suficiente. Uno siempre ha respetado mucho los imperios, sobre todo los que hace uno de la nada, aunque Adolf Merckle heredó de familia ochenta trabajadores y otros heredan, con suerte, ocho hipotecas.

lunes, enero 12

Voces

Algo en la vida no va bien cuando el presidente de los EE UU aclara en su despedida que no escucha voces. De su lapidario imbécil, la frase «no escucho voces» debería figurar ya como épico resumen de su mandato: una suerte de canto de cisne con el que entender, desde una poderosa perspectiva, los años pasados. Pongan a Touriño confesando que no ve muertos o a Fraga decirle al pueblo que en San Caetano no se abren solos los cajones. En España a lo más esotérico que se ha llegado es a escuchar a Zapatero decir, sobre la menstruación, que su hija de trece años ya ha sido «convidada a la vida». Pero Bush, amparado en su espiritualismo, ha querido matizar este tipo de cuestiones. Mística era Santa Teresa, no yo, vino a decir. Y había como un orgullo en la frase, del estilo «yo no estoy zumbado, pero qué cerca ando». Dirán que hablaba para su votante medio, que ése escucha de todo y a veces tira para el colegio con una recortada, pero es que Bush ya no está en campaña. Así que lo mismo deja caer eso para anunciar que ahora se va a su casa a escuchar tales voces, que eso ya no se lo prohíbe ninguna enmienda, y levitará y verá a Dios, y cualquier día llorará sangre y peregrinaremos a verlo, santo varón, a que nos ponga la mano en el hombro, como al otro. Ungiditos todos.

viernes, enero 9

Sacha

Nunca houbo relación máis folclórica entre a ciencia e a moral como nun caso que vén de despachar Nature na súa portada desta semana: Sacha é fillo do seu pai, Borja Thyssen. A historia é fascinante e ilustrativa. Anos despois de regalarlle un par de peitos (¡o paraíso!), a baronesa Thyssen dubidou da moral da súa nora cando lle deu o primeiro neto: unha cousa é o que saia por riba e outra, moi diferente, por baixo. Obrigou ao seu fillo a pasar unha proba de paternidade: fíxoa, e confirmou ser o pai. Fixo outra, que tamén o confirmou. E a nai, coma nos contos de fadas, fixo pasar ao fillo pola terceira. As revistas dixeron que o neno Thyssen negouse a elo, máis preocupado polas súas reservas de ADN que dos presuntos cornos, tan sachado estaba. Pero foi igual, e os resultados seguiron a ser os mesmos. Se a ciencia foxe xusta (que non o é, porque non sempre a verdade o é), nunha terceira proba a paterrnidade de quen sexa debería apuntar a Shrek. Pero nada hai máis transparente que o ADN e nada máis felino ca moral dunha nai. E Sacha xa é fillo de tres pais: do rapaz Thyssen (ese Paquirrín fashion), da sospeita da súa avoa e dun sutil avance científico que pon contra as cordas, sorprendentemente, á moral. Coma no porco, tamén na ciencia é todo aproveitable.

jueves, enero 8

Comer con él

He estado leyendo mucho rato la noticia que este periódico publicó ayer en contraportada con una idea fija que revoloteaba a mi alrededor: la de comer con Mariano Rajoy, y que eso sea además la recompensa de una competición. Siempre creí que ésa era la clase de premios que ofrecían en las madrugadas de Telecinco: el típico concurso en el que hay que adivinar ‘cómo se llama un piloto asturiano de F-1’ a partir, menos mal, de las primeras letras de su nombre y apellido. El PP ha creído sin embargo que comer con Mariano Rajoy es algo estimulante, y decenas de personas que compitieron con sus vídeos para reflejar la realidad española, también. Sabíamos de esos concursos en los que uno acaba teniendo una cita con Angelina Jolie, con la esperanza de encharcarla en vino y ver qué pasa, pero no se le acaba de encontrar la gracia a Rajoy. Con él puede uno sentarse en una mesa a escucharlo perorar delante de un café, o atizándole a un puro, pero no cortando un entrecot, porque además tampoco es Ferrán Adrià, y una barba espesa levanta sospechas frente al plato: puede pasar cualquier cosa. La cita, sin embargo, es muy propia de marianistas acérrimos, que es como se ha declarado el ganador del concurso, que es de aquí, del pueblo, y militante del PP. Que digo yo qué líder accesible es éste que los militantes suyos, vecinos de calle, tienen que andar opositando para poder comer una vez en la vida con él.

lunes, enero 5

El primer bebé del año

Hay pocos fracasos más evidentes en el periodismo que este sonrosado clásico: el primer bebé del año. Dónde nace, cómo se llama, cuánto pesa: un bombazo. Si se supone que uno debe informar acerca de lo extraordinario, pocas cosas hay más ordinarias que el nacimiento de un niño. Es una forma de acercarse a la ternura en telediarios difíciles, como los del uno de enero, pero bien se podía buscar la primera y poderosa fecundación: al menos hay ahí bastante más investigación. Con estos niños lo que hace el periodismo es ejemplificar uno de sus causales leitmotiv: la urgencia de rellenar el tiempo del gran público aún poniéndolo, en su espanto, frente a una bobería. La prueba está en el seguimiento sagrado de la noticia. ¿Alguien se ha preocupado por saber el destino del primer niño de 1982 y si ha llegado, por algún tipo de brusco camino, a ser el padre del primer niño de 2005? Esta gente ha sido portada y ha abierto con cierta fortuna los telediarios. El mérito de esa fama no es de ellos, que pasaban por ahí, sino las veloces contracciones de su madre (¡hipódromo de parturientas!) y un motivo estupendo: el sanatorio, que viene siendo la cómoda versión oficial. La Navidad (¡ah!) siempre fue tierra de tópicos. Y sus noticias, inconstatables rumores.

viernes, enero 2

Chandaleros

Ha empezado uno a observar con preocupación el uso descarado del chándal ya no en la calle, a donde uno parece que sale siempre sin vergüenza a ser afrentado por Javier Marías o el cursi de turno, sino en la casa, como herramienta de comodidad, en apabullante contrasentido. Dentro de 200 años se señalará el chándal como se señalan hoy los pololos: una suerte de degeneración colectiva en la que de vez en cuando se sume, para luego coger impulso, la Humanidad. Y será digno de estudio el uso del chándal en la propia casa, cruzándose a la familia en el pasillo y recibiendo a las visitas impertérrito, como si uno hubiese necesitado del Adidas para freír un huevo. El chándal es EGB, sudor y luego el puente de A Barca para el pico de caballo. El pijama, en cambio, es la abuela poniéndote una bolsa de agua caliente en los pies cuando dormías en el pueblo o el vispapurú de haber catarro. El pijama es la infancia y la pantufla y el chándal el acné y el acabose. El pijama es ponerse la casa encima y pasear con ella, bajo el calor de la familia, porque representa una moral, y el chándal remite a una desestructuración tremenda digna de Servicios Sociais. Su historial es casi criminal: los fundamentalistas lo han llegado a combinar con camisa. Si bien su ‘cremallerístico’ destino es incierto, la prioridad ahora (prioridad incluso gubernamental) es sacarlo de casa. No necesariamente puesto.

miércoles, diciembre 31

Agradecido



(Cortesía de Andrés Milleiro)

M. en la intimidad

lunes, diciembre 29

A estación violenta


Presentación: hoxe martes 30 de decembro, no Café Moderno de Pontevedra, ás 20.30 horas.

martes, diciembre 23

Jingle Bells

1-En Navidad, como en los entierros, los rencores están olvidados.

2-Eso se nota especialmente en el Facebook: se agrega cualquier cosa.

3-Nunca se odia a nadie sin fisuras: tampoco se acaba por querer a nadie del todo.

4-Amparo, todo lo que me gusta es caro.

5-Qué hace Papa Noel entre niños si él nunca lo fue.

6-El mundo sería un lugar mucho más apacible sin el "gordito bonachón".

7-El hilo musical navideño del Froiz de Cobián Roffignac nos recuerda que vivimos en una película con final feliz si no hay mucha cola en la charcutería.

8-La del 24 es la noche que eligen siempre los abuelos para despedirse: "Éstas ya son las últimas".

9-La vida adquiere siempre un aire nostálgico cuando el Madrid pierde, o está a punto de perder.

10-Bajo la delicada piel de los villancicos se halla, semioculto, el horror.

11-Sólo las semillas tenían ganas al empezar el mundo.

12-Sms de X. para felicitar la Navidad: "Nadie de más de 40 años debería morir naturalmente".

13-Juan Luis Panero: "Yo me siento más familia de Octavio Paz que de mis hermanos". Cuánta pedantería junta en una sola frase.

14-Un consejo para Nochevieja sería lo que le dijo Lord Winter a Joan Fontaine: "No se ponga nunca un vestido negro, ni un collar de perlas, ni tenga nunca 36 años".

15-Fiesta es todo el año.

lunes, diciembre 22

Holmes

Probablemente uno de los sucesos literarios más traumáticos en la vida de los hombres haya sido la muerte de Sherlock Holmes. Tanto, que Conan Doyle tuvo que resucitarlo para levantar la moral del Imperio. Resulta imposible leer su carta de despedida al doctor Watson sin evitar un sentimiento profundo, casi entrañable, de tristeza. En ese ejemplo tan british de ir a la muerte concede Holmes un solitario lujo a su más íntimo amigo en la hora final. Tras cientos de páginas viviendo su vida con cierta melancolía, sufriendo sus silencios y sus depresiones, el gran detective deja un gesto que encuentra uno emocionante en su formidable contexto: “Téngame, mi querido compañero, por sinceramente suyo”. Muchos años antes, Watson diría al amigo que le presentó al joven Sherlock Holmes: “Le quedo muy agradecido por habernos puesto en relación. Ya sabe usted que el verdadero tema de estudio para la Humanidad es el hombre”. Y al final, Watson dice de él que es “la persona a quien yo consideraré siempre como el mejor y el más entendido de los hombres a quienes me ha sido dado a conocer”. De tantos versos extraordinarios de Borges hay uno inolvidable: “Pensar de tarde en tarde en Sherlock Holmes es una de las buenas costumbres que nos quedan”.

miércoles, diciembre 17

La divina calva era un martillo


La Tierra se paró un instante a la espera de una solitaria repetición. Millones de personas llevaban casi dos horas viendo la final de la Copa del Mundo de fútbol, el acontecimiento deportivo más seguido del planeta, y el mejor jugador del campeonato, un divino calvo que había anunciado que sería su último partido, salía del campo expulsado con roja directa. Las cámaras ofrecieron una imagen insólita. Zidane, el Nureyev del balón, cruzaba agrias palabras con Materazzi, un leñero italiano que había insultado a su familia. En un momento dado, el francés se dio la vuelta, se dirigió hacia su marcador y le soltó un elegantísimo cabezazo en el pecho. La conmoción fue mundial porque bailaban juntos todos los ingredientes de la vida en aquel partido, en el que Zidane ya había puesto por delante a Francia con un penalti que resumió su carrera de equilibrista: clase a rebosar, una sangre fría de otro planeta y la calidad extraordinaria del jugador que marcó una era. Ganó Italia a los penaltis, pero pocos se acordaron. La épica dejó a un héroe marchito víctima de sus legendarios arrebatos que pudo bajar el telón de su carrera jalonada de éxitos levantando la segunda Copa del Mundo y lo hizo expulsado, dejando sonado a su equipo, tras una brutal agresión. Había allí demasiada literatura para que todo quedase en una anécdota. En días posteriores se sucedieron montajes en internet, videos en telediarios, reacciones de deportistas y hasta un ejército de filósofos se lanzó a discutir en las páginas de opinión de los periódicos sobre el astro. “¿Por qué”, dijo Vidal-Beneyto, “nadie ha elogiado que Zidane haya sacrificado la gloria de su despedida, el punto cenital de su carrera y su imagen de marca a la lealtad a unos principios y a unos afectos para él innegociables?”. En su agónico camino, última imagen de su carrera, se cruzó con la Copa que él mismo, en la cumbre, había levantado ocho años antes en París. Entonces no necesitó un cabezazo para acercarse a ella, sino dos. Gozoso movimiento de la Historia en su perpetuo retorno.

martes, diciembre 16

Nostalgia de Woody

"Vas a ver qué efecto le causo..., un verdadero impacto"

lunes, diciembre 15

Periodismo

Cuando ETA mata, el periodismo ha de exhibir el jabonoso despiece de un hombre que ha volado en pedazos. Y lo último que se espera de un Estado es que se detenga a contar, en la cola de la pescadería, que un etarra se ha meado encima al ser detenido. Más que nada porque a lo mejor Amnistía Internacional ha de investigar el origen de ese pis. Que el periodismo le dé titular en portada es algo ya puramente nostálgico: los españoles han de saber que los etarras son cobardes, algo raro en tipos cuya especialidad es matar por la espalda a hombres desarmados. No es extraño entonces que los compañeros de tute del último asesinado sigan la partida y los fotografíen entre exclamaciones. El mensaje que se debió dar a la foto de la partida fue: "ETA ya no interrumpe ni el tute", pero el periodismo andaba buscando metáforas. Usó para ello una práctica periodística revolucionaria: ir corriendo a por la familia, los amigos y el perro de la víctima para juzgarlos. Hubiera sido interesante saber qué se hacía en la herriko taberna en esos momentos, pero había cuatro señores vascos que llevan cuarenta años viendo morir a gente jugando una partida. El espectáculo aún tuvo un cierre a la altura: el periodismo, imparable, señaló muy morbosamente al nuevo. Ni el Gara.

viernes, diciembre 12

Está escrito que alguien llegará un día hasta tu frente y te llamará fascista

Episodios de la vida de un hombre. El País, 21-12-1999

Empezaba a hablar la otra tarde sobre nacionalismo y periodismo, en un aula de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Barcelona, cuando alguien gritó «¡Fascista!» y acto seguido corearon esa voz unos quince. Con discreción miré a un lado y otro de la mesa, pero en la mesa todos mis compañeros me miraban. Como seguían los gritos y aún dudaba de que fuera a mí a quien estaban llamando fascista, tuve la postrera tentación de ir hacia el grupo de muchachos y adherirme para gritar todos juntos contra el cabrón fascista. Pero no podía ser, de ninguna manera, porque el cabrón, ya lo sabía, era yo. Realmente todo era muy, muy confuso. Hacían explotar algunas bombas fétidas -yo las fabricaba de niño con el Cheminova- y luego gritaban «¡Vuestra democracia hiede!» (traducido libremente del catalán), sin atender a la evidencia de que no olía así antes de que ellos entraran. En esa danza estuvieron unos minutos y luego se largaron escupiendo, y yo aproveché para hablar sobre el tema previsto.

Por la noche dormí mal. No creo que fuera por ellos, sino más bien por las copas de un gran Hermitage que mi mujer y yo bebimos para cambiar de trago. Puesto en el insomnio y para hacer algo, y dado que tenía las uñas muy crecidas, me fui rascando el brazo con ritmo cada vez más vivo. Estaba tumbado en la cama, con la oreja pegada al brazo y las uñas arriba y abajo. Las uñas acabaron siendo las botas y mi brazo los adoquines, y lo que escuchaba, un siniestro rac-rac, era el ruido de un batallón fascista desfilando. La noche es el reino de muy tétricas ilusiones, pero si yo era capaz de marchar sobre Roma con mis uñas y mi brazo, algo de razón debían de tener los muchachos.

Pensé en mi vida. La primera vez que le grité fascista a alguien fue a don Florencio Caballero Valladares, se deduce que más que hombre, medieval fortaleza. Nos tuvo seis años formando en el patio del instituto -sin otra dispensa que la lluvia- mientras subía al mástil la bandera roja y gualda, sonaba la Marcha Real y se rezaba la oración de la mañana, a san Fernando, patrón de la juventud española. Todo eso pasó durante seis años y nos pasó por cobardes, pero la lección la aprendí luego y no va con esto. La última vez, coreada, fue en febrero de 1981. Aquella noche llovía y hacía viento y frío, y éramos muy pocos en las calles de Barcelona los que le gritábamos fascista al guardia civil Tejero. El Departamento de Estado norteamericano y el nacionalismo catalán habían coincidido en considerar que el golpe era un asunto interno de los españoles.

Entre esa noche despoblada y la otra tarde pasaron algunos años y mientras tanto aprendí a restringir el uso del apelativo fascista. Se trata de una de esas palabras demasiado grandes. El vulgo cree que las grandes palabras hacen gran daño, y se equivoca. Cuando las palabras no tienen la medida justa del concepto ocultan más que evidencian. Por eso es mucho mejor, para el entendimiento de las cosas, llamar nacionalistas o independentistas a los muchachos antes que radicales, extremistas o -justamente- fascistas: al fin y al cabo, de la bandera catalana que estaban ondeando al compás de sus insultos no prendía ningún fascio.

Pero, bueno, el asunto es que me lo habían llamado a mí. Tal vez no les faltaran razones. De las paredes, en el aula, habían colgado carteles con la siguiente sentencia: «El catalán es un dialecto del castellano. Arcadi Espada». Es verdad que cuando, en otro tiempo, alguien decía esa frase yo creía que estaba delante de un fascista. No podía negar, tampoco, que la frase era cierta: ritualmente la pronuncio ante mis alumnos de la Pompeu Fabra cuando quiero ilustrarlos acerca de la relación entre lengua y poder. Luego les añado: «... 0 el castellano es un dialecto del catalán. Depende de quien mande». Pero ni la frase cabía entera en el cartel, ni se puede ir por el mundo provocando. Sé que esto último es lo que ha querido decir el presidente Jordi Pujol, mirándonos la minifalda: «Es que van provocando... y luego pasa lo que pasa».

Todas esas razones presuntas empalidecen, sin embargo, ante la esencial razón cronológica: está escrito que alguien, en cualquier circunstancia, llegará un día hasta tu frente y te llamará fascista. Te lo llamarán en la oficina, en el aula, o en la cama. Tú quizá estés, como yo, en torno a los cuarenta años, y cuando lo oigas también buscarás al cabrón con la mirada, sin hallarlo. Entonces te sentirás un Villar Palasí o un GarcíaValdecasas. Al reponerte, copiarás estos versos:

Fue un verano feliz.
El último verano de nuestra juventud.

Ahora bien, voy a darte un consejo, ya por viejo: procura siempre que los que te llamen fascista sean un grupo de niñatos subvencionados, que no se pagan la bandera ni las bombas fétidas; unos niñatos eximidos por la autoridad máxima del gobierno: sus lactantes; procura que quien te lo llame sea el poder, aun en su versión de falange y muchachada; fascista serás, pero en la intemperie.

miércoles, diciembre 10

Capuletos e Montescos odiábanse, si, pero con xeito

No pobo non quedaba case ninguén porque os que non morreran na Guerra morreran na fame ou marcharan camiñando a morrer non se sabe onde. Había unha casa a un lado da estrada e outra en fronte. As dúas familias non se falaban por cousas das terras. Vivían a trinta quilómetros da cidade e pola estrada pasaran seis coches dende había vinte anos. Contábaos o avó Capuleto, que vivía sentado nunha cadeira cunha libreta nas mans. “Un”, apuntou o 13 de novembro de 1988. “Dous”, apuntou o 6 de maio de 1994. Como moito tráfico non había as familias dedicaban o tempo ao odio, e con el enriba sachaban a terra. O día que faltara odio faltaría tamén comida, así que se odiaban a conciencia. Ata a tarde que Nena namorou de Neno, os días era longos e tristes e pola estrada pasaba o vento, ao que o avó xamáis lle puido tomar a matrícula. Nena era Capuleto, filla e neta de labradores, e tiña quince anos. Neno tiña dez máis e era Montesco: aprendía o oficio de enxeñeiro na Universidade e o seu pai, coma Xosé o carpinteiro, sempre foi viúvo. Nena arrimábase ao avó e preguntáballe cantos coches pasaran ese día e Neno viña cara a fiestra e alí pousaba os seus ollos de lúa. Murcha o día e murcha a noite e foron murchando os Capuleto o día no que o sétimo coche saíuse da estrada e levouse por diante ao vello. Foi o 3 de novembro de 2008 e Nena colleu a libretiña entre os ferros e apuntou con coidado: “o sétimo”. Namoraron despaciño, a escuras, nas noites sen luz nas que os dous facían odios desde os seus cuartos. Ningún deles cruzara nunca a estrada. Ningún deles bicara nunca a ningúen. Ninguén da súa familia estudiou para conducir, e sen embargo o Concello puxólles unha estrada aos pés das casas non sabían para qué. Capuletos e Montescos odiábanse, si, pero con xeito. Vinte anos atrás apareceran os homes e as máquinas, e colocaran alí unha tira de asfalto que non se sabía onde levaba. Colleu o avó Capuleto unha cadeira e sentou como vira el que se sentaban os vellos nos pobos con estrada, e mirou alí a vida. As familias traballaban as terras e era o odio o que levantaba os brazos. Neno lembraba que cativo xogaba coa pelota e cando a pelota marchaba cara a estrada Neno non ía detrás, por medo aos coches que non había e por medo aos Capuleto, dos que se dicía que hai anos na Guerra aproveitaran para matar Montescos. Daquela non nacera Nena e daquela tampouco coñecía Neno o amor, porque cando se está á pelota non se está a outra cousa. O oitavo coche non chegou cruzar o pobo. Detívose xunto á casa dos Montescos e baixou un pobre homiño do que Nena, que miraba na fiestra, non sabía como chegaba cos pés aos pedais. Saí Neno a porta, porque o pai andaba na terra, e algo lle dixo o homiño que Neno sentouno no coche e mandouno de volta a non se sabe onde. Sorríu Nena na fiestra e sorríu Neno xunto a cadeira baleira do avó, feita ferros. Foi aquel o primeiro sorriso que Capuletos e Montescos cruzaran en séculos e por un momento pensou Neno en poñer un pé na estrada e logo poñer o outro “e así sucesivamente”, dixo en voz moi baixa. Vía aquela liña discontinua (¡podíanse adiantar!), e ela tamén a vía, e os dous sabían que de amarse tería que ser alí, na fronteira mesma, a ollos das familias e dos mortos que tiveran que deixar o lugar, aquela educada xenreira, expostos como as terneiras das carnicerías a que o noveno coche algún día chegase de non se sabe onde e os levase por diante. Morrer por amor!, pensaban os dous boquexando, condenada vaidade a nosa!

lunes, diciembre 8

Hitos modernos

Cuando el Che preguntó eso de “¿una revolución sin tiros?” sólo se estaba divirtiendo con una boutade. Todas las revoluciones exigen muertos no sólo encima de la mesa, como ordenaba Txeroki en tiempos de paz, sino también en las cunetas. De muchos de esos movimientos armados se conserva el vaporoso recuerdo de algo que hizo que el mundo girase la mirada o cambiase la propia Historia. El pueblo francés tomó la Bastilla y los bolcheviques tardaron horas en ocupar el Palacio de Invierno. Hasta Cuba guarda en sepia el hito de su Revolución, que es un hito sedimentado en una romántica derrota: el asalto a la Moncada. Todo ha ido a peor desde entonces, no lo duden. El IRA guarda su Omagh y la enciclopedia dirá de las Brigadas Rojas que secuestraron y mataron a un primer ministro italiano. De ETA se recordará dentro de un siglo, en su épico fracaso, que también secuestró y mató: al hijo de un albañil emigrante. Creyeron rodearse de aura mandando a los aires a Carrero, pero el general sólo era el pellejo del franquismo. Si a tan particular revolución vasca se le añade un causus belli fruto del delirio de un señor que creyó ver una raza superior como creyeron los pastores de Fátima ver a la Virgen, se entiende la raíz del socialismo tan sui generis que defienden. También ellos, como parias oprimidos de la tierra, atacan el poder. De ahí el cobrador del peaje que se cargaron en marzo o el empresario de 71 años aficionado al tute al que metieron unos tiros esta semana. El conflicto vasco, tan complejo.

jueves, diciembre 4

Doblez

"(...) No te avergüences de ninguna pregunta, si es sincera. Generalmente son las respuestas las más acreedoras de vergüenza, porque en ellas es más común que aparezca la doblez: que pienses algo pero digas lo contrario. Ése es otro de nuestros escasos privilegios: creo que los ciegos detectamos mejor la hipocresía. El hipócrita puede disimular su doblez con un gesto, una mirada, un guiño, y así rodearse de un aura falsa de sinceridad frente al interlocutor desvalido. Pero a nosotros sólo nos llega del hipócrita la voz, la voz sin maquillaje, tal como es, con su mentira a la intemperie (...)"

La borra del café
Mario Benedetti

lunes, diciembre 1

Dos presos

Tele 5 y Cuatro eligieron a dos presos de Alhaurín de la Torre para atraer a la audiencia en la noche del viernes. El presidiario de Tele 5 apretó el cilicio: estaba allí por dinero, cumple pena por delitos urbanísticos y no (aún) por saquear la caja y fue un marido de bragueta fácil. No se le echó a las rodillas al presentador para que le azotara en el culo de milagro. Además, los 360.000 euros que cobró de la televisión los puso a disposición del juez. O sea que aún le va a caer una buena por soborno. En Cuatro, Callejeros contó el último día de un hombre en libertad. Hace siete años atropelló a un niño. Dijo que entendía la cárcel, “pero cuando ocurrió todo, no ahora”. Estuvo enganchado a la droga y salió hace tiempo. Buscó trabajo, se casó y tiene dos hijos. Lo contaba mientras la mujer le hacía la maleta. “El chavalín pequeño”, y de pronto se le quebró la voz, “quería venirse conmigo”. En la puerta de la cárcel fumó un cigarro (“vamos allá”) y se abrazó a su mujer (“Sé fuerte que yo te espero”, dijo ella). Él desapareció entre dos guardias con la bolsa al hombro y ella dio unos pasos, pero luego echó a correr hacia la verja: “¡Gordo, te quiero!”. Fueron dos maneras muy sutiles de entender el periodismo. Tele 5 eligió una millonaria penitencia. Cuatro prefirió la vida en crudo, sin cirugía: pura reinserción.

jueves, noviembre 27

Drogas

Hai dez anos o cantante Manolo Kabezabolo tocou en Mougás. Saíra cun permiso do psiquiátrico. “É un permiso moi curtiño, así que vou cantar as cancións unha detrás doutra e a toda hostia”, díxolle ao público. Rematou en vinte minutos. Lembrei aquela historia vendo unha serie de programas chamado Carta Blanca que emitía a TVE e que pode atoparse agora no Youtube. Nun estivo invitado Antonio Escohotado e levouse con el a Albert Pla e a Bebe para falar das drogas. Escohotado é o autor de Historia General de las Drogas, que é un ensaio monumental. Dixo o filósofo que a prohibición fora o maior experimento moral do século, xa que as drogas sempre estiveran ata entón aceptadas. E chamou a atención sobre unha cousa: mentras o prezo das cousas sobe cada ano, as drogas seguen a custar o mesmo, ou aínda menos, que hai quince. Pla dixo nalgún intre: “Ás veces a xente...”. E Escohotado cortoulle: “¿Ti consideraste parte da xente, Albert?”. Escohotado defende a educación, non a prohibición, que conleva ignorancia. “Non podes conducir un automóbil sen aprender”. Bebe fumaba un pito tras outro e ás veces sorría. Ao final Escohotado preguntoulle a Pla pola mortalidade a causa da droga. Pla, coa cola de pelo suxeita cunha gomiña rosa, subiu algo as cellas e baixou aínda máis a voz: “Home, a mortalidade inventouse antes que as drogas, ¿non?”.

miércoles, noviembre 26

Todo era mentira

Antes de morir tiroteado por unos sicarios que habían llegado a Cambados para cerrarle la boca, al capo Manuel Baúlo le dio tiempo a decir las últimas palabras a su mujer Carmen Carballo, que sobreviviría paralítica a la balacera: "Me muero, Morocha..., me muero. Que no se rompa la familia. Estad unidos". Siempre ha creído uno en que ciertos espíritus responden mejor a la improvisación. Cuando el Cela achacoso ingresó en planta sabiendo que iba a morir debía llevarse bien aprendido ese ¡Viva Iria Flavia! que dicen que soltó, porque Cela era hombre metódico en asuntos tan solemnes como los de la posteridad. A Baúlo el plomo le hizo ver la luz y expresó, en el dolor de la certeza, aquello que de verdad le importaba tras su muerte: la unión de la familia, que al fin y al cabo podría interpretarse también como la unión del negocio. Cuando yo era un niño religioso pensé no en lo que iba a decir antes de morir, sino a quien iba a dedicar el último pensamiento: a la Virgen María. Me dije ya entonces que mis tempraneros pecados acabarían absueltos en el último segundo, como un dandy que cae de pie: la Virgen me salvaría. No era el mejor final, pero parecía efectivo: una cobardía en forma de ‘por si acaso’. Con los años pude saber de algún final glorioso, como el del padre de Joaquín Sabina. Cuenta el cantante en sus memorias que, ya en su lecho de muerte, el hombre levantó un poco la cabeza antes de dar el último resuello y dijo: "Me gustaría saber a mí de dónde sacan tanto dinero las diputaciones provinciales". Hablándole a Chile desde su bombardeado Palacio de la Moneda, Salvador Allende dijo: "Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano: tengo la certeza de que por lo menos será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición". A Kennedy, en aquel descapotable que lo paseaba entre la afición, la mujer del gobernador de Texas le dijo: "No puede decir que Dallas no lo ama". Y antes de que le derribara el primer disparo él comentó: "Eso es obvio". Es famoso el grito del Che ante su verdugo, que temblaba nervioso: "¡Póngase sereno y apunte bien! ¡Va a matar a un hombre!". Y lo que yo no sabía era el final estúpido de Billy el Niño: entró en un cuarto sin luz y preguntó en español: "¿Hay alguien aquí?". Dylan Thomas fue más sugerente. Antes de desplomarse dijo: "Me he bebido 18 vasos de whisky puro. Creo que es todo un récord". Y María Antonieta, dirigiéndose al cadalso, tropezó con su verdugo y susurró: "Pardonnez-moi, monsieur". Mi final preferido cierra el círculo abierto por mi temoroso ‘por si acaso’. Lo contó hace poco un viejo amigo de la infancia. Se sabe que hace muchos años, en Viascón, un párroco se despidió del mundo al grito de "¡Todo es mentira, todo es mentira!".

martes, noviembre 25

Como o quere? Cru, se fai favor

"(...) Tamén ten grande importancia a toma de son. Nun filme en que prescindes de música e voz en off, a banda sonora constitúese case sempre de ruídos e sons...
-A miña idea foi sempre rexistrar o son directo, sen engadir elementos artificiais. Así, a banda sonora do filme está composta, en ocasións, por unha serie de ruídos que, nun filme de ficción convencional, nunca entrarían, e que lle confiren ao filme unha crueza que me interesaba. Trátase de sons rudos e pouco estilizados, como o bruído dun tractor ou o ladrido dun can, que arredan o filme da imaxe bucólica e idealizada que en moitas ocasións rodea as pezas gravadas no rural. Considero unha obriga fuxir desta ollada folclórica pois conleva certa condescendencia ou, o que é o mesmo, tratar o outro como un ser diferente. A min interesábame mostrar as cousas tal cal son, sen idealismos, mostrando tamén aqueles elementos do campo menos elegantes como as moreas de entullo, os galpóns de uralita ou as casas sen recebar. Do contrario estaría empregando a mirada do colonizador.

En Manuel e Elisa non hai música, voz en off, actores nin movementos de cámara expresivos. Ao contrario que a maioría dos filmes, no canto de acumular elementos prescindes de case todo...
-Dende un inicio procurei realizar un filme esquelético, cos elementos xustos e necesarios. Moitos amigos ao ver o filme téñenme preguntado “E como non lle metiches música?”. Na miña opinión son os directores que introducen música nos seus filmes os que deberan xustificar este emprego. Eu quería respectar a realidade que rodea aos meus protagonistas e só se tería ouvido música no caso de que esta estivera presente na vida de Manuel e Elisa. Interésame un cinema cru e espido, no que a imaxe e o son escarven na realidade e cheguen ao cerne que dota de sentido ao propio cinema (...)"

lunes, noviembre 24

Superficie

Sucedió en Canal Sur y la anécdota ilustra una civilización y su nostalgia. En un debate sobre el amor, una joven pidió la palabra: “A mí mi madre, desde que era shiquitiya, me decía: ‘Niña, que zepa que tú aquí [agarrándose con brutalidad la entrepierna] tienes los shoshosientos millones”. Tenía razón, pero eso ya es lo de menos. Yo no soy de esa clase de tipos mohínos que van por ahí abominando de la belleza de las mujeres y enamorándose de severas profesoras de latín metidas en una bata rosa. Y nunca entenderé que se le mire a alguien con sospecha por decir que se casa por belleza o por dinero, pues desde la manzana (la primera moneda) el mundo ha ido progresando no por la lucha de clases, como pomposamente dijo Marx, sino por cositas más prosaicas. En este sentido, la decisión de una discoteca de sortear unos pechos saltarines es la medida de la modernidad, y el escándalo provocado la medida del integrismo. Lo que aún no sabe la izquierda puritana cuchi cuchi es que conflictos como el vasco acabará el día en que las discotecas de Bilbao sorteen penes de 40 centímetros. Miren: entre los derechos humanos hay uno irresistible: el derecho al ser (no al ser heideggeriano, sino al ser antirretórico que decía Plà: “Lo más profundo del hombre es su superficie”). ¡Si hasta Cataluña, según aquel histórico borrador de su Estatuto, ha modelado un paisaje!

viernes, noviembre 21

Películas

Unha das cousas que non se entende do Ministerio de Interior é o seu esforzo melancólico na transparencia informativa. Os detalles da detención dese líder Garikoitz Aspiazu e a súa socia nos negocios da liberación nacional tiñan que deixarse no aire, para que nós maxinemos, en canto privilexio do espectador. Pero non: o que podería ser material para unha pelicula de Scorsese queda nunha persecución en calzóns de Alfredo Landa. Ao número un da banda terrorista localizárono porque os espías americanos deron coa súas contas de correo. Sobre a pista obtida pola dirección coa que se negociou a tregua (jternera@eta.es), os desencriptadores da CIA deron coas direccións de Txeroki: a persoal (gaspiazu@eta.es) e a outra (comandos@eta.es). Tras iso, ao servizo secreto francés chamoulle a atención unha matrícula “imposible”. “Im-po-si-ble”, deletrou Rubalcaba. Ao parecer, á localidade de Cauterets chegara un carro tirado por cabalos cun tipo de pescata vestido como para a Feira Franca de Pontevedra e cargado de pistolóns. Fixeron o asalto de madrugada e acharon no piso 100 gramos de haxís. Tamén isto o contou Interior, desmontando a vaidade da esmorga abertzale, que pensaba que os gudaris mataban aos traficantes para que os mozos borrokas non caesen no vicio, e resulta que os mataban porque os prezos debían de estar moi altos.