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jueves, abril 12

Pontevedra en el mapa

Foto: David Freire

Los candidatos del PP a las alcaldías de Pontevedra se presentaron ayer en sociedad con una curiosa iniciativa. Dibujó el partido sobre los verdes jardines del castillo de Soutomaior un mapa de la provincia mediante varias cuerdas blancas. Una vez hecho el ingenio, se fueron metiendo todos dentro ocupando el lugar que geográficamente correspondería a su municipio. Después, alguien tiró del extremo de las cuerdas, con todos bien amarrados, y se los llevó a la Comisaría más cercana.

La portada de Diario de Pontevedra de ayer devolvía la imagen de los candidatos sonrientes, formando el mapa provincial con algún que otro desarreglo, no sólo geográfico: apenas seis mujeres para unos setenta municipios. Pero nada cantaba tanto como el error de bulto apreciado en la imagen. Núñez Feijoo y Louzán observaba la escena desde fuera, en la imaginaria provincia de Ourense, cuando su lugar natural sería, en realidad, a la izquierda: América.

En el imaginario sentimental de la política gallega sigue muy viva la emigración, aun en su versión biznieta. En 2005, después de todo, Fraga no se bajó del sillón hasta que llegaron semanas después las sacas de América. Y hasta allí, siguiendo el rastro de un voto heredado incomprensiblemente junto al certificado de galleguidad, se están yendo en festiva peregrinación los políticos del país. Hay tres objetivos primordiales: descubrir los encantos de Brasil (que son ricos y variados), reclamar el voto de los electores bajo la sombra de los cocoteros de Copacabana y desentenderse de la frivolidades rutinarias del cargo. Por eso el alcalde de A Lama, enterado por este periódico de que su hermano, residente en Miami, ha censado hasta a doce personas en los últimos días en la casa que todavía posee en el municipio, puede darse el lujo de responder: “Ah, yo no sé nada”. Y después de reconocer que sí, que allí había casa, siguió escudándose en Brasil para alejar la realidad. En Brasil la verdad se diluye vagamente: el conocimiento se evapora a medida que uno cruza el Atlántico, y ya en Brasil la cabeza está en otra cosa: el fragor de las elecciones, las manifestaciones institucionales de amor y comprensión hacia el pueblo amigo, los paisajes a cargo del presupuesto municipal.

La diáspora, por tanto, adquiere el fatal rango de noticia en estas fechas. Habrá quien lo vea en perspectiva. Un argentino todavía puede sentir el latido gallego en su sangre al emocionarse con la lectura pausada de Rosalía y habrá otro, argentino también, que sienta al ver a un alcalde gallego pidiéndole el voto lo mismo que si a mi casa viniese Junichiro Koizumi sólo porque entrecierro los ojos para ver de lejos. Lo que cuenta es la intención, macabra: queremos tu sangre. En pocos ámbitos como en el de la emigración los políticos dejan al descubierto el vacío espiritual de sus escrúpulos: esas carreras por los aeropuertos, esos calendarios inflados de actos banales con los que procurar el cuerpo a cuerpo. Y luego está la batalla subterránea y atroz del voto: la batalla pública que nos espera, día tras día. Y esa cuerda tirada en el suelo, a modo de frontera, sin que nadie tenga el valor de levantarla y llevarla al hombro.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por visitar mi blog y decirme cosas tan... tan... ardientes.
Chao. Besos en la ingles,
Tina la Requeteputa.

Anónimo dijo...

digo, en las ingles...

M. dijo...

(Además de anónimo, tonto)

Ch. Werther dijo...

Hola Jabois,

cuánta razón tiene usted, ha expresado por escrito lo que yo pienso de esa fotografía que nos presenta.
Enhorabuena, nos incita a seguirle de cerca.
Cordialmente,
Charlotte.

M. dijo...

Gracias Charlotte, qué calidas palabras. Un saludo.

Ah, Donna, qué placer tenerla por aquí y qué placer mayor leerla (aquí y en su blog). No creo yo tampoco en la paridad oficial: la paridad del decreto-ley. Pero convendrá conmigo que en estos tiempos de mermelada canta una barbaridad que de más de setenta municipios se presenten seis mujeres candidatas. Es una proporción ya no digo políticamente incorrecta, sino casi grotesca, sobre todo si tenemos en cuenta el bobo énfasis que ponen los partidos a la hora de presumir (ahora obligados) de llevar a mujeres en sus listas, como si fuesen meros jarrones de valor.

Yo también creo en la capacidad y en la inteligencia, por eso me parece difícil que entienda el PP que haya sólo seis mujeres preparadas para llevar una Alcaldía en toda la provincia. Me temo, desde luego, que no es el único partido, aunque en perspectiva las mujeres del rural no se presten tanto a embolados de esta enjundia. En todo caso, no deja de parecerme una suerte de "desarreglo": nada grave. Pero mire: estas cosas van despacio. Yo le auguro que en treinta años, y no hay más que ver a las juventudes (en las de todos los partidos gallegos mandan ya mujeres), el mapa será completamente diferente. Tampoco voy a babarme y decir que eso será mejor, y que si las mujeres mandasen en España mejor nos iría: para gobernar mal tanto tiene mear de una forma u otra.

(Ojo: para la ciudad más importante (Vigo) es candidata, y favorita, Corina Porro. Y en Ribadumia, otro municipio de cierto fuste, es candidata y favorita Salomé Peña. Pocas las del PP, pero selectas).

Un saludo.

PD: Sorprendentemente, he soportado la tentación de "chistear" con Corina Porro.

PD2: (¡Mierda!)

Portarosa dijo...

Pues yo creo que la ley de marras es una medida correctora adecuada, siempre que sea provisional; es decir, entendida como un modo de "educar a la fuerza" a una sociedad que está claro, a la vista de datos como el de este artículo, que no tiene asimilada la igualdad de sexos.

Un abrazo, y un beso para Donniña.

Anónimo dijo...

Portorosa, explíqueme usted por favor qué es eso de "educar a la fuerza". Me parece interesante su observación. Desarróllela con argumento.

Saludos

E.