No he podido evitar un respingo al saber que Joseba Permach pasó destrozado su primera noche en prisión. La visión de Permach, el joven Permach, deshecho en llanto como Marisol Yagüe en su celda, pasando las cuentas del rosario y temiendo la llegada de la noche, es algo descorazonador. Deja la impresión de una travesura que ha ido demasiado lejos, como un pandillero al que llevan engañado al atraco a una farmacia. Como si todo esto al chico se le hubiera ido de las manos, y se encuentra de pronto frente a la dirección del colegio, amenazándolo con una expulsión definitiva. Cualquier día se presentan allí sus padres, pagan la fianza y se lo llevan de la oreja a casa: “se acabó esa mierda de Batasuna y la hostia”. Orientándonos por su biografía, se comprueba que Permach es un chico más de escaños que de pistolas: fue un concejal madrugador y no le dio tiempo a conocer de primera mano las tripas de la actividad que defiende, si no fomenta. Es un chico educado desde muy temprano en el ‘lamento, pero no condeno’ y demás alharacas puestas al servicio de la infamia. Ya saben: el sonajero de Batasuna, tan similar en su espesura a la matraca de Ibarretxe que describe Peridis. Si hasta Amancio Ortega puso a su niña en una caja de Bershka antes de empezar a frecuentar despachos. Permach debió educarse en la soberbia pulcritud de un destino ya trazado: es nuestro Lewis Hamilton de la kale borroka. Puestos a elegir cobardes, casi prefiere uno al que se fue de casa a los dieciocho años a un monte francés a entrenarse con la vieja guardia y mancharse de barro las botas. Tiene un repugnante aire romántico que todavía abreva a la parroquia ultramontana y conserva en formol cierta distinción peliculera entre los extranjeros. Luego llega la sangre, que quita audiencia, y hay que soportar los funerales y las madres, tan pesadas en su dolor: pero, ¿y los entrenamientos en la clandestinidad? Hasta Otegi guarda con orgullo antecedentes por no sé qué de un secuestro. Permach siempre pisó moqueta, siempre salió en la tele. Ni un triste antecedente, ni una puta nuca: nada. Ahora el chico llora en la cárcel porque probablemente se imaginó, en algún momento, ministro de algo en un Gobierno vasco sin tener que pringarse de grasa en los bajos de un coche y sin doblar matrículas ni apaños parecidos. No es extraño su desconsuelo: estaban reunidos sin pistolas, con papeles. Arzalluz lo dijo hace años: ¡estaban agitando el árbol!, y luego ya vendría quien fuera a recoger las nueces.
miércoles, octubre 10
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10 comentarios:
Manuel, qué maravilla.
De verdad, chico, tanto el fondo como la forma me parecen magníficos. Enhorabuena.
Estimado Jabois, creo que la solución al problema del nacionalismo vasco está en el diván del psiquiatra.
Saludos, E.
El evangelio has dicho... Un abrazo.
"... Ni un triste antecedente, ni una puta nuca..." Qué bueno, qué bien dicho. Qué gentuza.
Suscribo todo lo dicho por los comentaristas anteriores; maravilla de artículo, son carne de psiquiatra (sí, muchas vueltas se le da este tema en la rama de los loqueros pero estos tipos, digamos, son recuperables en el sentido que pueden ser recuperables las víctimas de una secta...), y qué bien dicho y qué asco de gente.
En realidad todo el rollo nazionalista es ridículo. Ya da igual un Ibarreche que un Permach hablando, son igual de rancios y descerebrados. El primero cree no mancharse las manos de sangre y el segundo cree honroso mancharse de sangre las manos.
Donde haya que firmar, firmo mi acuerdo línea a línea. Y ya ni vuelvo a pensar en ese muchacho "desmadejado" hasta que pueda volver a encontrármelo por la calle. Pero no olviden que nazionalistas no los hay solo de la periferia y que la sangre estúpidamente derramada puede ponerse en marcha desde cualquier esquina en la que se reúnan quienes piensan que "Los de [placeholder] somos la hostia, viva la madre que nos parió". No lo olviden precisamente hoy, porque si olvidamos estas cosas hoy podemos lamentarlo otro día cualquiera. Lo digo porque a mí ya me curaron por no saber cantar el Cara a no sé qué (no mucho, no me victimizo) y hay barrios que cruzo con cierta aprensión. Que no haya nunca "otro día cualquiera" de esos.
"El patriotismo es la virtud de los depravadados." (Oscar Wilde)
Qué bien traída esa cita de Wilde. Mi agradecimiento a todos. Respecto a los nacionalismos, el español es precisamente el que menos sentido tiene: España ya es una supernación, que vino a decir el otro día Rajoy, así que no necesita caudillos ni salvadores. Y la violencia de ese nacionalismo, con ser brutal, es marginal, de unos pocos pirados de los que el periodismo apenas se ocupa, como a lo mejor habría que ir haciendo con los etarras: escupirles con indiferencia y despacharlos a las páginas de los violadores y los maridos asesinos. Que ocupen día sí y día también la zona noble de la primera sección, cuando no las cinco columnas de portada, es un privilegio que tienen muy en cuenta.
Hablaba antes del nacionalismo español, probablemente el más rancio de Europa, pero no el màs peligroso: ni mucho menos. A menudo es una panderetada, como la de Rajoy esta semana. Lo cierto es que desde hace muchos años, el único nacionalismo por el que se está dejando cientos de cadáveres en España es el vasco. Unos ejecutando, otros señalando y el espectáculo de los del coche oficial: corriendo de árbol en árbol con el capacho para que no caiga al suelo ni una sola nuez. Yo más bien estoy con ustedes: esto es fruto de un delirio severo que incluso tuvo su punto de gracia cuando Franco. Que a estas alturas se le pongan bombas a los que no piensan como tú ya no es ni siquiera una cuestión de maldad, sino de pura estupidez. Una estupidez que le sale muy cara a la sociedad, de acuerdo. Por eso seguimos aún ahora mirándonos los bajos.
Un abrazo a todos.
Me uno a los elogios. Nada que añadir...
Un abrazo.
Manuel es sencillamente perfecto.
Por añadir -no al artículo, Dios me libre-, sino a lo que la situación da de sí, pediría sólo que se reparase en el poco trabajo que ha dado meter entre rejas a estos individuos. Lleva el Sr. Oteguí ya unas cuantas semanas en el trullo y no ha pasado nada relevante por ello. Al De Juana no se le ha ocurrido de nuevo ponerse a dieta. Me da que a este tipo de gente hay que hacerles ver que no se está por la labor de aguantarles ni una chulería más. Demasiada cuerda se les ha dado.
Un abrazo y reitero la enhorabuena por el artículo. Ando ya enviándolo por ahí.
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