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jueves, marzo 27

Sobral en la diana

Hace unas semanas Luciano Sobral se acercó a una redactora de este periódico y le preguntó: "¿Tú qué crees?, ¿cómo va acabar esto?". Mal asunto cuando no es el periodista el que pregunta. Lo que reflejaba Sobral entonces era el aviso del rostro que pasea hoy en prensa: la desolación de un hombre superado por las circunstancias, y donde pone circunstancias pueden poner ustedes con toda tranquilidad racismo, digan lo que digan los jeremías.

Al alcalde de Poio no lo tradujo entonces la redactora, o no con la severidad con que debería. Sobral le pedía hasta consejo, tan desbordado estaba, y se interesaba ya por su salud, por si el periodismo, tan estupendo a veces, estaba al tanto de la catástrofe: "¿Tú qué crees?, ¿me van a romper la cara estos animales o sólo me van a rajar el coche?". De momento le rajaron el coche y le pincharon las ruedas: si se trataba de joder, un mecánico de McLaren hubiera sido más sutil. Uno de los innumerables problemas del conflicto de los realojos gitanos es que hace tiempo que no caben sutilezas, algo frecuente cuando ni siquiera hay sentido común. Así la Xunta promete poblados provisionales para los gitanos pero ni se plantea montar cuadras para encerrar al brioso ganado que asaltó, sin pastor ni concierto, el pleno del martes en Poio.

Desde siempre, desde que la droga es droga y el dinero dinero, el mercado de la coca y el caballo está en Monte Porreiro, en el Vao, en Pontevedra y en la calle de usted, a poco que se fije. Si tres familias en un barrio de siete mil personas convierten el lugar en un pozo de heroína, niños detrás de una gallina, delincuencia y gordos con pescata en sudadera y oro rascando una guitarra entonces a esas familias lo que hay que hacerles es una película. Como no caben sutilezas, y anda la cosa embargada de emociones, vino Quintana a la ciudad a decir que esas familias abandonaron Monte Porreiro por "vontade propia", como si hubiesen flipado con el agua caliente y saliesen corriendo monte arriba después de abrir un grifo. Entre medias circula un iluminado empachado de sí mismo arrendando quinientos gitanos para la defensa del alcalde y un colectivo vecinal irresponsable alimentando una histeria insólita de tiempos olvidados que los está llevando de cabeza a los telediarios. La cuenta de esta grotesca comedia la paga Luciano Sobral, lo que bien mirado es una salvajada digna de tal miseria.

4 comentarios:

yaya dijo...

Para que luego digan que en Galicia la gente es pasiva. Si sólo hace falta una causa noble para que las masas se movilicen y hasta se desmayen en el fervor de la lucha (contra la droga, disque)

"Así la Xunta promete poblados provisionales para los gitanos pero ni se plantea montar cuadras para encerrar el brioso ganado que asaltó, sin pastor ni concierto, el pleno del martes en Poio."

Ésto que dices me recueda a un historia que pasó en i instituto durante mi último año. Resulta que unos niños de 3º de ESO se pusieron huelga y se negaron a compartir clase con unas niñas gitanas "porque olían mal". La solución del centro fue hacer llamar las niñas gitanas al despacho de la orientadora, que les explicó didácticamente que se tenían que duchar todos los días. Las niñas le contestaron que no se podían duchar todos los días en invierno, porque el agua caliente que tenían en casa era para los mayores. ¿Quién dio la lección a quién? Por cierto, a los niños huelguistas, ni una charla ni un castiguito. Bueno, la historia se publicó por entonces en La Voz, en un artículo de José Ramón Alonso, que se explica mucho mejor que yo, y que refleja muy bien lo extendido que está el cáncer del racismo (¡Llegaba hasta la orientadora!)

¡Ah, no! Que no eran racistas, es que las gitanas olían mal.

En fin, éche o que hai. Buenos días.

Anónimo dijo...

Ya hace unos años, unos vecinos de Monteporreiro se movilizaron para impedir que un gitano construyese una casa en un terreno que había comprado con su dinero, creo recordar que en la calle Reino Unido, aunque esto no es seguro. De aquello el señor vendió, recogió el dinero y pasó de más problemas.
Los vecinos de Vilaboa hace no demasiado se juntaron para evitar que musulmanes levantasen una mezquita, ¡Con lo que es o implica! Ya se sabe que al culto se va a orinar y quemar las casa vecinas.
El racismo no es nuevo en Pontevedra, pero crece y crece.

La excusa de la droga es muy pintoresca. Hace un par de años hubo una operación contra la droga en la que se detuvieron a unas cuantas personas de Poio y Monteporreiro con arsenales de droga y dinero, y eran pallos, no gitanos.

Cualquier persona en esta ciudad puede conseguir Hachis, cocaína, pastillas , Mds, y demás preguntando, y en una cadena que no excede las cinco personas. Cualquiera.

Anónimo dijo...

Le propongo un tema. Hace unas semanas una mujer fue por su periòdico para que publicaran ustedes una sentencia de un caso que ganó contra el Sergas. La sentencia es firme y el caso reviste suficiente interés como para ser publicado, ya sabe, sentencia ejemplar y todo eso. La respuesta que le dieron, por órdenes directas de sus jefes fue
que no querían publicarlo. Las verdaderas razones, que por supuesto no le dijeron, son bastante vergonzantes. VIVA LA LIBERTAD DE PRENSA.

Reina de Palandria dijo...

xa te lera máis veces, pero non te coñecía...Poñerlle cara as palabras ás veces fai éstas máis interesantes. En todo caso, sempre te seguira con certa admiración.

Escribe algún día algo sobre Biedma, e acabarás de encandilarme para sempre.