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miércoles, abril 30

No tiene precio

Periodista: ¿Se pagó a los secuestradores?

Presidente: Las cosas se han hecho bien, y espero que todo el mundo lo reconozca.

Periodista: Otro asunto que también preocupa es el aceite de girasol…

Este trozo de entrevista en el programa 59 segundos resume el estado general de las cosas. Así sacado, crudo y en frío, antes de pasarlo por la plancha, antes por tanto de alborotarlo con la sal y la pimienta y depositarlo en el plato sin orden ni concierto, el trozo define una forma de ver la vida (la vida láctea: la vida de ese Adolescente en prácticas al que a veces interpreta Zapatero) y el periodismo engatusado, cosiéndole baberos al poder. Es sintomático que cuando Zapatero le dice a Ana Pastor que espera que "todo el mundo reconozca" que las cosas se han hecho bien, ella sea la primera en hacerlo. Tuvo que haber tensado la cuerda Zapatero:

-Otro asunto es el aceite de girasol...

-Las cosas se han hecho bien, y espero que todo el mundo lo reconozca.

-En cuanto al paro...

-Las cosas se han hecho bien, hostias, y espero...

No es nuevo. Desde muy abajo a los periodistas se nos acostumbra a ver atacar naves en llamas más allá de Orión. Un concejal de Sanxenxo ya retirado solía llamarle a uno después de la entrevista para animarle a titular ("qué te parece si pones..."), cada vez más políticos exigen un guión (o directamente las preguntas exactas, una por una, en férreo orden) y ya son habituales las ruedas de prensa sin preguntas (o sea, sin prensa: ruedas a secas, se supone que de molino). Y si a uno no le piden guión, porque uno no es guionista y si lo fuera estaría en Hollywood, no en las provincias, entonces a uno se le puede ir la mano: es entonces el turno de la quejosa llamada arriba para llorar el marcaje.

No fue la entrevista a Zapatero en TVE nada que no hayamos visto en La Sexta, donde en campaña Mamen Mendizábal le hizo la pedicura al presidente. Lo que más molesta es ese ambiente cómplice que se crea alrededor, en plan "está usted con los suyos", que se manifiesta sobre todo cuando llegan preguntas sobre el PP, poniendo hasta caritas de asco desde la lejanía ("bueno, y esa puta barbaridad que dicen ahora los fach.., digooo el PP, presidente, ¿qué le parece?"). En 59 segundos no le pidieron un autógrafo de milagro, algo sorprendente estando allí Antón Losada, ese gran colérico. Fue una lástima, porque el caso de ese atunero merecía una transparencia proporcional a la sumisión casi sexual ofrecida por España. Las declaraciones posteriores dejan una tristeza rebotada, incluido el momento mastercard del ministro de Exteriores Moratinos: salvar la vida de los españoles, como ir guapísima a la boda de tu ex novio, "no tiene precio". Y depende, que una cosa es secuestrarlos en el País Vasco y otra en Somalia. Sarkozy pagó a sus piratas, y cuando tuvo a la tripulación a salvo dejó unos bombazos de regalo y puso a varios ante la Justicia. España optó por pagar, llevar a los marineros a buen recaudo y hacerle el paseíllo a los secuestradores para que tome nota el Barça: se fue el presupuesto de la operación en el rescate y el confeti.

martes, abril 29

Todos novelistas

Para que no faltase de nada en su discurso de entrada en la Academia, en ese domingo de gloria al que todo intelectual tiene derecho en la vida, a Javier Marías no se le olvidó dejar salir a sus fantasmas. A Andrés Trapiello, sí, y por poco a las procesiones y a las comunidades de vecinos. Que eligiese un escenario de pompa y una hora trascendente no lo eleva a él, sino a su enemigo. “Poco importa que a Don Quijote o a Sherlock Holmes les hayan surgido escritores aprovechados (a Cervantes le sucedió hasta en vida) que hayan intentado prolongar sus aventuras y redibujar sus personalidades”, dijo abriendo la jaula por la que salió Al morir Don Quijote, la trapelliana prolongación de la leyenda. Ya todo es viejo. Me lo escribió ayer el amigo Mabalot: “No creo que el duelo Marías-Trapiello dejé muy bien a cualquiera de los dos, aunque son realmente la cara y la cruz de la literatura española: por generación, por estética y sobre todo porque los dos son insistentes hasta el aburrimiento en sus santorales, tan distintos el uno del otro. Incluso se podría saber si a uno de los dos le gusta un autor sabiendo qué le parece sólo al otro. Uno, que si Benet hasta en la sopa, y el otro Galdós, como si los hubiesen descubierto ellos”. De Benet dejó dicho Trapiello en su diario (que tan buenos enemigos le ha procurado: en el último volumen recuerda con indisimulado aprecio a Juan Cruz y Sánchez-Ostiz) que era un “ingeniero engreído al que comparan con Faulkner”, y de Trapiello vino a decir Marías que era el novelista “más inepto” de España. La guerra se fue luego a otras latitudes, y el hastío de Marías con el aniversario del Quijote tuvo respuesta días después por parte de Trapiello (“acabo de leer esto por ahí, en el artículo de uno”) con un artículo (Quita tus sucias manos de mi Mozart) publicado hace tres años que tituló inspirándose en aquel otro célebre de Manuel Vicent (No pongas tus sucias manos sobre Mozart). Todo bellamente ejecutado, porque las disputas literarias tienen a veces tanta altura estética como cierta y hasta comprensible miseria vanidosa. Claro que en este discurso Marías dijo algo tormentoso: “la ficción es el único medio para no deformar la realidad”, “en el momento en que se aspira a que la palabra reproduzca lo acontecido, lo que se está haciendo es suplantar y falsear esto último”, “cualquiera que se dedique a contar algo cierto será susceptible de ser corregido, enmendado, aumentado o desmentido” y, por tanto, “sólo podemos contar lo que nunca ha sucedido”. Provocadoramente ligero, desde luego, y hasta un punto descorazonador en la parte tocante al periodismo. Contestó ayer Arcadi Espada largamente, avisando: “la puerilidad de algunas de las afirmaciones de Marías es casi sorprendente”. O sea, que no llega a sorprendente: ¿cómo es esa puerilidad? Ay, el burbujeante champán de la lengua.

lunes, abril 28

Fátima

Una de las mejores historias de Manuel Vicent no la relató en su conferencia de la semana pasada en Pontevedra ni en la cena posterior, sino un día después en el refugio ourensano de José Luis Cuerda. Este viernes, en la sobremesa y al calor de un ribeiro que no era el suyo, anunció Cuerda que Vicent era un pozo sin fondo y relató la historia de su amigo. En un viaje a Portugal el guía de Vicent le dijo: acércate a esa anciana y pregúntale si es la Virgen de Fátima. Le costó convencerlo, pero allí fue Vicent a lanzar la insólita pregunta. La mujer desconfió al principio (“¿es usted periodista?”) y se animó después (“no, señora, yo soy muy devoto de la Virgen”). Se llamaba Mary, llegó a Portugal con 17 años casada con un topógrafo portugués y entonces acostumbraba a vestir de blanco con un manto azul sobre los hombros por los valles del interior, en contraste con el oscuro hábito de las portuguesas. Una tarde que rompió a llover Mary corrió a una encina a subirse a unas ramas a protegerse, y aparecieron tres niños que la miraron asombrados. Se cayeron bien, y los citó varios días para jugar en el bosque al escondite hasta que regresó con su marido a Inglaterra. Cuando volvió a Portugal dos meses después aquella encina ya era el centro de peregrinación de miles de personas. Y jamás dijo nada porque al fin y al cabo, sentenció, ella era muy devota de la Virgen de Fátima.

viernes, abril 25

Mentirosos o barcelonistas


El buenismo, en su calurosa vertiente hipócrita (quiere decirse en su peor vertiente), se ha instalado como una áspera bacteria en el madridismo institucional, oséase la respetable oficialidad blanca hinchada de autoridad. Que quieren que el Barcelona, dicen, gane la Champions. Y si ellos no pueden ganar la Liga, pues por lo menos que la gane el Barça, les faltó añadir. Ramón Calderón, en su impostada faceta moderada que perderá el peor día tirándose palco abajo para abrazarse con cualquiera, y Raúl González, reclamando la inclusión en el escudo del Madrid el perfil de su nariz como parte ya de la simbología nacional madridista. Los dos poniendo caras en la prensa: "Nosotros vamos con el Barcelona". Probablemente de todos los madridistas del mundo (no hablo de los ‘me gusta el fútbol, lo veo de vez en cuando y voy con el Madrid: ¿qué tal temporada está haciendo Chendo?’) sólo haya dos que deseen que el Barcelona gane la Champions: el presidente y su capitán. ¿Por qué? Por buen rollito, lo que es una torpeza porque si hay que tener buen rollito con alguien es con el Manchester, por si cuela la oferta por Cristiano Ronaldo. Por quedar bien, no se sabe con quién: en Barcelona se ríen de ellos ("Raúl también es culé") y en Madrid los señalan ("tontos y apaleados"). Luego está el asunto de la mentira, que ni se puede decir piadosa: ¿alguien se imagina a Calderón saltando con un gol -cuando marcan, que parece que les cuesta- del Barça? ¿Y a Laporta abrazándose con su mujer cuando golea Van Nistelrooy? ¿No se dan cuenta de que una temporada sin títulos del Barcelona suena a gloria si tampoco gana el Madrid, y que la Liga del Madrid se va a celebrar de muy mala manera si tienen los culés pendientes la final de la Champions? Señorío, dirán Raúl y Calderón inclinando la cabeza al paso de las mocitas madrileñas. Señorío (¡falso, encima!) con el Barcelona, pero no con la afición.

jueves, abril 24

Mariconadas

Días antes do Festival de Eurovisión unha plataforma serbia avisa de que non quere mariconadas. Refírese aos homosexuais. “Todos os que amosen aquí a súa homosexualidade serán apaleados. Damos a benvida a todos, pero non imos permitir que os homes vaian da man pola rúa. Nas súas casas e nos seus clubs, si. Que os nosos fillos non o vexan”. É gracioso esto último, porque normalmente son os seus fillos os que rexentan os clubs. Enténdese freudianamente que matar o pai vén sendo isto. Xa Eloy de la Iglesia puxo nos oitenta fillos de picoletos a meter chutes co abertzalismo, e non facía falla ir tan lonxe: ao cine, refírome. Os perseguidores de homosexuais teñe hoxe menos futuro que os perseguidores de Gebrselassie. Pero o mesmo día que a plataforma serbia saía aquel Luciano Moggi, capo do Calcio, a dicir que os gays non poden xogar ao fútbol. Logo engadiu: “Non hai un só futbolista gay”. Xa non hai gays en Irán e agora tampouco no fútbol: o tipo máis macho do mundo debe ser o defensa central da selección iraniana. Pensaba un que ante semellante cousa sairía a pelotazos algunha estrela do armario a dicir que non, que no fútbol, como na Igrexa e como no Exército, hai gays, tantos como na vida. Mais aínda non. En Irán xóganse o seu literal pescozo e houbo quen levantou a man. No fútbol deben de xogarse algo máis.

martes, abril 22

Camiño

Hai unha tradición moi española que consiste en prometer facer o Camiño de Santiago cando algo é improbable ou imposible. Lembro hai anos o locutor de radio Alfredo Martínez a conta dun España-Iugoslavia no que Alfonso marcou o gol da vitoria no último segundo. Despois de darlle grazas a Deus por existir, o gran García lembroulle que tiña que facer o Camiño que prometera: “¡Lo hago, lo hago!”, berrou o xornalista fóra de si. Esta semana Luis Aragonés foi máis lonxe: fará o Camiño se España gaña a Eurocopa. Díxoo respondendo á pregunta dunha galega, que o invitou a facelo e propúxose ela para acompañalo. “Irei coa miña esposa”, dixo el, como se a pobre rapaza xa estivese abrindo a blusa. Coñecendo o historial do equipo puido dicir calquera outra cousa. Mesmo que faría o Camiño se a selección gaña a Copa América de vela, tanto ten. O que si garda Aragonés é un carácter que non lle iría mal ao Camiño. Del sabemos por exemplo que non lle cabe no cu un pelo de gamba. Pode ser o primeiro da súa especie en abrazar o Apóstolo. Na TVE fixo méritos: prefire que lle chamen Zapatones a Sabio de Hortaleza. Con sorte fica no Obradoiro co seu colega de alcume, coa vieira no peito e facéndose fotos cos turistas, xa parte do decorado e do espírito, máis pendente dos ionquis que pasan pola Quintana que de Raúl, o que non deixa de ter graza vendo correr a uns e ao outro.

Piratas

Visto en perspectiva había entonces cierto romanticismo en matar a alguien que no era de tu país precisamente por eso, por extranjero. Si eso se llevaba a cabo en alta mar, y de ello se derivaban tesoros varios y un largo recuento de cadáveres tumbados con la espalda al sol, el viejo aire romántico empapaba a los piratas (sólo a los escrupulosamente patriotas: los había promiscuos). Es la sucia percepción de la literatura, pero hasta ahí: esto no es la mafia, y prescribió el delito. Dijo hace poco el escritor Alberto Fortes que no era romántico el mar, pero lo dijo porque lo había vivido y lo había vivido joven. Siempre ha defendido uno que desde la ignorancia es más fácil zanjar / idealizar estas cuestiones. En otros siglos el patriotismo se entrenaba matando y ahora hay que celebrar algún gol suelto de Salinas, cuando Salinas ya ni juega. En su conferencia en Pontevedra Manuel Vicent habló de la patria como efusión del cerebro reptil: la defensa del territorio. Por eso puso ejemplo a un perro, al que descuidadamente llamó Toby. Cuando sale el perro de casa mea en un árbol, en otro y en el de más allá. No por aliviarse, sino por definirse: su patria. Sarkozy, con la arbolada patria a cuestas, envió hace unas fechas sus mejores presentes para sofocar un secuestro infame en aguas somalíes y Zapatero pudo haber pensado ayer en una excursión de catequistas, pero acaba de enviar una fragata a ver qué pasa. España, desde que un mal día se puso el sol, ha sido siempre un país que se debate entre la blandenguería y la estolidez. Cuando hubo que hacer una guerra sucia se metió en un saco a Segundo Marey. Cuando hubo que plantar cara a Bush, nos pasó la mano por el lomo y tiró un hueso que devolvimos entre fogosos ladridos. Sobre los piratas modernos no cae la romántica pátina del pasado sino el estigma de una banda de chikilicuatres en pedaleta con ínfulas marinas. Suelen ser ex militares que cuidan a sus rehenes y que defienden una patria rápida: el dinero. Si hay cierta moral, debe España empalmar en la proa una ancha tabla de madera y empujarlos, con la punta oxidada de un viejo sable del pirata de A Moureira Benito Soto, a los tiburones.

lunes, abril 21

Chicho me toca

No hace mucho leí que una de las grandes contribuciones culturales de Berlusconi fue recortarle la falda por el culo a las azafatas de sus concursos. Ya bamboleantes las robustas cachas de la nación y bien alzadas las copas de sus pechos, Berlusconi inauguró el ‘mamachichismo’, que es un machismo tartamudeante y feliz con el que se alborotaron las tetas en la pantalla. En ataque de vanidad, Zapatero, feminista vocacional y cada vez más rendido al espectáculo, viene de nombrar ministra de Defensa a Carme Chacón. El Ejército sacude siempre las victorias de Zapatero, que lo utiliza como rápida metáfora de su poder. Carme Chacón fue su particular retirada de tropas: el seco aldabonazo con el que poner a andar la nación. Inteligente, el presidente ha obligado a retratarse a todos, incapaces de callar los problemas con tan abultada tripa que tendrá Chacón para meterse en un tanque: esto lo dijo César Vidal, lo que no deja de tener su gracia, porque si el día menos esperado el locutor se pone a parir tenemos que salir todos de España. Desde Italia llegó una señal inquietante: al Cavaliere la imagen de una jovencita embarazada poniendo firme a un batallón le atormentaba. ¿Era necesario el nombramiento?, se preguntan los más tenues ‘arévalos’. Viendo esa ténebre histeria, los cómplices codazos tabernarios y el ‘mamachizado’ sudorcillo sobaquero traidor, hubo hasta que improvisar un Ministerio de Igualdad.

viernes, abril 18

Herencias de Meirás

"Don Benito Pérez Galdós y doña Emilia Pardo Bazán gustaban de juntarse los jueves en el pazo que la señoruca tenía en una aldea. Allí doña Emilia guisaba cocido de garbanzos, que tenía muy buena mano para la cocina. Luego de ponerse tibios de garbanzos, se acostaban juntos en un catre diociochesco y, cubriéndose hasta la coronilla con las sábanas, se pasaban la tarde toda tirándose pedos, a cual más sonoro, en alegre y hedionda pugna conyugal/no conyugal. Esto nos da la clave de bóveda del estilo garbancero de ambos prosistas, cuya escritura estaba transida de ventosidades".

Contaba esto no hace mucho Adrede, uno de los clásicos del Nickjournal, el único foro de internet que repaso minuciosamente antes de emboscarme entre sábanas. Se trata de una deliciosa perversidad sin base alguna, pero que a día de hoy merece ser glosada: pensé por ella ayer en los técnicos de la Xunta que entraron en el Pazo de Meirás, antaño refugio de la Pardo Bazán, que frecuentaba también la botica de Don Perfecto para alegría del loro, rápido en cubrirla más de una vez de insultos, cuando no enteras procacidades.

Desconozco ahora si el ardiente poso de aquellas metafóricas ventosidades permanecieron en los tiernos veranos del Caudillo y contribuyeron a agriarle el gesto. Al menos cuando bajaba al Lérez El Moreno le metía los salmones en el anzuelo, con la destreza con la que Franco metía rojos en la cárcel o en la fosa, dependiendo del humor y del subordinado. Uno dio en su momento la opinión que le merecía el Pazo y sus legatarios, y que no la recuerde no es culpa suya: el olvido, aunque flácido y hasta menesteroso, no es cosa tanto de la edad como de las ganas.

Sería interesante, ya abierto el melón, que entrasen los técnicos de la Xunta vestidos de astronautas con bolsitas de plástico esterilizadas, para entender desde las tripas de la cotidianeidad veraniega, desde los días de pantalones blancos y gorritos de marinero, aquellos maravillosos años con Carmencita ensayando golpes de cintura en el jardín, y rescatar con pinzas para la ciencia, aquí y allá, el polvo que levanta el tiempo y saber más de la estética (el sofá, las pantuflas y sus cuadros) del franquismo, eso tan inequívocamente kistch.

jueves, abril 17

Rabudo

Los cuidados siempre atentos de mi compañero Miguel Álvarez me introdujeron hace más de dos años en el ‘universo rabudo’: el blog del periodista Nacho Mirás Fole, en el que se desgajaba su vida como un pedazo de ficción con el milagro de no serlo, atenta a los devaneos de la memoria y un orgullo severo por la familia y la tierra. Como los grandes guisos, Mirás regó sus textos con el albariño del humor a ratos amargo y a ratos feliz, con un punto desesperado de ternura e inteligencia. Hay en esa obra que vino calcetando laborioso en internet largas piezas dignas de un narrador mayor que se sienta dichoso en la cumbre nevada, rodeada de lumbres y lobos, arropado gozoso por el manto privilegiado del arte de contar heredado de los Fole. A finales de verano de 2006, cuando ya llevaba seis años escribiendo columnas en el Diario, quise valerme de un blog para ir colgando mis artículos: un ejercicio gimnástico de vanidad, como si la Humanidad bramara por la ausencia de mis artículos en internet. Tan inoperante en la Red como en la vida, le escribí con forzada naturalidad a Mirás un correo presentándole mis respetos y pidiéndole que me echase una mano. Le confié las llaves de mi puerta de blogger y él, desprendido, se zambulló artesano con mañosas artes y me dejó una página envidiable hasta que, caprichoso, le pedí meses después que la cambiara a otra plantilla. Ni nos conocíamos ni falta hizo: repitió el favor, y lo tuve al otro lado del correo atendiendo paciente a mis delirantes consultas. Tuvo después el detalle de citarme en una de sus entrevistas de la contra en La Voz a propósito de una boutade mía, y me habló de su estrecha relación con Alvite, que para mí es como que te hablen de tu estrecha relación con un dios. Yo a cambio le chupé la sangre de sus letras, a veces sorprendido y admirado por hacer lo que hacía a mayores de su oficio de escritor de periódicos y periodista de tres cuerpos. Rabudo se ha hecho con algo que he visto en muy pocos blogs o ninguno. Un universo presentado con pasión y delicadeza, que incluye una Vespa, una gata, sus colegas de profesión, una caravana, una bicicleta, Edilberto Alonso, Navarra, Vigo y cosas importantes que me dejo con la excepción de Ane, la criatura que le vino a dar la vuelta a sus días como a un calcetín, y de la que hemos visto sus primeros pasos con la certeza de asistir, privilegiados, al milagro de la vida. Ayer escribió: "Este blog ni ha pretendido ser referente de nada ni de nadie, ni tampoco sentar cátedra ni convertirse en un medio de comunicación alternativo. Lo que está escrito, escrito está y ahí lo dejamos. Yo seguiré siendo rabudo porque el mundo me ha hecho así", y se despidió de los lectores afanoso, señor y distinguido. "El amor es algo muy resistente", dijo citando a Alvite: "se necesitan a dos personas para acabar con él".

martes, abril 15

Chema desvaído

Estos días se ha muerto Chema el panadero: la noticia no ocupó espacio en la prensa pero ha sido la primera consultada en los diarios digitales y ha repercutido en internet con esa melancolía desteñida con el que se trata la muerte no de un hombre, sino de una parte de la infancia. A Juan Ramón Sánchez Guinot se lo llevó un cáncer de pulmón a los 51 años. Flaco, de rubio flequillo ochentero, bailarín y cantor, Chema iba de un lado a otro con su delantal blanco. No recuerdo ahora si tenía amores con Ana, pero en la vida real se casó con la actriz que estaba dentro de Espinete: su particular José Luis Moreno. "Tengo pinchos en la espalda, pero por delante no, para que cuando te abrace no te pinche el corazón...", cantaba el erizo. Si los sabores, los lánguidos mordiscos a la magdalena, nos llevan a la infancia, la agria muerte de Chema ha devuelto un bocadillo de chocolate y un par de mandarinas. No se nos está muriendo la infancia, sino algo peor: dos niños asomando por la puerta de un tren, Espinete desconcertado en la ciudad y Don Pimpón caminando por un bosque, con varios niños detrás, jugando al escondite. Curiosamente envejeció mejor Don Pimpón: su nombre se atribuye siempre a cualquier señor de peso generoso que evoque, por no se sabe qué misterios de la metafísica, la oronda figura de aquel sanote amigo de Espinete (y ahora, con esto de sanote, caigo en otro ‘donpimpón’: el noblote noviete de Carmen Martínez-Bordiú). Después de Barrio Sésamo vino Los mundos de Yupi: no recuerdo si fue un fiasco o dimos el estirón. No hubo más: cuando aprendimos a contar y a escribir con cierta propiedad nos olvidamos de los estrafalarios bailes de Chema en Barrio Sésamo. Hasta que se conoció su muerte y nos obligó, con afectación, a volver otra vez la mirada atrás: laboriosa conjura la del cáncer. A Chema el panadero lo sustituyó Chema el tendero. No hay ningún tránsito que explique mejor la vida y sus pocas vacilaciones: nuestra generación se desplazó del "reportero más dicharachero" de la rana Gustavo al "quien fuera cochino para meterte el hocico en toda la trufa" de Mauricio. Así nosotros y nuestro feliz calvario.

lunes, abril 14

Creador

Recibo con satisfacción noticias del nuevo Gobierno (hay una ministra de 31 años, pero Alejandro conquistó el mundo con 27) y la continuidad de César Antonio Molina, protagonista hace unas semanas en La Opinión de una de las entrevistas más sonrojantes que se hayan leído nunca en democracia: una tasación en bruto. Me llegó por mail, como las viagras y los alargamientos de pene, con la salvedad de que a la entrevista ni le hizo falta un milímetro de extensión: no la toques ya más, que así es la rosa. El titular de campaña es furibundo: "Soy muy conocido y popular y no necesito hacer un gran esfuerzo". El antetítulo primoroso: "Zapatero siempre dice que, además de ser un gran intelectual y un gran gestor, soy más político de lo que creo, que es una manera de decirme que lo iba a hacer igual de bien en el ministerio". Y hay que auscultar bien, sin embargo, para hallar el tesoro del ministro. Está en el texto, sin destacados, agazapado entre la maleza de apocada modestia: "No tengo una actividad deportiva física y el poco tiempo que tengo lo dedico al aspecto creador. Es una rutina que cultivo desde la infancia". La rutina de la creación en mandilón: el niño César Antonio imitando a Lloyd Wright con la plastilina. Estos ministros son buenos para el periodismo y en general para la vida. Del escritor César Vidal se dice si hubiera leído todos los libros que ha escrito sería un hombre cultísimo. Del inmortal creador César Antonio Molina nos quedamos con su currículo. De profesión, sus rutinas.

viernes, abril 11

Amor al primer rostro


Un estudio acaba de sentenciar que por las expresiones del rostro se puede adivinar la promiscuidad, el romanticismo o la brevedad de una noche de sexo. También, con un poco de intuición, al bizco y al cejijunto. No es una campaña de Durex: se han puesto a ello expertos universitarios, y no es la primera vez. La ciencia últimamente elige caminos sensacionales para hacerse un hueco en los periódicos: como no es rebatible, porque es ciencia, se le abre la puerta, aunque permitan que frunza levemente el ceño. Del estudio se infiere que los hombres quieren amores de barra y las mujeres barra libre en el amor. Sabíamos, por el refranero, que la cara es el espejo del alma, pero no sabíamos que también lo era del paquete. El amor se elige a primera vista, aunque a veces haga falta una tercera y hasta una cuarta, e incluso gracias a internet ni eso: un emoticono basta. Las expresiones muy masculinas (un hombre gritando gol o mordiéndose la lengua antes de repartir una hostia) parecen indicar menos grado de compromiso (con la mujer, no con el Real Madrid). La nariz grande y la mandíbula cuadrada en el varón es sinónimo de promiscuidad. En algunas agencias hay un momento del reportaje en el que se usan los términos macho y hembra: una disciplina semántica que a mí personalmente me pone cachondo. Ya se ha dicho que el sexo es una de nuestras más tiernas conexiones irracionales y que el rostro de Marlon Brando encarna, en su más furiosa madurez, lo primitivo y su exquisitez. La mantequilla fue la rueda del siglo XX, aunque todavía ningún estudio haya dado con ello. Ben Jones, de la Universidad de Aberdeen, dice que la gente puede juzgar mucho a una persona por su rostro, como el estado de salud o su personalidad. Los científicos lo dicen ahora, pero los rostros hablan desde tiempos inmemoriales no sólo para ir a la cama sino para ir al poder. Estos días andan paseando su agonía los altos cargos socialistas mirando el teléfono, preocupándose como nunca por la cobertura y la batería. "¿A ti te ha llamado José Luis?", se preguntan entre ellos, sospechosos habituales de las quinielas y del trasiego. Pero a mí me tiene subyugado el rostro de la condesa de Murillo: no invita a la frugalidad. Hallo en ella la impiedad, el desafío y el frío tétrico que antecede al colmillazo de la traición. No se fijó el estudio en Esperanza Aguirre porque utilizó a chavales de veinte años, pero hay en esa insatisfacción de la presidenta la fuerza devastadora que impulsó a Brando en El último tango en París, aunque su logro es más modesto: Aguirre sólo quiere la Moncloa y Brando, poético símbolo universal, buscaba su destrucción.

jueves, abril 10

A veces bebo

Probablemente la noticia hubiera tenido más gancho si fuese Terelu la que dormitase entre cartones al sol de Madrid. Terelu (los fastos de su maquillaje y el culo a cuestas) hubiera traído una conmoción nacional. Sin embargo a Terele ya la hemos visto como Celestina y como sirviente de un cortijo de señoritos avisando de las cacas de su hermano. Y con todo se ha sentido el abandono del Tomate. No sé cómo anda ahora la parrilla, pero seguro que no repitieron cien veces el vídeo de Terele vagabundeando con grandes letras bajo la música del Conde Drácula. Como se perdió la cirugía televisiva, María Eugenia Yagüe revolvió un poco en El Mundo: en el estreno de Los Santos Inocentes se acercó a la cola del cine una harapienta a pedir dinero que era la propia Terele Pávez. Nos ilustró Yagüe sobre el alcoholismo de la actriz y sus episodios paseando por las terrazas buscando una moneda, no tanto por la moneda como por el pedir. Algo se dejó atrás en el debate: la carta al director de El País de Luis Alegre que dijo haber acompañado en sus juergas a Paco Rabal y la propia Terele Pávez. "Sentían debilidad por los vagabundos (...) Les fascinaba esa gente que estaba al margen de todo. Hace siglos que no veo a Terele. Pero la tele infame -qué horror- me ha devuelto una imagen de mi juventud: la gran Terele charlando con un vagabundo después de invitarle a un bocadillo. (...) A mí me ha encantado comprobar, con cierta envidia, que la impresionante actriz mantiene la energía, la alegría y la bohemia de siempre". Ayer salió Terele Pávez a decir misa, con lo bonita que estaba callada. Aprovechando los cartones, a Terele le han sacado el padre que la familia tiene en el armario y una adicción al alcohol que arregló con una frase lapidaria: "Yo a veces bebo, y a veces no". Que remite, por otros caminos, a aquella de un heroinómano volviendo de O Vao con sonrisa segura, caminar firme y planta de ejecutivo: "Yonqui no es el que tiene, sino al que le falta".

martes, abril 8

Esta nariz nuestra

El periódico subió por fin poesía a su portada el sábado. Normalmente la cultura tiene un acceso difícil a la fachada mayor de los quioscos. A veces se nos muere alguien entre los brazos, o hay un premio de renombre, casi fustigador, y la prensa lo recoge con un brío violento que tiene mucho de remordimiento. Pero la poesía 'per se' se arrincona, no se sabe si porque todavía hay cuestiones que no son para todos los públicos. Una cosa es que se anuncien putas y otra que se anuncien poetas: todo tiene un límite.

La literatura del sábado venía oculta en una noticia: un intercambio de bebés en el Provincial. Antes de hacerles las pruebas de la sordera el personal sanitario metió a los niños en las cunas equivocadas. El Destino cruza a veces la esquina: quizás alguien se acordó, con un bebé en brazos, que se había dejado las llaves en casa. Dos parejas de padres susurraron palabras de amor a dos bebés que no eran los suyos. Bien mirado asusta: un hijo es algo muy serio, sobre todo cuando aún anda uno con las presentaciones. No duró mucho esa extraña felicidad, apenas una hora, pero en menos tiempo se han venido abajo estirpes. Los griegos escribieron mucho acerca de amar a quien no debes y a quien crees que debes, y la ficción abusa de ese intercambio que atempera el dolor y la sangre: nueve meses en las entrañas para querer a otro. Al saber de la noticia, pensé en la Literatura: “Dejadlos estar”.

Alguna vez dije, arreglando a Fitzgerald, que nadie debería vivir más allá de los doce años. Quizás me quedé corto: la realidad es que todo se vive mucho antes. De niños, Mark Twain y su mellizo se parecían tanto que para distinguirlos les ataban cintas de colores. Un día que los dejaron solos en la bañera, uno se ahogó y las cintas se habían desatado. “Nunca se supo quién de los dos había muerto, si Bill o yo”, dijo Twain.

Y luego está la historia de Juan Marsé. Se la contó él mismo a Arcadi Espada hace años en El País. La madre de Marsé murió en el parto y su padre, el taxista Domingo Faneca, recogió días después en el hospital a una pareja que había perdido a su hijo recién nacido: un matrimonio formado por Berta Roca y Pep Marsé.
“-¿Fue su madre la que habló?
-Sí, así ha quedado, por tradición oral. Je, je. Le dijo al taxista: ‘¿Por qué no me deja ver a esta criatura?’
-Es increíble.
-Exactamente. Fue increíble”.
Vio a su padre un par de veces: “No era nadie, está claro. Mucho tiempo después, una periodista me dijo que había conocido a Mingo Faneca. Y que lo había visto con el dedo puesto sobre una foto mía que publicaba un periódico. Decía: ‘Éste de aquí es hijo mío”.
Se enteró el niño Marsé de la verdad a los siete años, cuando su abuela lo sentó en una silla: “Nen, tu tens quatre pares”. El entrevistador remató la faena con una pregunta muy apropiada:
"-¿Y esa nariz suya?
-Creo que era de mi madre Rosa”.

domingo, abril 6

Leche y pan

Con el nombramiento de Soraya como nueva Zaplana parlamentaria del PP, portavoz de la cosa y rostro del partido, se ha sabido que la chica fue en años panadera a tiempo parcial en su pueblo. Lo primero que se le mira a un político es su pasado, a ver si está a la altura. Pocos pueden compararse al de Zaplana, a quien se le atribuye en una grabación telefónica una cita devota: “Yo he venido a la política para forrarme”. Soraya no ha ido tan lejos, pero hay una coherencia casi religiosa en que quien haya repartido panes tenga que dedicarse ahora a repartir hostias. A Rajoy le han dejado de temblar las rodillas, y anda apartando los moscones con silencios. Le ha dado la espalda El Mundo, pero nos hubiera gustado saber si también se la hubiera dado Umbral. La oposición del PP entiende Rajoy que ha de hacerse hoy con levadura y masa, y el oficio de Soraya con la harina la ha disparado al estrellato. Los oficios entrañables despiertan la infancia, o sea la ternura, del votante. Hace un mes se descolgó Feijóo con una confesión radiante: su primer amor fue una niña leiteira de su aldea a la que acompañaba de ruta por las casas a repartir botellas. Tenía que haber dicho, zaplanescamente, que él se metió en política para conquistar a una leiteira. Prefirió usar el romance para defenderse de Touriño, que dijo de él que no conocía a las vacas. Al menos hoy sabemos que cuando la gente corría delante de las lecheras, Feijóo corría detrás.