Me he trasladado! Redireccionando...

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martes, febrero 27

(Semana) Martes

Después de aquel fabuloso artículo que escribí rindiéndole homenaje al espíritu emocionado de San Valentín, E. decidió regalarme esa misma noche Andamios, de Benedetti, envuelto en papel de corazones. Antes de entregármelo, dice: “Uno de mis libros favoritos”. Y me echo atrás, como si fuese el baúl de una herencia familiar. Andamios es una novela que habla del retorno, de aquello que fue y ya no es: yo mismo he estado obsesionado durante largos años con los paraísos perdidos. La diferencia es que Benedetti, apenas oculto en la broza de la ficción, regresa del exilio al Uruguay que se despierta de la dictadura militar. Abre la historia una cita estupenda de Pessoa (“Nunca voltarei porque nunca se volta / O lugar a que se volta é sempre outro / A gare a que se volta é outra / Já não está a mesma gente, nem a mesma luz, nem a mesma filosofia”). Dentro hay otra frase de Pessoa, ésta más conocida: “La patria, ese lugar en que no estoy”. Termino el libro y despierto cinco horas después, y ya no puedo dormir y paso lo que queda de madrugada delante del ordenador, escribiendo cosas sin sentido, párrafos largos y tristes y algunos alegres, casi enfermos, y borro todo después, en un ejercicio mecánico que por un momento me llega a asustar. Escribo, eso sí: “Era un hombre de cierta edad, entre los veintiocho y treinta y cinco años, al que habían regalado un gato por algún motivo, y que ahora lo contemplaba sin apenas curiosidad mientras se mantenía en equilibrio al borde del sofá, posando tranquilo su mirada en el suelo, como avergonzado, y de vez en cuando maullaba triste; maullaba él y maullaba el gato”. Y esto ya no lo borro. En la calle no sucede nada extraordinario, pero a veces está a punto. Una de las virtudes de estas pequeñas ciudades de provincias es la cantidad de situaciones extrañas que ocurren casi a cada segundo y el vaivén continuo de gente milagrosa que se cruza sin apenas saludarse. Parece que no ocurre nada y que la vida está detenida en algún minuto, pero la realidad es muy diferente, y cuando me quiero dar cuenta tengo casi diez mil euros en el bolsillo y los cuento delante de otra persona, casi un desconocido. Es un negocio legal, pero con los billetes de quinientos nada lo parece: tiene uno la sensación de que va a romper la puerta la policía. Después está el modo. Uno entra en un despacho y no abre el sobre y desparrama la pasta por encima de una mesa. Primero hay que hablar de banalidades: la lluvia, nuestras pequeñas miserias, las grandes alegrías de la vida, medianas empresas, Penélope Cruz, Galicia después de Fraga. En mi ignorancia me pregunto de dónde sale este dinero que era nuestro: ¿ha dejado algún vacío físico? Me siento, eso sí, más ligero: quizás haya perdido un par de kilos. Y después de la conversación, cinco minutos de protocolo tenso, llega el mambo. “Bueno, al lío”, y saco el sobre con las manos empapadas por el sudor (no es el dolor de la pérdida, sino el contacto, sucio, con tanto billete, y la nostalgia ardiente del trueque). Con la torpeza me equivoco al contarlo. Avergonzado, pido perdón ya sabiendo que no hay manera: la he querido colar. Vuelvo a la calle con el estómago vacío, pero no me siento mal. Me sorprendo silbando, y me detengo en A Peregrina a escuchar a un músico ambulante aquello de “cual escondida la esperanza humilde / es toda la fortuna de mi corazon”. Ya en el trabajo, B. grita: “¡Yo soy de Arriaga!, ¡yo soy de Arriaga!” (lo siento de veras por Iñárritu). En la red, comparto la opinión de Bragado sobre el affaire Losada: “¿ónde están os xornais galegos?”. Y E. me consuela al teléfono: “Sólo hay algo mejor que tener dinero: gastarlo”. Todo fluye.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Benedetti,la palabra que construye,susurra la noche un nombre, Mario, y me refugio en el rostro amable de octogenario que semeja el olor de las manos de mi abuela(las manos de mi abuela olian y llegaria a aventurar sabian a tierra,logica de parentesco,el origen fue tierra)la fuerza de la ternura combatiente del incansable Mario que tanto tuvo(sigue teniendo,gracias dioses paganos por la continuidad)que contar y que tanto cuenta;supe de la silueta de los torturadores por Mario,el retrato fiel,dibujando letra a letra forma y fondo de sombras tan siniestras,supe de como construir la memoria de un lugar en ese tiempo en espera que supongo el exilio,del dogma de compartir los fantasmas y darles voz negandoles el silencio para desposeerlos del ruido lugrube del arrastrar de cadenas,del ritmo dulce del tiempo escrito del desamor,de como desandar las huellas para continuar aprendiendo de aquello que fue y pese a todas las tristezas y ausencias confiar en el futuro,tener un mañana deberia ser patrimonio suficiente para que la risa fluya.
Cuenta Galeano en "El libro de los abrazos"(si puedo sugerir sugiero tal vez seria lindo entregarlo envuelto en papel de corazones a E,salvo claro esta sea viejo conocido)que Benedetti llamaba a los amigos llaves,por las cinco llaves de las casas de los cinco amigos que en Uruguay,en los tiempos del terror,le salvaron la vida.Mario,susurro agradecida,Mario...

Anónimo dijo...

Andamios es uno de esos libros que cuando uno lee piensa que es especial, más listo que el resto del mundo. A veces también a mi me entran ganas de ponerme a maullar porque me siento un poco gata y, paradójicamente, nada animal. Eso me pasa sobre todo cuando, en esa necesidad de no ser cortada a patrón, me asomo a una ventana cualquiera, descanso en un banco mudo o paseo por una calle sin nombre donde me siento abandonada en un mar saturado de neón y de gente que camina a toda prisa. Allí las observo. Todas iguales: personas sin cara ni saludo que se consideran tan distintas del resto como yo misma. Y me asusto, porque no hay nada peor que comerse la realidad a dentelladas cuando no tienes hambre.

Ch. Werther dijo...

Antes eras fácil, ahora sucio. Qué ha pasado?.
Bicos comprensivos.
Ch.W.

Anónimo dijo...

Manuel Jabois ha pasado de fácil a sucio. Yo me río.

Leer sus columnas empezó a ser muy molesto a partir de la obtención del Camba.
Dejaron de ser los comienzos de un mal periodista, para convertirse en las pretensiones de un mal pedante que jugaba al scrable mientras soplaba memeces sin sentido y que demostraban la precipitación propia de alguien que deja de ser tan joven para quedarse en nada.

Ahora su escritura se vuelve más pausada y quizás...sucia, concedo esto.

Falta mucho trecho, diría también una buena ostia pero no creo que haga falta.

Silencio sería mejor.

No diré más, el mensaje era más largo pero he borrado el resto. Tan sólo añadir que últimamente, por momentos, parece que usted podría no estar condenado a ser otro periodista provinciano, tan patético como irrelevante. En Pontevedra ya hay unos cuantos, imagínese.

Ch. Werther dijo...

Estimado "asdf", mi cometario no iba con intención de ofender, sólo pretendía hacer un juego de palabras para provocar a Jabois.
Creo que te excedes, a mí sus escritos me refrescan, es bueno tener opinión, pero tampoco hay que faltar.
Pero Jabois no necesita que yo ni nadie le defienda, que él sabe hacerlo solito, si le sale de la gana.

Bueno, yo prefiero tener el nombre de "sucio" o "fácil" a tener el tuyo, francamente.
Máis bicos.
Ch.W.

Miranda dijo...

Al principio la cosa era jodidilla. Una no pasa de vivir tan pancha a estar bajo lupa así cómo así.
Y como siempre hay amigos bondadosos y habladores, pues te acababas enterando de todas las burradas que decían de ti.
Luego está que nadie es perfecto (salvo los foráneos) así que a buen seguro alguna que otra vez las cosas no salieron como querías, o bien se juntaron varios demonios (clima, humedad, desafinación de las cuerdas) con lo que echarle la culpa a lo que más se oye era la directa. Cuando sabiendo que por la causa que sea un concierto no había salido bien (que yo recuerde son tres los que puedo contabilizar) los ataques cebados dolían de distinta forma.
Finalmente, a la larga, he aprendido a vivir tranquilamente con ello. Es más, hay una pasión, una fidelidad en los que nos odian (cuando sómos cebo público) que no te la entrega el amor más leal.
No hay que hacer nada, cualquier gesto, grande, pequeño, genial o común, es motivo de ira y de mordisco.

Te acostumbras, es más, con el tiempo hasta acabas echándolos en falta cuando por las razones que sea los contactos que te informaban de su ira se desconectan, o bien no tienen el suficiente cuajo como para ir a tu blog o tu buzón a depositarla.

No me cabe duda de que teniendo el talento que tienes, no te podía faltar un buen nutrido club de adoratrices.

(confío en que otros tengan distinta talla)

Estupendo asunto, promete diversión.

Un abrazo.
M.

Portarosa dijo...

Me gusta el cambio. Y te agradezco mucho el enlace, Manuel.

Por lo demás, decide tú mismo la atención que estás dispuesto a prestar a casos así, pero desde mi modesta experiencia de dos años te aconsejo que sea muy poca.

Un abrazo.

M. dijo...

Charlotte, ¡me alegra tu visita! Sí, he pasado de fácil a sucio. Este nombre es el que utilizo en las columnas diarias. ¿Por qué apuntes en sucio? Bueno, uno escribe siempre a contrarreloj. Es decir, no soy columnista a tiempo completo: tengo mi trabajo diario, y a mayores escribo artículos. Por lo tanto no me da mucho tiempo a pensarme las cosas, así que le quito dramatismo con ese "apuntes en sucio". Y es así: apenas los limpio. Una lectura, como mucho dos. Por otro lado, lo del "escritor fácil" me acabó pareciendo un poco presuntuoso, y mucho más haciendo mío el espíritu de Camba. Esa es la historia, Charlotte. Bicos.

Gracias a los anónimos del principio. Sus comentarios emocionan.

Miranda, gracias por tus palabras. Creo intuirte. Bicos (oye, no paro de decir "radiurri", me ha encantado).

Portorosa, un honor. Me gustaba este diseño, y un buen amigo ha accedido a cambiármelo todo sin perder nada. A él agradecido, y a ti por tu consejo. Son muchos años, claro. Un abrazo.

"No diré más, el mensaje era más largo pero he borrado el resto". Adsf: cuanto más me lo imagino haciendo esto, más me conmueve. Un saludo.