Y el día de la pegada de carteles de aquel año asomaron las nubes al limpio cielo pontevedrés, y se derramaron unas pocas gotas de lluvia que los candidatos juzgaron conmovedoras mientras removían inquietos la cucharilla en el café, atravesando su mirada melancólica más allá de las cristaleras del Gloria. Era el inicio de la campaña electoral en Castroforte del Baralla, y repicaron las campanas de San Bartolomé cuando empezó a conocerse la noticia: el sindicalista García Pedrosa (Capitán Democracia desde aquel asalto pacífico, descalzo y solo y con una paloma blanca picoteando en su mano obrera, al pleno municipal) había sido pillado pintarrajeando en los carteles del BNG: está caro el papel en Pontevedra, y eso pese a Ence.
Lo que se fue sabiendo después es que Pedrosa escribió la palabra ‘ladrón’ cerquita del nombre del candidato Lores: parecía como si le quisiese decir algo. Al principio la noticia corrió sospechosa por los mentideros, y hubo a primera hora entre la redacción del Diario quien la tachó de ‘noticia-paté’. Quien no haya estudiado la carrera de Periodismo sabe perfectamente en qué género se inscribe la ‘noticia-paté’, a la que en otras latitudes también llaman, más vulgarmente, leyenda urbana. El paté fue lo que se untó aquella moza en su cuarto para deleite de su perro sin saber que (sorpresa, sorpresa) Ricky Martin estaba dentro del armario. El rumor se quedó en el limbo por los siglos de los siglos, y hace escasamente un mes, cansado de la cochinada, el Papa eliminó el limbo y la noticia perdió vuelo. Ricky Martin, eso sí, sigue dentro del armario.
Pero en Pontevedra Lores elevó al mediodía el run-run al rango de noticia. El Capitán Democracia había sido pillado, y cómo: subido a una escalera, de madrugada y grabado por las cámaras de Carrefour, que debe ser algo así como que te grabe Truffaut. Probablemente tuvieron un altercado los dos en el ultramarinos por un quítame allá esa merluza, y al salir el sindicalista se dio cumplida venganza: los supermercados son viveros de odio. O eso, o algo que ver con que el día anterior representantes de CC OO le llamaron a Lores “fascista y dictador”. Al meterse en cama, ya de madrugada, Pedrosa recordó lo de “ladrón” y subió a San Blas no se sabe si en pijama. Desde aquellas pistolitas de la CIG en la huelga de Monbús no se había visto por la ciudad suceso parecido.
Así van pasando las nubes por la ciudad y así las va contando uno. Después de una suave comida en la praza da Verdura, con ese aire otoñal que empapa de repente el corazón de la ciudad y apenas unas pocas mesas ocupadas, irrumpió a eso de las dos y media una caravana de decenas de personas portando sobre sus hombros un palio con un gracioso muñeco al que tumbaban de vez en cuando al suelo: San Ero. Cantaban aquellas voces alegres unas rimas que me apresuré a descifrar, enterado, a mi compañero de comida: “Le cantan a Valero: ‘Valero, Valero, Valero es cojonudo / como Valero no hay ninguno’. ‘Es que San Ero es el patrón de Forestales, y Valero es el director’, añadí, sorbiendo un poquito más de cerveza. ‘Qué raro, porque hay gente de Bellas Artes’, me dijo el amigo. ‘¡Y el santo tiene una paleta de colores!’, exclamó. ‘¿Cuál, aquella?’, dije señalando a una moza vestida alegremente que iba del brazo de un beato. “¿Y no le cantarán a San Ero en vez de a ese Valero?”, preguntó el otro en un tono que juzgué ya impertinente, por lo que no le contesté. Tras los postres me encaminé severamente por la rúa San Román buscando el estallido de sabor del último pimiento de Padrón que rondaba, todavía entero, por el umbral seco y listo de mi paladar. “Eres listo, Manuel”, me dije repleto de un orgullo ciego: “eres listo”.
1 comentario:
Sólo dejarte un beso (listo). Estoy sin tecnología y ando poco por estos lugares móviles.
Volveré.
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