El presidente del Real Madrid, Ramón Calderón, fue retenido ayer en el aeropuerto de Nueva York como sospechoso de actividades delictivas y, después de dos horas, fue liberado: para una vez que pillan a alguien. Al parecer, el apellido del presidente madridista coincide con el de un mafioso de fuste, algo que no se termina de entender, porque entre Calderón y Mijatovic parece haber una prudente distancia fonética. El caso es que el gran jefe blanco pringó, y lo hizo con todo el equipo: el equipaje y su señora, que en un pequeño arrebato de la clase ‘usted no sabe con quién está hablando’ llamó inmediatamente a Rubalcaba, del cual al parecer es muy amigo. Afortunadamente, el ministro no intercedió: igual los mandaban en avioneta para Guantánamo.
Los presidentes de los clubes de fútbol españoles han tenido, históricamente, una relación muy difícil con los aeropuertos. Hace unos años Laporta, en el agravante ‘usted no tiene ni puta idea de quién soy yo’, se tomó tan a pecho que le pitara el detector de metales que decidió quedarse en bragueta, para pasmo de las señoras: Joan lucía michelines. Entonces era muy popular el anuncio de Enrique Iglesias, que subía su cuerpo serrano a la cinta transportadora para evitar quitarse su magnífico reloj. Laporta, en un arrebato de seny, decidió que el primer paso para follarse a la Kournikova era imitar en lo fácil a Iglesias: luego ya vendría eso de meterse los pulgares en los puños del jersey.
El caso de Calderón, si se mira bien, no es tan extraño. De hecho él lo toreó con naturalidad: si ha sido por la seguridad, dijo, me parece bien. No por la suya, evidentemente. Porque a lo mejor no lo sabe, pero igual estuvo a punto de meterse en el chándal naranja. Como Sneijder hace quince días, pero en cuclillas y esposado. Luego se supo que era una confusión, y Calderón tenía las manos limpias: no venía a fichar. Hay confusiones así que acaban en la silla eléctrica. Además, con un apellido como ése, tan poco común, tan estrafalario y maloliente, lo normal no es que te retengan, sino que incluso te caigan cuatro hostias de rigor. Estoy pensando que a lo mejor hasta se las dieron. Y no me gustaría ponerme en la piel del presidente de México: Calderón, y además pinche pendejo.
1 comentario:
E ilegítimo.
Saludos desde México.
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