Me he trasladado! Redireccionando...

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miércoles, febrero 28

(Semana) Miércoles

Desde hace ya unos meses, dentro de esos sacrificios que a uno le corresponden en este trabajo, soy el encargado de poner una frase del día en una de las secciones del periódico. Es, la selección de esa frase, una tarea muy grata. Muchas de ellas finalmente se le quedan a uno chapoteando en la cabeza, yendo de un lado para otro como un pececillo ciego que al final recobra la vista y aflora, en su plenitud, en un estanque dorado. Ayer me topé con ésta de Diderot: "Engullimos de un sorbo la mentira que nos adula / y bebemos gota a gota la verdad que nos amarga". No lo encontré a causa de nada en particular: fue buscando esta otra, apuntada en una libreta y leída ya no sé dónde. Es de Thomas Bernhard, y resulta pavorosamente descriptible: "A veces levantamos la cabeza y creemos que tenemos que decir la verdad o la aparente verdad, y la volvemos a bajar. Eso es todo". Resume parte de la disciplina periodística (uno ya diría literaria) de este país. Levantar la cabeza con brío, agitar la mano entre las luces, y luego bajarla despacio con una mezcla de resignación y miedo. No estoy hablando de algo en particular: es una reflexión general producto de una observación crítica a lo largo de los años. Es tan perceptible el ímpetu como el tímido arrepentimiento. Por experiencia: es mejor que a uno le bajen la cabeza y se la vuelvan a meter en la sopa que meterla él mismo, tan poco dignamente. Y mientras, prosigue el insomnio y doy vueltas perdido, como si en lugar de en la cama estuviese en un bosque, hasta que a las cuatro de la mañana bajo a la calle con el perro en pantalón de pijama y unas pantuflas viejas: siempre me gustó ese aire a lo Nick Nolte, y cada vez lo exhibo con más brío. Pontevedra a esa hora es digna de admirar. Una ciudad pequeña empapada por la lluvia, silenciosa, relajada, elástica. No se escucha un alma hasta que de repente alguien baja una persiana con violencia. Vuelve a subirse, y la sombra de una mujer arroja a la calle un cigarro encendido que vuela sin rumbo hasta caer en la carretera. Voy hacia allí, y lo piso ("Yo estoy loco", dijo Panero. "¿Por qué?", le preguntaron. "Porque aplasto los cigarrillos en el suelo, como si fueran niños"). Y ni siquiera el gemido del viento posándose sobre los árboles como un manto infernal de lava nocturna. Sólo un vehículo aparcado delante de un cajero y un hombre joven entrando precipitadamente. Gistau, en El Mundo, definiendo a Zouhier unas horas después: "la síntesis del submundo". Se refería a sus oficios, pero bien pudo hacerlo a sus horarios. En Pontevedra es casi inimaginable el submundo: poca ciudad para un delincuente con ínfulas. A las cuatro de la madrugada lo más parecido al submundo que hay es un tipo con pijama y un perro suelto ladrando alrededor. Le he quitado un palo, y lo tiro lejos, al medio de la carretera, aprovechando el vacío. Dijo Manuel Rivas del miedo: "El miedo es la playa de Riazor vacía una tarde de agosto de 1936". Dijo T. S. Eliot del amor: "Me diste jacintos por primera vez hace un año / te llamé la chica de los jacintos". Y dijo Baroja de la juventud: "Creo que todos los hombres empiezan a pudrirse a partir de los veinte años". Y este extracto en La Vanguardia de la entrevista a Arnaldo Otegi, antes de despachar solemnemente un cigarro: "Quien hizo el 11-M buscaba el mayor número de víctimas y además en trenes de cercanías que acercaban a trabajadores a sus puestos de trabajo. Desde nuestro punto de vista, eso es absolutamente rechazable". Miguel Ángel Blanco (Mambrú) iba a la guerra, ¡y en autobús! Como Gregorio Ordóñez, agitando aquella mañana un café-bomba. El día se acaba pronto: a las seis de la tarde. A esa hora me refugio en casa, envuelto en circunstancias.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues a mí Pontevedra me parece una ciudad encantadora. Pequeña, pero armoniosa. No estoy tan seguro de que no exista un submundo, seguro que lo hay, como en todas partes. Lo que sucede es que ese submundo no tiene por qué ser agresivo o cutre. Si quiere (léase el comentario 10 del lunes)yo le puedo hacer de cicerone en alguno, seguro que le sorprenderá.

Una precisión: Miguel Ángel Blanco no iba en autobús, sino en tren cuando lo secuestraron. Lo mató Txapote. Y otra: a Gregorio Ordóñez no lo mataron con una bomba. Le descerrajaron un tiro en la cabeza. También lo asesinó Txapote.

Felicitaciones por su artículo.

Anónimo dijo...

Pero, ¿qué pasó? Cambiaste la plantilla... o yo veo mal a estas horas...
Es como llegar a casa, abrir la puerta y encontrarte en otro sitio.

Todo sea para bien, y mientras no cambies de mano todo irá bien.

La frase de Bernhard es de la novela El sótano, el final de esa novela, para mi la mejor, o la que más me gustó de este señor.

La colgué la cita en el blog, por enero, creo. Quizá te topaste con ella allí. Y me parece acertado que digas eso de que "Resume parte de la disciplina periodística (uno ya diría literaria) de este país".

Estos últimos artículos tuyos, menos redondos y cerrados, más serpenteantes, me gustan mucho.
Estos apuntes en sucio, pues sí, están muy bien.

Un saludo, qué sueñes mucho.

Anónimo dijo...

Estimado Manuel Jabois:
Hace unos días lo insulté, y me arrepiento de haberlo hecho. Como no puedo volver atrás, le pido disculpas desde aquí.
Ayer en un comentario venía a decir que a veces, últimamente, me gusta como escribe. No se entendió, en parte porque no se quiso, y en parte porque venía acompañada de una crítica previa, que en mi caso siempre es en un tono excesivamente agresivo. Hoy ha recordado una frase de Diderot muy al pelo, además de citar a dos de mis favoritos: Thomas Bernhard y a T. S. Eliot y su “The wasted land” (supongo que los habrá leído, pero si no es así, le recomiendo encarecidamente su cuatro cuartetos).
Esto me ha ganado.
También hoy podría escribir más y referirme a algunas cosas que no me han gustado, pero a pesar de mi mal café, sé lo difícil que es escribir una columna cada día siendo un escritor fácil, y lo fácil que es criticar desde el anonimato siendo un no escritor.
Otro día vuelvo y lo molesto un poco. Espero que se entienda, hecha esta pequeña aclaración, que mis intenciones son buenas, aunque a veces me fallen las formas.

M. dijo...

Erasmo, por supuesto que es encantadora: está rodeada de playas, no le digo más. Me asombra el desprecio de mucha gente que ha soñado siempre con marcharse a las grandes capitales por considerar que ésta era una ciudad de pueblerinos donde no había nada que hacer, y al llegar allá, a la capital, nada más quitarse la boina, te llaman tartamudeando porque están tomando una copa en el mismo local que Elsa Pataki: ¿pero quién coño es el paleto? Se asombraría la cantidad de ignorantes que salen de aquí con el hatillo al hombro, cual Scarlett Johansson en Match Point. Respecto a los submundos, los habrá variados. Fíjese que hasta hace pocos años yo creo haber estado integrando uno, y dignamente: con la bandera levantada y todo. Como aquellos personajes de Bukowski que salían a las calles en procesión. Dos precisiones: a) creí recordar que habían secuestrado a Blanco cuando estaba a punto de tomar el autobús y b) efectivamente, sabía que le habían pegado un tiro por la espalda a Ordóñez mientras tomaba algo con María San Gil. Me refería a su amenaza en aquel momento: agitar, sin cuidado alguno para el pueblo vasco, un cafè. No se disculpe por el comentario del lunes: uno lleva poniendo la cara desde hace muchos años. Sus palabras son siempre bien recibidas. Las hay para todos los gustos. También usted será bien recibido: sabe cuál es mi correo. Un saludo.

Mabalot: como estoy en plena mudanza, me aplico el cuento también en la red. Efectivamente, es abrir una puerta y toparte de bruces con otro bar. Bueno, espero que sigas igual de cómodo. Importante: te pido disculpas por la frase de Bernhard. Efectivamente, la leí en tu blog y la leí no hace mucho. Uno se apunta esas cosas y no se apunta la procedencia, y es un mal hábito. Allí la leí, estoy seguro, y como ves me impactó tanto como a ti. ¿Bernhard? Siempre me han seducido los fronterizos. Un saludo. (He soñado, fíjate, que era asesor de Urbanismo de O Grove: lo prometo. Cómo está el patio)

Adsf: lo primero que uno aprende en este oficio (y aprende a hostias, es verdad) es a saber que no llueve al gusto de todos. Ya le digo que estoy acostumbrado a toda clase de críticas. Lo estaba en la calle (sobre todo a través de terceras personas) y supuse que en internet, a monte, eso iba a estar a la orden del día. Sinceramente, esperaba más: una cuestión de ego. Acepto sus disculpas, pero no son necesarias: puede seguir opinando lo que quiera de mi trabajo, incluso con las palabras que crea convenientes. Yo seré el que decida si me ofenden o no. La Tierra Baldía, por cierto, es uno de mis poemarios de cabecera. Me alegro que lo compartamos. Un saludo.

Ch. Werther dijo...

Asdf,

Te honran tus disculpas sinceras. Ayer me quedé fatal por pensar que había sido yo la que provocó tus comentarios.
Nos vemos por aquí.

Mabalot dijo...

Faltaría más, amigo, la frase no es mía y da igual de dónde la saques, eso es lo de menos; has de nombrar al autor de la frase, T.B. en este caso, y si la sacas de un libro de citas, de un calendario de playboy, o del propio libro es lo de menos. Yo solo pretendía aclararte que quizá la habías sacado de allí, y sobre todo el libro del que procede, que es lo importante.

Un saludo.