Los que nos dedicamos con vago entusiasmo a las cositas livianas de la villa aún echamos en falta la ausencia por los periódicos de un tipo como David Casablanca. Le puso rostro al ascenso de 2004, y durante la recepción en el Concello las chavalas se le echaban al abanderado y Casablanca agitaba su melena negra, entre la fatiga y la ternura, haciéndole un ardoroso guiño a una mujer inconcreta para desmayo de la muchachada. Las crónicas decían que Casablanca era un lateral zurdo de cierto recorrido, pero entre la afición ya se vislumbraba un Maldini. Hasta que una madrugada Casablanca cogió el coche después de una trompetada de vino, lo petó de niñas y se llevó por delante una rotonda, un coche y lo que hizo falta: se negó a hacer la prueba, faltaría más, y acabó en el calabozo. Iba Casablanca para Beckham y no acabó en Farruquito de milagro. Como al jugador, también en el Pontevedra las aguas bajaban turbias, y el chaval cogió la puerta y se fue a Castellón empapado en una suerte de alcohol y leyenda. Esta semana reapareció Casablanca por videoconferencia a dar cuenta de aquella peripecia. A través de la pantalla, con la cabeza un poco inclinada y los largos pelos cubriendo sus pómulos, en lugar de declarar parecía que de un momento a otro se iba a atrever con el The Final Countdown. Pero fue sólo un susto: se limitó a decir que había bebido una botella de vino con varias chavalas más, que cogió primero la rotonda y que su velocidad era la correcta, como no podía ser de otra forma. Los agentes de la Local dijeron que llevaba los “ojos rojizos”, tenía el “rostro pálido”, “hablaba embarulladamente” y apenas “podía mantenerse en pie”: ¿y todo eso habiendo bebido una botella de vino entre cinco? Casablanca debe saber que más importante que la inocencia es la reputación.
lunes, abril 23
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6 comentarios:
Casablanca; pues ya me había olvidado del tipo este. No era malo, ¿no? Y daba lustre al equipo corriendo la banda con aquella melena mojada. Recordaba vagamente a Caniggia. Sí, muy vagamente, con un extra de imaginación.
A ver si se sube al infierno, planta principal. Ahora estamos en los sótanos.
Ah, Mabalot... Y yo, indigno de ti, que creía que este artículo iba a ser demasiado local para meterlo en el blog. Qué maravilla: qué cosita, sí, liviana y dulce. Saludos.
"Le puso rostro al ascenso de 2004, y durante la recepción en el Concello las chavalas se le echaban al abanderado y Casablanca agitaba su melena negra, entre la fatiga y la ternura...."
Me has recordado que, en el ascenso y días sucesivos, la plantilla se iba de juerga y tenía que apartar a las chavalas a manotazos... Pude comprobar como una casi se desmaya al acercarse, no a Casablanca, que podría tener un pase si eres sorda, sino a Martin Ragg... "Hoy en día los pájaros se echan a las escopetas", que diría mi madre, jajaja.
L.P.
Oiches, L.P., pois a min Martin Ragg é un tipo que me esperta unha tenrura inmensa. 'Whitehouse', pola contra, non me esperta nada. Se acaso arcadas. Incluso agora, por videoconferencia.
Comparto a opinión sobre Casablanca, don quero e non podo... Pero matáchesme con Ragg... Será porque o meu recordo pertence a aquel día, coa rapaza aquela ós seus pés. Tiña pouco de tenro, ¡xúrocho! Aquilo semellaba unha comedia barateira...
Unha aperta.
L.P.
:-) Entendo, entendo... A min véñenme á cabeza outras cousas nos dous casos. E vaia por diante que ningunha ten que ver co fútbol. Non che son moi futboleira e apenas coñezo aos xogadores do Pontevedra. Pero esta é unha cidade moi pequena e resulta que para ir para a casa dende o traballo teño que pasar pola rúa Benito Corbal practicamente a diario, xusto por diante de onde ten a sede o equipo. E é sinxelo adiviñar se te cruzas cun dos futbolistas. Polo coche, pola actitude, por como ollan para as mozas que saen de Bershka... Ben, pois, Casablanca levábase a palma nisto. Era un 'pintas'. Sempre ía co mesmo uniforme: pelo molladiño, chanclas e bermudas. Faltábanlle a cada lado dúas 'coelliñas' de Hugh Hefner. Esa chulería, esa soberbia, levoume un día a preguntar quen demo era o tipo. E así coñecín ao 'Whitehouse'. Menudo personaxe. Por que o sigo despreciando? Polo que lin nos xornais o outro día sobre como montou a súa defensa. Aínda que che digo unha cousa: aborrezo aínda máis a algún xornalista que cubríu a historia. Houbo titulares e informacións que me deron vergoña allea.
Martin Ragg está no lado oposto. Cando cheguei a Pontevedra, a el estaban a punto de substituilo na portería. Todo o que lin na prensa aqueles días (incluidas as entrevistas que concedeu) falaban ben del. E, despois, atopeimo pola cidade algún mediodía, correndo cos seus pequenos, xogando con eles mentres os levaba ao colexio. A Martin Ragg non é sinxelo identificalo cun futbolista. E isto é un piropo.
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