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jueves, mayo 3

En cuanto a Francia 1. El debate

El debate francés exige una interpretación sexual. Como en cualquier puesta en escena se le prestó más atención al envase que al contenido. De hecho, al acabar la dialéctica CNN + invitó a un experto para que tradujese el llamado lenguaje de los gestos. Una de las conclusiones de este invitado fue que Segolene Royal miraba fijamente a los ojos de su adversario, mientras que Nicolas Sarkozy se mostraba interesado en prestar atención a la pareja de periodistas. Y luego estaba el vestuario: Royal llegó de negro, anticipando su agresividad. Pero es importante desmenuzar el debate atendiendo al sexo, entre otras cosas porque uno de los grandes argumentos de peso de Royal es que ella es mujer y madre. La igualdad no era esto, pero es lo de menos. Sarkozy no tuvo la suficiente cintura en campaña para presentarse como hombre, recalcando la importancia de serlo, y además padre (y muy buen padre: cuando a su hijo le robaron la moto, el todopoderoso ministro casi moviliza al Ejército para recuperarla cuanto antes). Le faltó también, para meterse al electorado en el bolsillo, hacer gala de sus portentosos cuernos. Me dirán que los hombres llevan mandando a lo largo de toda la Historia, y no les faltará razón, pero el sexo como argumento electoral es discutible. En su momento final, después de omitir su condición durante todo el debate, Royal recordó la responsabilidad con la que las mujeres administran el poder. Tampoco es que sobrase el comentario: en Francia, incluso desde dentro de su propio partido, ha habido quien ha puesto en entredicho su aspiración política a causa de sus cuatro hijos. A.C., que vive en París desde hace años, me dijo de ella que era una mujer que sabía criticar pero que no sabía proponer: vacía, insustancial, sin ideas. Años antes me había comentado del ministro Sarkozy que era un peligro público, y lo más parecido a un fascista que se podía encontrar uno por las calles francesas: racaille. Pensé en A.C. durante el debate, y al enviarle un mensaje me contestó espléndida: “A esperanza é o último que se perde”. Que traduje como algo así: “A veces es mejor no tener ideas que tener las de Sarkozy”. X., más puro en sus planteamientos, también me ofreció su punto de vista: “É unha paleta de bragas grandes”. Fue mucho más incómodo lo que me escribió del candidato: “Prefiro-o. Eu quero ao meu sepultureiro. Sarkozy é un crack: leva deseñando isto 100 anos. Non errou nen un paso”. Al no saber francés, presté mucha atención con el oído izquierdo a lo que decían los candidatos y con el oído derecho lo que contaba el traductor. La versión original seduce, sobre todo si no se sabe lo que uno está diciendo: el francés es un idioma sexual de suave voltaje. La versión subtitulada estropeaba un poco el contenido, aunque aclaraba el bosque: las 35 horas, el exuberante funcionariado francés al que Sarkozy quiere tijeretear. En cualquier caso el modelo de debate fue brillante y su ejecución espléndida. Ramoneda asentía en una cena reciente cuando le decían, un poco en cachondeo, que Francia está a la cola de España. Nunca lo estuvo y no lo va a estar ahora, entre otras cosas por Dios. Dios apenas ha aparecido en la campaña francesa. En España la derecha está rendida a Dios y Dios rendido a la derecha. La Conferencia Episcopal francesa, además de recordar su catecismo contra la homosexualidad, el aborto y la eutanasia, se limitó a pedir expresamente a los católicos que voten por un candidato “que reciba a los inmigrantes, favorezca la equidad y proteja el medio ambiente”. Los candidatos franceses son católicos o ateos: Le Pen dice no ir a misa y Sarkozy se limitó a pedir hace años la reducción de la separación Iglesia-Estado. Eso en cuanto a España. Al final del debate Royal apeló a muchas de las ideas que no tiene y Sarkozy se puso, suavemente, la piel de cordero por encima de su lomo. La blanda Francia, pensé.

6 comentarios:

MSalieri dijo...

Hola... es mi primera vez por aquí y quería saludar :D

No vi el debate, sólo la interpretación que hicieron en los distintos medios, y que alguno destacó la agresividad de ella y el autocontrol de él.

No hay encuesta que diga que ganará ella, creo. Lo tiene crudo.

Cada vez que veo unas elecciones en países en los que el sistema es presidencialista, con segunda vuelta, más me gustaría tener algo así aquí. Aunque es cierto que da un poco de vergüenza ajena ver cómo los dos candidatos pelotean, de cierta manera, a los votantes del moderado, se "centran", mutan, se convierten en vendedores de mágico crecepelo :)

Anónimo dijo...

El debate televisado entre los dos candidatos ha sido increíble. Qué envidia. A ver si Marianico se anima (ahora que parece no tener miedo a debates públicos) a hacer un cara a cara con Zapa.
Ella muy agresiva, pero con un par de pelotas. El, mítico político-colleja, intentando sacarla de quicio.

Como he visto por Paris, el uno una suerte de 'Dama de Hierro', la otra, la representación de la 'Libertad guiando el pueblo'.

Aire fresco que se viciará con el tiempo contra aire pútrido con olor a cerrado. Así se ve en Paris: una cincuentona (que había denunciado a su padre por no concederle el divorcio a su madre) y un padre de familia que movilizaría a todo un ejército para que a su hijo pequeño le devolviesen su scooter.

Un saludo,
Serafín Alonso

Adri, te he enviado un correo, estaré operativo y localizable. Abur

Anónimo dijo...

Estimado Jabois, tengo la sensación de que las elecciones francesas van a suponer un antes y un después en la política con mayúsculas no solo para Francia sino para Europa. Le aseguro que me ha sorprendido la capacidad de reacción (por fin) de los franceses en este último año. Ayer leí una entrevista con André Glusckman, un reputado intelectual, y su análisis político es muy certero, con el que coincido. En el fondo de sus palabras subyace la idea de que Mayo-68 está no solamente agotado sino que el experimento fue para los franceses, a la vista del correr de la historia, nefasto. Podemos reirnos de las anécdotas, usted lo hace, pero hay que ir al trasfondo para ver qué está pasando al otro lado de los Pirineos. El declive de Francia es un hecho desde que el sr. Mitterrand ganó las primeras elecciones en 1980 y ha tocado fondo con el sr. Chirac. Como sabe, el uno era de izquierdas y el otro es derechas. Pero ninguno de los dos supo poner a su país en el lugar que le corresponde en el mundo y ninguno de los dos fue capaz de devolver a sus paisanos el orgullo de ser franceses. Más bien ocurrió todo lo contrario. Ambos se dedicaron a exprimir (y agotaron) un modelo obsoleto, decimonónico. "La Grandeur" se les fue de la mano como el agua se escapa de un cesto. Los dos se jugaron, y perdieron, un concepto del Estado en lo social y en lo educativo que arrastró a su país a la deriva. La guinda la puso el sr. Lionel Jospin con su nefasta decisión sobre la semana de 35 horas. Pero a Jospin ya le dieron su correctivo en las elecciones pasadas, que para su verguenza no pasó de la primera ronda. A Mitterrand y a Chirac le van a sacar los colores los vientos de la historia.
No soy francófono, sino anglófilo, pero reconozco que Francia es Francia y su influencia en España es considerable como lo es para toda Europa. Leo a Jacques Marseille, otro intelectual, que dice que los franceses se encuentran ante una alternativa histórica. Por vez primera, desde 1981, Francia debe elegir entre dos modelos de sociedad. Deben elegir entre la ruptura de un proceso que ha precipitado a la nación a una grandísima crisis; o la prolongación indefinida de un modelo que agoniza por todas partes, ha incrementado la pobreza, y ha atizado los enfrentamientos sociales, hundiendo al país en el retroceso y el inmovilismo. No puedo estar más de acuerdo.

Y también dice Marseille que todos los sondeos y los mejores estudios parecen probar que los franceses han terminado por comprender que han sido víctimas de engaños y fraudes. Hoy, todo el mundo parece estar convencido de que la semana laboral de 35 horas ha hecho mucho daño a la sociedad, sobre todo a los más pobres. Hoy, nadie duda de que todas las retóricas filantrópicas han sido nefastas para la sociedad. Todo parece indicar que los franceses han comprendido que un país moderno, una sociedad moderna, no puede vivir de la asistencia pública. Sobre todo cuando la asistencia pública está tan cerca de la bancarrota.

Otra cuestión esencial es que la escuela republicana ha dejado de funcionar como un ascensor social. La escuela, el sistema educativo, el Estado, que en otro tiempo aseguraban la unidad del tejido social, entraron en crisis durante las presidencias de Mitterrand y Chirac, con unas consecuencias catastróficas. Al mismo tiempo, la cultura de Estado difundida desde su cúspide, desde la presidencia, ha alimentado las dudas más profundas sobre la identidad nacional.

Los franceses han dicho ¡basta ya¡ a una manera de entender la vida que ha estado al socaire de un Estado ineficaz e insuficiente para los tiempos que corren. Y lo han pagado caro. Los últimos 12 años han sido catastróficos.

Una vez iniciado el proceso de ruptura contra las presidencias de Mitterrand y Chirac llegará el momento de estar más presentes en Europa. En ese terreno, la candidatura de Ségolène Royal causa inquietud en toda Europa porque su pensamiento pertenece al pasado. Imagínese una candidata que propone renegociar un Tratado constitucional europeo, ¡cuando los socialistas se enfrentaron a muerte contra el mismo Tratado que ellos mismos contribuyeron a enterrar! En Berlín, en Bruselas, en Londres,que es donde se cuece el bacalao, el único candidato que inspira auténtica confianza es Sarkozy.

A la señora Royal le llaman los franceses "la zapatera" y para mí que el haber invitado a nuestro presidente a un mítin le va a costar caro. Porque es un gafe. Dijo el 29 de diciembre que en cuestión de terrorismo íbamos a estar mejor a finales de 2007 y toma nísperos, al día siguiente atentado en la T4. Dijo en la bolsa que la economía española iba de cuturrú de fuá y toma Ibex, a la semana siguiente caída espectacular. Dijo que Angela Merkel era la perdedora en Alemania y toma salchicha, la Merkel cancillera, dijo que Kerry iba a ganar en los USA y toma hamburguesa, gana Bush jr....y la penúltima: dijo a Sarkozy que arreglara los levantamientos en los suburbios y ya veremos que pasa esta noche. ¿Es o no un gafe?

Sarkozy ha sido atacado ferozmente por la izquierda y por la extrema derecha francesa, ésta incluso llegó a utilizar tintes racistas contra él porque, como usted sabe, sus padres son húngaros emigrados. Tuve ocasión de ver el debate entre Ségolène y Bayrou y el liberal le enredó en sus propias contradicciones. También tuve ocasión de ver el debate de la Royal y Sarkozy y mis conclusiones fueron parecidas.

Sarkozy plantea abiertamente una reforma profunda de la V República y por decir esto no pasa nada. En España, ¡cualquiera se atreve a decir que hay que reformar la Constitución¡. Cuando se ha hecho, ha sido con nocturnidad y alevosía (le recuerdo las maragalladas que Pascual ha dicho a un periódico italiano).

No sé quién va a ganar en Francia. Presiento que Sarkozy, aunque me puedo equivocar. Me atengo a lo que he dicho, si gana Sarkozy veremos una nueva revitalización de Europa. Creo que nos conviene.

Suyo, E.

Anónimo dijo...

PD: para que las cosas queden claras, si yo fuera francés, que no lo soy, en la primera vuelta votaría a Bayrou y en la segunda a Sarkozy. Queda dicho.

E.

Anónimo dijo...

Estimado Jabois, perdone que le inunde el blog pero no me resisto a que lea usted estas perlas.

...Jean-Louis Bianco, un viejo «cocodrilo» al servicio sucesivo de Mitterrand y Ségolene, rompió a llorar escuchando el último mítin de su candidata. Jean-Christophe Cambadélis, socialista moderado, comentaba: «La tendencia al «sálvese el que pueda» no me conviene en absoluto. Con el discurso de los últimos días corremos el riesgo de caer al 44 por ciento, una catástrofe». Por su parte, los «elefantes» socialistas han comenzado a preparar la campaña de las elecciones legislativas del mes de junio, en orden disperso. Dominique Strauss-Kahn, socialdemócrata, declara: «Ha llegado la hora de reformar el Partido Socialista». Henri Emmanuelli, «socialista-socialista», es partidario de crear un nuevo partido para «refundar» las izquierdas.
Nadie lo duda. Triunfante o derrotada, Ségolene encarna el fin de un ciclo histórico del socialismo francés, el que comenzó en 1971, en el Congreso de Epinay, cuya estrategia fue la unión de la izquierda. Tras la primera vuelta de estas elecciones, el PS está condenado a girar al centro y buscar alianzas de centro-izquierda.
A la derecha, Sarkozy, posible presidente, encarna el cambio generacional y la posible ruptura con veinticinco años de demagogia de izquierda (Mitterrand) y derechas (Chirac).
Precisamente, ayer, en su última llamada al voto, Sarkozy apelaba al que ha sido eje ideológico de su campaña: la ruptura con la herencia de Mayo del 68. En un artículo en «Le Figaro Madame», afirmaba fiel a sus principios que ha comenzado «un fin de ciclo, el fin de la falta de reglas, de moral, de valores y, en última instancia, el fin de la etapa en que todo valía y no se respetaban los valores».
Y es que por vez primera desde 1965, un candidato conservador ha hecho una campaña orgulloso de los suyos: trabajo, libertad, orden, responsabilidad. Y, novedad sin precedentes, esos valores conservadores han sido apoyados por personalidades de la izquierda: André Glucksmann, antiautoritario emblemático, ha hecho campaña a favor de Sarkozy. Max Gallo, historiador, novelista, antiguo portavoz de Mitterrand, ha inspirado parte del programa conservador. En la recta final de la campaña, Nicolas Sarkozy ha recibido el sorprendente apoyo de personalidades históricas de la izquierda francesa. Roger Hanin, concuñado de François Mitterrand, insistió en su simpatía por la candidatura conservadora. Jacques Seguela, que inspiró las campañas de Mitterrand y Jospin, comenzó apoyando a Ségolene, para pasarse a Sarkozy con armas y bagajes, popularizando este eslogan: «Ségolene me hizo soñar. Sarkozy ha hecho realidad mi sueño».
En el momento álgido de la campaña de «todo salvo Sarkozy», el candidato conservador recibió el apoyo inesperado de Claude Lanzmann, director de «Temps Modernes», la revista fundada por Jean-Paul Sartre.

Anónimo dijo...

Pues no estoy tan convencido yo, señor Erasmo, que Europa experimente un gran avance gracias a la política de Sarkozy. Es más, estoy casi convencido (en esto de la política nunca se sabe...) que se estancarán más de lo que nos pensamos.
Yo tampoco soy francés, ni siquiera parisino (que se creen el centro del universo, abanderados de la libertad y garantes de la democracia... Xa houbo tempos...) y me imagino que la victoria del conservador ha sido simplemente por la poca fuerza, los muchos clichés y las grandes meteduras de pata de una snob con cuatro hijos llamada Segolene.
Ahora es tiempo de reflexión. Muchos ya se están echando las manos a la cabeza (indiscutible por otra parte la amplia participación, no se le puede restar mérito ni legitimidad). Me encantaría saber a donde ha ido a parar el voto inmigrante... Y no me refiero a las princesitas y princesitos de Mozambique, sino a tantos otros que trabajan más de 50 horas a la semana por un salario pésimo. Esos sí que ya están temblando (y no quiero ser demagógico). Esperemos quién será el primero en dar una pequeña patada a esta importante comunidad... Por qué letrita empieza...?

Serafín Alonso

PD. Digo esto porque el ambiente que aquí se respira no es precisamente muy alagüeño. Y hablo de la capital francesa. Ya han ardido varias banderas, gaviotas incluídas...