Avisábamos ayer del calor de feria que se acercaba a la campaña, con la determinación de un tren, pero no esperábamos esto. Cayó como la pata de un elefante, que es una expresión que usó en alguna novela Ray Loriga (uno siempre se queda en lo profundo), y los electores se fueron a la playa a meditar el voto cerrando los ojos, concentrados frente al sol. La noche anterior hubo revuelta en la zona vieja pero el cronista pilló cama a la medianoche, como esos toreros que tienen faena al día siguiente, y menos mal: a las diez de la mañana atronó el rap. Fue una sacudida tan violenta que me agarré a la cama, impávido. “¡Es que es el Día das Letras Galegas!”, me gritaron desde el baño. “¿Y a quién se lo dedican este año, a MC Hammer?”. Pero había una sana explicación. Reviravolta tenía engalanada A Verdura con banderas y demás, preoarando una fiesta. De los raperos, eso sí, ni rastro, lo que tampoco me extrañaba, porque a esas horas no era descabellado un linchamiento. Luego, desperezándome, caí en la cuenta: sonaba un disco. “Cajo en Diosss” y “O traballo mata” fueron los dos mensajes que fui digeriendo con el desayuno.
En Areas el coche del PP hacía un esfuerzo baldío: pasearse por los alrededores de la playa anunciando un mitin protagonizado por Palmou. Palmou en Sanxenxo dejó hace tiempo de ser un político para ser un turista. Lo que antes era pasión por el poder ahora es pasión por el Marycielo, que no está mal si uno gana lo suficiente. Pero el esfuerzo del coche del PP era visto con compasión por los señores que bajaban del maletero su periódico y su sillita de montarse. Silgar es básicamente la playa de Ourense y Areas la de Pontevedra. A falta de concretar las promesas de las playas de Os Praceres y aquella fluvial que se dibujó sobre el Lérez, el elector pontevedrés sigue siendo muy de Areas, con su Postiña incorporada. No tanto en mayo, pero hay domingos de esos en los que corre Fernando Alonso que pillar mesa en A Postiña es como conseguirla en el restaurante de moda del Soho. De todas formas, el mensaje de Catalina fue ahogándose en indiferencia: ya bastante tenemos con votar en Pontevedra como para hacerlo en Sanxenxo, parecía decir el pueblo.
A la vuelta, sin caravana y sin consuelo, pienso en las elecciones belgas. Una candidata de buen ver prometió la creación de 400.000 empleos, que en inglés se dice ‘jobs’. Y un avispado le preguntó que por qué no ofrecía 400.000 ‘blowjobs’, que en castellano viene a ser la mamada de toda la vida. Lo sorprendente es que la candidata aceptó el ofrecimiento: a los primeros 400.000 ciudadanos que firmen su inscripción en mi partido les como el rabo, vino a decir. Hubo colapso y tembló el Gobierno: 400.000 es un número temible, para el Gobierno y para ella. Luego aclaró que había sido una ironía. “Nadie se lo tomó en serio”, dijo, pero sonó a “yo a ver hasta dónde llego”.
4 comentarios:
Creo que el eslogan tendría más efectividad así: "Si me votas te la chupo".
Grandes carteles por las ciudades. Colas kilométricas en el colegio electoral.
Yo, por mi parte, por fin voy a dejar las colas del INEM: http://www.probadoresdeanillos.com/
Joder "A Postiña", que recuerdos, yo tengo una casiña enfrente....qué morriña y qué ganas de verano, dios mío... :D
el anterior comentario era mío ;)
Joder, Andrés, qué bueno: también casi somos vecinos de veraneo.
Conde, tienes razón. En el periódico titulé "Si tú me votas", pero la verdad es que aquí se presta más lo que tú dices.
Lo cambio en homenaje.
Un abrazo.
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