Me he trasladado! Redireccionando...

Deberías ser trasladado en unos segundos. De no ser así, visita http://www.manueljabois.com y actualiza tus enlaces, gracias.

martes, octubre 2

Pasiones

De nuevo la química: la pasión dura entre dos y cuatro años, según las últimas noticias. Josep María Farré, especialista del Instituto Universitario Dexeus, se explayó ayer al respecto y citó esas drogas que engendramos sin peaje ni rubor social: feniletilamina y dopamina, por ejemplo. Farré se mostró generoso en su análisis: le concede a la pasión una prórroga. Ésta consiste en la “perversión casta”, que implicaría satisfacer diversiones mutuas. Me he ido al Google a poner el término, entrecomillado para que no se me escapase ningún matiz, pero resultó en vano: la expresión la había acuñado en primicia Farré, y a él habría que ir a pedirle cuentas. Lo demás es ya hierba pisada. Lo natural es pasar del amor pasional al amor íntimo, nos dicen, y al final se llega al estado de beatitud exigido para llegar a la muerte: las personas se quedan “plácidas y tranquilas”: un locus amoenus muy predicado entre los pastores de la purificación adánica. Aunque no lo dice, la química viene a sugerir la infidelidad si uno quiere desenterrar las turbulencias del sexo. El diagnóstico es opinable, e incluso fácilmente descartable. Y no hace muchos días leí algo relacionado con aquella sodomización que ofreció una mujer llamada Exuperancia Rapú al director de periódicos Pedro J. Ramírez. No voy a entrar en la categoría moral de aquella trampa: la clase gobernante dio la medida que se esperaba de ella, organizando la encerrona, y el público estuvo a la altura de lo que se le exigía, encerrándose en los despachos para gozar de tamaña burla. El artículo data de 2002 y lo publicó Arcadi Espada en la revista Letras Libres. Su lectura actualizada incorpora ahora un hecho curioso: el periodista está a sueldo del director, al que exhibieron por media España ataviado con un corpiño y sodomizado con un vibrador después de alguna ardiente lluvia dorada. Lo interesante del asunto, sin embargo, no lo transmite Espada: o sí, pero con firma de Shere Hite: “La mayoría de los hombres no quieren que les penetren, ni física ni emocionalmente y, sin embargo, sí quieren. [...] En el sexo tradicional los hombres dicen que quieren penetrar a la otra persona, empujar, estar al mando y decidir que el objetivo del sexo es su orgasmo, pero, al mismo tiempo, desean lo contrario, perder el control, dejarse dominar por la otra persona. Controlar algo, sea en el sexo o en una relación, es aburrido a largo plazo. La mayoría de los hombres desean sentir más, y no sólo dominar, sino ser penetrados y dominados. ¿Cuántos se permiten intentarlo?”. Espada recuerda que Ramírez “se permitió intentarlo” (yo añado un plus de excitación: Ramírez domina mucho, así que proporcionalmente el placer debió ser mucho más intenso). El periodista reprocha al director su excusa, que achacó la conducta a un bebedizo, y le invitó a decir algo mucho más íntegro: “Ése del vídeo soy yo, investigue quién lo grabó y quién lo hizo correr, pero no espere que diga nada más sobre lo que hacen un hombre y una mujer cuando cierran la puerta”. Pensé entonces en la pasión, y esa manera de agitarla, ya sea en el hogar propio o en el ajeno: el cauce de la testosterona, tan caudalosa. Y pensé en el deseo deslizándose rápidamente hacia el abismo para, siquiera, darnos un respiro. ¿Dos o cuatro años? Más bien una perversión casta prolongada naturalmente, a menudo con la propia mujer o con el propio hombre.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Como buen periodista que eres y siendo este un blog para expresar opiniones quiero dedicar estas lineas a la memoria de un gran periodista y que nos ha acompañado a la persona que mas quiero y a mi en muchas noches, buenas y no tan buenas....va por ti carlos llamas...estes donde estes....pero seguro que sentado a la izquierda...cuidate charly!!!

M. dijo...

Mi querido pijo: te falta el "según un listo". El no añadirlo te incluye por derecho entre los pijos, y eso no está nada pero que nada bien.

Yo apenas escucho la radio, pero siempre que lo hacía era para escuchar Hora 25. Me gustaba Carlos Llamas. Era una rutina, un hábito. La semana pasada entrevisté a Francino, que estuvo por aquí. Y me dijo que a la radio le cuesta muchísimo ganar oyentes, y también muchísimo perderlos. A mí nunca me perdió Carlos Llamas. Y ahora mira: lo perdemos a él.

En fin.

Espero verte este fin de semana.

Bicos.